lunes, 5 de mayo de 2014

Crítica: NO SOMOS ÁNGELES (1955)

MICHAEL CURTIZ













Agradable comedia navideña que tiene en su trasgresión y perversión de tópicos su principal originalidad. Supone además una nueva alianza entre el director Michael Curtiz y el actor Humphrey Bogart tras trabajar juntos en “Kid Galahad” (1937); la soberbia obra maestra “Ángeles con caras sucias” (1938); el western “Oro, amor y sangre” (1940), sí, Bogart aparece en algún western, por supuesto; la mítica y absolutamente imprescindible “Casablanca” (1942) y “Pasaje a Marsella” (1944). Es además una de las últimas películas que rodaría Bogart en su vida, la última sería “Más dura será la caída” (Mark Robson, 1956) un año después, y podemos disfrutar de su vis cómica más desenfadada, algo poco habitual en su filmografía.



Tres presos que se acaban de fugar de la cárcel de Isla del Diablo, Joseph (Humphrey Bogart), Albert (Aldo Ray) y Jules (Peter Ustinov) deben esperar el momento adecuado para salir en barco de allí. Mientras, para pasar desapercibidos, convencerán al dueño de una tienda, Felix Ducotel (Leo G. Carroll) no muy próspera para arreglar el tejado y ocuparse de otros deberes con la idea de robarle y conseguir dinero que les ayude en su huida. Según vayan conociendo a la familia Ducotel los planes iniciales irán cambiando cada vez más.



Humphrey Bogart interpreta a Joseph, el líder del trío de presos evadido de la cárcel de Isla del Diablo, y en este inicio se nos presenta en su rol habitual de malo duro y sin dobleces, irónico, aunque con un toque cómico en sus diálogos, como no podía ser de otra forma. Albert (Aldo Ray) es el mujeriego del grupo, un ligón despistado, mientras que Jules es el más inseguro y afable, tímido y miedoso, un maestro abriendo cajas fuertes. Tres clichés definiéndose en su presentación.



La Providencia.

Es Navidad, estamos en una cinta religiosa y cristiana, aunque trasgreda los tópicos. Así una llamada a la Providencia traerá una lluvia que elimina su rastro cuando la policía usa los perros. Tres presos que parecen tener en Dios a un poderoso aliado. Esta primera escena en el puerto tiene un decorado realmente magnífico y una magnífica lluvia. Un personaje en apariencia intrascendente aparece brevemente y no lo volveremos a ver hasta el final, un joven oficial médico del barco atracado al que nuestros presos quieren subir, interpretado por John Smith, y que será providencial también en la parte final. Cuando el médico aparezca en la conclusión se volverá a mencionar a la Providencia, como Dios manda…




-Jules: La Providencia, eso es.

-Albert: No, es aquel chico del barco.

La Providencia ayuda a nuestros presos de igual forma que ellos actúan como Providencia con la familia y ese chico que se enamorará al final de la película.






Los tres presos serán identificados por el espectador casi de inmediato con ángeles, enviados divinos, tres Reyes Magos sacrílegos destinados a ayudar a la familia que pretendían robar, tres Reyes Magos en la época de Papa Noel. La imagen que mejor define todo esto la tenemos cuando el trío arregla el tejado, mirando desde la altura, como si de deidades se trata, los acontecimientos que les suceden a la familia, sus relaciones, problemas, sobre todo económicos, y grandes valores. De hecho se mencionará posteriormente y de forma explícita a los tres Reyes Magos.





Sería mejor que fuésemos hermanos, pero ya es demasiado tarde para eso”.

El sentido del humor de la película es muy eficaz, efectivo, siendo blanco en líneas generales, estamos en una cinta amable que defiende los valores familiares y… cristianos en líneas generales. Así lo comprobamos al ver la emoción y satisfacción de los tres presos en el tejado viendo el cariño que se profesa esa familia.

Si los presos quedaron eficazmente dibujados, también quedará perfectamente retratada la familia, el despistado, inseguro y bondadoso padre de familia, la tímida e inocente niña y la decidida e inteligente madre, Amelie (Joan Bennett). El espejo estará muy vinculado a la niña, que tiene en su presencia e imagen una de sus obsesiones, todo para dar la mejor impresión posible a su enamorado. Los espejos serán significativos también con el personaje de Paul (John Baer), cuando lo veamos frente a uno retratarán su falsedad.





Un objeto, la carta que robaron los presos al oficial médico, traerá una buena nueva, o quizá no tan buena, pero será el motivo que movilizará e impulsará a nuestros en apariencia despiadados protagonistas a ayudar a la familia. Bogart hablará mucho de asesinatos, pero él es un falsificador. Un nuevo elemento manejado por la providencia.

Para mí falsificar no es una afición, es un arte”.

Hay un paralelismo físico y simbólico entre la divinidad y nuestros tres presos, es con los angelitos que Isabelle pone en el árbol de Navidad, tres angelitos con las alas dañadas, evidente metáfora que se corresponde con nuestros protagonistas, angelicales pero delincuentes, sus alas dañadas. Además aparecen en lo alto del árbol, como les vimos a ellos en lo alto del tejado, observándolo todo. Incluso cantarán un villancico.



Un sano sentido del humor.

-Las bromas sobre los presos y sus delitos son constantes, la mayor parte mentiras. Bromas sobre ladrones, violadores o “los mejores por corteses”, los asesinos. Unas tendrán a los propios presos como protagonistas, con Bogart liderando este tipo de bromas, pero en otras ocasiones serán personajes como la robusta mujer, la señora Parole (Lea Penman) que despierta instintos eróticos en Jules (Peter Ustinov).

-Habrá inspirados gags, como el del agua para animar a la joven hija del matrimonio encargado de la tienda, Isabelle (Gloria Talbott), que los presos usan para bebérsela, o la venta de un peine a un señor calvo por parte de Joseph (Humphrey Bogart). Ver a Humphrey Bogart con un delantal rosa no tiene precio, es otro de esos grandes momentos cómicos que tiene la cinta. 

-Los recuerdos con los que Jules salpica la narración también resultan muy simpáticos.

-La reacción de nuestros protagonistas al saber que la serpiente además de morder a André también mordió a Paul es tronchante.



Se usa el mal, la mentira, la manipulación, el engaño, las habilidades delictivas… para hacer el bien, para ayudar a la familia, es la transgresión del tópico y la perversión de la cinta. Jules abrirá cajas fuertes, Joseph falsificará, Albert intimidará, todos ellos facilitarán el crimen de la serpiente… Así la idea de los presos actúa como metáfora pervertida.

Sólo les quiero a ustedes… porque me mintieron”.









-El gag de las flores cogidas del jardín del gobernador también es destacable, un nuevo robo para el bien.

-El enredo del último tercio es muy divertido, con ese cadáver que nadie parece querer descubrir a pesar de los esfuerzos de nuestro trío protagonista.

Mientras duren los deseos no pierda la esperanza”.

Curtiz mueve su cámara con total fluidez por los decorados, con encuadres muy generales y un movimiento de los actores, precisos y calculados, muy natural. Una magnífica puesta en escena del gran Michael Curtiz.

Si se viera el crimen en la cara del hombre sobrarían los espejos”.

Estos tres presos también servirán para que la inocente Isabelle vaya adquiriendo conciencia de su sexualidad y sensualidad, inicie su camino para convertirse en mujer. Una escena muy simpática con respecto a esto la tenemos en el pellizco que Albert da a la joven en el trasero, recibido con felicidad y alegría por ésta al entender el efecto que puede llegar a producir en un hombre y tomar conciencia de su belleza.


Embotellado en 1888, como yo”.

Curtiz y su guionista, Ranald MacDougall, que adapta la obra de teatro de Albert Husson, sacan un gran partido a sus actores y la química que tienen entre ellos, a destacar la que chispea entre Humphrey Bogart y Peter Ustinov, se lo debieron pasar muy bien juntos y se nota, una complicidad evidente. La procedencia teatral se nota en exceso en algunos momentos.

La justificación a los arranques de bondad de los tres presos la tenemos en que se sienten identificados con esa familia, de igual forman anhelan pertenecer a una y siempre les removerán recuerdos agradables sobre lo que pudo ser su vida. A pesar de todo es normal que chirríen estos excesos generosos, aunque si no la película no tendría sentido.



La llegada de la noche trae la verdadera maldad. Curtiz juega con la dualidad, día y luminosidad para la bondad personificada en la familia y los buenos sentimientos que despiertan en los presos, y la noche para la maldad y la llegada del primo André (el mítico Sherlock Holmes, Basil Rathbone) y su sobrino, el enamorado de Isabelle, Paul (John Baer).











Todo el mundo es amable con todo el mundo, esto ya está mejor”. Esta frase es una buena broma casi metalingüística, ya que bromea con la estructura de la obra y su tono, e incluso puede que el espectador pensara lo mismo.

Paul está dominado por su dictatorial tío, parece sentir interés por Isabelle, pero superficial, aunque la atracción se haga patente en muchas ocasiones. Su tío lo maneja como quiere, él es sumiso, pero también se descubrirá como un interesado y egoísta sin escrúpulos. Ambos villanos acabarán recibiendo su merecido según la moral de los presos y apoyados por la Providencia. El primo André resulta demasiado paródico, un estereotipo en exceso vulgar.










-Albert: No deberían dejar a esa gentuza venir a la Isla del Diablo.

-Jules: No. Le dan mala reputación.



La transgresión y la perversión.

He comentado en varias ocasiones los recursos utilizados para transgredir los tópicos, usando la delincuencia, la mentira, la estafa… para el bien e incluso elementos sacrílegos a los que se les da la vuelta y acaban resultando sagrados o beatíficos. Uno de los mejores ejemplos de esta idea la tenemos con el uso de la serpiente de Albert (Aldo Ray), habitual símbolo demoniaco pero que aquí participa activamente a favor de la virtud y la bondad, acabando con los desaprensivos, maleducados y tiránicos André y Paul. Símbolo pervertido y tergiversado. Del mismo modo muchas de las conversaciones de los tres presos irán en esta línea, pervirtiendo elementos, el juicio, la deliberación, la condena, la decisión de ejecución serpiente mediante… pero sin involucrarse mucho, sin evitarlo…


Lo primero es averiguar que está muerto de verdad, no me fío de él”.

La idea del testamento resulta absurda, poner en manos del sobrino un testamento que le perjudica no es una idea brillante. También era de suponer que la serpiente no salió de la habitación, con lo que tanta búsqueda resulta absurda igualmente.


Es un buen detalle que la relación que se insinúa entre el preso Albert y la inocente Isabelle no vaya a ningún lado.

Sobre estos tres personajes, los presos, es fácil caer en la tentación de ver alegorías en ellos, enviados divinos en esta perversión, que regresan a la cárcel, o sea el cielo, ya que estamos en el mundo al revés, un universo transgresor. Los cuatro halos, ellos y la serpiente, así lo confirman. De igual forma no es descabellado suponer que nuestros protagonistas en realidad son meros ángeles, muertos, en misión especial.







Una agradable cinta, blanda pero entrañable, ideal para la época navideña o cualquier momento donde apetezca pasar un rato entretenido con una buena comedía. Original y que aunque no resulta genial en casi ningún momento deja una sonrisa satisfecha en el espectador. 




4 comentarios:

  1. Q raro Humphrey en delantal!!
    Ese punto de comedia…recuerdo escenas simpatiquísimas en la Reina de África…
    Gracias sensei!
    Besos!

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    1. Gracias a ti Reina. En LA REINA DE ÁFRICA está esplendoroso también, esa dureza le hacía muy efectivo en la comedia cuando se ponía.

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  2. Grandiosa película, maestro. No sabes cuánto echo de menos en este película, donde lo casual es, efectivamente, casual y no todo tan forzado como ahora. Una disección perfecta. Un abrazo.

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    1. Gracias amigo mio! Los que entendemos el placer del clásico apreciamos esto como si fuera ambrosía!

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