martes, 17 de junio de 2014

Crítica: EL GUANTELETE VERDE (1952)

RUDOLPH MATÉ













Tremendamente mediocre cinta de cine negro donde es difícil salvar algo. Viendo el género, el año, del 52, y al protagonista, Glenn Ford, que ha participado en joyas como “Gilda” (Charles Vidor, 1946), “Relato criminal” (Joseph H. Lewis, 1949), “Los sobornados” (1953) o “Deseos humanos” (1954), ambas del maestro Fritz Lang, uno pensaba que podía encontrar algo interesante en esta desconocida película, a pesar de que su nombre al español resulte curioso. Una vez se lee la sinopsis y el mencionado título el aficionado al género aspiraba a ver algo en la línea de “El halcón maltés” (John Huston, 1941), por ejemplo, pero la decepción, desolación incluso, es mayúscula con esta calamidad dirigida por Rudolph Maté.

Mike Blake (Glenn Ford) es un soldado americano que, tras irle mal las cosas al término de la 2ª Guerra Mundial, vuelve a Francia para intentar recuperar una reliquia muy valiosa, el guantelete verde, que le quitó a un nazi, interpretado por George Macready… No será el único que la busque, lo que creará un evidente conflicto de intereses con asesinatos y chantajes…



Una voz over en tercera persona, un narrador omnisciente y ajeno al relato, nos presenta la película, alguien que regresa de la guerra, un clásico en el cine negro y sobre todo de gángsters, además de definir la mitología del guantelete, una reliquia muy venerada que ha sido robada y que hasta que no regrese a su lugar en la iglesia las campanas del lugar no volverán a sonar… La película se inicia, precisamente, cuando esas campanas de la iglesia suenan, el guantelete ha regresado en teoría, pero el cura tendrá que descubrir un cadáver en lo alto del campanario antes de ver la reliquia en su lugar.






Alturas.

-Maté jugará con las alturas de forma interesante y constantes para los momentos de más tensión, conflicto y amenaza. Son muchos los ejemplos en la película donde las alturas adquieren un protagonismo especial, con momentos culminantes en este inicio y al final de la cinta, que tendrá estructura circular terminando donde comenzó. Aquí veremos al cura asomado a un precipicio y también ascender por el campanario tras comprobar que el guantelete no ha regresado al lugar que le corresponde, para comprobar que hay un cadáver en lo alto. Una vez baje la reliquia estará en su lugar. Esta introducción será también el final de la película, aunque con las explicaciones a todos estos hallazgos. Un flashback nos llevará al grueso de la narración, agosto de 1944, la liberación del sur de Francia en la 2ª Guerra Mundial.






-La locura de la condesa por la muerte de su hijo también será subrayada por una altura, ella en el piso de arriba mientras vemos a Blake, el causante indirecto de la desgracia, en el de abajo.



-En el regreso de Blake a París, pasados los años, tendremos más alturas protagonistas, en la Torre Eiffel para ser exactos, lugar donde conoce a la chica de la función, Christine (Geraldine Brooks), y se escabulle de alguien que le sigue…



-Blake caerá desde otra altura en el palacio de la condesa mientras persigue a uno de los villanos, con lo que tendremos al protagonista cubierto de escombros por segunda vez. Es el anticipo para un nuevo encuentro con la condesa, como en la primera ocasión.


-El clímax tendrá las alturas de los precipicios y las colinas, extremas, como principales protagonistas, elementos de acentúan el conflicto y la tensión, muy bien usadas por Maté, en lo que es la mejor parte de la cinta. Además volveremos a ver las escaleras del campanario para la resolución. Todo lleno de picados, contrapicados y buenos planos generales.




Mike Blake (Glenn Ford) es presentado en acción de guerra, allí se encontrará, por casualidad, las casualidades en la película son desesperantes cuando no bochornosas, con un nazi amante del arte que para salvar su vida le cuenta toda la historia del guantelete que pretende llevarse, como si al soldado americano le importara. Desde luego el alemán muy heroico no nos salió. Por casualidad un desprendimiento caerá sobre nuestro protagonista y la maleta que contiene la valiosa reliquia, posibilitando la huida del alemán. Y por casualidad un grupo de la resistencia perteneciente a la alta sociedad lo rescatará porque vieron cómo caía en paracaídas…




Drama, se producirá un repentino vínculo entre el hijo de la condesa que rescata al protagonista y éste, en el que el chico cumplirá la promesa de enviar el mensaje de un ataque nazi inmediato arriesgando la propia vida. El chico morirá, lo que perturbará brevemente a Blake, en un elemento dramático sin más desarrollo, porque aunque la condesa se vuelve loca por el hecho y se insinúa un sentimiento de culpa en el personaje interpretado por Ford, no tiene interés alguno a nivel narrativo posteriormente y desde luego a Ford se le olvida pronto esta circunstancia. Además queda ridícula la excusa por lo evidente del truco de guión, nadie entiende por qué el alemán da esa información del ataque nazi a Blake ni para qué, ¿en qué le beneficia si el americano ni siquiera le pregunta? La respuesta es para hacer morir al chaval… Si al menos esto tuviera desarrollo se podría entender, pero no lo tiene, es más, Blake volverá al mismo lugar años después para recuperar su maleta con el guantelete que dejará allí, sin complejo alguno. Una vez llegue al palacio por segunda vez hará un comentario al suceso, lo que es un detalle…



Como tantos personajes del cine negro y el cine de gángsters, nuestro protagonista no lo pasará bien tras la guerra, pero antes de caer en malas artes regresará a París para ver qué puede hacer con el preciado guantelete… Las causas de su regreso al final de la película serán una encrucijada sólo entendible por científicos algo majaras, porque si piensan que regresa para venderlo y lograr un dinero están equivocados y si piensan otra cosa… también.







Absurdeces al límite de lo indecente.

Pronto empiezan a sucederse las incongruencias, las incoherencias y las absurdeces. Un guión escrito con los ojos cerrados o en el que se tomaron las decisiones jugando a los dados. Es alucinante comprobar la cantidad de estupideces y lagunas que tiene la película. Sólo es entendible si el guión lo escribieron varios sin saber lo que escribían los otros, que todos ellos tuvieran menos de 12 años y que además no tuvieran tiempo para pensar.


-Blake entrará en un bar y por casualidad, otra más, se encontrará con la chica que lo ayudó a escabullirse del extraño personaje que le seguía, que está con otro hombre del que no sabremos nada más, ni siquiera quién era o qué relación tenía con ella. Se irá y jamás volverá a aparecer. Pues bien, en la Torre Eiffel hablan como si no se conocieran, pero en el bar parece que se conocen de toda la vida, Blake ni siquiera se sorprende por encontrársela de nuevo, ¡en París!, unas horas después. Cuando digo que parece que se conocen de antes no es simplemente por una cuestión de confianza, sino porque el trato y su conversación así lo hacen pensar… No me pregunten más. Un romance en tiempo récord, fácil, que da vaivenes sin sentido.




-Otro momento tronchante de esta escena que parece sacada de los hermanos Marx es cuando Blake le pregunta a Christine si al día siguiente le va a enseñar París, pero poco después le dice que se va de viaje a Montecarlo ¡al día siguiente…! Yo soy Christine y no me fiaba de Ford

-El caso es que Christine se nos presenta como una chica bastante liberal, descocada, lanzada, insinuante, atrevida, coqueta… vamos, que no se lleva a Ford a los baños de milagro, y todo sin conocerle de nada, en teoría, pero según avance la narración este modo de proceder y estos rasgos que se mencionan desaparecen, terminando por formar un personaje indefinido, incoherente y casi paródico. Otra inconsistencia más de la cinta.

-El truco de la policía de simular que ya no vigila a Blake para luego seguirle está cogido por los pelos, pero tras aceptar la premisa volvemos a disfrutar de casualidades absurdas e insufribles. Un doble seguimiento, uno de la propia policía y otro de un secuaz de Rona (George Macready), el nazi que Blake se encontró con el guantelete al inicio de la película, en el que todos parecen intuir lo que va a hacer el personaje y cuándo va a salir. De la policía se entiende, pero ¿del secuaz de Rona? ¿Cómo sabe éste que saldrá y cuándo saldrá de la habitación y el hotel donde estaba custodiado?



-Cuando Blake llega al tren en el que pretende ir a Montecarlo tenemos otra de esas incoherencias que no dejan de asombrar. Christine informará a Blake de que leyó la carta que dejó al agente, ¡pero Christine llegó antes que el propio Blake al tren! ¿Cómo es posible que entrara en la habitación, que nadie la viera o siguiera y que llegara antes que Blake saliendo bastante después? Blake escribe la carta y se larga al tren y resulta que a Christine le da tiempo a llegar, entrar en una habitación de hotel que no es suya, leer la carta, llegar al tren, comentar al azafato que Blake no tiene equipaje y sentarse un rato a esperar dentro del tren sin billete… y todo antes de que Blake llegue… De que se pongan a hablar de asesinatos delante de desconocidos ni hablo, es una tontería menor viendo el panorama. Un punto supuestamente cómico que resulta ridículo.






-Blake se echará un sueñecito y cuando despierte Christine ya se habrá enterado de todo, una capacidad para enterarse de todo sin que lo veamos sorprendente, lo que puede hacer sospechar que oculta algo…pero no. Surrealista es la muerte del policía a manos del esbirro de Rona, no se entiende para qué lo mata, ni por qué…. La maleta. De repente aparece una maleta en el tren. Si Blake no llevaba equipaje y Christine fue simplemente a despedirle, ¿de quién demonios es la maleta con la que se bajan del tren?









-Las motivaciones de Blake, ya citadas, son vagas, difusas. Se dice que vuelve a París por dinero debido a su mala situación, pero luego él dirá que ha vuelto para ayudar. ¿Para ayudar a qué o a quién? Salvo que su idea sea vender el guantelete para dar parte a la condesa no se entiende, sobre todo porque no sabe si la condesa necesita dinero. Es increíble la falta de definición y concreción en algo que debe ser básico. El problema radica en que su vuelta por dinero resulta conflictiva moralmente, ya que el guantelete no es suyo, pero otra causa no tiene lógica. Decir que vuelve para ayudar es una forma burda de intentar hacerle bondadoso e íntegro sólo concebible desde un guión escrito en media hora.

-En el castillo de la condesa tenemos una torpeza increíble de puesta en escena. Vemos a Ford poniéndose romántico con Christine y vendiéndose como un ser íntegro que vuelve para encontrar el guantelete con intención de ayudar, ya comenté que no se sabe a quién, mirando al horizonte. Medio segundo después de darse la vuelta, literalmente, 5 o 6 hombres le amenazan, 5 o 6 hombres que están justo en el lugar donde Ford estaba mirando medio segundo antes… ¿Está ciego? ¿Son hombres con superpoderes que les permiten aparece de repente en cualquier lado? Tampoco nos explican cómo todo el mundo encuentra a nuestros protagonistas cuando en teoría los habían perdido. Al menos el taxista justificará la llegada de la policía. Guión de traca.





-Otra aparición surrealista, la de la loca condesa y su ayudante precisamente en el lugar donde cae Blake en su intento de perseguir al villano boxeador. Si la condesa ya no vive allí, vive en una modesta casita, ¿qué hacía allí? ¿Qué hacía además justo en ese lugar del castillo, una especie de mazmorra? Y sobre todo ¿qué hacía allí a esas horas de la noche? Lo pregunto en serio, sigo intrigado porque no nos lo explican, aparecen y se llevan a Blake a su casa…







-La condesa recuperará la cordura al contacto con el guantelete, con esto se insinúa que la reliquia tiene poderes, un nuevo aspecto de la trama que podría ser interesante, pero no, ahí acaba el trabajo milagroso del guantelete y las menciones al mismo…

La trama parece cobrar algo de interés cuando se descubre al seguidor de Blake, el que le perseguía por la Torre Eiffel, muerto en la habitación del protagonista.



La dirección resulta convencional con algún plano interesante y torpezas de puesta en escena. Entre los primeros tenemos una pequeña panorámica sobre unos objetos que describen bien la situación, una carta escrita por Blake al agente encargado del caso, unos billetes de tren y la chaqueta que vimos en el campanario y que estaba junto al cadáver, lo que es un eco de intención fatalista. Un buen plano. Por el contrario tenemos el doble seguimiento a Blake, un policía y un secuaz de Rona, rodado de forma lastimosa, confusa, donde no sabemos quién es quién, de repente aparece un seguidor, luego no volvemos a saber de él, aparece otro que creemos es el anterior pero en realidad es el segundo seguidor y así… Al menos tendremos planos de las calles y el metro para dar ambiente.




Paul Rona (George Macready) es el nazi que vimos al inicio, marchante de arte, tiene una buena posición y está bien relacionado, incluso conoce al inspector que lleva el caso de Blake, que manda narices la coincidencia de nuevo, aunque es un detalle que tampoco va a ningún lado, por lo que no se entiende qué pinta en la narración. Irá a una ermita para contarnos la historia del guantelete otra vez, en una reiteración gratuita y absurda.







No todo es malo, a algún apunte de la trama hay que sumar en lo positivo la pelea en el palacio de la condesa, una pelea violenta y en sombras que está bastante bien, aunque no sabemos para qué sigue Blake al boxeador por el exterior del palacio con el riesgo que conlleva…



Diálogos “memorables”.

Si de traca es la trama lo de algunos diálogos no tiene nombre. Ya comenté algunas de las incoherencias que se verbalizan durante el metraje, pero en la segunda parte de la película tendremos verdaderas joyas de la estupidez.

-La condesa, que está loca, no se acuerda de nada, lo confunde todo… menos cuando le da la gana al guionista. En esos casos la condesa recordará a la perfección a Blake y ¡que dejó allí una cartera varios años atrás! Resulta que la cartera se la dio al ayudante que no sabemos si informaría a su jefa, pero el caso es que es ella la que se lo recuerda a todos.


-En esta misma secuencia veremos a la entrometida y visionaria Christine pidiendo información de algo que desconoce porque nadie que sepamos se lo ha explicado, además de exigir que se enseñe lo que contiene la cartera sin saber nada del tema, ni conocer a la condesa ni incumbirle el asunto que lleva a Blake allí. Además ¿para qué quiere que le muestre el contenido a la condesa? Toda esta exigencia es oponiéndose a Blake, que no quería hacerlo… Alucinante, en serio.

-Otro memorable diálogo, cuando Christine (Geraldine Brooks) dice que estaba dispuesta a casarse con Blake, ¡media hora después de conocerle! Eso sí, una vez profundizó en su relación se le pasaron las ganas. Al menos la réplica de Blake (Glenn Ford) es adecuada.

No recuerdo habértelo pedido”.



En el último tercio la cinta se convertirá en una comedia romántica, una screwball comedy, una bochornosa copia de “Sucedió una noche” (1934), esa joya del gran Frank Capra. Humor, como si hiciera falta. Las escenas en la posada son un calco de la citada película, allí se harán pasar por matrimonio, justo después del diálogo en el que Christine se arrepentía de su idea… Toda esta parte menos gracia puede provocar cualquier cosa. Aquí, la lanzada chica se transformará en una puritana redomada…




La parte final es la más notable en todos los sentidos. Christine no logrará cumplir las instrucciones que le da Blake, lo que reducirá el tiempo de éste para actuar acentuando la tensión, una tensión bien modulada y que volverá a tener las alturas como protagonistas, en este caso escarpadas colinas y precipicios. Por supuesto hay torpezas, pero estas sí se perdonan porque el conjunto es aceptable. Torpezas, por ejemplo, como el tópico en el que los malos se dedican a explicar sus planes a los buenos o a darles información que no precisan y que sólo puede perjudicarles, aunque en ese momento estén en posición de superioridad. También cuando Rona no pide ayuda a sus secuaces al llegar al pueblo, aunque por suerte esto se corrige porque la recibirá a pesar de todo. Que Rona (George Macready) arriesgue tanto su vida sin necesidad extraña un poco. La resolución en el campanario, que nos devuelve a la escena inicial, resulta muy efectiva y rellena con acierto lo que no vimos o sabíamos de esa escena inicial, los aspectos más intrigantes y extraños, explicándolo todo con ingenio. Un final simpático. Aquí también tenemos alguna ocurrencia ridícula, como el “brutal” y “salvaje” ataque de Blake al villano Rona… con una chaqueta… la que encontrará el párroco para hacernos sospechar que el muerto era Blake, forzando la tensión de una manera muy artificial.





Las explicaciones finales son sumamente escapistas, tanto la eximente de responsabilidad de Blake como con respecto a la chica. Ford está correcto y Brooks resulta bastante expresiva, hacen lo que pueden con lo que hay...

Una cinta mediocre, con momentos francamente ridículos, un guión lamentable y algún acierto suelto. No pasa el corte.





7 comentarios:

  1. O de como las películas "nutricias" también se hacían en los 50.
    Glenn Ford siempre será aquel q se comió el sopapo de Rita.

    :-)

    Me río con tus "puntillas"!!
    Jajaja.

    Beso sensei.

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    1. Qué decepción, Reina!!! Bueno, Ford tiene títulos inolvidables, ciertamente.

      ¿Cual te hizo más gracia? Jajajaja.

      Un beso Reina.

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  2. Pues me hacen gracia los comentarios socarrones, pero donde se me escapó la carcajada es con lo de Ford y la chica, cdo se marcha a Montecarlo.
    Y cdo defines a la chica tan echapalante y dices nosequé de los baños!!! Jajaja ;-P

    Me divierto mucho con las pelis maloncias y tus comentarios!!!

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    1. Jajajajaja cuánto me alegra, porque yo también me lo paso bien y ver que gustan es una satisfacción!

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  3. Jajaja,no tuviste piedad ninguna....pero es que la verdad es que la pelicula no hay por donde cogerla.....aunque ya sabes mi debilidad por Glenn....

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    1. No se podía tenerla, con todo destaco lo bueno y lo malo. Justicia!! Jajajaja

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  4. Jajajaja, eso si, eso no te lo discutiria nunca....

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