viernes, 21 de noviembre de 2014

Crítica: SI YO TUVIERA UN MILLÓN (1932)

ERNST LUBITSCH, NORMAN TAUROG, WILLIAM A. SEITER, NORMAN Z. McLEOD, STEPHEN ROBERTS, JAMES CRUZE, LOTHAR MENDES, H. BRUCE HUMBERSTONE












Curioso y pionero proyecto en el que varios directores dirigieron un capítulo cada uno partiendo de un planteamiento inicial. Está considera la primera cinta sonora en narrar su historia por episodios. Un millonario, John Glidden (Richard Bennett), que está a punto de morir, decide repartir su fortuna y no se le ocurre mejor forma que hacerlo al azar eligiendo nombres de la guía telefónica. Las historias de estos afortunados serán los distintos episodios que iremos viendo.

La Paramount contó con algunos de sus más reputados directores para que dirigieran los episodios en cuestión, Ernst Lubitsch, Normal Taurog, William A. Seiter, Norman Z. McLeod, Stephen Roberts, James Cruze, Lothar Mendes y H. Bruce HumberstoneY muchas de sus estrellas, Gary Cooper, George Raft, Charles Laughton, Jack Oakie, Richard Bennett, W. C. Fields , Mary Boland




En proyectos como este, con muchos directores, es normal que el resultado final sea irregular y aquí no estamos ante una excepción. Un conjunto agradable aunque con lógicos altibajos. Ocho episodios con prólogo y epílogo es lo que contiene el film. Norman Taurog se encarga del prólogo y el epílogo desde la dirección.

El prólogo tiene interesantes movimientos de cámara, un tono de humor negro e irónico bastante simpático, cercano a Lubitsch, aunque la participación de dicho director es breve en esta cinta.






El primer episodio es "La tienda china", dirigida por Noman Z. McLeod y escrita por el gran Joseph L. Mankiewicz. Aquí se nos cuenta la historia de Henry Peabody (Charles Ruggles), un pusilánime dominado por su esposa (Mary Boland), un ser acomplejado que se ve sometido por su mujer hasta en sueños, un infierno doméstico en tono de comedia al que el dinero viene a poner remedio. Un hombre liberado a través del dinero que se quita un enorme peso de encima en una catártica escena. Para que luego digan que el dinero no es importante... ¡Es hasta redentor! Divertida sin mucho más.




"Violet Smith" es el segundo episodio del film, también escrito por Mankiewicz y dirigido por Stephen Roberts.  En esta ocasión se nos narra la historia de una prostituta (Wyne Gibson), que recupera su dignidad, como en el episodio anterior, pero de distinta manera. Detalles como ese momento donde quita la segunda almohada de la cama en la que va a dormir, como queriendo olvidar la vida pasada con ese gesto, son notables y lo dicen todo. Otra breve historia, sin más, bastante sugerente.






"El falsificador", dirigida por H. Bruce Humberstone y escrita por Oliver H. P. Garrett, es la tercera historia de la función. Está protagonizada por George Raft, que en su presentación juega con una moneda, en un gesto que le haría famoso en otras cintas, “Scarface” (Howard Hawks, 1932) por ejemplo. Una broma muy simpática. Este episodio nos cuenta sus peripecias para intentar cobrar el cheque con el millón de dólares sin lograrlo por su fama de falsificador. Eddie Jackson (George Raft) no puede convertir el cheque en efectivo. La fábula de Esopo del niño mentiroso y el lobo tornándose en infierno kafkiano. Un relato muy irónico, el más irónico y oscuro, que retrata el cinismo de una sociedad descreída. Bastante bueno.



El cuarto episodio se titula "El choque de coches". Está dirigido por Norman Z. McLeo. Una historia de humor surrealista con el matrimonio formado por Emily La Rue (Alison Skipworth) y Rollo (W.C. Fields), y su pasión por los coches. Una anécdota algo reiterativa que tiene en la extravagante decisión de la pareja su punto gracioso, convertidos en vengadores automovilísticos merced a la colección de coches adquiridos con el dinero… Las escenas de choques de coches están muy bien. Una historia insulsa y repetitiva que no pasa de simpática.







"La celda de la muerte" es el quinto episodio, dirigido por James Cruze y protagonizado por Gene Raymond, que interpreta a John Wallace, un condenado a muerte. Así pasamos del humor al drama en un relato que retrata de forma escalofriante lo inútil del dinero en determinadas situaciones, un relato bastante cruel, pero forzado en su proceder. No entendemos porqué no dejan al menos que el condenado dé el dinero a su mujer si habían accedido a ello, que al menos tendrá el alivio de la “herencia”… Buenas intenciones, irregular ejecución.

No es hasta el sexto episodio cuando encontramos la breve aportación de Ernst Lubitsch junto a Charles Laughton con "El oficinista". El gran actor interpreta a Phineas Lambert, un oficinista del montón, el plano inicial nos recuerda casi a “El apartamento” (1960) de Billy Wilder, que una vez reciba el dinero hará lo que tanta gente desearía en su lugar, pedorrear a su jefe. De alguna manera es la misma idea del primer episodio, pero mostrado con mayor elegancia y un Laughton tranquilo y aparentemente imperturbable. El paso por las distintas puertas hasta llegar a la del presidente, la mirada del personaje al ver el cheque y, sobre todo, ese detalle magistral de Laughton adecentándose ante el espejo, son ejemplos del talento y la genialidad irrepetible de un director único.



"Los tres marinos" es el séptimo de los episodios, dirigido por William A. Seiter y también escrito por Mankiewicz, entre otros, en el que se cuenta con la impagable presencia de Gary Cooper, que interpreta al sargento Steven Gallagher. Nuestro protagonista recibe el millón de dólares el 1 de abril, Día de los Santos Inocentes allí, por lo que no creerá verdadero el generoso regalo. En un tono ligero se vuelve a mostrar el cinismo de la sociedad, incapaz de creer esa generosidad, aunque sea en el día de los Inocentes. La conclusión es divertida, aunque quizá está excesivamente estirada, es de los relatos más largos. Cooper estupendo. 


La última historia será "La abuela", dirigida por Stephen Roberts. Relata la vida en una residencia de ancianas. Quizá es el relato más conmovedor, algo sensiblero, pero muy efectivo, notable. Momentos como la llegada del correo y los rostros de frustración de las abuelas al no recibir carta o cuando nuestra protagonista se ve obligada a inventar el contenido de la carta que ha recibido, no es más que un anuncio de propaganda, para complacer a sus curiosas compañeras, no pueden menos que emocionar hondamente. Allí, Mary Walker (May Robson), será la afortunada receptora del cheque del millón de dólares interna en una residencia de ancianos. Duro y real como la vida misma, el retrato de una sociedad podrida que relega y desprecia a sus ancianos, olvidados por ellos mismos, sólo interesantes por sus posesiones para los que se supone deberían quererlos y respetarlos. Aquí puede estar el germen de esa obra maestra que es “Dejad paso al mañana” (Leo McCarey, 1937).



Las historias se separarán a través de fundidos a negro y todas ella redundan en ideas humanistas, si bien es cierto que hay cierta reiteración de postulados en las historias, repetición en las ideas y la forma de exponerlas. El tema de la dignidad recobrada y un gesto que lo subraya lo vemos en varias de ellas, escenas como de “venganza” al jefe las vemos al menos dos veces, en el episodio primero y el de Lubitsch, por ejemplo…

John Glidden, el millonario generoso, es casi un símbolo de buena suerte, un hombre aparentemente enfermo que parece mejorar milagrosamente conforme va ejecutando sus pequeños milagros, elemento que define la tesis de la cinta, la generosidad redentora. Este es el único personaje que aparecerá en todos los episodios, el elemento vertebrador.


Rodada en los inicios de la Gran Depresión esta pequeña película pretende dar un aliento de esperanza, apelando a la ilusión, los sueños y los buenos sentimientos en una época oscura y dura que se extendería bastante tiempo. 

Film correcto y divertido que dice muchas verdades sobre la condición humana entre otras cosas. La importancia de lo cotidiano, los valores humanos que emergen en la riqueza y que incluso se revitalizan con ella, la verdadera esencia de la generosidad, la absurdez de lo material ante la inevitable muerte, la importancia de las ilusiones, los sueños cumplidos, el cinismo y descreimiento del mundo actual, el valor de la sencillez en la riqueza, la prepotencia a la que puede llevar la misma, la venganza de la pobreza, la riqueza como valor vital y no meramente material... Una película que nos habla sobre los sueños a realizar, sobre la dignidad recobrada y por recobrar, sobre no perder nunca la ilusión de vivir, sobre la generosidad y la entrega como motores vitales, sobre la redención a través de esa generosidad, sobre la felicidad y sus raíces… Agradable, divertida, irregular y con grandes nombres para nuestra satisfacción.




2 comentarios:

  1. Me ha sorprendido mucho que trajeras esta película y lo cierto es que para bien, el capítulo séptimo es mi preferido quizá porque la sola presencia de Gary Cooper es capaz de motivarme a volver a verla. Además como bien dices el momento especialmente crítico en el que se rueda la película es un punto a valorar.

    Dicho esto creo que el 3 se esta convirtiendo en tu nota preferida, jejejeje

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    1. Jajajaja, bueno el 3 es normal que sea la nota más abundante, las pelis buenas no son mayoría y las que cometen torpezas máximas están acotadas, así que si son mínimamente correctas merecerán el 3. El caso es quejarse jajaja

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