domingo, 15 de enero de 2017

GRAHAM GREENE: El Tercer Hombre

LITERATURA










En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas… pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron 500 años de amor democracia y paz… ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco”.

El gran Graham Greene escribió esta novela cuando le encargaron el guión de la extraordinaria “El tercer Hombre” (1949), que dirigió Carol Reed, ya que según decía era la mejor manera de planificar y definir dicho guión. Así lo hizo, y siempre mantuvo que el guión y la película eran mucho mejores que la novela, que se publicó de todos modos, evidentemente. Estaba en lo cierto el autor. Un pequeño ejemplo lo tenemos en la frase que pongo al inicio, mítica, uno de los momentos más recordados de la película que no encontrarán en la novela.

Valoro muchos tipos de prosa, casi todos en realidad, pero tengo especial apego a aquella que además de atraparte te abriga, como en una envoltura cálida. Tanto la película como la novela logran esto, y es que Graham Greene era muy grande.

La novela tiene las mismas virtudes que el guión que escribió poco después Greene, como es lógico, aunque no tiene esos legendarios momentos que han hecho eterna la cinta que protagonizaron Orson Welles y Joseph Cotten.

La inteligencia que desprende cada frase, la adictiva prosa llena de ironía, esa mezcla de intriga, suspense y humor, en una atmósfera tan absorbente como nostálgica, son algunas de las virtudes que se disfrutan en la novela. Muchos de estos aspectos se conservan y subliman en el film, como sabrán quienes hayan disfrutado de la película.

Ese halo romántico y nostálgico vienés aparece maravillosamente descrito, pero claro, palidece ante la mágica forma en la que lo mostró Carol Reed, con esas persecuciones por calles derruidas, norias y alcantarillado.

Sí se potencia el humor más hilarante en la novela, con momentos muy divertidos como la surrealista reunión literaria. En cambio, en la película prima el humor inteligente y la ironía, eliminando los demás devaneos cómicos.

Hay un algo metalingüístico en esos añadidos humorísticos con la literatura y las adaptaciones cinematográficas como protagonistas, y una despiadada crítica a la pompa literaria, sus ínfulas y sus prepotencias que resulta atractiva y se explota más en la novela.

Nuestro protagonista, Rollo Martins, (Holly Martins en la película por petición de Cotten), es un personaje atractivo y descarado, rudo y de principios sólidos, terrenal, mundano e incluso frívolo, romántico y leal, íntegro, perfectamente desarrollado por Greene con pasmosa naturalidad.

En la novela tenemos un narrador omnisciente que nos cuenta la historia en tercera persona siendo ajeno a ella en la mayor parte del relato, ya que es la voz del policía, Calloway, la que encamina y ayuda a Rollo hacia la resolución del caso. Una narración que juega con esa tercera persona que se convierte en primera cuando es menester. Por supuesto, esto se sustituiría por una voz over en la película (Cotten en la versión americana, Reed en la británica).

No tenemos en la novela el pequeño monólogo sobre el reloj de cuco; tampoco el impacto de la presentación de Henry Lime, notable en la novela, pero sublime en la película, hasta el punto de que la presentación de Orson Welles es considerada como una de las mejores en la historia del cine; ni la impecable persecución por Viena y sus alcantarillas, mucho más elaborada y brillante en celuloide; ni el final, mucho más amargo y mágico en el film con ese plano sostenido en un eterno paseo en el que gotean caducas hojas otoñales lánguidamente, en lo que es la imagen perfecta de la decepción, el crepúsculo, la nostalgia y la melancolía.

Y a pesar de ello uno se la lee sin darse de cuenta, queda hipnotizado por sus palabras, incluso más que por su historia, porque a Greene no le hacía falta escribir su mejor obra para lograr todo eso…


El tercer hombre” es una película, una historia para ser contada en imágenes. Era el destino, y seguramente Greene lo sabía, aunque se exigiese escribir primero el libro, porque una vez la has contemplado no cabe duda, “El tercer hombre” es cine, es imagen y una adaptación que mejora con creces la obra literaria.



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