viernes, 18 de noviembre de 2011

Crítica: CON FALDAS Y A LO LOCO (1959) -Parte 2/4-

BILLY WILDER






Wilder considera la mentira o el engaño un recurso, un uso habitual dentro de la sociedad y sólo se considerará negativo o censurable según el propósito con que se recurra a ella, lo censurable para Wilder es el motivo de la mentira no la mentira en sí misma. En el amor será uso común, en el cine de Wilder, el engaño y la mentira y nunca será censurado, ya que al final la víctima de la mentira perdonará al mentiroso una vez se sincere y sepa que los motivos de dicha mentira no eran malos. Eso sí, para consolidar definitivamente la relación, como en toda comedia, el mentiroso deberá ser sincero. Lo original es que los protagonistas de Wilder lograrán todo gracias a la mentira, la confesión o sinceridad final es más un acto simbólico casi, un requisito necesario para la pareja, para forjarla definitivamente.


La apuesta donde Joe decide poner los ahorros de ambos sale mal, como era de esperar, lo que les deja en una situación desesperada y nos sirve para que veamos a los personajes en su entorno laboral de oficina. El resultado fallido de la apuesta es otro ejemplo maestro de elipsis de Wilder. El guión es un tiro, y de precisión quirúrgica. No hay trabajo, nos lo muestran en un travelling que sigue a Joe y Jerry por las estancias de la oficina hasta llegar a una de las enamoradas de Joe, que enfadada con él por un plantón decide vengarse gastándole una broma. La precisión y sobre todo el dominio en la ejecución de los guiones es total, de hecho los manuales se han creado fijándose en Wilder, Brackett, Diamond… Aquí además recurren a rizar el rizo, crean una situación realmente inverosímil, una coincidencia increíble, que será la clave y planteamiento de todo el resto de la película. No hay trabajo, nadie busca un saxo y un contrabajo, nadie salvo una banda de chicas, a las que les falta, PRECISAMENTE, esos dos instrumentos.
Wilder sabe que las fuertes coincidencias son aceptadas por el público a la perfección al inicio de la película, así que no escatima y se ríe de ello, no hay bandas masculinas, la que hay es femenina, le faltan justo los instrumentos que tocan Joe y Jerry, y en la búsqueda que hacen de chicas parar sustituir a las bajas de la banda femenina las excusas que se dan para rechazar la oferta son absolutamente surrealistas, cada una más peregrina aún que la anterior. Es decir, se hace a conciencia, plenamente consciente de ello, pero VEROSÍMIL. Los dos músicos tratarán de evitar la situación pero el destino les impulsará a ello, el Fatum, tan querido del cine negro, aquí manejado al contrario. Wilder da en la apariencia de inverosimilitud profundidad y sentido a todo. La trama podía quedar exactamente igual y más verosímil de mil maneras distintas, pero Wilder elige ésta con plena conciencia de lo que hace, conoce los errores típicos del guión y los maneja como quiere.

La directora de la orquesta, Sweet Sue (Joan Shawlee) y el representante de la misma, Beinstock (Dave Barry), son ejemplos de secundarios con frases de guión y caracterización perfectas. Wilder no desprecia a nadie ni a nada, no deja a ningún personaje ni a ninguna circunstancia sin sacarle el máximo partido. Los diálogos donde intentan contratar chicas para la orquesta son maravillosos y surrealistas.
Jerry al enterarse de las circunstancias está totalmente dispuesto a hacerse pasar por chica, algo que Joe no se plantea ni por un instante. Una vez las cosas se pongan difíciles será Joe el que tome la iniciativa, donde Jerry requiere aceptación Joe aplica decisión. Una vez se vean disfrazados será Joe el que platee sus dudas. Son el espíritu de la contradicción, siempre se llevan la contraria, y siempre son leales el uno con el otro. Jerry además tiene la enorme facultad de adaptarse con total naturalidad al entorno en el que está sin sentirse extraño ni un momento.

La situación de dificultad que hace cambiar la opinión de Joe es la parodia que se marca Wilder de “La matanza del día de San Valentín”. La matanza del día de San Valentín fue un asesinato a sangre fría ordenado por Al Capone a toda una banda rival, la que comendaba Bugs Moran. En ella acabaron con 7 miembros de la banda rival. Estos hechos son los que ven Joe y Jerry, aunque cambiando los nombres y en clave de comedia. El miedo ante la persecución que la banda de “Botines”/Capone llevará contra ellos les hará huir lo más lejos posible… A Florida, con una banda de chicas. Una vez más la sencillez de la puesta en escena y su eficacia deslumbran. Wilder nos presenta a Joe y Jerry como dos auténticos afortunados aliados con el azar. Un destino que les impulsa pero que siempre les ayuda. Si el destino en el cine negro suele ser fatal, en la comedia que menos que sea amable. La grandeza inabarcable de Wilder. Es el 14 de Febrero de 1929.


La sutileza de Wilder es asombrosa, entre bromas, aparente frivolidad y demás siempre están reflexiones e ideas profundas y análisis de la naturaleza humana y social de calado. Si bien el retrato de los gangsters es negativo, son los malos de la cinta, crueles y despiadados, Wilder no se queda en la superficie y muestra la simpatía que despertaban en la sociedad esos bandoleros que respondían a una ley que consideraban injusta, la simpatía con la que el pueblo americano siempre ha mirado a los individuos que no se han dejado dominar. Así todo, se valen de esos gangster que les proporcionan alcohol, esa sociedad es su razón de ser, y Joe y Jerry trabajarán para ellos en la orquesta que tiene “Botines Colombo” en su garito clandestino. Además todo el mundo tiene alcohol escondido, lo que justifica de forma indirecta la presencia de esos gangsters. Todo el mundo bebe o tiene alguna botella escondida y se muestra dispuesto para dar buena cuenta de ella, muestra de lo que le parecía a la sociedad aquella ley. La doble moral, la ambivalencia que producen esos criminales mostrada con sutileza y casi dejándola caer sin más.
Los motes de los mafiosos son absolutamente tronchantes, demenciales.
Por supuesto, en la escena en cuestión a “Botines Colombo” se le mostrará en un ligero picado donde serán sus botines lo primero que veremos, un objeto que da identidad y carisma al villano de la función, algo casi imprescindible en los thriller y cintas negras, que hacían del malo o del protagonista algo casi mítico, inolvidable.
La escapada de la pareja es un nuevo truco de guión, ayudados por un mafioso que pretendía llamar, no se sabe muy bien a quién ni que pretendía en realidad en esa situación estando encañonado, nuestros amigos aprovechan para escapar corriendo a toda prisa, esa huida tendrá su eco en la parte final en el hotel de Florida. Wilder maneja los códigos del héroe en clave de comedia, se les puede matar casi en cualquier momento pero siempre se mantendrá el respeto al héroe, protegido por el destino y las circunstancias, cuanto más absurda mejor. Una escapada magníficamente rodada en decorados usados a la perfección. ¡Qué bien se hacían las cosas en Hollywood!
El uso de la elipsis no tenía secretos para Wilder, siendo el alumno más aventajado de Ernst Lubitsch, no podía ser de otra manera. Él mismo sacaba pecho en la escena donde nuestros protagonistas deciden transformarse en mujeres para ser contratados por la orquesta femenina que se va a Florida. Como explicaba Wilder, el 95 por ciento de los directores habrían ralentizado la narración buscando bromas fáciles en el proceso de transformación, la compra de la ropa, ver como se la prueban… Wilder nos enseña a la pareja hablando por teléfono y fingiendo voz de mujer para lograr que se los contrate, incluso Joe (Tony Curtis), ¡ya pone los gestos femeninos! Y acto seguido, ¡¡¡¡BINGO!!!! les vemos disfrazados de mujeres, sin más. La carcajada es incontenible, la elipsis perfecta y el manejo del tempo memorable. Wilder aguanta el plano de los dos andando, con sus caras femeninas y sus andares contoneantes todo lo que puede, hasta usó el mismo decorado varias veces, al ser el tren corto, para alargar el paseo. Los diálogos además son de un ingenio alucinante, siempre se dice lo adecuado en cada momento, la broma más hilarante y brillante, con esos comentarios sobre la dificultad de andar con tacones o las referencias a la ESPECTACULAR presentación de Marilyn Monroe, el icono más grande que jamás ha tenido el cine.

Memorable como está rodado ese paseo, observad la mirada que lanza Lemmon justo antes del primer plano de Curtis, y luego como en el primer plano del propio Lemmon éste parece distraído por una décima de segundo justo antes de poner su pose completamente femenina.
Wilder siempre tendrá presente a Lubitsch en todo lo que hace, no en balde en su despacho tenía un cartel donde ponía “¿CÓMO LO HARÍA LUBITSCH?”.
El enredo no puede estar más conseguido y se ejemplifica en una sola mirada, esos dos hombre vestidos de mujer que miran al nutrido grupo de jóvenes chicas con el que van a compartir vagón. No se puede decir más con menos.

Me recuerda a la jalea de membrillo. Deben tener un motorcito o algo así”.
Me llamo Daphne”.
Daphne, en otra memorable broma al cambiarse su nombre en el último momento, que iba a ser Geraldine, se encuentra como en casa pese a sus reparos iniciales, y trata a las chicas como si fueran amigas de toda la vida. Josephine en cambio está tensa e irascible.
Aquí se despliega toda la idea, antes mencionada, del disfraz, la suplantación de identidad, el engaño. El uso de las apariencias, las ocultaciones siempre está presente en Wilder. “El mayor y la menor” (1942), donde Ginger Rogers se hace pasar por una niña, “Perdición” (1944) donde no hay disfraces, pero todo el mundo engaña o finge ser como no es, especialmente Barbara Stanwyck, “Berlín occidente” (1948), donde el protagonista debe mentir para mantener en secreto su relación con Marlene Dietrich, “Sabrina” (1954) donde Humphrey Bogart miente a la propia Sabrina para lograr sus propósitos, “Ariane” (1957) donde Audrey Hepburn mediante la información que consigue se inventa una personalidad para conquistar a Gary Cooper, “Testigo de cargo” (1957), donde Marlene Dietrich usará los disfraces para lograr su propósito, “Uno, dos, tres” (1961), donde se hará pasar al novio comunista de la hija del jefe de James Cagney por un seguidor del capitalismo más, “Irma, la dulce” (1963), donde Jack Lemmon se disfrazará de Lord para proteger y estar cerca de su amada prostituta Irma, “En bandeja de plata” (1966) donde entre Walter Matthau y Jack Lemmon fingirán una lesión para lograr una cuantiosa indemnización… En realidad casi toda su filmografía contiene este tema y recurso narrativo.
Jack Lemmon será el hombre de la calle de Wilder, contó con él siempre que pudo y, si volvemos a títulos anteriores, siempre se dejará manejar por su compañero de mayor personalidad.

Teniendo en cuenta los títulos anteriores también, y otros no mencionados, se comprueba que Wilder no censura la mentira si el propósito es bueno, sobre todo si el objetivo es el amor, donde incluso se muestra partidario de la misma, siempre que una vez la cosa se establezca prime la sinceridad (“Irma, la dulce”, “Ariane”, “Con faldas y a lo loco”, “Sabrina”…)
En esta fase comienza una de las mayores genialidades y también riesgos que corre Wilder en la película. Desde que se suben al tren comienza otra película distinta, esto en todo manual de guión es un error de bulto, desviación de guión se llama, la trama que se plantea de inicio se pausa y la película divaga hacia otra trama que no tiene nada que ver, para recuperarla al final. Un error, que como todos los errores de guión, hay que conocer para poder cometerlo a la perfección. Y eso hace Wilder, es antológico que una película que contiene un error, voluntario, de guión de este tipo sea considerada por la gran mayoría como la mejor comedia de la historia. Wilder es plenamente consciente de lo que hace, ¡LO HACE A CONCIENCIA! Wilder sabe que es lo que quiere, ver a sus dos protagonistas disfrazados de mujer, esa es la clave de la película, el meollo, la verdadera trama, así que se saca un surrealista inicio como excusa totalmente desquiciada para llegar a ese meollo que es lo que le interesa. Eso sumado al mencionado tema de las ocultaciones que tan bien y sutilmente ejecuta con dos tramas que no tienen nada que ver. Esto sólo puede hacerlo un genio, y más en aquella época. Una desviación en la trama pero no en cuanto al tema del engaño, la ocultación y la mentira. “Los Simpson” usan esta idea en cada episodio.
El uso de las mentiras y las ocultaciones en “Con faldas y a lo loco” se antoja especialmente acertado al ser una época donde ese aspecto era parte esencial de la vida cotidiana.
Aquí se ve con claridad la tesis de Wilder con respecto a la mentira, si bien los gangsters serán condenados, los protagonistas lograrán sus propósitos al ser éstos honestos, irreprochables. Wilder siempre moralista. Y romántico.
La parte dentro del tren es algo también indispensable en Wilder, los trenes siempre están presentes en los momentos culminantes de sus películas, una presencia ineludible en el cine de Wilder, simboliza la vida, un momento clave en la vida de sus personajes, para bien o para mal, que lo cambiará todo. Es un símbolo muy usado, pero no tanto en aquella época y que Wilder usa desde múltiples perspectivas. La vida, su transcurrir y sus imprevistos, un destino que trunca, une o cambia a los personajes, su vida. El viaje vital. En “El mayor y la menor” el tren será el escenario donde se conozcan los dos protagonistas, en ”Perdición” se usará el tren para conseguir la coartada ante el asesinato cometido por la pareja, en “Ariane” el tren será el decorado donde finalice la película… En “Con faldas y a lo loco” el tren será el lugar donde se conocerán Tony Curtis y Marilyn Monroe y que les llevará al destino que cambiará sus vidas.





La forma de rodar de los cineastas clásicos es perfecta, sin más, ese estilo invisible, y a la vez tan personal, en los grandes genios es el CINE CON MAYÚSCULAS, un cine que no será jamás superado. Lo que hace Wilder en ese tren, con la cantidad y variedad de posicionamientos de cámara en un recinto tan pequeño, incluido una cama litera, es mágico. El ritmo, la continuidad, la precisión, como si de un todo constante se tratara, es absolutamente magistral. Unas escenas que casi recuerdan al camarote de los hermanos Marx. Un talento sin límites.



6 comentarios:

  1. Grandísimos Billy y Sambo.
    Hace tiempo que quería decirte que en la lista de las diez mejores comedias echaba mucho de menos a Uno,dos,tres,una de las mas trepidantes de Wilder.Ayer en Tuiter,alguno de nuestros amigos,opinaba lo mismo.
    Puestos a pedir,te pido un Ciclo B. Wilder.
    Un abrazo. Lunalia.

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  2. Guau Lunalia, Wilder y yo en la misma frase. Demasiado. Muchas gracias.

    Sí, fueron Rojo4 y Percival, que piensan que ”1,2,3” es mejor que "Con faldas y a lo loco".

    Si hubiera incluido otra de Wilder se haría excesivo, si bien es cierto que es una obra maestra absoluta hubiera sido imperdonable haber dejado fuera "El apartamento" o "Con faldas y a lo loco" ¿a qué sí? jeje.

    Haré una encuesta con las mejores pelis de Wilder en su día.

    “1,2,3” es la comedia más trepidante y con diálogos más rápidos de la historia. No creo que alguien la supere en ese aspecto porque directamente no se entendería.

    Muchas gracias Lunalia, leerte siempre es un placer.

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  3. Grande, compañero. Diseccionas como un cirujano. Un añadido a tu lista de trenes. "Primera Plana" y su final, con otro engaño, cuando Walter Matthau finge regalar un reloj a Jack Lemmon para denunciarlo por robo. Por cierto, otra espectacular comedia de Wilder donde se atreve a interpretar a Hawks. Genio wilder y genio tú.

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  4. Muchas gracias Bipancho, grandísimo aporte y muy cierto, creo que Hawks y él son los más grandes de la comedia posiblemente. Aquí homenajea Scarface en no pocas ocasiones.

    Pon aquí todo lo que se te ocurra jijiji

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  5. Ayer dije q Wilder es Dios. Y m reafirmo, pero gracias al cielo tenemos a los "profetas" como tu q nos explican todos los entresijos de su genio.

    También dije lo de las fases, y m refería a lo q explicas, una excusa q nos lleva al meollo, y con diversos escenarios donde hacer evolucionar a sus personajes.
    Y sí, el paseo de los dos protas es memorable, así como la aparición del mito de la belleza con ese guiño del vapor...
    Me ha gustado mucho la explicación metafórica del tren y el papel de la mentira, que se redime si el fin perseguido se alcanza y se reconoce...
    Aúnnos falta un escenario más, el hotel, donde las pugnas entre la pareja protagonista no dan respiro.

    Sí a un ciclo Wilder, sensei!!!!

    Gracias por tu trabajo, estoy disfrutando d lo lindo!!!!!

    Un beso,

    R

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  6. Coloradísimo jajaja. Sabía que ibas por ahí con lo de las fases, es cierto y alucinante el riesgo e innovaciones que tiene la película, por ello es superior a las demás que tienen una calidad semajante.

    A ver si lo que queda te satisface igual.

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