viernes, 15 de marzo de 2013

Crítica: FRANKENWEENIE (2012) -Parte 1/2-

TIM BURTON










Mucho entusiasmo despertó la última cinta de Tim Burton debido al fiasco que han supuesto sus anteriores cintas, una recuperación evidente aunque lejos de resultar genial. El director parece que después de sus batacazos decidió apostar por algo más conocido, así que repescó su corto de 1984 y lo convirtió en un largometraje.

Burton se muestra cómodo y se zambulle en terreno conocido, jugando con sus constantes, tanto visuales como temáticas, con esquematismo y cierta previsibilidad pero con un indudable encanto y emoción.


El mayor problema de “Frankenweenie”, además de seguir al dedillo a la evidentemente homenajeada “El doctor Frankenstein”, es que todo lo que vemos ya lo contó Burton, y mucho mejor, en bastantes ocasiones, todos los temas, tics y recursos habituales del director no sorprenden en ningún momento, lo que hace todo previsible, se sabe perfectamente por donde irán los tiros. Esto sumado a que las constantes habituales del director están aquí tratadas con mucho más esquematismo, sin la profundidad de sus obras maestras. Son muchas las películas del director que han desarrollado con más talento y profundidad los temas que mencionaré a continuación, así como la estética tampoco se aleja de lo conocido.


Dicho todo esto el resultado final es satisfactorio y deja un muy buen sabor de boca, especialmente porque aquí sí se distingue algo del talento del director. Pero la mayor virtud no está en sus entrañables personajes, su estética gótica personal y acertada que entusiasma a sus seguidores, ni en la historia que mezcla toques de terror y humor con acierto, como es costumbre en Burton… su mayor acierto son la multitud de referencias al fantaterror, a las cintas de la Hammer de los 50 o 60 e incluso, y sobre todo, los autohomenajes que se dedica él mismo. Un auténtico festín cinéfilo para amantes del género y del director, que no para de dejar detalles irónicos y de jugar con clásicos de su propia obra… y el universo del terror en general.


Frankenweenie” tiene todas las ideas que ya conocemos de Tim Burton, es una cinta explícitamente personal, casi biográfica. El niño marginado, que está más a gusto en soledad y creando arte, la imaginación, el diálogo entre realidad y ficción, así como con la muerte, un mundo que para Burton en tan perturbador como atractivo y atrayente.

Las incursiones de Tim Burton en el cine de animación siempre se han saldado con éxito, a la notable “La novia cadáver” (Tim Burton, Mike Johnson, 2005), hay que añadir ahora ésta que esperemos suponga el impulso que parece necesitar Burton, pisar terreno conocido para alejarse de autoremakes, plagios, remakes y copias varias. Además hay que mencionar, por si pensabais que me olvidaba, “Pesadilla antes de Navidad" (Henry Selick, 1993), de la que es productor. Un cine de animación entrañable y bastante inspirado, aunque ésta que nos ocupa es la más floja de las tres mencionadas, dicho sea de paso.


Victor es un niño solitario que prefiere la soledad y vivir en su mundo donde los estudios y las películas lo son todo, un mundo que comparte con su único amigo, Sparky, su perro fiel. En un desgraciado accidente Victor perderá a Sparky, con lo que su mundo se vendrá abajo, ahora sentirá de verdad la soledad que creía placentera. La inspiración de un nuevo profesor hará esperanzarse a Victor, quizá pueda recuperar a su amigo gracias a la ciencia.


Son curiosos los paralelismos que esta “Frankenweenie” tiene con “El alucinante mundo de Norman” (2012) con la que ha compartido cartelera, dos cintas profundamente burtonianas a todos los niveles, sobre todo conceptual. Aquí, como en la cinta dirigida por Chris Butler y Sam Fell, la narración comienza con una película dentro de una película, realizada por Victor, nuestro protagonista, y protagonizada por su único amigo, Sparky. El perfecto retrato burtoniano.

La familia, como siempre en Burton, será importante, el padre mostrará su preocupación por el carácter solitario de Victor, mientras que su madre será más comprensiva, no ve nada raro más allá de que vive en su mundo, un niño especial, brillante.







Hay muchos hallazgos visuales magníficos en la cinta, como muchas de esas transiciones entre escenas que nos regala Burton, como ejemplo el rollo de película que se convierte en la rueda de bicicleta de un repartidor de periódicos. Hay muchas, otras que unen el molino, el real y una maqueta, por ejemplo. Estamos en New Holland, con un cartel que imita al de Hollywood, otro guiño de Burton.





Las continuas referencias que tiene la película son un auténtico gustazo para el cinéfilo, ya sean a películas o espíritu del fantaterror sesentero o a muchas de las propias cintas de Burton, como he comentado. Así veremos el molino en lo alto de la colina donde está el gran cartel con el nombre del pueblo, presidiéndolo, que nos recordará al de “El doctor Frankenstein” (James Whale, 1931) y que tendrá el mismo papel, de hecho serán multitud de elementos los que entronquen con la obra maestra de Whale en todos los sentidos, estéticos, temáticos, de trama y estructura; si mencionamos “El doctor Frankenstein” también hay que mencionar “La novia de Frankenstein” (James Whale, 1935), con el peinado que se le queda a la perrita Persephone tras recibir una descarga del renacido Sparky o con el nombre de su dueña, Elsa Van Helsing, que nos remite a la protagonista de las cintas, Elsa Lanchester. Ni que decir tiene que el apellido Van Helsing, para Drácula, y el de Frankenstein de los protagonistas, hablan por sí mismos en cuanto a homenajes. Se homenajeará al fantaterror de la Hammer con una película que ven los padres de Victor y que protagoniza Christopher Lee, otro clásico del cine de Burton, “Drácula” (Terence Fisher, 1958). Veremos a la tortuga Shelley convertida en tortugasaurio atravesar un cartel del día alemán, que nos recordará a “Jurassic Park” (Steven Spielberg, 1993) o “Godzilla” (Roland Emmerich, 1998). En la parte final veremos a Nassor convertido en momia al ser envuelto en papeles, lo que parece una referencia a otra mítica cinta protagonizada por Boris Karloff, “La momia” (Karl Freund, 1932). Los Sea-Monkeys podrían verse como un remedo de los “Gremlins” (Joe Dante, 1984). Es posible que Méliès venga a la cabeza por ese estilo artesanal tan del gusto de Burton que apreciamos en la película. “Bambi” (David Hand, 1942), cinta que mencionaré posteriormente, aparecerá en un cartel de cine, otro gran detalle (también se ha visto un homenaje al corto de 1969 “Bambi meets Godzilla” dirigido por Mary Newland). “El mago de Oz” (Victor Fleming, 1939), es otro referente que vendrá a la cabeza con algunas cuestiones estéticas y de la trama. Entre los autohomenajes que se dedica Burton tenemos la enorme tijera podadora que usa el señor Burgemeister, así como los arbustos que cuida y la idílica urbanización, que nos remiten a “Eduardo Manostijeras” (1990). Burgemeister es holandés y tiene una sobrina, a la que trata con desprecio, que parece salida de “Bitelchús” (1988), de hecho el personaje de Elsa Van Helsing, la sobrina, está doblado en la versión original por Winona Ryder, la actriz que protagonizó la película del 88 y que parece un claro referente. De igual manera veremos una cometa con un murciélago, la que saca Victor buscando el rayo resucitador para Sparky, que nos recordará a los “Batman” (1989-1992) que rodó el director. El incendio del molino, aparte de a “El doctor Frankenstein”, nos remite a “Sleepy Hollow” (1999).





Ni que decir tiene que las omnipresentes ojeras de los personajes burtonianos también aparecerán aquí.


Burton irá dejando muchos elementos para crear su atmósfera y estética gótica, el esqueleto en la clase del profesor Rzykrusky, un sosias de Martin Landau, que le pone voz en la versión original, por ejemplo.  Este personaje será la inspiración para Victor, algo más que un profesor, es un narrador de historias. Sus clases hablando de los rayos, las descargas a una rana y la electricidad serán la clave para los posteriores experimentos de Victor. En esa clase todos los niños resultarán siniestros, con simpáticos parecidos a monstruos clásicos, incluido Frankenstein. Es especialmente inquietante la niña del gato. Edgar, una especie de Igor, será el personaje bisagra que complicará la trama, otro marginado que querrá la colaboración de Victor para el proyecto de ciencias.


El concurso de ciencias será uno de los pilares de la trama, todo va por derroteros típicos.

El personaje de Sparky no puede ser más encantador, es complicado no enamorarse del perro, realmente simpático y entrañable. Burton se entretendrá en multitud de ocasiones, ensimismado, en observar sus gestos y rutinas, incluso veremos una seducción perruna junto a Persephone, la perra de Elsa.




El conflicto entre normalidad y excepcionalidad, muy de Burton también, especialmente porque el diálogo entre fantasía y realidad en constante en sus películas, estará muy presente con el personaje del padre, que insistirá en hacer de su hijo alguien “normal” e integrado en los parámetros sociales más admitidos. Querrá que juegue al beisbol, en contra de los gustos de su hijo. Aquí tenemos un estupendo detalle que posiblemente sea autobiográfico, pero que seguro es manifestación de un profundo sentir. Esa forma de forzar a Victor a hacer algo que no quiere por parte de su padre acabará desencadenando la desgracia. En el partido de beisbol que juega Victor, con gran éxito además, se producirá la muerte de Sparky, que correrá hacia la bola lanzada por su amo y sufrirá un atropello. Una muerte que veremos en cámara subjetiva.


Como en “Bambi” (David Hand, 1942) o “Buscando a Nemo” (Andrew Stanton, Lee Unkrich, 2003), tenemos aquí otra muerte al inicio de la narración, muertes de personajes entrañables que marcan al espectador, por eso Burton no querrá dejar así las cosas. La sensibilidad de Burton se aprecia en todo momento, como esos poéticos instantes, con la lluvia simbólica de fondo, donde vemos a la perrita Persephone sola esperando jugar con su amigo Sparky



Pósters como el de “Laser Pilot” o “20.000 leguas de viaje submarino”,  que vemos en el dormitorio de Victor, historias de ciencia ficción, son pequeños detalles que sirven para desarrollar y dibujar al personaje, así como dan plena coherencia a las motivaciones del mismo y a la trama general de la película. En la escena posterior al intento de consuelo paterno tendremos otro momento poético típico de Burton, el poder sanador y resucitador del cine. Victor verá vivo de nuevo a su perro en un antecedente de lo que logrará poco después, resucitarlo de verdad. Una breve alegría al ver a su perro en pantalla contrastada con la tristeza de la realidad. La imaginación y la fantasía como alivio y lugar de cobijo, algo clave en el cine de Tim Burton.



 




2 comentarios:

  1. Lo cierto es que pese a citarse a sí mismo además de homenajear a tantas cintas y directores como bien mencionas, este es el Burton que me gusta.

    Emociona.

    Y me gusta eso.

    Beso sensei!!

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