lunes, 13 de enero de 2014

Crítica: LA CABAÑA EN EL BOSQUE (2011)

DREW GODDARD













La cabaña en el bosque” parece destinada a convertirse en película de culto a pesar de haber sido muy maltratada en todos sus estrenos, aquí por ejemplo ha llegado con muchísimo retraso y se la ha publicitado poco a pesar del buen recibimiento crítico general. Una cinta ideal para los amantes del terror que gusten de examinar sus resorte y tópicos, que quedarán encantados con las bromas e intenciones metalingüísticas a las que sacar partido, pervirtiendo y bromeando con todos los tópicos clásicos de un géneros de reglas muy estrictas. Una creación de Joss Whedon y Drew Goddard, nombres que son muy respetados por los fans.



La película cumple todas las convenciones del cine adolescente de terror con casa encantada, para luego reírse de ellas. Cinco personajes deciden pasar un fin de semana en una alejada y perdida cabaña situada en el bosque, propiedad del primo de uno de ellos. Allí, en medio del relax rural, comenzarán a suceder cosas extrañas guiadas por dos extraños demiurgos, Sitterson (Richard Jenkins) y Hadley (Bradley Whitford), que lo ven todo.



Comenzamos presentando a los dos demiurgos, que aún no sabemos que lo son, entre otras cosas porque la conversación que mantienen es digresiva, intrascendente y no tiene que ver con nada en concreto. Anécdotas familiares, personales. Un comienzo tan brillante como desconcertante. Será interrumpida abruptamente por los títulos de crédito, tan abruptamente que parecen querer indicar que no nos hemos equivocado de película. Al entrar en materia la cinta se hace más reconocible con la habitual presentación de personaje, todos jóvenes y guapos, repletos de sexualidad, salvo una “semivirgen”, con los preparativos para su excursión. Es el clásico tono de las comedias juveniles o cintas de terror, de inicio frívolo, distendido y despreocupado que pretende crear tensión. Lo notable de este inicio es que esa presentación de personajes ya trasciende y varía el tópico desde dentro, ya que éstos no son estúpidos ni piensan sólo en el sexo, sino que tienen intereses culturales, están preparados y parecen, en general, sensatos… Así es Dana (Kristen Connolly), la “semivirgen”, Curt (Chris Hemsworth), el deportista que aconseja qué libros llevarse a la propia Dana, o Marty (Fran Kranz), siempre colocado pero el más lúcido de todos ellos.






Dana se está acostando con un profesor, no es muy experimentada y tiene mal de amores, pero virgen no es. Curt está emparejado con Jules (Anna Hutchison), una sexy animadora, como manda el tópico, pero fiel a su novio. Además Jules se teñirá de rubia para la ocasión, ya que se va a convertir en tonta de un momento a otro y no puede faltar una en este tipo de películas. Es sensata y aconsejará con coherencia a Dana respecto a su relación con el profesor. Holden (Jesse Williams) es jugador de futbol pero sobre todo un cerebrito muy estudioso, al que los amigos pretenden ligarlo con Dana. Seguimos pervirtiendo tópicos. El último será Marty (Fran Kranz), siempre colocado, pero visionario, muy inteligente.



Todos ellos se convertirán en la cabaña en los clichés habituales del género, básicamente pasarán a ser tontos en su mayoría y a comportantes de forma ilógica, como corresponde a este tipo de películas.

La presentación concluye con un elemento inquietante, para ir marcando el tono. Esta inquietud irá creciendo, sustituyendo a la frivolidad. Así será con la llegada a la gasolinera y el uso de planos generales “espías” donde algo parece vigilar a nuestros personajes, como así es. El dueño de la gasolinera no puede ser más siniestro, para rematar la faena. Todo, incluso los momentos más tétricos, estará salpicado de humor, en ocasiones muy sutil.



Una vez presentado el tono y los personajes la cinta dará el giro definitivo, el cruce a otra dimensión, la controlada por los demiurgos vistos al inicio. Entramos en una especie de “Alicia en el país de las maravillas” y “A través del espejo” gore y terrorífico.



Guiños y tópicos.


Una vez vemos la siniestra cabaña que va a acoger a los cinco jóvenes los guiños, bromas, perversiones, jugueteos traviesos con tópicos y las referencias cinéfilas comienzan a sucederse. El planteamiento con esa cabaña perdida, alejada de todo, rústica, hace que vengan a la cabeza títulos míticos como “Posesión infernal” (Sam Raimi, 1981) o “Terroríficamente muertos” (Sam Raimi, 1987). Las persecuciones también en un entorno apartado de la civilización, con un grupo de chavales descerebrados y con las hormonas pidiendo sexo, además de la presencia de un lago, traen a todo aficionado al gore a “Viernes 13” (Sean S. Cunningham, 1980) a la cabeza. El slasher ochentero, una imprescindible presencia. La escena del truculento cuadro que esconde un falso espejo doble nos recuerda a “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960) y la afición voyeur de Norman Bates. La idea de que los personajes estén vigilados por una extraña organización, con cámaras que siguen todos sus pasos para dirigirlos en un camino concreto, como si de un programa televisivo se tratara, nos remite de forma clara a “El show de Truman” (Peter Weir, 1998) o cintas tan pequeñas, desconocidas y que pasaron tan desapercibidas como “La cámara secreta” (Marc Evans, 2002). La morbosa escena “zoofílica” de Jules morreándose con un lobo lleva a esa estupenda cinta de Neil Jordan, “En compañía de lobos” de 1984. Jules nos dejará los momentos más calientes y morbosos de la película, como corresponde a toda rubia tonta en una cinta juvenil de terror. Los cubículos que retienen a todos los monstruos nos puede llevar a recordar “Cube” (Vincenzo Natali, 1997). Además veremos fantasmas de todo tipo, hombres lobos y monstruos varios que en determinados momentos se descubren como breves homenajes a títulos como “It” (Tommy Lee Wallace, 1990), “13 fantasmas” (Steve Beck, 2001), "Hellraiser” (Clive Barker, 1987), “Candyman” (Bernard Rose, 1992)… El simpático brazo zombie que ayuda a nuestros dos protagonistas supervivientes es casi un guiño a “La familia Addams” (Barry Sonnenfeld, 1991). La orgía final incluso puede recordar a la más reciente “Silent Hill” (Christophe Gans, 2006). Así, por poner algunas…





La dirección de Goddard juega también con los trucos clásicos para dar sustos. En este inicio se bromeará con esto, usando los sustos pero no de forma tramposa, sino eficaz, y utilizando buenos recursos de dirección para divertirse con los tópicos. Tavellings que siguen a los personajes, planos bien sostenidos y generales para sustos eficaces, apariciones repentinas que se suceden de forma muy hábil, evitando el momento habitual en el que suelen ocurrir, como la primera aparición del dependiente de la gasolinera, por ejemplo…



Los dos “directores” de todo esto son guiños de los otros directores, los de la propia película, (Josh Whedon como guionista y Drew Goddard como guionista y director) hacia el espectador, ya que ellos son los hacedores de tópicos y provocan todas las incongruencias en la trama y en los comportamientos de los personajes de la película. Así Jules irá convirtiéndose en una rubia tonta y salida paulatinamente y Curt en un descerebrado bruto. Cambios de roles mientras se divierten inconscientemente.




Mientras esto sucede tendremos una escena de distensión y buen humor con la conversación telefónica del siniestro dueño de la gasolinera y los directores del asunto, que lo vacilan a conciencia, riéndose de forma metalingüística además de la impostada trascendencia y tétrico tono que tienen buen número de personajes en este tipo de películas.



La frivolidad y la falta de escrúpulos de los demiurgos directores puede parecer una falta de moral, pero en realidad sieguen siendo guiños al espectador actual, que ve estas películas de la misma forma que ellos, sedientos de sangre, pasándoselo bomba y riéndose de los clásicos tópicos. El soldado negro que los acompaña sí mostrará cierta integridad negándose a apostar sobre las futuras muertes. Estos dos personajes son la clave metalingüística traviesa y vacilona de la película. Sus trucos para manejar y conducir a los personajes hacia donde quieren, verbalizados y basados en sustancias que alteran el comportamiento, su capacidad para alterar la temperatura o variar el mobiliario, no son más que metáforas o símbolos de los trucos y lagunas de guión que adornan un buen número de películas de este tipo, las slasher, donde las puertas se abren porque sí, los personajes se separan y se muestran cada vez más temerarios en vez de protegerse y huir de lo que parece amenazarles. Así tendremos un buen número de bromas metalingüísticas que juegan con todo esto y hacen despertar una sana carcajada en el espectador.




Así en el sótano de la casa cada personaje se ve como inducido a elegir uno de los extraños objetos que hay allí, objetos que despiertan su curiosidad de forma hipnótica, como si de un encantamiento se tratara, incluso del más reacio de ellos, Marty, al ver unas películas, objetos que decidirán sus asesinos. Pues bien, esta escena del sótano se inicia gracias a la manipulación de los “directores”, que abren la trampilla del sótano de forma arbitraria para despertar la curiosidad de los chavales.






Los asesinos elegidos inconscientemente serán unos zombies, como corresponde a la moda actual, tras leer un libro, pero veremos monstruos de todo tipo, aparecerán todos los monstruos o personajes clásicos del cine gore y de terror de una forma u otra. Monstruos, fantasmas, personajes clásicos, asesinos…



Pasada la media hora de película encontramos que esta particular liturgia y ritual no es sólo americana, sino mundial. Berlin, Rangoon, Kioto, Buenos Aires, Estocolmo, Madrid…Todos los países tienen sus víctimas y monstruos, siendo los japoneses los más eficaces, en otra excelente broma, donde los clásicos y siniestros fantasmas japoneses, del estilo de “The Ring” (Hideo Nakata, 1998), atormentan a los niños de una clase. Jugando con su clásica mitología.






Siguiendo con la senda del juego metalingüístico y los guiños al espectador tenemos algunas de las escenas más divertidas con la paulatina conversión de los personajes en sus clichés, por ejemplo los de Jules y Curt en rubia tonta con fuego en el cuerpo y macho alfa descerebrado y salido. Estas ideas además serán comentadas por el propio Marty, el más lúcido de todos gracias a las drogas, en una estupenda broma que pervierte los tópicos rizando el rizo de lo metalingüístico. Así tendremos la broma sexual protagonizada por estos dos personajes, Jules y Curt, donde, guiados por los cambios de temperatura en el ambiente y en sus cuerpos provocados por los dos directores, llegarán a un lugar adecuado y perfectamente iluminado al aire libre y a la luz de la luna para tener una buena sesión de sexo, donde lo importante es que la chica enseñe las tetas, como en toda película del género que se precie, y especialmente cuando el personaje es la “guarrilla del grupo”, que en el puritano mundo cinematográfico del gore ochentero estaba condenada siempre. El momento en la sala donde todos observan a sus víctimas, comandados por los dos directores, Sitterson y Hadley, cuando ella se niega a desnudarse y dejarse penetrar en primera instancia, es antológico, una magnífica broma, sabrosa especialmente para los fans del slasher clásico. Las caras de gozo primero y frustración después son impagables. Además tiene un toque Hitchcock la escena, situándonos como morbosos voyeur, como a los personajes que los espían. ¡Cuántas veces habrán puestos los espectadores esas caras al ver escenas similares!




Tengo frío”.

Con respecto al personaje de Curt habrá otra buena broma metalingüística. Es cuando el sensato chaval ordena mantenerse juntos y protegidos como táctica para defenderse contra los zombies, algo que los directores de la liturgia no pueden permitir, tanta lógica y cerebro en una película como está es inadmisible, así que tras soltar una extraña e indefinida sustancia, nuestro protagonista, influido por la misma, cambiará de opinión y ordenará justo lo contrario, separarse y que cada uno vaya por su lado…


Tras el sexo la obligada muerte, así la chica de “las tetitas” tendrá un final truculento.

Marty, gracias a su eterno colocón, será inmune a las sustancias que manipulan el comportamiento del resto de sus compañeros. Vimos como le comentaba sus inquietudes, que daban en el clavo, a Dana, la virginal, los dos personajes que ”sobrevivirán” al final, encuadrados a ambos lados del lobo con el que se morreo Jules. Ahora lo veremos solo intentando rebelarse a las voces que escucha en una buena broma, después de leer un rato “El pequeño Nemo”…



Somos marionetas”.

Tiene un bulto en la entrepierna”.

Marty, en su lucidez, acabaría representando al espectador crítico con ese tipo de incoherencias, situaciones y comportamientos absurdos. Su supuesta muerte será con un divertido juego con el segundo plano.


Todos irán resultando heridos menos la virgen, que en el mencionado puritanismo gore-ochentero, era casi sagrada, como bien explican en la película. Aunque ésta en realidad no es virgen.


Todos los lugares van fracasando menos el americano, que va terminando con sus víctimas una a una. Así también morirá Curt (Chris Hemsworth) estampado contra la malla invisible que vimos al inicio acabar con un águila. Esto se produce tras otra intervención de los “directores”, destruyendo el único túnel de salida, por el que entraron en ese terrorífico lugar. Sólo quedan Holden, que muere mientras conduce la furgoneta en un susto a traición, y la semivirgen Dana, que será apaleada por el súper zombie en segundo plano ante la indiferencia de todos y al ritmo de Reo Speedwagon porque el objetivo está cumplido y su muerte es opcional.


 




Hay un buen e irónico detalle de montaje en el enlazado de las botellas de champagne sumergidas en el agua saliendo como la propia Dana del lago.


Es evidente que no hay productos como los americanos”.

La muerte de la virgen es opcional”.

La explicación a estas reglas de esta liturgia, de este ritual, llegará al final. Una explicación surrealista para justificar las lagunas, incongruencias y absurdeces de todo lo que vemos, de esas reglas no escritas del cine gore ochentero y posterior. Una divertida broma metalingüística más.


Tanto Dana como Marty parecen inmortales. Era de suponer que el segundo no estaba muerto ya que nos ocultaron su supuesta ejecución, es por ello por lo que Dana no debería morir y levanta las alarmas de todos. Dana, por su parte, parece inmortal, porque la paliza que se lleva en segundo plano mientras todos están de fiestas es de aúpa, hasta el punto de que parece no poder moverse apenas, pero recobrará repentinamente una inusitada fuerza al ver aparecer a su amigo y devolverá la paliza al súper zombie con una madera que arranca ella misma para luego salir corriendo al sprint… Eso es aguante y no lo de un boxeador.


El clímax final es para una orgía desfasada y sangrienta con monstruos de todo tipo y por todas partes, algunos de ellos viejos amigos del slasher, que los fans seguro gozan al intentar descubrirlos. La habitación llena de sangre una vez los monstruos han dado buena cuenta de los hombres de seguridad parece que ha cobijado a la sangre que sube y baja pisos de “El Resplandor” (Stanley Kubrick, 1980). Esto no evitará que siga habiendo humor, se mantendrá hasta el final, por ejemplo con la broma del ansiado tritón que quería ver el demiurgo Hadley y que acaba con él, o el simpático diálogo entre Sigourney Weaver, en representación de la obra maestra del cine de monstruos alienígena, “Alien, el octavo pasajero” (Ridley Scott, 1979), y sus secuelas, con nuestra protagonista acerca de su virginidad…



-Dana: ¿Yo? ¿Virgen?

-La Directora: Trabajamos con lo que tenemos.



Todo era un ritual, un sacrificio, matar, como en las clásicas películas del slasher, a cinco pringados, la prostituta, el atleta, el erudito, el loco y… la virgen, para evitar que las fuerzas del mal se alcen. Surrealista ¿verdad? Igual que todas las películas que homenajea, un estupendo detalle. Con todos ensangrentados y heridos, aunque no lo parezca porque incluso el cuchillo que le clavaron a Marty en la espalda parece olvidado, los dos protagonistas comentarán la jugada fumando un porro mientras el mundo se viene abajo. Sobrevivir es morir, como última perversión al tópico de la cinta creada por Joss Whedon y Drew Goddard.

¿Sabes? No creo ni que Curt tenga un primo”.

Un buen entretenimiento para los aficionados al terror y el gore clásico de los 80 que juga a reírse de sus clichés y tópicos, una cinta que se convertirá, si no lo es ya, en película de culto con ese juego a lo “Scream. Vigila quien llama” (Wes Craven, 1996), aunque no evita que resulte bastante sobrevalorada. Si te gusta el tema disfrutarás.



2 comentarios:

  1. Está claro que no es Scorsese, pero reconoce que te lo pasaste como un enano ;)

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