miércoles, 6 de febrero de 2013

Crítica: LINCOLN (2012) -Parte 3/4-

STEVEN SPIELBERG










15 de enero. La recepción.

Una escena deslumbrante.

Tommy Lee Jones (Thaddeus Stevens), presidente del comité del partido republicano y radical defensor del abolicionismo, como he comentado, recibirá con caballerosidad los reproches de la mujer de Lincoln en dicha recepción. Mencionará incluso el carácter humilde, su origen, de los Lincoln. Una divertida escena donde se reivindica a una gran mujer. Otra más.



En esta recepción tendremos otra escena de conversación realmente notable, la de Lincoln con Thaddeus Stevens en la cocina, en la parte baja de la casa, llena de oscuridad.


Una maravillosa escena en estricto plano contraplano, de esas que aburrirá a muchos pero que es puro cine de diálogos deslumbrantes, una conversación entre la sutileza y la brusquedad, entre el político y la fiera. Dos hombres en busca del mismo objetivo y puntos de encuentro. Lincoln se destapará antes Stevens como un grandioso visionario y político, algo que deberá aprender para cuando le toque actuar. Le hablará de los rodeos que hay que dar para lograr ese objetivo, para llegar a buen puerto.

De una brújula aprendí, cuando estaba estudiando, que aunque te advierte de donde está el norte, no lo hace de sobre los pantanos, desiertos y abismos que encontrarás en el camino.”


Una nueva escena íntima del matrimonio y de nuevo con los espejos presentes, como en la primera escena donde les vimos juntos. Se usarán estos espejos para mostrar los contraplanos, desenfocados, de ambos.



Otro momento magistral. En las situaciones más tensas, de conflicto, con discusiones, siempre aparecerá una historia simpática para distender el ambiente. Es la escena donde se espera noticias del ataque al puerto y la toma de la ciudad de Wilmington. Todo es tensión hasta que un casi oculto Lincoln cuenta una divertida historia sobre Ethan Allen y un retrato de George Washington. Una historia que calmará la tensión, hipnótica, y dibujará una sonrisa en todos los allí presentes, agobiados hasta hacía unos minutos, haciendo olvidar todo eso. Un maravilloso contador de historias, como Spielberg. El puerto tomado, la ciudad resistiendo y muchas bajas será el resultado de la batalla.


La imagen del presidente Obama es fácil que venga a la cabeza en relación al logró que supuso la decimotercera enmienda y las burlas de los propios demócratas sobre el derecho a voto de los negros. Lo mismo cabe decir sobre las mujeres, sin derecho a voto. 

James Spader está sorprendente y espléndido, el contrapunto cómico con esas escenas donde trata de conseguir congresistas. Uno de los grandes hallazgos, si bien es cierto que siempre ha sido un buen actor no ha explotado mucho su vertiente cómica. Los esfuerzos, con todo, no dan los resultados previstos, tenían 12 votos, pero el arrepentimiento de uno de ellos los dejará en 11.


El general Ulysses S. Grant también aparecerá en la narración, fiel a Lincoln y con la absoluta confianza del presidente, luchará por sus ideas. Es el general en jefe de los Estados Unidos.



20 de enero.

La soledad y la dureza de la responsabilidad, acabar la guerra en una semana o alargar el viaje de la comisión rebelde para sacar la enmienda adelante, con la posibilidad de no lograrlo si quiera. Esos momentos de duda donde hasta los principios más sólidos se tambalean, muchas vidas en juego en ese presente. Hace falta mucha visión y responsabilidad para sacrificar muchas cosas en aras de un beneficio indudable futuro y con tanta oposición a ello. Esta soledad la visualizará Spielberg con un plano donde Lincoln adelantará a la cámara que enfocaba un pasillo solitario o cuando le vemos jugueteando con un reloj, el necesario manejo del tiempo, la pausa y la calma.



Serán sus reflexiones a las 3.40 de la mañana sobre la importancia de una vida y una conversación con los encargados del telégrafo las que acabarán por inclinar la balanza. El agujero del sombrero, con el que Spielberg inicia la escena con los telegrafistas, simboliza ese pozo sin salida aparente, un agujero que oculta una carta que parece decidir la vuelta de la comisión para pactar la paz… Euclides le hará rectificar.




Lincoln dictará la carta tras un cristal que Spielberg sitúa ante su cámara, un travelling vertical salvará dicho cristal tras terminar la lectura y guardar la misiva, ejemplo perfecto de uso de la puesta en escena y elementos del decorado con poder expresivo, un cristal como símbolo de duda, de distanciamiento hacia lo que está leyendo, una renuncia a sus principios, a la decimotercera enmienda. Otra historia, la justicia matemática de Euclides, un político de gran cultura y conocimientos aplicados, corregirá ese impulso, lo que significará más muertes por algo que las evitará en el futuro. Se mostrará firme y alargará la vuelta de la comisión de Richmond, a la que mantendrá navegando… Una maravillosa escena íntima que reflexiona sobre la responsabilidad y la frialdad que debe tener el gobernante, que tendrá muchos momentos de duda y debilidad.

Las cosas que son iguales a la misma cosa, son iguales entre sí”.

Lincoln es consciente de que se adelantó a su tiempo.

Escenas pausadas, densas, largas, de cuidado tempo, lento, clásico, seguro y preciso.

La continuación de la guerra.

Otra escena magnífica, el momento en el que Tommy Lee Jones debe mostrarse moderado, algo que va contra su naturaleza de forma radical, ya que toda la prensa está presente en el congreso. Las peticiones de los miembros de su grupo y los planos majestuosos de su perfil en ligero contrapicado aumentando su dignidad, dan gran solemnidad y emoción a la escena. Sumado a la música del maestro John Williams. El necesario uso político de la mentira… Así son las cosas, especialmente en determinadas épocas.




Thaddeus Stevens, 30 años de lucha por la igualdad racial, pero parece que el discurso de Lincoln en aquella cocina le caló hondo.

Panorámica vertical al rosto de Fernando Wood (Lee Pace), el autocontrol de Stevens, que admira la propia Mary Todd… quizá Thaddeus Stevens tenga a un político en su interior… Una mirada en contrapicado de Stevens a Mary Todd sellará el vínculo que el acto del presidente del comité del partido republicano acaba de realizar. La emoción llegará a la sirvienta negra de los Lincoln y al propio secretario de estado Seward. Sublime escena con un Tommy Lee Jones absolutamente enorme.



Magistral es también la escena donde Lincoln lleva a su hijo a ver a los mutilados de guerra, siempre por delante de lo que pensará el resto. Su hijo intuirá su intención de atemorizarle en esa visita y no entrará con él, pero no era ese el propósito de su padre. Un plano de Robert (Joseph Gordon-Levitt), esperando en la carroza visto desde dentro del hospital, saldremos fuera y veremos una carreta que pasa junto a él, la seguirá… el impacto. Montones de brazos y piernas a enterrar. Con todo y a pesar de la sorpresa e impacto que eso provocó en Robert, el chico insistirá en alistarse, un duro conflicto con su padre, que no podrá convencerle y no querrá obligarle, aunque como él dice es el único padre que podría.



La siguiente escena mantiene el mismo nivel de excelencia que la anterior. Una conversación entre Lincoln y su mujer, otra más. Comenzará con un plano de una cortina ocultando el rostro de Lincoln. Spielberg usa estos recursos, como mencioné con anterioridad, en los momentos de duda del presidente, cuando se ve obligado a hacer algo que no quiere. Un travelling se aleja al inicio de la discusión. Pasaremos del plano general al plano-contraplano en la conversación, que suelen incluir a los dos intervinientes, salvo en momentos de especial significación que pasan a ser primerísimos planos. Lincoln pedirá ayuda a su mujer para sobrellevar la carga en una intensa conversación donde la muerte de su hijo vuelve a salir. Una escena muy emocionante. A partir de aquí la actitud de Mary cambiará.




La interpretación de Daniel Day-Lewis y Sally Field es soberbia. Los silencios y el manejo del tempo del genial actor son simplemente perfectos. Ya habrá tiempo para elogiarle en su justa medida más adelante.

Su apuesta por los interiores, su clasicismo, su encierro… la emparenta con el retrato que Clint Eastwood hizo de J. Edgar Hoover en 2011 en “J. Edgar”.

La escena en la ópera donde Mary Todd amenaza a su marido con responder ante ella si no consigue los votos suficientes tiene ecos trágicos, un antecedente a su asesinato. Una vez más se mezcla y vincula política y familia, ya que el reproche de su mujer es por tener que aceptar que su hijo se aliste. Abraham Lincoln es el ejemplo perfecto del sueño americano.

Por supuesto Lincoln se pondrá manos a la obra, visitará al “equipo de sobornos”, los captores de demócratas, a los que les recitará a Shakespeare (“Enrique IV”). El presidente moviendo fichas, el lugar de reunión vuelve a ser oscuro, con poca iluminación, como corresponde a la actividad clandestina del grupo.



En la captación de congresistas demócratas se pondrán los republicanos en marcha, dos escenas nos mostrarán la forma de realizarlo, una con Stevens y otra con el propio Lincoln, cada uno a su manera y fieles a su estilo.



En la primera con Stevens y un congresista demócrata se nos mostrará la personalidad y dominio de la situación del personaje interpretado por Tommy Lee Jones, su preponderancia y jerarquía con respecto al desvalido congresista, ya que veremos la escena desde su punto de vista. Él estará sentado y el congresista de pie. Un travelling semicircular centrará la escena, escenificando un duelo, pasando desde la posición de Tommy Lee al centro encuadrando a ambos personajes. A partir de ahí tendremos la conversación en plano-contrapalano. Thaddeus Stevens insistirá en decir mal el nombre del congresista, salvo al final. Se llama Coffroth. Se pretende tener apoyos en los dos partidos, aunque a los demócratas haya que comprarlos.


Por su parte Lincoln se ocupará del tímido Yeaman, un demócrata abolicionista que está decidido a no apoyar la enmienda porque piensa que la nación aún no está preparada para ello. En esta escena Spielberg también manejará los movimientos de los actores y la puesta en escena de forma maestra. Lincoln se situará en posición dominante, como Stevens en la anterior pero al revés, aquel estaba sentado pero su formalismo y actitud atemorizaban a su partenaire. Lincoln es más sutil, comenzará su intervención de pie, engrandecido, mientras Yeaman está sentado, empequeñecido. Posteriormente Lincoln se acercará y sentará a su lado, buscando la intimidad, la complicidad, la confianza, la cercanía… El resultado de su seductora intervención, si logró convencer al demócrata, lo veremos en la votación a la decimotercera enmienda.


Lincoln lo intentará con otro congresista, el señor Hutton, en una escena que está planteada con el mismo travelling de retroceso que en la escena inicial de nuestro protagonista, en esta ocasión no tendrá suerte.





Plantea Spielberg muchas escenas iniciadas con primeros planos o planos medios de un personaje, que se abren, incluso luego usa el plano general. Otro ejemplo lo tenemos en la escena donde Lincoln se reúne con el líder del ala conservadora de su partido y otros de sus allegados. Este plano general será con la cámara tras Lincoln, su punto de vista. El airado, brillante y magistral discurso del presidente concluirá con un encuadre que incluye al líder de los conservadores, Preston Blair (Hal Holbrook), en un ejemplo de gran planificación y virtuosismo formal. Un discurso tremendamente visionario y decidido, lindando con la ilegalidad, pero diáfano y clarividente en sus objetivos. Consciencia visionaria. Se necesitan dos votos, tres abstenciones o cuatro votos y una abstención…




Lincoln hablará de dignidad humana y de estar encima del escenario. Imposible no identificarse, imposible que Spielberg no se identifique.


 





4 comentarios:

  1. ¿Me lo parece a mi, o Spielberg utiliza los planos permanentemente para mostrarnos a un Lincoln más alto de lo que realmente es el actor?

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    1. Jajaja no, es muy posible, Lincoln era alto así que se las apañará para que lo parezca, con todo Day-Lewis mide 1'87 por lo que parece.

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  2. Abraham Lincoln media 1m93. En junto a Johnson el Presidente americano mas alto de la historia. Y como incluso en America la gente era de menor estatura que hoy en dia el actor hubiese debido medir mas de dos metros para producir la misma impresion "gigantesca" que producia Lincoln. Asi que al no haber un actor que reuniese los tres criterios necesarios: talla, cierto parecido y bueno la unica solucion era hacer que el actor parezca mas alto de lo que es: el espectador y en especial el espectador americano se esta esperando a que Grant (1m73) le llegue a Lincoln a la barbilla no a que Lincoln tenga que levantar la mirada cuando habla con él. En la magnifica "Young Mister Lincoln" John Ford también muestra a "Henry Fonda" (1m85) como mas alto de lo que era.

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    1. Muchas gracias por el aporte y los datos JFM, un placer.

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