lunes, 28 de noviembre de 2011

Crítica: MIDNIGHT IN PARIS (2011)

WOODY ALLEN






En la gran mayoría de las películas de Woody Allen se engloba el universo completo del cineasta, se le acusa siempre de hacer lo mismo por esta misma razón, aunque sus reflexiones tienen distintas capas y puntos de vista, centrándose en cada una de sus muy variadas obsesiones según le interese una u otra para el tema de su cinta en cuestión. Así, el sexo, el amor, las relaciones de pareja desde todos los puntos de vista posible, el matrimonio, Dios, el psicoanálisis, la neurosis, los psiquiatras, la muerte, la intelectualidad, especialmente para reírse de ella, Nueva York, el romanticismo, el humor, la nostalgia… formarán parte de la práctica totalidad de sus cintas en mayor o menor medida, con una mayor o menor profundidad. Aparte de este hecho existe otro grupo de cintas que aunque mantengan estos temas de fondo incluyen o añaden un romanticismo más acentuado si cabe, suelen ser las películas donde reflexiona sobre la naturaleza de la realidad, sobre su confrontación con la ficción o la imaginación.

Este tema nos ha dado muchísimos títulos brillantes o reseñables donde Allen crea universos paralelos o que se funden con el supuestamente real, ya sean fantásticos o que hagan perder la noción de esa realidad cotidiana a los personajes.  “Recuerdos” (1980), con ese cineasta que se refugia en sí mismo, “Zelig” (1983), y ese hombre camaleón en un falso documental, “La rosa púrpura del Cairo” (1985), paradigma de lo comentado con los actores saliendo literalmente de la pantalla para interrelacionarse con los espectadores, “Días de radio” (1987), donde la radio ejerce de evasión de la cuestionada realidad, “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993), donde como en otras ocasiones, un hecho inusual sirve como evasión y sustitutivo de la insulsa vida cotidiana, “Balas sobre Broadway” (1995), el mundo del teatro sirve para el contraste mencionado en esta obra maestra absoluta, “Poderosa afrodita” (1995), y los momentos y recursos narrativos que recrean las tragedias griegas, “Todos dicen I love you” (1996), y el propio artificio del musical y la película en sí, “Desmontando a Harry” (1997), y la orgía metalingüística que ejemplifica a la perfección lo comentado en otra obra maestra total, “Celebrity” (1998), y la fama como evasivo… Sin contar con las cintas donde se recrea otro entorno histórico acentuando su lado artificial.
Gil es un guionista de Hollywood que se lanza a lo que él considera la literatura de verdad, deja aparcado su trabajo para escribir un libro sobra una tienda de nostalgia. Es romántico y sueña con vivir en el París de los años 20, una época que le fascina. Una noche, paseando distraídamente por París su sueño se convertirá en realidad.
Esta “Medianoche en París” entra de lleno en este grupo que cuestiona la vigencia de la realidad, la necesidad de no perderla de vista pero a la vez asumir lo caleidoscópica que es y que, por tanto, fundiendo todo en un mismo plano asumir que su concepto, tal y como está establecido, no tiene el más mínimo sentido.

Aquí, al llegar la medianoche y estar en un lugar fijo de un París casi mágico, o mágico de hecho, el personaje logra ir al pasado, justo a la época que mitifica, para reflexionar sobre que supondría que, como a Cenicienta, se cumplieran tus deseos, en este caso la posibilidad de vivir en una época pasada que se idealiza, reflexionar sobre ese idealismo que se hace del pasado para despreciar nuestro presente, algo que más que cierto puede ser una forma de escape o justificación. De hecho uno de los mejores detalles de guión es la mágica mirada que Allen pone sobre París y que es la causa de los viajes en el tiempo, no hay máquinas raras y elaboradas teorías espacio-temporales, no hay ciencia ficción, sólo magia, un lugar concreto y una hora determinada.

Si bien esta reflexión sobre el pasado no es exactamente nueva, si lo es que se centre de forma principal una película de Allen en ella, es su novedad y que en cierta medida se aleja de los aspectos más románticos de otras ocasiones, aunque sólo de manera fingida. Pierde esta encantadora cinta, como muchas de las últimas de Allen, en que la verbalización no busca la  brillantez en la exposición sino que recurre de forma simplista, tonta, a una explicación de algo que se entiende, como si Allen sintiera la necesidad de explicar la “moraleja” de su película, en este caso en la última conversación entre el personaje de Owen Wilson y Marion Cotillard.
Por tanto Allen se centra y reflexiona sobre temas no tan manidos en su filmografía. Esto por supuesto, no supone que en la película no estén presentes la gran mayoría de sus obsesiones, que como es lógico en cualquier autor, siempre estarán presentes de una forma u otra.
Sí, efectivamente habrá una infidelidad, recurso muy manido y previsible, para hacer más sencilla la decisión final de Owen Wilson con respecto a su pareja (que es insoportable), menos traumática. Muy simplista.

En el inicio Allen se ríe, como es costumbre en él, de la pedante intelectualidad, antes neoyorkina, ahora de cualquier lado, de la pedantería en general, aunque también es cierto que el protagonista recurre a ella en ocasiones. Además acaba asumiendo de cierta manera las tesis de ese pedante profesor que los acompaña.

El genio neoyorquino ha tenido desde finales de los 70 hasta finales de los 90, dos décadas absolutamente memorables, con un número asombroso de obras maestras indiscutibles y las que no lo eran, desde luego, eran títulos más que notables. Desde 2000 si bien no puede decirse que esté en declive, ya que en su filmografía todavía salpica buenos títulos y alguno maestro, la cosa deja que desear de forma alarmante con más de una película infumable.
Las tesis de Allen con respecto al conflicto realidad-ficción son contradictorias en apariencia en sus distintas películas, entiéndase la ficción como arte, sueños, imaginación… un mundo que no es el cotidiano, así si en “Desmontando a Harry”, y muchas otras, cede al mundo de ficción, asume y defiende el carácter caleidoscópico de la realidad, en esta que nos ocupa es más conservador, pero repito, en apariencia. En “Medianoche en París”, el protagonista no cede a vivir su vida completamente en la ficción, pero Allen no lo pone por encima del personaje de Cotillard, que sí decide hacerlo, Allen por tanto defiende que esas dos opciones son viables, siempre y cuando no se ceda por completo y en exclusiva al mundo cotidiano. El personaje de Owen Wilson comprende o cree al final de la película que debe vivir en el presente, porque la nostalgia de un pasado que no es el suyo puede estar sobrevalorada, pero jamás y en ningún caso cederá a sus sueños, idealismo y principios, aunque sea en el presente, así se quedará en París y elegirá a la chica a la que le gusta andar por la ciudad bajo la lluvia sin paraguas. Allen respeta a Wilson porque se mantiene fiel a sí mismo en esencia. Un romanticismo exacerbado.

También hay mucha nostalgia yendo de la mano con cintas como “Días de radio” o “La rosa púrpura del Cairo”.
Por tanto hay que concluir que lo que no admite bajo ningún concepto Allen es la elección “realista” de forma radical, defiende y comprende la de ficción pero desprecia la que renuncia al arte, la imaginación, los sueños, porque entiende que renunciar a ella es vivir limitado, estar perdiéndose más de la mitad de lo que ofrece la vida. No olvidemos el cruel final que le dio a la protagonista de “La rosa púrpura del Cairo” por renunciar al personaje a favor del actor…
Woody Allen es un auténtico romántico vestido de cínico que en “Medianoche en París” se quedó desnudo.
En las películas de Allen sus personajes tiene una verborrea incontrolada, no paran de hablar y este rasgo de autor, tan característico y apreciado por los seguidores del director neoyorkino, era uno de los más brillante porque sus diálogos eran sublimes, ágiles, divertidos, ingeniosos. De alguna forma aunque sus personajes siguen hablando como locos Allen parece sumido en cierta inseguridad, dando la sensación de que tiene que explicar las películas a niños pequeños por si acaso no pillan la moraleja, a este respecto valen como ejemplos muchos de sus diálogos en las últimas cintas o la última conversación que mantienen el personaje de Owen Wilson y Marion Cotillard, como comenté, que acaba resultando de un simplismo que te hace negar con la cabeza con gesto de circunstancias. Por otro lado es un buen detalle que uno de los personajes no asuma las tesis realistas de forma radical, como es el de Marion Cotillard.

El estilo de la dirección mantiene la línea depurada de la última década recuperando los diálogos en off al pasar los personajes a una habitación distinta de donde Allen mantiene la cámara y demás rasgos definitorios de su estilo. Planos-secuencia sublimes que son un caramelo para sus intérpretes.

El tema de los viajes en el tiempo ha dado numerosísimas películas. “Regreso al futuro” de Robert Zemeckis, "Peggy Sue se casó" de Coppola (1986), Los “Terminator”, la reciente “Código Fuente” de Duncan Jones (2011), “12 monos” de Terry Gilliam (1995), “Donnie Darko” de Richard Kelly (2001), las obsesiones de J. J Abrams… e infinidad más desde múltiples puntos de vista.
Desde luego Allen no puede evitar dejar su puya política, un impulso incontrolable que da cierta risa al mezclar al romántico protagonista con sus ideas progres.

Por supuesto con sus defectos y sus virtudes lo que es innegable es que la película, como la mayoría de Woody Allen, nos deja una gran cantidad de cosas interesantes, y es que en ese encantador y fascinante viaje al pasado tenemos referencias, y la presencia, de Hemingway, Picasso, Dalí, Buñuel (estupenda y simpática la broma sobre “El ángel exterminador”), Cole Porter, F. Scott  y Zelda Fitzgerald, Belmonte, Man Ray, T. S Eliot, Paul Gauguin, Touluose-Lautrec, Degas … Una película que ofrece todo eso cierto interés cuanto menos tendrá.

Además tenemos la estupenda música de jazz de todas las cintas de Allen una bellísima fotografía de París (soberbios los planos del inicio con un hermoso paseo a lo largo del día por la ciudad representado en bellísimas estampas), especialmente lluvioso, el imprescindible puente de Alejandro III, la temática característica del Allen, conflictos de pareja, muy light, y todo lo mencionado con anterioridad. Un fino humor muy agradable y un reparto magnífico con un más que aceptable Owen Wilson de protagonista, la breve (y absurda) aparición de Carla Bruni, la belleza clásica de Marion Cotillard. También Rachel Adams, Michael Sheen, Kathy Bates, Adrien Brody
Maravillosa fotografía que resalta con tonos ocre y anaranjados los momentos en el pasado.

Todo esto da como resultado una de las más aceptables cintas del grandioso cineasta neoyorkino de la última década, sin que ello signifique que sea nada sublime. Una película que parece recuperar en cierta medida al Allen más inspirado, al que tanto nos gusta a sus seguidores.








10 comentarios:

  1. MrSambo,nadie se anima a comentar así que venciendo el cansancio infinito de un día de mucho trabajo,lo haré yo.
    A mí si me gusta el cine de Allen,aunque dentro de su filmografía hay obras muy menores, y esta de Medianoche en París,me parece una de ellas.
    Como dices,los diálogos a veces son de una puerilidad absoluta.Y practicamente no hay sorpresas.Vas anticipando cada situación,cada parrafada,cada gesto.
    Podría decirse de esta película que es "cine tiki-taka".
    Aun así pasas un rato entretenido. Y,al fin y al cabo,para eso se inventó el cine,para entretener.
    Un abrazo. Lunalia.

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  2. Hola mi querida Lunalia. Sí, están sosos los comentaristas. Lo de cine tiki taka me ha encantado jajaja. Grande como siempre. Allen está en crisis creativa clara, que no sé si lo solucionará, soy pesimista.

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  3. Lo que me hubiera gustado tomarme unas copas con Fitzgerald. Y lo que deseo volver a París, a ver si sucede. Genial la crítica, como acostumbras :-)) un beso!!

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  4. Muchas gracias June, la verdad que sí, y con muchos otros de los que aparecen.

    Sucederá.

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  5. Muy en el estilo de Woody Allen. Obra maestra.

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  6. En ésta no estamos tan de acuerdo Deannie, pero es muy bonita.

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  7. La desmesurada crítica a uno de los mayores genios de la historia del cine durante este siglo es algo que no termino de explicarme. Es cierto que muchos de sus filmes de la última década distan mucho de esas obras maestras que son 'Manhattan', 'La Rosa Púrpura del Cairo' o 'Annie Hall', pero aún así, y como bien ha dicho algún crítico, cualquier película de las "malas" de Woody Allen supera lo mejor de la filmografía de muchos otros mediocres directores.

    Y es que es cierto que Allen puso muy alto el listón, pero títulos como Scoop, Midnight in Paris o la aún no estrenada Blue Jasmine demuestran que su genio sigue intacto. Es más, incluso en esas películas que no nos gustan -Vicky Cristina Barcelona, A Roma con amor- hay momentos muy concretos en los que el bueno de Woody consigue que reflexionemos o nos riamos con su desbordante ingenio (el simple hecho, por ejemplo, de que un hombre cante en La Scala en una ducha).


    Midnight in Paris es ante todo una loa a una época literaria artística que coincide con uno de los elementos comunes de la filmografía de Allen: el jazz. Y como loa no puede ser más perfecta: mágica, original, con una fotografía bellísima (de todas las "guías de viaje" que ha hecho por Europa -como se le ha acusado con vileza- esta, la de París, es sin duda la más conmovedora), una banda sonora magistral, unos diálogos brillantes, e incluso me atrevería a decir que un fondo didáctico.


    Quizá a Owen Wilson el papel clásico de neurótico-Woody Allen le queda algo grande, pero incluso el reparto (siempre elegido con acierto por Woody, el mejor director de actores) cuenta con elementos sobresalientes: Marion Cotillard y Adrian Brody en su reducido papel.

    Grandísima película en un año -2011- con un elenco de películas (The Artist, Hugo, Criadas y señoras...) de un muy alto nivel.

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    1. Coincido en que fue un buen año, aunque algunos no lo pensaran. En lo que no coincidimos tanto es en valorar las nuevas películas de Allen. Allen estuvo en un clímax de inspiración durante más de dos décadas, regalando joya tras joya, pero eso se fue. Por supuesto queda ingenio, pero la mayoría de los chistes son repetidos y lo que hace son comedias que buscan eso, es normal que un hombre de talento encuentre buenas o ingeniosas ideas fugaces, pero como obras globales distan de ser grandes obras.

      En este caso, dentro de que la película es encantadora, simplemente coge sus típicos elementos, motivo por el que sus películas siempre parecen tener una profundidad mayor que otras, pero impostado, simplificado. Es normal que gustara mucho al público, especialmente al que no le gusta Allen, porque es asumible por todos, pero no es más que un esquema del gran y verdadero talento de Allen, que no aporta ninguna idea nueva más allá de alguna ocurrencia. Lo que no se puede negar es encanto a esta comedia romántica que saca gran partido a París.

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  8. Agradezco su opinión, pero sigo en mi idea de que me gustaría ver la respuesta de los críticos (en lineas generales se critica lo último de Allen) si estas películas las firmaran nuevos autores. Quiero decir, a veces pienso que el problema es que Allen puso el listón muy muy alto con algunas de las películas que ya hemos mencionado (usted en la crítica y yo en el comentario). También sería interesante mi respuesta si estas películas no las firmara Allen sino cualquier otro director, quizá sería yo el que no las pondría en un nivel tan alto. Quizá sea yo -y muchos otros- los que le tengamos en un pedestal tan alto que no concibamos la crítica.

    Muchas gracias por la respuesta, en cualquier caso, y espero leer su crítica a "Blue Jasmine" en este blog.

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    1. Todo influye, supongo, tanto la obra anterior, como la propia película. Yo cuando analizo una, aunque evidentemente suelo extrapolarla al conjunto de la filmografía para ver paralelismos, las analizo como cintas independientes, si algo no funciona, pues no funciona sea Allen o sea quien sea. De hecho ésta es de lo más potable de los últimos tiempos en sus títulos, como sobresaliente me resulta MATCH POINT. Particularmente no analizo con un prejuicio con respecto al director, ya que cuando algo gusta, y he tenido devoción por Allen, siempre procuras verle las cosas positivas jeje.

      Con toda seguridad la pondré y a ver si encaro retos mayores en la obra de Allen, que tengo muchas obras maestras donde elegir jejeje.

      Lo que sí espero es que siga disfrutando así del cine.

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