martes, 2 de abril de 2013

Crítica: HITCHCOCK (2012) -Última Parte-

SACHA GERVASI












Los espejos tienen gran presencia en la cinta, vimos al inicio como Hitchcock observaba a su mujer a través de uno. Veremos a Alma con un vestido rojo, al estilo de “Vértigo”, mirarse en otro en su reunión con Janet Leigh, cuando se frustre por las salidas de tono de su marido con la actriz. Hablando de “Vértigo”, tendremos otro detalle de la psicología del maestro en su relación con Vera Miles (Jessica Biel), a la que da el “ingrato” papel de hermana de Janet Leigh por resentimiento, no le perdona que dejara a un lado su carrera para tener una familia. Ella iba a hacer el papel de Kim Novak. Se sintió traicionado.


Otro espejo ocultará el agujero a través del que Hitchcock espía a Miles mientras se desnuda. La nocturna llegada de Alma a casa tras haber estado trabajando con Whitfield la veremos gracias a otro espejo, el del dormitorio del matrimonio Hitchcock. En otra escena veremos a Hitchcock y Vera Miles reflejados en un espejo con el director sincerándose y pidiendo explicaciones a la actriz. Hitchcock se reflejará en uno al cruzar su dormitorio mientras su mujer ve una película de Claudette Colbert.


Unos buenos detalles sobre la mentalidad cinematográfica de Hitchcock los tenemos en su conversación con Anthony Perkins y éste le pregunta cuestiones psicológicas sobre su personaje, algo que el director rehúye y evita, remitiéndose a él mismo y su cámara para lograr las emociones y mostrarlo todo. Así se muestra el desagrado que le causaban los actores del método y similares, sus inquietudes psicológicas, él prefería actores a la vieja usanza con los que dialogar junto a su cámara, estilo Cary Grant o James Stewart, algo que es completamente cierto y confesado por él. Su comentario acerca de “ver las cosas desde todos los ángulos posibles” vuelve a definir la mencionada mentalidad cinematográfica y visual del genio.


Nadie confiaba en que el proyecto fuera un éxito, tanto sólo Hitchcock parece tener esperanzas, ni siquiera Alma. Las referencias a la película, a “Psicosis”, son continuas, veremos el rodaje de varias escenas, como la inicial, el tenso viaje en coche de Marion o la de la ducha, y referencias a detalles varios, como los comentarios de Hitchcock sobre la inexpresividad de John Gavin... Una de las últimas escenas, la de la bombilla al descubrir a la madre de Norman, también aparecerá en la cinta.



Hitchcock, como ya he comentado, también tendrá su viaje hacia la psicosis por los celos y las sospechas sobre la relación de su mujer con Whitfield Cook, una psicosis que quizá no lo sea tanto. Sólo hay que ver la sonriente cara de Alma cuando está con su amigo y contrastarla con la que pone cuando está con Hitchcock, sumado a otras evidentes cosas. Un ejemplo visual sobre esto lo tenemos en el travelling sobre la nuca de Alma en la cocina.


Alma y Whitfield trabajarán en su proyecto en la casa de la playa del segundo… lugar adecuado para intentar seducirla.

Veremos la mítica silueta de Hitchcock en varias ocasiones.



Un montaje paralelo nos mostrará dos relaciones, la de Alma con Cook y la de Hitchcock con Leigh. Hay un evidente duelo de celos, Alma se siente frustrada por la obsesión con las rubias y las idealizadas actrices de su marido y Hitchcock teme por la amistad de su mujer con Whitfield, así que las indirectas más o menos sutiles serán de ida y vuelta, si bien es cierto de los coqueteos de Hitchcock son más dentro de la fantasía que el de Alma con su amigo. Ella dejará un pendiente sobre las fotos de las actrices, sus actrices, que observa constantemente su marido. Los reproches no tardarán en llegar, Hitchcock no se contendrá y mostrará su descontento e inseguridades sobre la relación de su mujer con su amigo, una frustración que de alguna manera vuelve a ser un diálogo entre vida y obra y como una se inmiscuye en la otra y viceversa, bien es cierto que tratado con poca fuerza. En relación a esto veremos más diálogos con Ed Gein y sus raptos violentos en el rodaje, el espíritu de la película y del asesino penetrando en Hitchcock, una manera de reseñar cómo el director se empapaba y vinculaba al cien por cien con su cine y su obra, o al menos en esta cinta, insinuando que su pulsión psicópata se filtraba a través de su cine. Todo demasiado esquemático y simple, algo torpe y planteado como excepcional, muy básico.



El deterioro de la relación y los continuos reproches e indirectas desembocarán en la enfermedad de Hitchcock debido al estrés, lo que obligará a Alma a hacerse con las riendas del rodaje para evitar el caos. De este modo nuestro protagonista será sincero y claro con su mujer en esa espiral de sospechas y obsesión en la que se va sumergiendo, algo como digo mostrado de forma muy ligera y sin tensión dramática, momento que aprovechará Alma para reivindicarse, la reivindicación de una mujer que siempre vivió sumisa tras la gigantesca figura del genio, en la sombra, aunque ¿es del todo sincera? En cualquier caso, Alma se desengañará con respecto a Whitfield cuando lo vea con una jovencita en su casa.


Hitchcock y la fantasía.

El director aspira a la fantasía, a que se haga realidad en su propia vida de alguna forma, pero para que la fantasía tenga sentido tiene que seguir siendo eso, fantasía, un ideal. No aceptaba bien la caída de sus mitos, las mujeres, las rubias, a las que idealizaba en sus films, que se convertían ante sus ojos y tras los rodajes en gente corriente.



El primer corte no parece excesivamente brillante, decepcionará a los productores y será cuestionado por los censores… además en estas escenas tendremos otro comentario cinéfilo en el cuestionable gusto del agente de Hitchcock que considera mala “Winchester 73” (Anthony Mann, 1950). Las perspectivas tras este visionado son malas, malas críticas. La mejor opción es hacer una serie de televisión con ese material. Para ahorrar dinero hay que decir que Hitchcock uso el método televisivo para la producción de la película, así como el material de su serie de televisión. Barney Balaban, presidente de la Paramount, no apuesta por el proyecto.



Hitchcock se referirá a “Psicosis” como un proyecto que “nació muerto”, igual que hizo al referirse al guión que su mujer hacía con Whitfield, lo hará mientras su mujer ve una película de Claudette Colbert, “Desconfianza” (Robert Z. Leonard, 1946) con guión del propio Whitfield Cook , un título en español que viene perfecto a toda esta historia entre el matrimonio. Hitchcock se disculpará ante la mirada de sus perros Geoffrey y Stanley. Es momento de reciclaje y rectificación, fotos de los inicios junto a su esposa, incluso en una veremos a Cary Grant.


Alma se ve obligada a asumir sus limitaciones, pero verá que es parte esencial del trabajo creativo de su marido, aunque en la película aparece casi como la gran creadora. Juntos reelaborarán la obra maestra y añadirán los componentes que la han hecho inolvidable, como la música de Bernard Herrmann en la ducha, que Hitchcock no quería… Así el matrimonio superará las dificultades, inseparables.

Bromas acerca de los planos desnudos que captó Hitchcock o el famoso “parpadeo” de Janet Leigh una vez muerta.


Creo que no me volveré a duchar”… una frase que oímos en boca de Peggy (Toni Collette), pero que ha dicho mucha gente antes, así que bien traída que está aquí.



El montaje clave, la confianza poca pero creciente. Sólo quedan gestiones burocríticas, Hitchcock se descubrirá como un hábil negociador manejando al censor que quería cortar la escena de la ducha porque creía ver desnudos y apuñalamientos (de todos es sabido que el cuchillo no llega a tocar nunca el cuerpo de la actriz y que no se ve ningún pecho). Logrará su propósito.

Ya sólo queda comprobar si la película tendrá el beneplácito del público. Hitchcock y Leigh se despedirán cariñosamente, confirmando la buena sintonía entre ambos, donde ella será comprensiva en todo momento y él la premiará con una broma. Apreciaremos también el decorado con la casa de Norman en los estudios.



El estreno. El manual para vender “Psicosis”.

Un deleite ver la mencionada habilidad para el marketing del maestro. Escribirá un manual, advirtiendo de posibles disturbios tras su visionado, cuenta atrás para el inicio de la proyección, vigilancia, la prohibición de entrar en la sala una vez comenzada la proyección, cerrar las cortinas tras el letrero de fin por 30 segundos… ¡Cómo no se iba a ir a verla!



Miedo, tensión, inseguridad, nervios. Hitchcock observará, como buen voyeur que es, a su audiencia como Norman observa oculto a Marion. Oiremos el sonido de la ducha, reviviendo como fue la primera vez que sonó en un cine el agua cayendo en esa mítica escena. Hitchcock y su famoso gesto con los pulgares, los rostro de la audiencia… El éxito. La satisfacción. El efecto buscado, conseguido. Emociona ver la capacidad del maestro y su conocimiento del público. Veremos la sublime escena a través de los gestos de Hitchcock y los rostros aterrados de la audiencia. Buena escena.



Es muy bonita y divertida la declaración de amor del orondo genio a su mujer tras el tremendo éxito del estreno.

-Hitchcock: “Nunca podré encontrar una Rubia-Hitchcock tan bella como tú”.

-Alma: “He esperado 30 años para oírte decir eso”.

-Hitchcock: “Y por eso, querida, me llaman el maestro del suspense”.

Igual que empezamos terminaremos, con Hitchcock despidiéndonos en otra divertida escena, como si de su serie televisiva o promoción de “Psicosis” se tratara. Una despedida donde dejará el interrogante de si “Psicosis” (1963), será su última cinta, justo antes de que se pose un cuervo sobre su hombro, nuevo guiño cinéfilo ya que “Los pájaros” será su siguiente obra maestra. Ya se mencionó a los cuervos en una escena anterior donde el director mostraba su preocupación, en la oscuridad de su dormitorio junto a su mujer, por si la película no funcionaba.



Psicosis” se convirtió en uno de los grandes éxitos del maestro, que jamás logró un Oscar, salvo el honorífico a toda su carrera que dedicó a su mujer.

Esta cinta es una adaptación del libro “Alfred Hitchcock and the making of Psycho” de Stephen Rebello. La música corre a cargo de Danny Elfman, habitual del cine de Tim Burton. Oiremos la famosa sintonía de la serie de televisión como despedida.

Las interpretaciones están bien, en especial Helen Mirren. Anthony Hopkins ha recibido numerosas críticas negativa, si bien es cierto que su imitación del genio, apoyado por un buen maquillaje, es estupenda.



En conclusión, una cinta que puede servir a los menos interesados en el personaje, que a los cinéfilos complacerá por las referencias y que se ve sin problemas. Por lo demás es convencional, bastante fría, esquemática y superficial, decepciona en el tratamiento de un personaje tan complejo. Una estética de telefilm que no logra transmitir ni el talento del director al que retrata ni crear una intensidad dramática o de suspense que intente homologarse al estilo, que podría haber sido un buen recurso, de su director. Torpemente académica. Recuerda en su estilo y tratamiento a la reciente “Mi semana con Marilyn” (Simon Curtis, 2011). Simplemente correcta.

En 2012 también se ha estrenado una cinta para la televisión con la figura del director como protagonista, “The Girl”, protagonizada por Toby Jones y Sienna Miller, sobre la relación del director con la protagonista de “Los Pájaros”, Tippi Hedren.


 




2 comentarios:

  1. Vale.

    "Método televisivo"?
    Ainssss…diccionariooooooooo!!! (Metaloquesea!!) ;-P

    Muacks!!!

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    1. Jajaja, cámaras, velocidad, decorados, ritmo... uso los de su serie por presupuesto.

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