martes, 8 de mayo de 2012

Crítica: PUNTO LÍMITE (1964)

SIDNEY LUMET









Magnífica intriga política sobre un posible holocausto nuclear realizada con un minimalismo sorprendente.

Una orden recibida por bombarderos aéreos estadounidenses les obliga a dirigirse a Moscú para lanzar sobre ella bombas atómicas en plena guerra fría. Cuando el alto mando descubre que esa orden fue producto de un error o un fallo se activa una cuenta atrás para evitar la catástrofe e impedir que los bombarderos cumplan su objetivo.

Mínimos elementos logran construir una intriga tensa, sobria, eficaz y aterradora.  Con decorados sumamente minimalistas donde se prescinde de casi cualquier accesorio, recursos estilísticos reducidos al máximo e interpretaciones ajustadísimas, Lumet logra llevar a buen puerto una historia sobre bombardeos nucleares usando pocas habitaciones (decorados), y con una pantalla gigante como narradora de las incidencias de dichos bombarderos (casi de videojuego).


Tan solo salimos de ese asfixiante ambiente burocrático de mandos militares en tres ocasiones para conocer un poco las vidas fuera del trabajo de tres personajes.


El piloto del avión que tiene un sueño recurrente, donde es espectador de una corrida de toros. Un mando militar que vive con sus padres borrachos y recibe la visita de un superior para recogerle y un consejero civil, (Walter Matthau), que es una especie de polemista por sus radicales opiniones en fiestas y que aboga por atacar a la Unión Soviética antes de ser atacados por ellos.


Todo lo demás nos lo cuentan en recintos militares, habitaciones cerradas donde se debate o decide el conflicto que, básicamente, son tres también, la habitación donde el presidente de los Estados Unidos, (Henry Fonda), y su traductor negocian con Moscú, la amplia estancia donde está la gran pantalla donde se ven los movimientos de los cazas y bombarderos, y la habitación donde diversos militares y consejeros debaten qué es lo más conveniente hacer.


Volviendo a los tres personajes en los que Lumet se centra para ver un poco su vida cotidiana, al primero de ellos, el general Black (Dan O'Herlihy), le vemos con su mujer en una bonita escena cotidiana al levantarse, con sus hijos dormidos y haciendo planes para ese mismo día. Tiene sueños con una corrida de toros que le provocan gran terror, es un hombre honesto y está en contra de la guerra y los argumentos de atacar primero y curarse en salud de gente como el personaje de Walter Matthau. Se verá obligado a cometer un acto terrible.


El segundo de ellos, el consejero civil interpretado por Walter Matthau, defiende sus tesis, tanto en fiestas como en la reunión de generales, de atacar de modo preventivo y así acabar con cualquier tipo de amenaza, curándose en salud matando millones de personas para evitar millones más. En la reunión con los militares será el contrario del general Black. Es frio y despiadado, no parece tener el más mínimo sentido de la empatía.


Por último el coronel Cascio (Fritz Weaver), al cual van a buscar a su casa y vemos que vive con unos padres borrachos en un ambiente lastimoso. Este personaje también defenderá el ataque y tendrá un momento de locura, ante el temor de lo que se avecina, agrediendo a su superior para intentar que se consume dicho ataque.

La cuestión con respecto a estos tres personajes es ¿por qué ellos?, ¿qué se busca y para qué nos centramos en ellos nada más?

Todos estos retratos están resueltos con breves pinceladas que definen su carácter o entorno. No es claro el motivo de por qué se elige a estos personajes pero parece evidente el contraste entre ellos y sus reacciones posteriores, la frivolidad de Groeteschele (Matthau), y las consecuencias a las que puede llevar esa actitud y posición, la responsabilidad del general Black, con familia e hijos, que siempre defiende la paz pero se ve obligado a cumplir precisamente eso de lo que quería huir y que abominaba, y Cascio, que se deja llevar por el pánico y la locura, emociones que pueden llevar al desastre también. Curiosamente el comportarse de forma honesta, responsable y sensata acaba teniendo las mismas consecuencias que si se hubieran dejado llevar por las emociones o tesis de Groeteschele o Cascio. Lo que sí es evidente es que en el conflicto, contraste y confrontación de estos tres personajes encontramos algunos de los puntos dramáticos más intensos y las tomas de postura más influyentes y extremas en los sucesos de la película.




La trama política en sí es excelente, y como en las cintas de este estilo tenemos múltiples conflictos que desarrollan interesantes reflexiones. Aquí un destino que parece inexorable nos lleva a un desastre en el que todos pierden. Deber, honor, el conflicto entre las órdenes y el sentido común, entre la responsabilidad y el poder…



Pausada, con un uso soberbio de los silencios, silencios que pesan y aumentan la tensión, tensión que crece de manera precisa, serena y sin pausa. Todos estos conflictos y temas son tratados con sumo realismo, lo cual resulta aterrador. Las decisiones que se toman sobre las vidas de los militares desde esa aséptica sala donde se ven sus evoluciones en una pantalla y donde cada lucecita corresponde a una persona como si de un juego de ordenador se tratara, ese minimalismo y frialdad, donde casi se obvia que detrás de esas luces existe una persona a la que se manda morir, es escalofriante. Todo está perfectamente medido de forma eficaz y con interpretaciones muy sobrias. A parte de los tres personajes mencionados, el presidente, interpretado por Henry Fonda, nos informa brevemente de alguna cosa personal, como el sacrificio que hará de sus hijos y mujer que se encuentran en Nueva York, y el traductor habla también escuetamente sobre su facilidad para las lenguas. Una conversación entre generales, uno americano y otro ruso vía telefónica, tiene también alguna referencia al pasado de ambos personajes, pero brevemente y donde se deja ver que el general ruso perderá a su familia en el bombardeo americano.  El piloto que se dirige a Moscú recibe la petición de su mujer de no seguir con la misión, en lo que es un breve detalle más de la vida personal de uno de los personajes de la película, vida personal que se entromete en la profesional. Ese minimalismo en la definición del pasado de los personajes está muy acorde con las intenciones del film, que desarrolla más las personalidades en función del momento de tensión concreto que viven.




He hablado de minimalismo y sobriedad, aspectos que dan el tono de la película y que son perfectamente coherentes con la esencia del film. Esa esencia, o lo que marca la diferencia en la película, es la importancia de los detalles, de las pequeñas cosas, de los matices. Se dice que la inteligencia es la capacidad para captar y analizar los detalles y matices de las cosas. En “Punto límite” los detalles y los matices son la esencia de la película, el tema principal. Así además de esa pantalla con lucecitas que representan a cazas que disparan, caen o vuelan, de esos sobres secretos y urgentes que contiene mensajes escuetos, de esa sala donde el presidente realiza gestiones para evitar la catástrofe sin ningún elemento estético o decorativo, en la película se trata y se habla en varias ocasiones de la importancia de los pequeños matices, decisiones o detalles. Todo se acaba reduciendo a la elección de apretar o no un botón, se reduce a que un detalle nimio se dé o no se dé, todo se reduce a un pequeño matiz.


Sobre esos elementos o conversaciones donde se hace mención o se le da importancia a los matices, sutilezas o detalles  tenemos la conversación donde el presidente hará mucho hincapié al traductor en que se fije en los detalles, matices y mínimas inflexiones de voz que note en el presidente ruso en la conversación que tendrá con él, porque pueden ser de vital importancia. Un científico que domina la maquinaria militar explica que los fallos de las máquinas, al ser éstas tan complejas, son sumamente sutiles, lo que hace casi imposible corregirlos. Una vez más lo sutil, el matiz, resulta clave. Las peticiones de que se reduzca la escala de la pantalla para ver con más detalle las evoluciones de los bombarderos son otra muestra de ello, de la continua importancia que se le da a los pequeños detalles que cambian todo.  Todos estos son ejemplos de la sutileza de la propia película y la inteligencia de la misma, su verdadera esencia.


Los planteamientos sobre hasta dónde llega la libertad para decidir sobre vidas ajenas, sobre la responsabilidad de los mandatarios, sobre la ligereza con que se tratan las vidas humanas en asuntos políticos, sobre el desprecio de la vida en la guerra donde todo vale son, entre otros muchos, a los que invita a reflexionar la cinta.

El brusco final puede chocar pero es perfectamente coherente con la propuesta de la película, es más, le da sentido a la misma. Los mayores defectos serían achacables a la decisión de mostrar a los personajes comentados fuera de la trama central en su vida cotidiana y no a otros, que de la sensación de cierta dispersión o elección gratuita aunque no sea del todo así, en cualquier caso es algo nimio.

Bien interpretada, con sobriedad, “Punto límite” es una gran película de un director extraordinario que ha dejado un buen número de títulos excepcionales.





2 comentarios:

  1. Cine político del bueno.

    Una de las películas imprescindibles para entender la guerra fría. Personalmente, a raíz de ver en mi tierna infancia el terrible episodio 13 de Cosmos, quedé muy sensibilizado con la temática de la película y cuando la ví unos años después, no me decepcionó en absoluto.

    Los dilemas morales, uno de mis temas favoritos, son tratados con una sutileza y exquisitez que diríamos imposibles en el cine actual.

    Coincido con MrSambo en que su punto débil son las salidas para la vida personal. Lo de los sueños queda bastante estrambótico y chirría demasiado.

    Por todo lo demás, una visión obligada para tomar conciencia de la importancia y peligros de la Destrucción Mutua Asegurada que tanta importancia tuvo en el desarrollo y conclusión de la Guerra Fría. Comentar que el sistema americano de defensa que se refleja en la película se abandonó poco después del accidente de Palomares, por el riesgo que demostró en esa situación: mantener en vuelo permanente tanto B-52 armado con bombas nucleares no era tarea sencilla a nivel logístico o político.

    Una anécdota. El traductor, de tanto y tan merecido protagonismo en los minutos finales es ni más ni menos que Larry Hagman, el futuro JR de Dallas.

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  2. Archiduque, así es, el mítico JR jajaja.

    No conocía el detalle de Palomares, muchas gracias, como siempre, por el apunte.

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