martes, 18 de septiembre de 2012

Crítica: TOY STORY 3 (2010) -Parte 2/4-

LEE UNKRICH









La evolución y el tránsito hacia la adolescencia, el abandono de la infancia, se muestra, por tanto, a dos bandas, la del chico, que es la que provoca todo lo demás, y la de los juguetes, que son sobre quienes recae el punto de vista y actúan como el símbolo que representa a dicha infancia. En los juguetes veremos el miedo a morir, a que los tiren, la infancia teme morir.

Aparte del ritmo, los diálogos y la increíble forma de congeniar los más diversos géneros, tenemos que destacar otras genialidades del guión escrito por Arndt, que son incontables. Por ejemplo su perfecta y magistral forma de mezclar sentimientos y tonos, la naturalidad y brillantez con la que pasamos de la comedia al drama, del tono crepuscular a la más vigorosa energía. Pocas veces se ha visto tal perfección en el cine y con tantos elementos. Soberbio.


Más detalles de talento en el guión, el uso de cebos o ganchos, así tendremos una primera insinuación referida a la guardería, Sunnyside, que posteriormente será el escenario del grueso de la narración. Se prepara el terreno perfectamente.

Se homenajeará a juguetes que ya no están en esta entrega y veremos la dificultad de Andy para despegarse de su infancia, su nostalgia, su miedo a desarraigarse, a alejarse de lo querido, lo seguro, lo que le acompañó siempre. Esto lo apreciaremos en su decisión de llevarse a Woody a la Universidad y de forma mucho más explícita en el memorable final.

Jessie: “Pobre Barbie

Jam: “Me pido el Corvette”.






Andy elegirá a Woody para llevárselo a la universidad pero dejará al resto en el desván, parece una despedida, pero todos sabemos que no será así, al menos por el momento. Una confusión hace que la madre crea que los juguetes que deben ir al desván deben ser tirados a la basura, así Woody iniciará otra aventura de rescate. El rescate es el planteamiento principal que vertebra las 3 películas de la saga. El azar, o el travieso destino, lo cambia todo.




Por supuesto veremos a un cansadísimo Baxter, el perro.

En el rescate volvemos a asistir a momentos de puro cine, en este caso de aventuras y suspense.

Es inútil. Es de triple capa, un polietileno excelente”.






Este truco de guión que supone la confusión será corregido posteriormente. Aunque Andy baje y pierda de vista la bolsa confundiendo a su madre, lo normal es que cuando suba intente enterarse de lo ocurrido. Lo hará aunque ya de noche, mucho tiempo después. Que la escalera se repliegue sola es otra pequeña licencia, pero completamente factible.

Los juguetes se sentirán decepcionados, despechados, ellos quieren y buscan lo mejor para Andy, incluso asumen su destino de renegados en el desván, pero cuando creen que son tirados a la basura su desengaño es total.


Hay bastantes referencias a las películas anteriores, así veremos que el basurero que coge la bolsa donde, en teoría, están nuestros juguetes, lleva en la camiseta una calavera. Para los que se preguntaran que fue del psicópata de Sid, ese macarra que torturaba a los juguetes por diversión, ya lo saben, se encarga de recoger la basura. También aparecerá brevemente al final.


Por su parte Jessie mencionará a su anterior dueña, Emily, que ya fue referida en la anterior parte de la saga.

Jam: “Ya sólo podemos ponernos histéricos”.

Rex: “¿Nos ponemos histéricos?”


Guionista y director juegan de forma maestra con las sorpresas repentinas para cambiar situaciones de forma drástica, usan breves momentos de paz para, sin previo aviso, hacer caer a los personajes hacia el lado menos previsto, como en un tobogán o una montaña rusa. Un recurso usado para ello, por ejemplo, son las repentinas apariciones de la madre al inicio de la película, cogiendo la bolsa de basura o encerrando a los juguetes en el coche para llevarlos a la guardería, a Sunnyside.

Cada uno siguiendo su camino, la fidelidad rota, el cambio.

Oh, bien. Genial. Ahora tardaremos una eternidad en volver”.







Woody, el único sabedor de la verdad porque lo presenció con sus ojos de plástico, insiste en volver porque Andy no los tiraba, sino que intentaba llevarlos al desván cuando se produjo la confusión, el resto, despechado, prefiere probar suerte en la guardería. La lealtad de Woody es aprueba de bombas.

Iremos conociendo a Barbie.




La presentación de Bonnie es significativa y un magnífico ejemplo de planificación. Podría parecer gratuito que el director se centre en ella mientras la madre de Andy dona la caja de juguetes, pero no lo será cuando descubramos que se convertirá en la nueva dueña de dichos juguetes. Como en “E.T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982), lo importante es la infancia, la niña, así mientras las madres hablan de sus cosas el director se centrará en el mundo único de los niños. Con ese plano se une de forma sutil a la niña con esos juguetes, un nuevo cebo que tendrá su resolución al final. La curiosidad infantil ante los juguetes que oculta la caja es el verdadero interés del director.









Nuestros amigos serán acogidos en una, aparentemente, idílica guardería, un mundo de ensueño para los juguetes, todo será acogedor, con la amabilidad, las sutiles bromas sexuales (esa señora Patata tocándole los músculos al hombre Mantis…), y las mejores comodidades como reclamo. Nuestros marcianitos alucinarán con “¡El ganchooo!”.


Se reflexionará sobre la pertenencia, sobre la fidelidad y lealtad cuando ésta no es mutua, una reflexión profundísima que aunque en principio coloca a los argumentos de Lotso por encima, finalmente acabarán refutados en cierta medida.

No tener dueño significa que no sufriréis”.
Otro de esos momentos de increíble inspiración lo tenemos en la relación de Ken con Barbie, el personaje de Ken y las bromas a su costa son realmente sensacionales. El flechazo entre los dos personajes nada más verse, es antológico.

Ken: “¡Vaya calentadores!”
Barbie: “¡Vaya pañuelo!”
Todo esto está comandado y organizado por un oso tremendamente simpático en apariencia, Lotso.

Buzz: “¡Qué oso más simpático!”

Rex: “¡Y además huele como a fresas!”

Uno de los grandes éxitos de la película es que su imaginación es tan viva y lúcida como la de un niño…había que estar a la altura. Spa para juguetes, la soledad de Ken

Pero todo es fachada, lo idílico está a punto de desenmascararse. El mundo de la mafia se empieza a crear. Otro pequeño truco, si los nenes están en el recreo, la sala oruga a la que llevan a nuestros amigos debería estar ya desordenada por la marabunta de niños pequeños que deberían haber estado en ella, en cambio está impoluta esperándoles de vuelta.

Aquí volvemos a asistir a esos magistrales cambios de tono que se suceden con asombrosa naturalidad, de los idílicos momentos de agradable comedia con el recibimiento, pasamos a otros de entrañable ternura en la despedida de Woody de sus compañeros, con mención especial al momento con Perdigón.

Un conflicto de lealtades, Woody se encuentra dividido entre Andy, su amigo y dueño y sus compañeros y también amigos, especialmente cuando lo necesitan. La reflexión sobre la utilidad y la lealtad sigue su curso, unos juguetes que no son útiles para nadie ¿tienen sentido? ¿La lealtad tiene sentido si no es mutua? La lealtad siempre debe ser voluntaria…



La imaginación mencionada no se reduce a la trama, los personajes o las ocurrencias, es que también es ilimitada en la puesta en escena y recursos varios. Así veremos en un picado como Woody desaparece bajo un carrito de la limpieza al pasar, o como una mancha en un espejo evita ser visto por el limpiador…


Bonnie, la niña, irá apareciendo de manera esporádica con dos funciones, primero para que la tengamos siempre presente y luego para que la tengamos situada, por ejemplo, en la secuencia donde se acabará encontrando con Woody.

Volvemos a sumergirnos en el más puro cine de aventuras, es Indiana Jones e incluso “Misión imposible” (Brian De Palma, 1996), a quién se vuelve a homenajear. Woody quedará colgado de un árbol, como en “Misión imposible” y también en la primera entrega de la saga, y perderá su mítico sombrero, tan imprescindible como el de Indiana Jones.



El guión tiene continuos giros, lo que hace todo imprevisible y fascinante, una imaginación desbordada. El regreso de Woody se tuerce y queda interrumpido cuando Bonnie lo encuentra, nuestros amigos deseosos de juegos no tendrán la placentera experiencia que esperan…



Siguiendo en esta onda de imaginativa puesta en escena y la habilidad del guión, veremos cómo justo antes del momento de la llegada de los niños que jugarán con nuestros amigos, el resto de juguetes se esconden temerosos, la experiencia de los veteranos. Con un momento de antelación el director nos advierte del desmadre infantil que vamos a presenciar y van a padecer nuestros amigos juguetes. Una maravillosa y divertidísima escena. Los planos del salvajismo de los niños, los planos subjetivos de un sonriente Buzz al ser chupado y golpeado, planos donde sabes perfectamente lo que está pensando el muñeco e incluso tú como espectador lo padeces. Es imposible no sonreír cuando el bueno de Buzz mantiene su gesto impertérrito mientras viene una enrome lengua hacia su casco, que se puso hábilmente poco antes, igual de imposible que no saber lo que piensa… Esa pausa donde Buzz tiene la suerte de disfrutar de la idílica sala de enfrente. Todo es magnífico.



 







2 comentarios:

  1. Es extraño que una película con dos antecedentes tan excelsos pueda alcanzar tal nivel y no defraude las expectativas.
    Jamás algo pudo ser compartido por niños y adultos de un modo tan pleno.

    La mejor obra de animación de todos los tiempos.
    (Y uno de los mejores blogs del género)

    Espero ansioso el resto de la crítica.
    Saludos

    Sabbath9

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  2. Perfectamente definido Sabbath9, un placer leerte de nuevo. Los ñiños se lo pasaron pipa y los adultos además se emocionan, es muy difícil lograr eso, mucho, y ahora lo vemos plasmado...

    Muchas gracias por tus palabras, la verdad es que enorgullece leerlas. Muchas gracias amigo.

    Está entera ya, pero mejor pasito a pasito para no saturar jaja

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