miércoles, 22 de agosto de 2012

Crítica: EVA AL DESNUDO (1950) -Parte 3/5-

JOSEPH L. MANKIEWICZ














Toda la secuencia de la fiesta es para enmarcar, su progresión dramática, el manejo de los escenarios, el desarrollo de los personajes, sus relaciones y tensiones son de una total maestría.

La secuencia se inicia con Margo ante otro espejo, pero en esta ocasión no se desmaquilla, sino que se arregla, se dispone para una actuación estelar. Para la tormenta. Los diálogos nos siguen dejando perlas.

A los invitados no les importa lo que les des con tal de que queme”.



Su representación ha comenzado, se mostrará tranquila, algo cínica y relajada… pura fachada. En cuanto salga de la habitación correrá rauda escaleras abajo para enfrentarse a su novio y a Eva que lo ha retenido allí abajo.

Su entrada interrumpiendo la conversación entre Bill y Eva deja claro al director lo que se avecina, algo que Mankiewicz señala con un acertadísimo primer plano. Margo es incapaz de guardarse algo, lo tiene que hacer notar, es incapaz de contenerse. Pura autenticidad.








La obsesión por la edad y el conflicto con unos diálogos apasionantes, inteligentes e intensos. Una vez más esta pareja, que se enamoró en el rodaje, echa chispas. Gary Merrill está espléndido pero lo de Bette Davis no tiene nombre, ese “por ejemplo, tú”, se te clava en el alma.



Cariño, posees ciertas características por las que eres famosa en escena y en la calle, te adoro por algunas y a pesar de las otras, no he dejado que éstas me importen demasiado, forman parte de tu equipo…”

Todos estos comportamientos y comentarios acerca de la vida de Margo dentro y fuera del escenario tienen muchísimos paralelismos con la forma de ser de Bette Davis, el problema de su edad, su difícil carácter… Una vez más ficción y realidad se funden en el brillante juego que nos propone Mankiewicz.


“¡Corten!”. Los términos referidos al teatro y el cine aplicados en los diálogos y discusiones son constantes y subrayan aún más esa intención de Mankiewicz de fusionar vida y arte, hacer de ello algo indistinguible en ese universo que nos retrata.

Margo apareció en esta escena en un plano de superioridad, unos escalones más alta, la acabará en uno de inferioridad con respecto a Eva y Bill. Eva, en esa imitación constante de Margo, también tomará un martini muy seco.


¡Ajústense los cinturones, está noche vamos a tener tormenta!




Empiezan a llegar los invitados, Lloyd y Karen. Son constantes las referencias a autores teatrales, como Shakespeare. Lloyd definirá la atmósfera tensa como macbethiana. Addison también aparecerá con una joven y voluptuosa promesa, Marilyn Monroe nada menos. La típica rubia tonta a la que lanzar al estrellato. Él es un cínico.

Miss Caswell (Claudia): ¿Por qué todos los empresarios parecen pobres infelices?

Addison: Porque eso es lo que son. ¡Alégrale la vida!




El gesto de Addsion al dar el abrigo de la señorita Caswell a Margo, algo encomendado a Eva, y llevarse a ésta para hablar, es un paso más en el tránsito y sucesión de una a otra. Una especie de anticipo de la otra sustitución que veremos posteriormente.

Los diálogos afiladísimos y el torbellino de Margo que no cesa, sobria o borracha. En su depresiva actitud insistirá en oír una y otra vez “Sueño de amor”, una indirecta muy directa para Bill.


El retrato que Mankiewicz hace del empresario Max Fabian no puede ser mejor, siempre agobiado, sudando y enfermo, nunca está relajado. Margo lo captará y usará de mala manera para manipularlo y lograr deshacerse de Eva.


El tormento de Margo acerca de su edad se traslada a su trabajo ahora. En cuanto tiene oportunidad de hablar con Lloyd le insistirá en interpretar papeles más acordes con su edad, no siempre de jovencita como suele escribir él. Lloyd no ve problema en el tema de su edad. Margo borracha está tan lúcida, si no más, que sobria. Todo un trauma vinculado a Bill, por el que siente adoración. Es su opinión la única que le importa. Quiere ser eternamente joven para él.

Las frases de Margo sobre la edad de Bill son memorables.



Eva y Karen conversarán, despreciarán Hollywood un poco… y se pedirá un “humilde” favor. La modesta Eva pedirá, nada más y nada menos, que ser la sustituta de Margo, aprovechará el momento de confianza con Karen para mencionarlo, eso sí, con una falsa humildad muy creíble.

Eva: “La función debe seguir”.

Karen: “No hija, Margo debe seguir”.

Eva dará a Karen el beso de Judas cuando logre su promesa de hablar con Fabian para la mencionada sustitución. Birdie entrará y Eva marchara, salidas y entradas típicas muy teatrales.




La dirección de Mankiewicz es invisible, clásica, discreta, sobria y muy segura, deja que el texto fluya sin intervenir con recursos estéticos. Esto no evita la gran cantidad de matices y detalles de puesta en escena, como he mencionado. Un nuevo ejemplo lo tenemos en otra escena imprescindible, la conversación en la escalera con los personajes sentados en sus escalones. Una escalera simbólica, en la que ni se sube ni se baja, contiene a los personajes, sentados, de ese universo inmutable y estático, encerrado en sí mismo, que es el teatro.

En esta escena Addison reflexionará sobre la fascinación que producen los actores, algo que es así porque son distintos a las personas normales. La superficialidad de miss Caswell quedará señalada con el comentario al paso del maravilloso abrigo de pieles de la estrella de Hollywood que asistió a la fiesta: “eso es algo por lo que una chica podría sacrificarse”. La réplica de Bill es inmejorable: “A lo mejor lo ha hecho”.

Mankiewicz encuadra a todo el grupo, así engloba ese universo entero. Luego pasará a planos más cortos cuando Addison siga reflexionando y converse con Bill. Son muchas las escenas rodadas en un solo plano, brillantísimas. La conversación sobre el teatro entre Bill y Addison es magistral, sobre la frivolidad del teatro como algo accesorio, no básico, o por el contrario como un rasgo más de esa diferencia entre los actores y el resto del mundo. Bill argumentará que la imagen en el teatro está muy bien pero la clave está en el trabajo y la dedicación que hay detrás. Este discurso inspirará a la tímida Eva para su apasionada reivindicación del aplauso como recompensa. “Oleadas de amor que pasan sobre las candilejas y la envuelven a una”.


Tendremos más aspectos sobre la personalidad de los personajes de Karen y Margo en su discusión. Karen tuvo una esmerada educación, al contrario que Margo. Margo está desbocada.


Margo comparará a Eva con una abeja con aguijón y volverá a relacionar la vida con una representación teatral, “una situación preñada de posibilidades dramáticas”. Karen pondrá las cosas en su sitio y usará otra metáfora teatral, un enfrentamiento que decide a Margo a abandonar la “escena” para irse a la cama. Addison continuará, en este sentido, con otro comentario teatral para concluir.

Lástima, nos vamos a perder el tercer acto. Se representa fuera del escenario”.

Desde luego la supuesta afectación por el desplante de Margo no impide recordar a Eva su promesa a Karen.

Dos cuadros cobran gran protagonismo en esta secuencia, uno grandísimo en la despedida de Margo para irse a su habitación que casi muestra su derroche egocéntrico, y otro que cierra la escena y al que Mankiewicz le dedica un primer plano, “El retrato de la señora Siddons”, como la musa trágica (1783). Recordemos que el premio que se concede en “Eva al desnudo” es el Sarah Siddons. Sarah Siddons fue una actriz británica de teatro (1755-1831). Este plano vuelve a resultar simbólico del futuro que espera a Eva, un éxito trágico.






Las referencias al teatro son constantes, lógicamente, en “Eva al desnudo”. El retrato de Broadway que nos hace Mankiewicz no puede ser más completo, profundo y crítico, están todos los tópicos y circunstancias, las actrices de vocación, los críticos manipuladores e influyentes, los conflictos entre actores y directores, el conflicto entre la fama y el arte… Todo esto salpicado con menciones a grandes nombres  de la escena o de homenajes más o menos velados.

Desde la posible referencia a Tennessee Williams al inicio, pasamos por “El sueño de una noche de verano”, “Macbeth” o “Hamlet", de Shakespeare, Pirandello, Ibsen, Arthur Miller, Robert Emmet Sherwood, Beaumont y Fletcher… Estos son algunos de los dramaturgos que se mencionan explícitamente.




Pero aparte de estas menciones podemos jugar un poco a ver ciertos paralelismos entre los personajes y comportamientos en “Eva al desnudo” y referentes del teatro clásico. Por ejemplo, esa Eva aduladora y falsa nos recuerda al Tartufo de Molière, la idea contantemente presente en la película de ver la vida como una gran representación o el mundo como un gran escenario nos remite al Shakespeare de “Como gustéis”. También a Calderón. El personaje maquiavélico de Addison DeWitt, y también el de Eva, nos recuerda a esos impecables villanos como Lady Macbeth o el Yago de Othello. El gusto por los epigramas de Mankiewicz y su maestría para crearlos ha sido comparado con George Bernard Shaw y Oscar Wilde.

Un colapso de referencias y riqueza cultural que hará las delicias de los más curiosos y cultivados.




The devil discipline” junto a “Aged in Wood”, la obra que representa Margo. Nuestra estrella se entera por Addison que Eva la ha sustituido y que ha sido “una representación compuesta de música y fuego”. Una revelación, como lo fue la propia Margo entre otros pocos.

Si Margo ya se sentía amenazada por la joven aspirante a actriz, ahora las chispas que desprende se ven en Hollywood, una amenaza en todos los sentidos. Mientras tanto la aspirante a estrella apoyada por DeWitt, miss Caswell, sale conmocionada de su fracasada prueba. Sus pasos irán hacia la televisión.


Miss Caswell: “¿Piden también pruebas en la televisión?”

Addison DeWitt: “Eso es la televisión, amiguita, solamente pruebas”.

Llegamos a una de mis escenas favoritas, los diálogos aquí están en el Olimpo de las líneas maestras que se han escrito para el cine.

La fusión entre vida y arte, el aniquilamiento de ese concepto llamado realidad, todas las inquietudes mencionadas al respecto que se han ido mencionando hasta ahora, alcanzan en esta escena un clímax excelso. Los conflictos, peleas, discusiones y desafectos de la vida, expuestos sin actuaciones en lo alto de un escenario, el escenario de la obra de Margo, Lloyd y Bill. Margo se subirá al escenario fingiendo/interpretando su papel de ignorante estrella que llega a realizar su trabajo sin saber que Eva ha sido su sustituta, una actuación que se tornará en exposición de un conflicto real sin fingimientos donde tratará su relación con Bill.







Resolviendo y exponiendo la propia vida donde se resuelve y expone la ficción.

Eva por su parte seguirá interpretando, su trabajo es de 24 horas al día, sublimando la falsa modestia. Con Margo veremos el contraste, es pura autenticidad, es incapaz de mantener la farsa, de correr un tupido velo, si algo la afecta no tardará ni 2 minutos en sacarlo a la luz, aunque empiece fingiendo, de hecho usa el fingimiento para revelar la verdad siempre, al contrario que Eva, que lo usa para ocultarla.










Los diálogos tocan lo divino, la conversación entre Margo y Lloyd es simplemente memorable. Una muestra.

Margo: “Todos los autores deberían haber muerto hace 300 años”.

Lloyd: “Eso no resolvería ningún problema porque las actrices no mueren. Las estrellas no mueren ni cambian nunca”.

Margo: “Tú puedes cambiar esta estrella en cuanto quieras por otra nueva, joven e interesante, llena de fuego y de música. En cuanto tú quieras. Incluso desde esta misma noche".


Lloyd: “Nunca podré entender el mágico proceso por el que un cuerpo que tiene voz llega a creer que tiene también cerebro. El momento exacto en que una actriz decide que son suyas las palabras que dice y los pensamientos que expresa".

Margo: “Ocurre cuando debe modificar esas palabras y pensamientos para que el público no se vaya del teatro”.

Lloyd: “Ya es hora de que el piano se dé cuenta de que no ha escrito él el concierto”.

Memorable, ¿o no?

Dos momentos de actriz descomunales: Cuando Davis menciona los nombres de Beaumont y Fletcher, impagable; y cuando apaga el cigarrillo retando a la amenaza de Fabian, el empresario. Para deleitarse en ellos un millón de veces. En los dos momentos el juego de Davis con su cigarrillo es magistral. Momentos que justifican Oscars, Sarah Siddons o cualquier premio que se piense. De esos momentos de cine eternos.








Pero aquí no acaba la cosa, tenemos una segunda parte para el placer, ahora con el diálogo entre Margo y Bill, donde hablan de su relación, los complejos de Margo y su obsesión ilógica, en teoría. La conversación tiene lugar en la cama del escenario, una cama que no es un lugar de reconciliación, curiosamente, sino de todo lo contrario, ya que la pareja se separará.

Gary Merrill también está magnífico. La dirección de actores en Mankiewicz es uno de sus puntos fuertes, están todos asombrosos.

Uno de los grandes momentos de la película es descubrir que “la vociferante arpía” con sus arrebatos descontrolados de inseguridad, tenía razón en muchas de sus sospechas.

Es un sentimiento, no lo sé”.

Margo es un personaje eterno. En los diálogos seguirán usando las referencias al teatro. Mankiewicz acaba la escena con un picado oblicuo general sobre una solitaria Margo en el escenario. Una forma de abandonarla y no acompañarla por su comportamiento con Bill. Un travelling, por ejemplo, de retroceso hubiera supuesto comprensión y discreción hacia sus sentimientos e intimidad. Mankiewicz, en cambio, se muestra rotundo y severo con ella.





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