sábado, 3 de marzo de 2018

Crítica COCO (2017) -Última Parte-

LEE UNKRICH, ADRIÁN MOLINA












Familia opresora.

El retrato que se hace de la familia, de “Los Rivera”, es espléndido y se aleja del tópico sin resultar radical, asumiendo los clásicos postulados, pero tras enfatizar los defectos y malos vicios en los que se puede caer.

La familia de Miguel, nuestro encantador protagonista al que se le forma un hoyuelo sólo en el lado izquierdo de la cara, es opresiva. Viene de su propia historia como familia, pero nadie rompe el círculo vicioso porque ese proceder les trajo prosperidad. Desde la tatarabuela Imelda, que tras su decepción amorosa crea una floreciente zapatería, todos seguirán sus pasos y sus normas. La bisabuela Coco y la abuelita, actual jefa de la familia, definiendo un claro matriarcado mexicano en el que lo que dice la abuela va a misa.




Los zapatos se vinculan a la idea de unidad, de lazos familiares. La música se vincula a los sueños. El tema es que en esa familia en concreto una cosa está reñida con la otra. Lo comunitario reñido con lo individual. Los zapatos son la cabeza, lo práctico; la música el corazón, lo sentimental.





Cuando Miguel se descubre como un verso libre, una oveja negra, que sigue su propio impulso, su gusto por la música, pero fiel a los genes, en este caso del tatarabuelo que se fue a tocar abandonando a la familia, el choque no se hará esperar.

La familia adquiere el rol opresor y posesivo colectivista contra la libertad individual que representa Miguel. La amorosa castración. La abuela y su sandalia marcan el símbolo de esto. La sandalia de la abuela… Sí, el zapato es el símbolo del orden y la prosperidad, lo cerebral, como dije, por eso todos harán zapatos, hermanos, madres, padres…






La música en Miguel es la manifestación del propio yo, del sentimiento más personal, pero también se demuestra como un acto de rebeldía y un acto de voluntad individual. En cambio, para la familia se relaciona con la desunión familiar, un arma que torpedea el vínculo sagrado de la familia, su ruptura. Su símbolo es la guitarra. Es por eso magnífico el momento en el que Miguel suelta el cepillo con el que limpia zapatos para coger la guitarra que le presta el mariachi, un acto simbólico interrumpido, como no, por la abuela y su sandalia.




Un conflicto que confluye en una figura: Ernesto de la Cruz, “el mejor músico de todos los tiempos”, fallecido en 1942. Y el gesto definitivo de ese conflicto es la imposición, la portadora de la sandalia destrozando la guitarra de Miguel.



Sin observan, la familia siempre va en grupo y en actitud de búsqueda, son como una amenaza, lo que hay que evitar y de lo que hay que ocultarse, como en la escena con el mariachi que le presta su guitarra a Miguel (divertida la reacción familiar al decir “enseñar mi guitarra” como si fuera una perversión), o en el mundo de los muertos, en contraste con el tatarabuelo idealizado, que es el escape.




Este conflicto, el colectivo opresor contra la libertad individual, es también un tema muy presente en Pixar, que alcanza momentos sublimes en “Toy Story 3”. Eso sí, aquí es muy atrevida la metáfora, ya que el colectivo opresor aquí es la familia. No se preocupen, luego se redimirá.

Sin música”. “Quiero ser igualito a él”.

A la vez esa familia será el impulso, la inspiración, con ese tatarabuelo músico que siguió su sueño. Su mensaje es positivo, incluso muy reivindicado culturalmente: “Aprovechar el momento”, “Sigue tu sueño”… Es absolutamente maravilloso, mágico, ese momento con Miguel tocando la guitarra en su intimidad, sintiéndola, mientras ve un video de su ídolo.




Pero todo se irá matizando, con un punto de inflexión claro: la conversación entre Miguel y la tía Imelda sobre la familia, sobre el amor que Imelda sentía por la música y el apoyo que toda familia debería dar… A partir de aquí observamos que la familia y sus miembros más negativos no tienen maldad, como mucho pueden estar equivocados, pero quieren a los suyos sin matices; mientras que el afamado músico se irá descubriendo como un egoísta. Es decir, el maniqueísmo inicial de blancos y negros se va tiñendo de grises. Elegir se transforma en reconciliar y compaginar. Y la tolerancia.

Eso es lo que hacen las familias. Apoyarse”. “El mundo es nuestra familia”.




Tras una fugaz ilusión, en la que el supuesto tatarabuelo presumirá de tataranieto, la fuerza de las burbujas, como en el champagne y el éxito, se desvanecerá. Miguel tendrá su revelación y comprenderá lo verdaderamente importante: los sentimientos, tanto en la familia como en la música.

El éxito vacuo como un pacto con el diablo en el personaje de Ernesto de la Cruz.





Muerte.

Es sensacional que Pixar hable de la muerte con esta soltura y naturalidad a los más pequeños, así como con esa luminosidad y positividad. Por eso es perfecta la elección de México y el “Día de Muertos”, con un film respetuoso, fiel y realmente emotivo que ha obtenido el beneplácito de todo el mundo, incluido de los mexicanos. Se ha captado con acierto la esencia mexicana, el México acogedor, familiar, entrañable y apegado a las tradiciones, de abuelas que nunca tienen bastante para dar de comer a sus nietos… aunque, esperen, esto creo que es universal…





Frida Kahlo, con un protagonismo especial, Jorge Negrete y Pedro Infante, como alter egos de Ernesto de la Cruz, los alebrijes (artesanía típica mexicana que representan animales imaginarios, que vemos aquí como guías espirituales en el mundo de los muertos)...

Cuando Miguel se introduzca en el mundo de los muertos, todo resultará fascinante, y se abre un universo de reglas propias que ya se avanzaban en el mundo de los vivos, además de estar repleto de detalles y matices geniales e ingeniosos, y de un humor negro y macabro francamente sano.





Ese vasto funcionariado del mundo de los muertos con sus quejas, sus errores, sus problemas, sus gestiones… es hilarante. Las reglas dentro de ese mundo, con la bendición de la familia muerta para regresar al mundo de los vivos, la muerte final...






Que el perro se llame Dante (como Alighieri, autor de “La Divina Comedia”) es otro detalle genial. Él será el guía de Miguel. Observen el detalle magistral, una planificación que demuestra que no hay nada al azar, en el que Miguel juega con unos alebrijes y del cubo de la basura, justo al lado, sale Dante, alebrije oculto. Creeremos coincidencias forzadas o absurdas sus encuentros con Héctor, arbitrarias las idas y venidas de ese perro, pero finalmente adquieren plena coherencia en un juego de guión espléndido (de hecho esperaba algo especial por el nombre del perro, precisamente, desde el inicio). Él llevará a Miguel hasta Héctor, cuando lo creemos un mindundi; intentará que no se separe de él tras cumplir su sueño de tocar en público junto a ese nuevo amigo, cuando el chico muestra egoísmo; luego lo encontrará en el agujero al que lo lanzan los esbirros de Ernesto




No será lo único que guíe, nuestro amigo Dante... Los pétalos que dejan los vivos para marcar el camino a los muertos a cada casa aparecen siempre en ocasiones precisas. Observen bien el suelo. Miguel escapando de su familia, en la tumba de Ernesto








La mirada hacia la muerte es luminosa, profunda, consoladora, y nada mejor que México para ello, como digo. El colorido de ese mundo de los muertos, alejado de lo tétrico (salvo licencias burtonianas), de llamativa luminosidad, la pura alegría, nos hace entender ese día tan especial, “El Día de Muertos”, como también nos hace entender lo importante de forjar recuerdos positivos, alegres, amorosos, entre los que nos rodean. Porque en los muertos, los que nos hicieron llegar a la vida, también podemos formarnos. Debemos formarnos.




Es justo reivindicar cierta influencia burtoniana, el primero que se atrevió a hacer entrañable lo truculento, a hablar de la muerte, apostar por su particular estética en cintas infantiles o de animación. Aquí lo macabro entrañable está también presente.



Técnicamente la película es una virguería, si bien esto ya se le presupone a Pixar. De nuevo consiguen crear un fascinante universo en ese mundo de los muertos con maravillosas imágenes y en planos generales. Pero no se limitan a eso, ya que el pueblecito de Miguel está retratado con la misma brillantez, hasta el punto que casi conocemos a la perfección los lugares que frecuentan y el camino que los une… O ese otro entorno, la torre de Ernesto de la Cruz, ampulosa, lujosa y espectacular.





En definitiva, “Coco” es otro triunfo de Pixar, uno de los más logrados, que aunque coge elementos de otras películas de la productora, los utiliza de forma ejemplar para realizar una reflexión de calado. Sobre el recuerdo y la vida, el olvido y la muerte, el perdón y la rectificación, sobre el sentido de las tradiciones, la familia, el legado y la herencia… Porque se desprende mucho amor en esta película.





2 comentarios:

  1. Cuando piensas que lo has visto ya todo de esta gente, y que poco más pueden hacer ya para sorprenderte, lo vuelven a hacer de nuevo. Tienes que ser un verdadero tempano de hielo como para no emocionarte en lo más hondo con la escena final de Miguel con su bisabuela. Una maravilla más de Pixar y, por lo que he podido sondear, ha entusiasmado al público mexicano, lo que habla muy a las claras del mimo y el cuidado que han puesto en la pelicula.

    A mi me atrapó de tal manera que solo ahora, cuando has puesto sobre la mesa las referencias a peliculas anteriores de la compañía, he caido en la cuenta de que, en efecto, hay diversos elementos y temas que conectan con ellas. Precisamente por eso, creo que tiene enorme mérito que nos terminen sorprendiendo y maravillando una y otra vez. Esta gente, de verdad, es una de mis debilidades, tienen joyas que pueden mirar perfectamente a las candidatas a mejor pelicula de cualquier edición de los Oscar.

    Gran crítica y análisis como siempre, MrSambo.

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    1. ¡Qué alegría verte por aquí, Nottias! Completamente de acuerdo. Mi visión, que he dicho mucho, es que Pixar es lo mejor que le ha pasado al cine en las últimas décadas.

      Como bien explicas, es enorme su mérito, cómo a pesar de ciertas circunstancias, o por ellas, logran conmover de mil y una maneras distintas. Sus imperfecciones se perdonan porque te rindes al puro sentimiento. Imposible, imposible no emocionarse, te lo digo yo jaja.

      Lamentablemente la animación juega en inferioridad al carecer de muchas categorías, tanto técnicas como artísticas (trabajo de actores, vestuario, maquillaje etc), pero si se valora una película en su conjunto, en su resultado, esta tenía que estar en la terna de este año, como lo estuvo Toy Story 3.

      Un abrazo fuerte.

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