martes, 14 de mayo de 2013

Crítica: LARGA ES LA NOCHE (1947)

CAROL REED










Siempre pensé que en la realización de "El tercer hombre" (1949), la mano de Orson Welles había sido muy alargada, que su director, Carol Reed, en realidad ponía poco más que el nombre en el mencionado título. Después de ver films como "El ídolo caído" (1948) o, sobre todo, este "Larga es la noche", cambió mi opinión. Dos años antes de su película más afamada, "El tercer hombre", Carol Reed nos dejó esta obra maestra donde no deja lugar a la duda sobre su talento. 






James Mason es el líder de un comando del Sinn Fein, una organización que lucha para lograr la independencia de su país, en una ciudad en el norte de Irlanda. Para lograr fondos de financiación para sus actividades planea un atraco que no sale del todo bien y en el que resulta herido.


Tras este suceso, Reed nos llevará por Belfast en la huida de este hombre, que irá encontrando sucesivos personajes que se encontrarán en la encrucijada de involucrarse o mantenerse al margen. El personaje de Mason se encuentra solo, herido y atrapado en esa ciudad donde cada persona puede ser un delator y donde su grupo intenta encontrarle.





Reed hace un retrato perfecto de toda esa sociedad, sus miedos e incertidumbres, donde el mundo femenino tiene mucha presencia.
Reed no entra a valorar moralmente a ese grupo independentista, ni sus métodos, ni siquiera si su fin es justo o no, lo que le interesa es mostrar cómo responde la sociedad, las personas, ante esas situaciones.


Mason, Johnny McQueen, que así es como se llama su personaje, representa la rebeldía, la lucha, y por ello es admirado incluso por los niños, pero a la vez temido por la mayoría de ciudadanos, que si bien respetan sus actos, en muchos casos el miedo les impide ayudarle o apoyarle. De ese miedo no se libran ni sus propios compañeros, que basándose en excusas y en echarse la culpa los unos a los otros, provocaron que Johnny quedara abandonado tras el atraco. Una vez organizada la búsqueda por parte de sus compañeros, vamos observando cómo responden diversos personajes ante la situación de tener que proteger u ocultar a Johnny. Se suceden las traiciones, aparece el egoísmo, el aprovechamiento de la situación para beneficio propio, pero también la amistad, el sacrificio, el amor o la humanidad. Ejemplo de todo esto es la escena de las mujeres que ayudan a Johnny cuando creen que ha sido atropellado. 




Tengo que ir mencionando la enorme labor, el talento excepcional que demuestra Reed a lo largo que todo el film, en todas y cada una de las escenas, como por ejemplo en la persecución de la policía al compañero de McQueen que le cubre la escapada. Su dirección, cómo muestra la ciudad, su arquitectura, sus ambientes, sus callejones oscuros, la lluvia, la nieve, que está rodada como pocas veces se han visto en cine, sus encuadres oblicuos que acentúan la tensión, que también usará para enfatizar estados anímicos o perturbaciones mentales, todo ello está a la altura de la persecución final de la que ya rodó, de forma también magistral, en "El tercer hombre".




Rasgos estilísticos como el uso de las sombras con contenido, para mostrar las dudas de esa sociedad, los claroscuros de los personajes, para insinuar la muerte; los encuadres oblicuos mencionados, tan del gusto del Welles y por los que se desprestigió la labor de Reed en “El tercer hombre” al considerar muchos que su estilo era parecido, cuando en realidad se fue gestando en paralelo al maestro; el uso de los decorados, como los derruidos ambientes que simbolizan la desoladora moral de algunos personajes, la nieve omnipresente, purificadora o esas rejas donde muere el protagonista, atrapado y encarcelado por sus ideas... inundan el film y demuestran el talento extraordinario de un director tremendamente infravalorado. Todos detalles que redondean una obra maestra.











La belleza de los encuadres, la sensación de frio que logra transmitir, esa lluvia que se va convirtiendo en nieve de una plasticidad y un realismo extraordinario, recrean con precisión el entorno de los personajes. Con todo ello Reed demuestra ser uno de los mejores directores retratando ciudades y sus ambientes, como ya hizo con la Viena de postguerra en "El tercer hombre", aquí lo hace con Belfast. La belleza de las imágenes y el caer de la nieve, que es de antología, el uso de las sombras, hacen de la ciudad, como ocurrirá también en "El tercer hombre", un personaje más. La profundidad en el retrato de la ciudad no se queda tan solo a nivel estético, espectacular en este sentido, sino a todos los niveles. El comportamiento de cada persona en cada episodio en el que se ve involucrado el protagonista y sus formas de actuar con respecto a él, sirven para mostrar un fresco de esa sociedad, para entenderla, desde ese compañerismo reinante, en muchos casos, a su profundo sentido católico y su religiosidad o el miedo generalizado al que se sobreponen en unos casos o se someten en otros. Todo está integrado a la perfección, la profundidad de sus contenidos con la bellísima estética del film. 





La lluvia, que se va convirtiendo en nieve conforme avanza la película, acaba simbolizando la purificación paulatina del protagonista, hasta llegar a un final absolutamente magistral donde "ética" y "estética" se unen de forma perfecta en la redención de McQueen. En esa redención la única persona que le ayuda de forma incondicional es Kathleen (Kathleen Ryan), su enamorada.




Entre las pocas pegas que pueden ponerse al film cabe mencionar el episodio del pintor, que no aporta gran cosa y parece algo gratuito en líneas generales, pero lo que es evidente es que estamos ante una obra maestra de un director bastante ninguneado e infravalorado.



2 comentarios:

  1. No la conocía. Me ha parecido interesantísima!
    Tus análisis dan ganas d quedarse a vivir en una filmoteca!!!
    Esta va a mi lista laaaarga de pendientes!!!

    Gracias Sambo!!

    Besos!!

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    Respuestas
    1. Es una joyita, creo que te gustará.

      Gracias a ti Reina.

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