lunes, 24 de junio de 2013

Crítica: HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (1968) -Parte 1/4-

SERGIO LEONE











La progresión de la calidad de las películas de Sergio Leone no tiene parangón en la historia del cine, es algo fascinante y sorprendente como cada película va siendo mejor que la anterior, como se va depurando el estilo, en concreto en lo que concierne a los cuatro westerns que realizó el director italiano. 

Obviando los péplums de sus inicios, Leone fue definiendo un estilo único que alcanzó su depuración última en la cinta que nos ocupa.

Tras el calco, cuando no directamente plagio, que fue  Por un puñado de dólares” de ”Yojimbo” (Akira Kurosawa, 1961), la intención era hacer un remake pero se encubrió por distintos problemas, Leone definió su estilo y grandes constantes con la extraordinaria “La muerte tenía un precio” (1965). En “La muerte tenía un precio” aparecen ya los tres personajes que vertebran la narración, el tempo cada vez más pausado, se desarrollan las ideas conceptuales y estilísticas que harían inconfundible a Leone, así como se van desarrollando los roles que convertirían a Clint Eastwood, por ejemplo, en mito. Estamos ante la primera de las obras maestras de Sergio Leone, pero ni de lejos la mejor.


Llegados a este punto Leone nos regalará las que son las dos cimas de su obra. La primera, “El bueno, el feo y el malo” (1966), cierra la eterna trilogía del dólar, de la que forma parte junto a las dos anteriores, y la segunda, “Hasta que llegó su hora” (1968), inicia una especie de nueva trilogía, la trilogía americana, en la que cada título estaría bautizado con el “Érase una vez…”. Así, “Érase una vez en el oeste”, que aquí se convirtió en “Hasta que llegó su hora”, “Érase una vez la revolución” que aquí acabaría siendo “¡Agáchate, maldito! (1971), película tremendamente fallida, y “Érase una vez en América” (1984).


Particularmente mi cinta favorita de Leone es “El bueno, el feo y el malo”, por encima de ésta que nos ocupa, pero son las dos cimas de su talento. “El bueno, el feo y el malo” acaba depurando, definiendo y desarrollando con absoluta perfección las claves del estilo de Leone como ninguna otra cinta. El tempo, el trío protagonista, el guión imprevisible y sorprendente, el mimo y gusto por el detalle, la fascinación por sus héroes… todo lo que ha entusiasmado de Sergio Leone y lo que lo ha hecho reconocible está sublimado en esta película. Si bien “El bueno, el feo y el malo” es más visceral, divertida, entretenida, vehemente, gamberra, imprevisible, arriesgada, atrevida… “Hasta que llegó su hora” es la más honda, reflexiva, madura, sofisticada, depurada…


Planteado esto, para gustos…

El hecho es que la progresión es excelsa y culmina de forma deslumbrante con sus dos últimos western.

Curiosamente “Hasta que llegó su hora” era un encargo, el gran proyecto ansiado por Leone era “Érase una vez en América”, que estuvo creando durante 10 años… y como ocurre en tantas ocasiones salió más redondo el encargo que el sueño.


La primera secuencia de la película es mítica por derecho propio. Tan alabada como criticada en su momento (ahora en realidad los admiradores son totalmente predominantes), ejemplifica el estilo de Leone a la perfección. Una escena aparentemente gratuita y sin sentido narrativo que te deja pasmado en la silla, completamente hipnotizado, en lo que acaba suponiendo un homenaje a los clásicos secundarios del western y una exhibición de cómo se generan personajes míticos, cuidados y tratados con mimo, venerados sin caer nunca en el exceso o el ridículo.




Una puerta que se abre, un plano sobre una pizarra que también se abre, un personaje desconocido, un pistolero, que entra, una cámara que se desliza por su cuerpo desde los pies a la cabeza concluyendo con el famoso “plano Leone”. El “plano Leone” es el que encuadra el rostro desde la mitad de la barbilla hasta la mitad de la frente, un personal primerísimo plano.



Silencio, miradas, profundidad de campo en la puesta en escena, perfecta división escénica y manejo del decorado, abrigos largos mecidos por el viento, hipnótico, lentas y tensas panorámicas… Un perfecto juego con el decorado, los encuadres y con el campo y su división.



Leone es un maestro manejando el tiempo, tema además fundamental en su filmografía, capaz de estirar hasta el infinito sin resultar pesado lo más intrascendente y, paradójicamente, hacer elipsis radicales en temas fundamentales, manteniendo hipnotizado al espectador y logrando la fascinación por el detalle. Así veremos billetes de tren volando, pausas, gestos solemnes y una tensión constante y creciente.




Tres pistoleros duros y chulos, ellos son Jack Elam, un clásico del western como secundario (“Río Lobo”, “El último atardecer”, “Duelo de titanes”, “El hombre de Laramie”, “Veracruz", “Encubridora”…), Woody Strode, el mítico protagonista de “El sargento negro” (John Ford, 1960), y Al Mulock, que se suicidó durante el rodaje, como comentaré posteriormente. El contraste es radical al enfrentarlo con el inocente y vulnerable taquillero, la amenaza latente generando la inquietud, advirtiendo y creando la tensión debida. Algo va a ocurrir.


Los títulos y presentaciones de Leone son míticos también, aquí veremos salir su nombre como director al cerrarse una puerta, impactante, tremendamente actual y moderno. No es de extrañar que tantos directores hayan seguido su senda.




Una de las grandes cualidades de Leone, imitada hasta la saciedad, pueden preguntar a Tarantino, es su infinito talento para crear personajes míticos, mitológicos, eternos, fascinantes, hacerlos trascender. Un buen ejemplo lo tenemos en este inicio. Las presentaciones que el director hace de sus protagonistas o personajes son una auténtica maravilla. “Lo guay”, su capacidad para visualizarlo y transmitirlo, es inagotable, de ahí que Tarantino y otros tantos hayan tomado buena nota de cómo se hace. Es un mimo absoluto por todo, el ritmo, la pausa, los movimientos de cámara, la parsimonia calculadísima, los silencios, las miradas, su juego… Ver cómo se colocan los personajes un sombrero, como se ponen un cigarro en la boca… te deja con la boca abierta, ensimismado. Es capaz de estirar el tiempo, dilatarlo, hipnotizándonos, pero no sólo como recurso estético, sino con sentido narrativo, ya que esa parsimonia y lentitud era real en el oeste, en aquella época, y las largas esperas sin hacer nada lo cotidiano. Transmitirlo resulta algo casi documental, lo mágico es hacerlo fascinante.





 



Actitudes intrascendentes, tiempo dilatado, tensión creciente… y violencia brusca y repentina. Una primera escena que juega con todos los elementos, puramente sensitiva, los sonidos, los “planos Leone”, la mosca, las gotas de agua en la cabeza de Woody Strode y luego en su sombrero, el sudor, el calor, el polvo, la suciedad…


Leone entiende que el placer en el cine, y en la vida, lo interesante, está en el deseo, en la expectativa, mucho más que en el hecho mismo y su cumplimiento. Por ello estira hasta el límite los previos, lo aparentemente intrascendente, lo que genera la tensión, y reduce los actos. Pausa, tensión y suspense como filosofía. La primera escena es ejemplar en este sentido.



Sergio Leone, Bernardo Bertolucci y Dario Argento dieron forma a la historia que plasmaron en el guión Sergio Donati y el propio Leone. El director manifestó que la colaboración con Bertolucci fue tremendamente productiva, un partido de tenis de referencias a las películas favoritas de ambos y escenas interesantes que servirían de guía. En cambio Argento se limitaba a mirar, tomar notas y dar alguna opinión. Leone dijo textualmente de la colaboración de Argento: “Argento no escribió nada, pero tomaba notas de todas nuestras ideas, daba buenos consejos y era una compañía agradable”.






Bertolucci se encargó de dar forma al personaje femenino.

La masculinidad en el oeste no está completa sin las fanfarronadas y chulerías de los pistoleros. Esto, además de en sus poses y detalle con que Leone lo trata, lo veremos en los diálogos, algunos muy divertidos.

-Snaky: Parece ser que hay un caballo de menos.

-Armónica: Yo diría que sobran dos.

Diálogos categóricos imitados y parodiados hasta la extenuación. 

Tres matones, sus largos abrigos, su seguridad, contra dos, nuestro protagonista y su armónica. Charles Bronson compone maravillosamente su personaje, que le encaja como un guante en su limitada gama de registros. Un duelo rápido. Tras cerca de 15 minutos de espera, el duelo se resuelve en un santiamén, como comenté con anterioridad. Lo importante estaba en la espera y la tensión creada. Armónica es rapidísimo, terminará con los tres sin problemas, sólo la resistencia de Stony (Woody Strode), posibilitará que éste logre herir en un brazo a nuestro héroe.



Si Leone dio una lección de cómo crear personajes fascinantes, especiales, míticos, desde lo visual y con tres secundarios, no iba a ser menos con el protagonista. Lo increíble es que en esta ocasión lo hace desde lo auditivo, con el sonido de su armónica, un hallazgo absolutamente deslumbrante. Él llegará en el tren, no lo veremos bajar, pero cuando los matones se dispongan a marchar oiremos el sonido de la armónica, en off, un sonido casi de ultramundo, amenazante, como un mensaje de muerte. En ese momento los matones se volverán y Leone nos mostrará primero un plano general donde lo veremos lejos y luego otro del rostro pétreo de Charles Bronson, una roca esculpida en piel. Podría haberse escondido, pero su seguridad abruma. Es un héroe mítico, no va a pestañear por enfrentarse a tres matones, aunque algunos sean míticos secundarios del western clásico.




La espera y la llegada del tren acaba resultando simbólica, de hecho el tren es la columna vertebral de toda la cinta. El ferrocarril es uno de los grandes elementos diferenciales del western y de América. Representa la transformación y el nacimiento de una nueva nación, marca el cambio y define los westerns crepusculares, como lo es éste.



El simbolismo estriba en que se define una radical diferencia entre el protagonista y los anteriores personajes vistos, es distinto. Armónica se bajará del tren, que representa el progreso, no pertenece al mismo, de hecho sólo lo veremos en su interior en una ocasión y será como preso, él responde a todo lo contrario, la libertad absoluta. Una vez deje marchar el tren marcará con su armónica el destino de los tres matones. Armónica es un personaje anclado en el tiempo, que renuncia y es ajeno a la transformación y evolución que se está gestando, sólo tiene un objetivo, fiel a un modo de vida. Su motivación es la venganza y el pasado, un etéreo presente, no le interesa lo más mínimo el futuro que representan otros personajes.



Fonda es como Bronson, un personaje que está quedando fuera de lugar, es su esencia, pero éste se resistirá a ello, intentando amoldarse e integrase en el nuevo orden. Abandona su pasado de pistolero, perfecta representación de una época anterior al ferrocarril, para convertirse en hombre de negocios. En la conclusión, en el maravilloso duelo final, verá que no puede renunciar a su esencia. Él y Bronson se enfrentarán a muerte rodeados de las obras del ferrocarril en el duelo más simbólico del western de Leone, con un evidente componente social. En ese duelo Fonda parece pagar más su traición a una forma de vida que sus maldades. 

Esta primera secuencia fue criticada por gratuita, centrándose en personajes intranscendentes que no tienen peso narrativo, pero quizá se entendió mal o no comprendieron a Leone, que pretende precisamente eso, darle un giro al tópico, ya que esta escena sirve de deslumbrante, y todo lo gratuita que queráis, presentación para el protagonista, además de un homenaje a los grandes secundarios, sin dejar de exponer las primeras claves de la cinta. Sorprende y fascina. A día de hoy es raro quién no valore como merece esta obra de arte, una secuencia antológica que está entre lo más recordado de toda la filmografía del director italiano, con lo que ello supone.



Tras catorce minutos pasamos a la siguiente escena.

La familia, un padre y su hijo de cacería. Aquí Leone vuelve a exhibir un manejo de los efectos sonoros maravilloso, con el silencio premonitorio y repentino de las cigarras. Brett McBain (Frank Wolff), tiene sueños de riqueza, es un visionario. Enseñará a sus hijos, a los que dirá que no recojan más caza que la suficiente, a administrarse para un futuro lleno de abundancia. Espera a su nueva mujer, que viene del sur, una nueva madre para sus hijos. Una desconocida, joven y guapa madre que McBain conoció en un viaje a Nueva Orleans. Un padre autoritario. Reflexionaremos sobre la familia en Leone más adelante.




La riqueza de recursos de Leone parece no tener fin, su forma para gestionar y crear tensión, el manejo del sonido, los movimientos de cámara, con panorámicas, travellings, travellings circulares, planos generales espectaculares, primeros planos deslumbrantes, la música… En este ambiente tendremos la presentación de otro de los protagonistas indispensables del film, Frank (Henry Fonda), al que Leone también dota de aura mítica. Su misteriosa presencia, junto a sus esbirros, se asemeja a la de una deidad que logra silenciar a las cigarras, levantar el viento, manejar el tiempo… antes de su aparición. La entrada de la música, con armónica incluida, para mostrarnos al pequeño superviviente con un “plano Leone” y la aparición de Fonda, es escalofriante. La música es una auténtica maravilla en su sinfonismo.


Ya que has pronunciado mi nombre…”

La presentación del gran Henry Fonda culmina con un travelling circular y un “plano Leone” sobre su rostro. Despiadado y sin compasión. Una presentación contundente y dura donde ni los niños se salvarán.

Dos escenas independientes y sin aparente relación pero con el mismo planteamiento, presentación de personajes que morirán a continuación a manos de los que serán protagonistas de la historia, estirando los tiempos hasta la irrupción repentina de la violencia, seca y rápida. Dos escenas de muerte. Ésta, en cambio, no fue tan criticada, no verían el paralelismo.

La forma de ejecutar de los pistoleros de Fonda es fría y demoledora, no les vemos, lo hacen en off, sólo vemos las consecuencias, sus víctimas, con la salvedad de la última.

12 comentarios:

  1. Pelis míticas. Buenos ratos con las de vaqueros, westerns de calidad q sitúan al género en una posición d élite.
    Me gustan estas pelis. Y gracias a tu detallado análisis, das las claves d porqué es así.
    Esperando el resto d entradas.

    Gracias x tu trabajo, y besos!!!

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    1. Creo que es el género más completo de la historia, junto al cine negro. Nuestro mayores gustaban mucho de él, ahora supongo que por lo arraigado y su estética tan americana a mucha gente le quede un poco lejos, pero como género es indiscutible.

      Muchas gracias a ti, besos.

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  2. De acuerdo en todo.
    Yo también tengo debilidad por "El bueno, el feo y el malo", pero esta está muy cerquita, va por gustos, como dices.
    Si tengo que destacar algo de esta peli por encima de todo, siendo todo increible, ese algo se llama FONDA.
    Cuando leo tus críticas, casi siempre me entran ganas de ver la peli otra vez inmediatamente, y esta vez también, aunque la tengo muy reciente.
    Enhorabuena.

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    1. Muchísimas gracias Raúl, es un honor que así sea. Muy honrado. Me alegra especialmente viniendo de alguien a quien le gusta tanto la película y encima la tiene reciente. Fonda está asombroso, impresionante.

      Un abrazo fuerte.

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  3. Me encanta "el bueno, el feo y el malo" pero prefiero "hasta que llego su hora" e incluso "la muerte tenía un precio". El principio de "hasta..." y el duelo final del coronel en "la muerte..." son increibles, en "el bueno..." teniendo escenas buenisimas, no hay una escena que se acerque a estas....en mi modesta opinion.

    Espero para leer las otras 4 partes. Un saludo.





    ...voy lo mato y vuelvo.

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    1. Bueno Daniel, son auténticas joyas, así que bien está!! Yo el duelo de tres minutos en EL BUENO, EL FEO Y EL MALO sin palabras, no lo cambio por ninguno. Y el juego de ratón y gato ente el Rubio y Tuco tampoco!!!

      Las puedes leer ya si gustas, porque están publicadas, aunque las iré poniendo en el blog de Juanma.

      Un saludo.

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  4. Woody Strode, el mítico protagonista de “El soldado negro”...

    ¿soldado?¿le degradaron y yo sin entrarme? :)

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    1. Jajajaja muchas gracias por la corrección Anónimo, cómo tengo la cabeza!!! Un saludo

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  5. Que gozada de análisis.Lo he disfrutado como un enano.Una de mis películas favoritas y que me marcaron de pequeño.La 1º escena es un placer.Sólo con ver el comienzo merece la pena verla.Y qué decir de la banda sonora de Ennio Morricone.Hasta 1 de las mejores bandas del momento,MUSE,ha incorporado la famosa armónica en uno de sus temas,más concretamente "Knights Of Cydonia".Mítica,como la película en si misma.

    Enhorabuena por el trabajo.

    Salu2 desde Bilbao.

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    1. Muchas gracias Estanis, son cuatro partes, no sé si leiste todas. Como bien dices se siente auténtico placer con algunas de las secuencias y lo de Morricone es de otro mundo. No sabía lo de MUSE, un buen dato curioso.

      Un saludo.

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  6. Me pilló un poco tarde,ya que di con la web gracias a un comentario supongo que tuyo,acerca de "Django desencadenado" en twitter.Ahora mismo las voy a leer.Muy sorprendido con el "suicidio" de Al Mulock,ya que al parecer murió de camino a consecuencia del mal trabajo de las asistencias sanitarias al rodaje.Y mientras Leone preocupado por el traje del mismo..........en fin.

    Saludos.

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    1. Me alegra que la encontraras, la página, de la forma que fuera, un placer Estanis.

      Lo del suicidio lo comento en la última parte, en las curiosidades. Sorprendente, en especial la reacción de Leone. La mítica de una película inolvidable ;))

      Un saludo.

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