miércoles, 3 de octubre de 2012

Crítica: CAPITANES INTRÉPIDOS (1937) -Última Parte-

VICTOR FLEMING










La épica vuelve. La puesta en escena es extraordinaria, y de ello tendremos un gran ejemplo en las secuencias en el gran banco de peces, un espectáculo pesquero de primer nivel donde Fleming no abandonará el desarrollo de la relación entre Manuel y Harvey en su montaje encadenado, así veremos como el veterano pescador ayuda a subir un pez al crío y todos los tripulantes se afanan durante 62 horas para acumular todo el pescado posible. Una gozada.


Harvey recibe un aprendizaje vital a la vez que “profesional”.

La competencia entre los pescadores no evita su camaradería, lo vemos en el gesto de Disko que recopila el correo de otras embarcaciones, esa competencia y eterno vacile entre ellos es un incentivo para hacer mejor su trabajo y además sobrellevarlo con más alegría, un aliciente.

Harvey casi es un marinero más, su reválida la tendrá con su primer anzuelo hincado, un bautismo marinero.

Manuel: “Grita si quieres. No te oirán”.

Harvey: “No tengo tiempo”.





La música de Franz Waxman es una auténtica virguería, tanto en los momentos más épicos como en los más íntimos.

Todo el retrato del mundo marino y los marineros es extraordinario, sacando buen partido del magistral texto en el que se basa. En este sentido veremos cómo los pescadores son tremendamente supersticiosos, no se deja ninguno de los elementos característicos del mar sin mostrar.

 La naturalidad de todo el reparto es increíble. La narración sigue dejándonos continuos y entrañables gestos de cariño de Tracy con Harvey.



Llegamos al momento de la vuelta, la épica se apodera de la narración y tendremos una espectacular persecución marina, tan buena como la de “El mundo en sus manos” (1952), esa joya del gran Raoul Walsh.

Una nueva conversación con los padres como eje central vertebra una de las escenas más emotivas e inolvidables de la cinta. Manuel cuenta a Harvey lo que hará cuando llegue a tierra, pedir perdón por sus malos pensamientos y hacer un homenaje a su padre comprando un candelabro para poner velas en la iglesia en su honor… y luego irse de fiesta. 

Manuel: “También pondré un cirio por mí. He tenido malos pensamientos en este viaje”.

Harvey: “Tú no tienes malos pensamientos”.

Manuel: “Ya lo creo que sí”.

Harvey: “¿Cuáles han sido?

Manuel: “Los he olvidado pero creo que los tuve”.









El cariño entre nuestros dos protagonistas es total, Manuel dirá pequeñas mentiras benignas para hacer feliz a Harvey y el chico se sincerará con él de forma conmovedora. El momento en el que Harvey le pide a Manuel quedarse con él es de una emoción difícil de contener. Hasta el espectador más rudo tendrá que rendirse. Un momento eterno de cine.



Mi pescadito”.

Harvey y Manuel entran en una intimidad total, la paternidad vuelve a salir a relucir, se está dirimiendo la naturaleza de su relación, las necesidades y deseos de cada uno con respecto al otro.

Harvey: “Quiero quedarme contigo, Manuel. ¿Me dejas?"

Manuel: “Mi pescadito…”

Esta escena muestra uno de los rasgos estilísticos más destacados de Fleming, el encuadre donde incluye varios personajes, como familias. Aquí veremos la conversación entre Harvey y Manuel en un solo plano y con ambos personajes encuadrados, tan solo insertará primeros planos en las frases finales de la conversación, la confesión definitiva, para subrayar la emoción, darle la rúbrica perfecta.


Fleming vuelve a demostrar su sabiduría para mezclar escenas íntimas con las épicas. Del colapso emocional que sufrimos en la escena anterior pasamos a otra que relaja la intensidad, la magnífica secuencia del enfrentamiento entre naves que resuelve la persecución a favor de nuestros protagonistas. Esta mezcla de escenas épicas e íntimas logra que se favorezcan unas con respecto a las otras, dotándose de mayor intensidad aún mutuamente.


Tras la pequeña pausa épica llegamos a otro momento de increíble lirismo e intensidad dramática que mezcla el sentimiento de los momentos más íntimos con la potencia de los más épicos. La imborrable muerte de Manuel. Los que se emocionaron con “Titanic” (James Cameron, 1997) y la muerte de DiCaprio deberían ver esta escena, absolutamente inolvidable. Esto sí que es emoción.

Un padre. Los imprescindibles padres.

La parte final debe resolver el conflicto con el padre y, por supuesto, lo haremos desbordados de emoción. Harvey siente que le falta lo que tanto añoraba, el cariño de un padre, sentirlo. No se da cuenta de que en realidad ya lo tiene, aunque su padre no sepa cómo hacérselo ver. Es por ello necesario que su padre vea por sus propios ojos el sentimiento que Harvey tenía hacia Manuel para completar su catarsis y madurez, porque “Capitanes intrépidos" no sólo es la historia de la madurez de Harvey, sino también y de igual modo la de su padre y la de su relación.


Así Harvey cumplirá con el ritual que pretendía hacer Manuel y homenajeará al padre de éste con un candelabro comprado con su paga, del mismo modo que homenajeará a su amigo del alma. Esta escena será necesariamente contemplada por el padre de Harvey que acaba comprendiendo todo de forma clara. Todo sellado con lágrimas en el reclinatorio.

“… yo necesito estar con Manuello necesito

Esta confesión espiritual provoca otra catarsis emocional, esta vez en Harvey, que rechazará a su padre ante los intentos de éste por acercarse a él. Necesita tiempo para asimilar y asentar sus sentimientos y su aprendizaje. Ambos lo necesitan.

Esto llegará una vez pase la tempestad emocional. En el homenaje a los caídos en el mar se producirá la reconciliación y unión de padre e hijo, en una bella escena donde sus manos se unen de igual manera a la que lo hace la ofrenda floral que ambos lanzan al mar. Un momento muy poético.



En dicha escena del homenaje a los muertos en el mar volvemos a ver el mencionado rasgo estilístico de Fleming con los encuadres o planos americanos, donde coge a un grupo de personajes, aquí generalmente familias, tema básico de la cinta. Encadena planos de distintas familias unidas, madres con bebés, la del capitán Disko y Dan, la de Harvey con su padre… Esto se aprecia durante toda la película.

Esta poesía tendrá su rúbrica en el plano final donde veremos a padre e hijo que hablan de las aventuras del pequeño mientras llevan la barca de Manuel enganchada al coche, otro recuerdo como el instrumento del pescador que se queda Manuel. Pero en este caso es algo más que un fetiche, es el mismo espíritu de Manuel el que los acompaña para consolidar la nueva relación entre padre e hijo, algo que Fleming muestra superponiendo un plano sonriente de Manuel sobre el del padre y el hijo. Es imposible no conmoverse de nuevo con ese último y fugaz plano del pescador.


El reparto es excepcional, pero es que además están todos sublimes, incluido el niño protagonista, Freddie Bartholomew.


Spencer Tracy, Lionel Barrymore, Mickey Rooney, John Carradine, Melvyn Douglas… todos están pletóricos, desprenden tal naturalidad y talento que se podrían llenar miles de barcos pesqueros. Su trabajo es inconmensurable y es otra de las causas por las que la cinta acaba siendo inmortal, se desborda la brillantez por proa y por popa.

Si no la han visto, véanla, y si la han visto, enséñensela en cuanto puedan a sus hijos, la disfrutarán todos y seguro les marcará.


Mi pescadito

 

Dedicada a Juanitoj, espero que sigas emocionándote al verla. También a mis padres, os quiero




6 comentarios:

  1. Gran post, mrsambo, concuerdo en todo, se puede decir muy poco más, yo nada más... ;-)

    Me encanta esta película.

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  2. Es que es muy bonita Eddie y eso que es del 37 jeje.

    Un abrazo fuerte.

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  3. Ay!!! Menuda llantina!!!

    Q película tan adecuada a este momento!!

    Mil gracias Sambo. Como tantas, tantas veces.

    Besos

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  4. Me alegra especialmente que te haya servido en estos momentos. Gracias a ti R. Besos.

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  5. Tienes un don comentando películas, MrSambo.
    Capitanes intrépidos es una de mis películas favoritas. Recuerdo cuando la vi en el salón de casa, siendo un niño. Recuerdo la emoción al contemplar la vida en la mar y el miedo que me produjo el ver caer al chico del barco.
    Pasados unos años, cuando volví a verla con ojos más maduros, entendí porque me había gustado tanto años atrás y corroboré que era, y sigue siendo, una obra maestra.
    La he visto muchas veces y, casualidades de la vida, era la película que pasaban en el tren a mi regreso de la mili. Inolvidable.

    Un abrazo, genio.

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  6. Muchas gracias Herep, especialmente viniendo de alguien que tiene tanto cariño a la película. Comparto todo lo que comentas y coincido con todas tus sensaciones. Esta película es una auténtica maravilla.

    Un abrazo fuerte.

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