viernes, 21 de junio de 2013

Crítica: LA NOCHE DE LA IGUANA (1964) -Última Parte-

JOHN HUSTON










Shannon, como Charlotte y casi todos los personajes con los que siente afinidad, se rebela contra los convencionalismos, los prejuicios, los rígidos esquemas de la sociedad biempensante. Es un espíritu libre, como ansía ser Charlotte, como vemos en Maxine y se intuye en Hannah.

Durante esta extensa conversación veremos un carrito con un letrero que pone “Help”, que manifiesta a la perfección el sentir de Shannon. Un carrito con bebidas por el que Burton y Gardner luchan, juegan al tenis, provocado por los celos de ella y la frustración de él. Maxine siente vibraciones entre Shannon y Hannah. Maxine es pura transparencia. Aquí veremos a Shannon cogiendo una botella por segunda vez.


Es genial el humorístico gesto de Burton poniéndose el alzacuellos, a duras penas, al entrar Fellowes en su habitación y verle tumbado y bebiendo. Un gesto inútil en esa ansia de aparentar, de que otros, en especial esa puritana señora, lo vean como no es en realidad.



Fellowes busca a Charlotte, pero ella no está con Shannon, veremos su hipnótico culo danzarín junto a los chicos de las maracas. La tentación pura.


Hank la encontrará y recibirá una contundente paliza, bailarina, como si de capoeira se tratase.

También veremos actuar a Kerr y su abuelo, mostrar sus pinturas mientras Burton observa todo borracho. De las pocas veces que vemos a Shannon dar un trago y la primera claramente borracho. Veremos otro pez, esta vez de mimbre, sobre la cabeza de nuestro protagonista.

El “heroico” acto de Hank al ir a por Charlotte y buscar pelea con los chicos-maraca es el inicio de su relación con ella.



Comenté con anterioridad el interés del personaje de la señorita Fellowes, interpretado por Grayson Hall. Su inquietante rostro, su puritanismo, su intolerancia, su aversión al sexo y a la vida acaba teniendo sentido en la represión de sus instintos, toda la composición de su personaje lo indica. Una represión producto de un lesbianismo del que no es consciente, un tema atrevido para la época, transgresor. Un personaje que está íntima y secretamente enamorado de Charlotte, por ello su aversión a Shannon, pero de lo que no es del todo consciente, no ha acabado de canalizar sus sentimientos, la verdad sobre sí misma. Un personaje muy complejo, perturbador y muy interesante, atrevido para aquellos años. Gardner se lo insinuará bastante explícitamente, clara siempre, como es ella. Burton, por su parte, desahogará su vejiga en la maleta de Fellowes, pero se mostrará respetuoso, en un gesto notable, con la estricta moralidad de la mujer, cuando interrumpa, con mucho tacto, a Gardner en el momento que pensaba decirle todo sobre su lesbianismo. Evita así las consecuencias que tendría esa verdad en la puritana dama. Shannon, transgresor y respetuoso, una paradoja con alzacuellos de quita y pon.





En un pequeño inciso debo hacer referencia al papel de la encantadora Peebles, interpretada por Mary Boylan.

Reflexiones de Shannon y Hannah sobre el plano de lo real y el plano de lo fantástico, un conflicto siempre sugerente. La ruptura con el plano de lo real impulsa a Shannon a liberarse de lo que él considera una cadena que lo tiene preso, la cruz que tiene al cuello. Simbólico gesto. Cuando Hannah se la quite la locura campará a sus anchas. Se lanzará al suicidio, al agua, pero será alcanzado por los chicos-maraca.



 Habrá actos de locura y referencias a la misma, si bien Maxine minimiza los crispados gestos histriónicos de Shannon, sabe que hay mucho de comedia, como manifiesta.

Tienes todos los diablos en el cuerpo”.


Esta es la secuencia clave de la cinta, un clímax larguísimo y creciente, muy bien modulado hacia la explosión emocional y resolución de conflictos.

Reflexiones entre Kerr y Burton sobre la expiación de los pecados, las ataduras. Burton estará atado en plano de inferioridad con respeto a Kerr.

“¿Qué puede respetar en mí un hierático Buda femenino como usted?”

En su crispación y frustración Shannon ofenderá a Maxine. “¡Pepe, Pedro! Eres repugnante”.




Es magnífico el juego que hace Huston del sonido, oiremos las maracas antes de ver nada y sabremos a la perfección lo que significan.


La necesidad y búsqueda de algo en lo que creer es uno de los pilares de la conversación que mantendrán Shannon y Hannah. Shannon cree encontrarlo en la religión, le viene de familia, pero no le acaba de satisfacer. Al mismo tiempo iremos oyendo frases sueltas del poema que el abuelo de Hannah sigue componiendo, todas perfectamente integradas y a colación de lo que se habla y del momento en el que se encuentran los personajes, especialmente Shannon. La lucidez del anciano.

El hogar como intimidad espiritual con el otro, no estar ni sentirse solo como fin. Esta reflexión de Hannah se encadena con el momento emocional que vive Maxine en ese momento, un montaje paralelo nos la mostrará con los hombres-maraca en la playa, una vez más el agua y la sexualidad. Una magistral escena repleta de erotismo, sensualidad, un furioso baño sexual. Maxine intenta saciar con ellos, aunque sea momentáneamente y mediante el sexo, la profunda soledad interior que siente, una soledad real y verdadera, esa falta de hogar sobre la que reflexionaba Hannah. Maxine busca con desespero ese hogar, esa compañía. La busca en Shannon, pero éste no se percata. Una soledad que no cubren los sementales ni sus maracas.



Esta tensión emocional creciente desembocará en una simbólica tormenta, como de costumbre fenómenos climatológicos simbolizando las emociones de los personajes.

La conversación entre Burton y Kerr es realmente brillante e intensa, puro Williams. En ella se abrirán ambos personajes, Hannah mostrará su pureza y desinterés por el sexo, como el que tenía Fred, el difunto marido de Maxine. Relatará dos sorprendentes experiencias íntimas “sexual-amorosas” que tendrán poco de sexuales y de amorosas. Todo contrasta con la sexualidad de Shannon… y de Maxine.


Reflexionarán sobre las adicciones, los vicios, recursos para ahuyentar a “los demonios azules” como los denomina Hannah, el miedo, el pánico, ya sea con respiraciones intensas, el alcohol, la “maría”, dos nativos con maracas… Métodos de evasión.

La aceptación de la vida es, sin duda, el primer requisito para vivirla”.

La redención a través de la resistencia, a través de los trucos de evasión que sirvan para mantenerse en pie dentro de la vida. Un objetivo, mantenerse de pie dentro de la vida hasta divisar la luz al final del túnel, por ejemplo a Dios.

Estas reflexiones acaban liberando a Shannon, del mismo modo se liberará a la iguana, su vínculo mantenido hasta el final. La iguana será liberada en el mismo plano en el que aparece Gardner de vuelta de su baño nocturno con maracas, seres atrapados en sus propias cárceles, mentalidades, miedos… esos son sus barrotes y lazos.




Una vez llega esa liberación el poema del abuelo de Hannah no podía hacer más que concluir. Una escena muy emotiva en el recitado del bello poema que conmueve a los allí presentes, ya que penetra e identifica sus propios sentimientos. Un poema que plasma lo visto en la trama, como si, lúcido, el anciano absorbiese como una esponja las emociones y sentimientos de su entorno. Una bella escena donde Maxine dedicará una mirada deseosa y amorosa a Shannon mientras escuchan el recitado.


Rodada en un primer plano para el abuelo y con una emocionada Hannah tras él en segundo plano fijando en papel el bello poema.


El poema también tendrá una referencia a Dios, de hecho el abuelo, tras haber exprimido todo su talento y haber cumplido su función, querrá rezar apartado, algo que también hará Kerr. La labor iluminadora del anciano ha terminado, por tanto su muerte no tardará en llegar, en paz consigo mismo.

Dios ha jugado a ser Dios y lo ha libertado”.

La cara iluminada de Maxine, releyendo el poema, buscando la comprensión, su liberación.



Sabré lo que siento cuando lo haya sentido”.


La búsqueda de esos hogares llega a su fin, nidos construidos, inconscientes muchas veces, pero reconocidos finalmente, en los corazones de Shannon y Maxine.

Hannah y Shannon tendrán una despedida tan fría como entrañable. Él le dará su crucifijo a ella, un gesto simbólico y lógico, su aspecto más espiritual debe marchar. Un final extraordinario, con la pareja Shannon-Maxine asumiéndose finalmente, en un bautismo de coco y ron. Es excepcional el hecho de que Huston corte, finalice la película, mientras Burton se quita la corbata ayudado por Gardner, la “última atadura”. También es brillante el hecho de que el alzacuello no se sujete por estar roto el cierre. Son seres libres, incapaces de ataduras, unidos de forma natural e irremediable. Ambos necesitan espiritualidad y carnalidad, una relación perfecta.



Con mi ayuda te haré volver. Siempre te he hecho volver”.

Un reparto extraordinario del que se comentó que no se llevó muy bien. John Huston mandó hacer unas pistolas de oro con balas de plata con el nombre varios de los personajes mezclados en líos amorosos, Richard Burton, Elizaberth Taylor (que se pasaba asiduamente por el rodaje), Sue Lyon, Ava Gardner y Deborah Kerr, para que se mataran entre ellos si gustaban… El hecho es que, según Huston, no hubo carnaza para la prensa porque todos se llevaron estupendamente.





Una estructura como un círculo concéntrico, donde en los extremos tendríamos a Charlotte (Sue Lyon) y a la señorita Fellowes (Grayson Hall), como representantes de la lascivia y el puritanismo extremo respectivamente. En el centro estarían Hannah y Maxine, la espiritualidad y la pasión puras, definiendo el conflicto interno de Shannon, que se situaría en el centro de todo este grupo de mujeres. Del mismo modo irán desapareciendo en orden de la vida de Shannon, primero los extremos, Charlotte y Fellowes, y luego Hannah, una vez el protagonista elija a Maxine...

Otra extraordinaria obra de John Huston, con un magnífico texto de Tennessee Williams, densa profunda, intensa, con humor y ritmo y en la que no pesa su carácter teatral. Interpretaciones deslumbrantes, especialmente de las féminas, y talento visual para transmitir la sensualidad, lo tórrido, la perturbación del relato… Notabilísima.


 

Dedicada a Percival,  espero que le haya gustado.




2 comentarios:

  1. Sir Percy es un tío geande. Y muy inteligente. Y d exquisito gusto. Le habrá encantado.

    A mí, desde luego, mucho. Q bueno eres, sensei.

    (Suena muy groupie todo lo q digo pero I don't fucking mind. Lo pienso y lo escribo. Y punto.)

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    1. Lo es, querida Reina, por supuesto.

      Muchas gracias jajaja. Un beso.

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