sábado, 12 de mayo de 2012

Crítica: J. EDGAR (2011) -Última Parte-

CLINT EASTWOOD








La dirección, al contrario de lo que sucedía en su anterior cinta, es de una seguridad tremenda, sobria y clásica en todo momento. La primera escena con la madre (la estupenda Judi Dench), es una buena muestra de ello Planificación clásica, de planos más generales a planos cada vez más cortos, en realidad el juego maestro que hace con los encuadres, más o menos amplios es ejemplar y siempre justificado, nunca esteticista. Un Eastwood muy preciso.




Hoover tendrá una cita con la que será su secretaria de confianza toda la vida, Helen Gandy (Naomi Watts), la llevará a la biblioteca para presumir del sistema de clasificación que él había ideado, también eso fue obra suya… La entrada a la Biblioteca del Congreso será rodada con un contrapicado y un posterior picado, recalcando la grandeza del sitio pero sobre todo el ego de nuestro protagonista. Un obseso del trabajo.





Intentará ligar de forma algo silvestre, su maña en lo social es nula, y pedirá matrimonio a la joven que no aceptará porque su ambición es su trabajo, aunque en realidad sí que se unirán en ese momento para siempre, un matrimonio, no amoroso, pero sí profesional que se mantendrá siempre fiel. Hoover fue capaz de conseguir y mantener alianzas inquebrantables entre sus subordinados.




La escena en la biblioteca es magnífica. Edgar planteará un juego, para presumir de talento, trabajo y eficiencia, éste consistirá en encontrar un libro en el menor tiempo posible para mostrar el gran funcionamiento del sistema de clasificación que ha creado, pero para él no será un simple juego, será un reto y un orgullo. Un visionario genial.

El uso del picado y el contrapicado, especialmente del picado, en la película es realmente virtuoso por parte de Eastwood, son muchísimas las escenas que abrirá o cerrará con este tipo de plano en esa guerra que el personaje tiene contra la corrupción, la falta de honestidad, contra él mismo y contra el mundo.

Emma Goldman, heroína del movimiento radical será una de las claves en el ascenso de Hoover cuando consiga entregarla. El tema de las deportaciones conllevó abusos de poder y que nuestro protagonista tuviera claro que el fin justificaba los medios, lo que le llevó a considerarse a sí mismo la ley y la justicia. Todo ello, bien es cierto, producto de una legislación pobre que había que cambiar y modernizar, algo que también logró Hoover. Eran días turbulentos y fascinantes donde un personaje brillantísimo no dudó en vulnerar derechos y libertades.

Eastwood moverá la cámara lo justo, muy poco, algún travelling suave, casi invisible, de acercamiento con intención expresiva en lo que es una excepcional dirección en todos los sentidos.


Tiránico y peligroso en muchos aspectos no se puede negar que J. Edgar Hoover fue un genio brillante. Sus condiciones para aceptar el puesto de director del FBI, como dije con tan solo 29 años, es toda una declaración de principios, válida hoy día y que muchos deberían tener siempre presente.  Separación de la política, universitarios, méritos, una institución sólo responsable ante el Fiscal general… Casi nada.

Brillante, sin vida social, si novia, mujer o amigos, estricto, firme y casi despótico. Todo eso y más es J. Edgar Hoover.





La escena entre Gandy y Hoover, donde deciden celebrar una entrevista con Tolson, el que será amigo íntimo del protagonista, y crear un archivo confidencial, es interesante. Vemos un Hoover que se muestra flexible y acepta consejos, esto se mostrará durante toda la película, que no teme en rodearse de la gente más brillante posible y hacer caso a sus recomendaciones, lo que demuestra grandeza, explica parte de su éxito y destaca aún más su talento, y todo esto no conlleva que cuando toma una decisión se muestre firme e inflexible. Es una escena importante porque es el momento en que Hoover asume que “la información es poder”. Confiará ciegamente en su secretaria, que jamás lo traicionará. El manejo de los encuadres, variando el incluir a ambos actores o solamente a uno es ejemplar.

Esta información, y por tanto ese poder, lo usará para tener bien cogido a los presidentes que se irán sucediendo en el cargo, como se muestra en la conversación que Hoover mantiene con Bobby Kennedy acerca de su hermano, el presidente John Fitzgerald Kennedy, y sus escarceos amorosos.

La lucha contra el gangster.

He comentado en muchas críticas, en muchos momentos y lo haré en muchas más ocasiones, la profunda admiración del pueblo americano con respecto al gangster, les viene de cuna, es cultural, esa libertad individual para hacer lo que creen oportuno ha sido la que forjó ese país y veían en esos personajes una actualización de los pioneros de antaño, héroes que iban en contra de las normas. En “J. Edgar” esto se expresa y explica explícitamente. Veremos homenajes a películas de James Cagney como “El enemigo público” (William A. Wellman, 1931) que junto a “Hampa dorada” (Mervyn LeRoy, 1931) y “Scarface” (Howard Hawks, 1932) sentaron las bases del cine de gangsters. Un cine que tendía a sublimar, lanzar una mirada romántica al personaje del gangster, o así lo entendía la gente, lo hacía tremendamente fascinante, lo que obligó a muchos cineastas a poner mensajes introductorios en sus películas condenando la actitud de dichos personajes. Curiosidades realmente interesantes.




El caso Charles Lindbergh, un significativo secuestro y asesinato de la hija del famoso aviador, fue el impulso definitivo para que Hoover lograra imponer el método de las huellas dactilares en la metodología policial, hacer un archivo central con ellas y del delito del secuestro un tema federal. Un hombre que cambió el sistema, la forma de investigar, ahora los métodos son científicos, tecnológicos… Todo gracias a J. Edgar Hoover.

Hoover aprovechó cualquier oportunidad para lograr sus propósitos.

Cuando Hoover va a ver a Roosevelt mirará el cuadro de Washington que hay a la entrada, algo que repetirá cuando vaya  a ver a Nixon, por ejemplo. Un referente.

Hoover se muestra también como un superviviente, adaptándose a las circunstancias para mantenerse en su puesto ante las posibles tentaciones de los presidentes entrantes de cesarle en sus funciones.

Tendremos otro ejemplo de lenguaje cinematográfico clásico y perfecto en la conversación entre Tolson y Hoover, los dos amigos en una de sus cenas. Hoover hará participe del mayor poder conseguido y lo nombrará su número dos, se inicia una relación de íntima confianza, una amistad que esconde un amor. El tono de la conversación será susurrante, confidencial, y los planos se irán haciendo cada más y más cortos, más y más íntimos. Una magnífica y sobria escena. Allí concretarán su compromiso de comer o cenar siempre juntos pase lo que pase entre ellos.


El espejo en la habitación de la madre, y que aparecerá en varias escenas, tiene un carácter simbólico, allí se mirará Hoover siempre y se verá como realmente es, aunque tenga que renunciar a esa visión para hacer caso a su madre.

Hoover no dejará de luchar por la justicia pero acaba pervirtiendo los métodos, de su lucha por la justicia pasa a convertirse en la misma según su concepción de ella, acaba abusando y siendo despótico, aprovechándose de su poder para ejecutar lo que él creía justo o simplemente necesario.


Más famosos surcarán la pantalla, veremos a los “G-men” (William Keighley, 1935), veremos  a James Cagney, veremos a Shirley Temple… En su tónica habitual visionaria vio que los medios, el cine y el espectáculo podían ayudarle en su imagen y en manipular masas. Viendo el éxito de los gangsters en el celuloide creó una mitología y contrapunto a aquello haciendo de su misma persona casi un superhéroe del cómic, con las consiguientes versiones cinematográficas… Estaba a todo.



La latente homosexualidad, su obsesión por el trabajo que usa como escape, la sensación de que sólo en él se siente verdaderamente seguro son elementos que se van añadiendo a la narración y deconstrucción del personaje.


Hoover es un defensor del orden y de lo moralmente correcto, sus inclinaciones, como le hace ver su madre, no son “correctas”, van en contra de lo que lucha, él mismo se reirá de una lesbiana en uno de sus informes confidenciales. En sociedad se muestra sumamente incómodo en el momento que el tema va hacia lo personal y no se centra en temas laborales, como en la escena donde departe en una fiesta con varias señoritas y su amigo Tolson y cuando ellas, sin el más mínimo pudor, se lo disputan para irse a la cama él se muestra tremendamente violento y sale de allí como buenamente puede.



La escena ante el espejo donde Hoover está a punto de confesar su homosexualidad a su madre muestra perfectamente el carácter simbólico del mismo. Hoover, mirándose en él, comenzará a decir que no quiere bailar y menos con mujeres, su madre viéndolo venir lo interrumpirá y rememorará un suceso de infancia con un homosexual que se suicidó, cuando la madre comienza este relato Hoover ya se habrá dado la vuelta, ha dejado de sincerarse como hacía cuando estaba de cara al espejo.





La represión sexual de Hoover se acaba manifestando en su obsesión por las escuchas, especialmente las sexuales, una perversión que le sirve de válvula de escape. Una de estas escuchas sirve de marco a la muerte de Kennedy, una escena donde se encuadran las sombras de unos amantes, preludio de muerte.

Hoover luchando contra la propia vida, contra su decadencia física, influirá en la historia americana. Capaz, como comenté, de conseguir fidelidades inquebrantables, lealtades duraderas, al igual que creó un estado del miedo por su poder y sus escuchas.



La fragmentación narrativa tiene una especie de eco en el uso de las grabaciones, los audios, los videos, que retratan una parte de la realidad que usará el protagonista, una realidad sesgada.

El legado de un hombre, el legado de una institución, esa identificación que hará Hoover mientras se abren unas cortinas fue el gran peligro del personaje. Inseparable lo uno de lo otro.

Sus obsesiones se fueron agravando, envidias y manías que en su identificación con la ley y la justicia lo convirtió en un tirano, así vemos su frustración ante el Nobel concedido a Martin Luther King.

Con la muerte de la madre se producirá otra escena ante el espejo, tan esperpéntica como emotiva. Hoover se pondrá objetos, joyas y vestidos de la madre, una forma fetichista de conservarla, casi de convertirse en ella, en ese amor sincero que la profesaba. Abatimiento y un intento de asumir mediante los mencionados fetiches el espíritu y la fuerza que le daba su madre en vida.

Otro eco con la nueva salida al balcón de un Hoover enfermo y envejecido a ver el desfile del nuevo presidente. Richard Nixon. Sensaciones encontradas.





Kennedy, Roosevelt, Nixon… hasta 8 presidentes vio pasar sin inmutarse J. Edgar Hoover a lo largo de los 48 años que se mantuvo en su puesto, hasta el día de su muerte.

Cuando la moral se deteriora y los hombres buenos no hacen nada el mal florece. Todo ciudadano tiene el debe de conocer lo que amenaza a su hogar, a sus hijos. Una sociedad apática y poco dispuesta a aprender del pasado está condenada. Nunca debemos olvidar nuestra historia. Nunca debemos bajar la guardia.”

Un nuevo eco nos muestra a Hoover entrando a presentarse ante el nuevo presiente, esta vez Nixon, y se volverá a parar ante el retrato de Washington. El referente.

En la parte final entramos en el terreno de la desmitificación de la leyenda, Clyde Tolson, su amigo íntimo, se lo hará ver a él y a nosotros, todas sus heroicidades son falsas, como en John Ford. Hoover creó su leyenda, un ego exagerado que permite que su amigo lo desmitifique. Una bellísima historia de amor y amistad y una última escena entre ambos maravillosa rubricada con un pañuelo de ida y vuelta. Excepcionales DiCaprio y Armie Hammer.




La muerte de Hoover tras esta redención no se hace esperar. Hoover ascenderá una escalera, como villano redimido, hacia la muerte. Clyde entrará posteriormente en ese santuario, el santuario de Edgar Hoover, que también lo era materno, repleto de antigüedades y recuerdos, con el espejo presente, para descubrir su cadáver, pero también para acabar descubriendo su yo más oculto. Una vez abierto el santuario para Clyde también se abre el corazón de Hoover mediante cartas que le dejó escritas confesándole sus verdaderos sentimientos. Todo con un sutil piano que aparece en las escenas emocionalmente más potentes, que pulsa sus notas con pausa y delicadeza.

Una cinta profundamente humana, como todo Eastwood, y muy conmovedora. Una película intensa, densa, compleja, de infinidad de matices, aunque la puesta en escena resulta algo cerrada.


Maravillosos los actores, Naomi Watts, el mencionado Armie Hammer, o Judi Dench… pero hay que hacer mención especial a un estratosférico Leonardo DiCaprio, al cual se le sigue infravalorando, no ya por no darle un Oscar que merece hace tiempo, sino por el menosprecio con el que se le sigue tratando en muchos sitios, algo que por suerte va desapareciendo.

El maquillaje, efectivamente, es infame, pero algo tan claro y remarcado, incluso en la careta que vemos de Nixon en el coche de su desfile en el plano que vemos en una televisión, no tiene sino la intención de remarcar el propio artificio, la propia recreación que hace Eastwood de un hecho histórico, una representación subjetiva.


Una excepcional película del maestro Eastwood que vuelve a dar en el clavo.



8 comentarios:

  1. Bueno…
    Las dos partes del tirón.
    Eastwood, como Redford, son magníficos en sus películas. Seguro q x su talento, pero quizá tb c haber sido actores. Creo q sacan lo mejor del reparto en casa película, y cuentan de una forma realmente magistral lo q pretenden…convencen y hacen q nos sumerjamos x completo.

    Comentabas en la primera parte los temas q este director gusta d tratar…y mencionabas tanto banderas d nuestros padres como Cartas desde Iwo Jima. Ambas excelentes. Las vi seguidas y me pareció una visión fresca novefosa, honrada y veraz de la IIWW y desde lis dos bandos.

    Volviendo a esta (q no he visto) decir q el naquillaje, x las fotos es efectivamente nefasto, y q soy de las q miro con prevención a DiCaprio (yo confieso!! Mátame) no me lo puedo quitar de la cabeza en la escena del titanic con la empalagosa canción de la no menos empalagosa Céline Dion…prejuiciosa q es una!!! (creo q ya te lo había dicho…pq recuerdo haber comentado contigo su genial A quién ama Gilbert Grape) y sí, ya sé q le tienes wn gran consideración, pero a mi no me llega…

    Me gusta lo q explicas del ego y los planos picasos y contrapicados, es una forma d dar hobdura a esas características sin llenar la peli d explicaciones, y creo q, como todas las pelis de Eastwood, nadie es del todo bueno ni malo, y al final la 'humanidad' siempre sakva a todos y cada uno.

    Creo q en el fondo, el gran tema es el hombre, la Humanidad y su complejodad.

    Gracias sensei. A mi lista q va la peli!!!

    Un besazo y enhorabuena x tu trabajo!!

    R

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  2. R, muchas gracias a ti por zamparte las dos partes del tirón. Es lo que tienen los clásicos que cuentan las cosas con una sencillez asombrosa y cala más que la de ningún otro.

    DiCaprio es ya uno de los mejores actores de su generación, lo era antes y después de TITANIC, pero si no llega... no llega jajaja

    Un besazo.

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  3. Me niego a comentar nada mientras no aparezca entre las candidatas de animación la gigantesca Ratatouille.
    Hombreyá... :)

    Sabbath9

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  4. jajajaja qué difícil y qué divertido es esto de las encuestas joerll jajaja

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  5. Bueno, ya que has terminado puedo criticar explícitamente lo que menos me gustó de la película.

    Y no es otra cosa que mostrar tan explícitamente las tendencias homosexuales de J. Edgar. No sé, para mi como es algo "no probado" aunque muy probable, se va demasiado lejos. Me hubiera gustado más que se hubiera insinuado mucho más sutilmente y creo que Eastwood tiene capacidad para hacerlo mejor.

    Esa es mi única pega(aparte del maquillaje, claro), aunque admito que si Clint lo que pretende es hacer una interpretación libre de la vida y obra de Hoover, está muy lograda, y en parte gracias a mostrar esos aspectos "íntimos" de manera tan expresa.

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  6. Pues es un "pero" muy certero Eddie79, con la salvedad que comentas, esa posible idea de Eastwood, pero fuera de eso es un matiz, una crítica a la película muy lógica.

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  7. creo que esta pelicula me gustaría pero ay, donde puedo ¿encontrarla?, me gusta la iluminación!! aunque el congresista que mala pinta tiene

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  8. Hola María. Pues creo que está para descargar en P2P, si no prueba aquí a ver que tal es la versión http://esdvx.com/2012/02/j-edgar-2011-dvdrip/

    Si no te importa que sea en V.O.S pues busco algún otro.

    Un abrazo.

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