jueves, 21 de diciembre de 2017

YO SERÍA NACIONALISTA (Última Parte)

POLÍTICA









Continuando...




Hablo de una tierra a la que quiero, de la que tengo grandes recuerdos, de la que espero tener más y a la que me unen impagables amistades. No pretendo ser maniqueo en lo que expongo, por ello no voy a omitir el talento e ingenio de los empresarios y el pueblo catalán, como el que ha habido en otros lugares de nuestro país, para lograr prosperar, pero debe quedar claro todo el contexto, todo el panorama, donde nadie con cierto rigor puede extraer animadversión, odio o injusticas para/con Cataluña, que es la base en la que se fundamenta el nacionalismo, verdadero y único artífice de las diferencias. No se puede ser permisivo con un mensaje lleno de falsedades y falacias que se da de bruces contra la realidad y la verdad, que lucha torticeramente por dividir a una sociedad que, como demuestran los hechos, ha peleado por estar unida para prosperar, ayudar y mejorar. Todo esto sólo se refiere a esa burguesía catalana que tanto rédito saca de esto y al movimiento nacionalista e independentista bajo el que se amparan todo tipo de peligrosos desmanes.

La causa del victimismo, donde yo insulto, desprecio, injurio y acuso, pero luego lloro cuando me responden y digo “que no me quieren”, es el cenit de la manipulación y el descaro. Una sociedad, la española, que siempre guardó respeto, hasta que desde las instancias políticas, votadas por los catalanes, llegaron sus “amables” mensajes… Eso no suponía escándalo ni agravio alguno, estaban legitimados porque ellos lo decían, y cualquier reacción de la gente normal de otros lugares de España cuando les acusaban de ladrones o vagos, sólo podía recibir condena como demostración de la falta de cariño hacia Cataluña. Un “win-win” para tontos.

La manipulación nacionalista, independentista, nunca ha buscado mejorar la sociedad, como ha quedado demostrado con datos económicos escandalosos y salidas de empresas (vamos por las 3000) una vez se dio la mera posibilidad de un anuncio ilegal y falsario de independencia, sino la prosperidad y protección personal de unos cuantos que se dieron cuenta de lo rentable que era este tema de bonito mensaje en el que se podía movilizar a tanta gente. Unos agitan para ocultar sus muchas historias con las que han logrado un cuantioso beneficio, mientras otros les siguen en su ingenuidad y a los que poco se puede reprochar en realidad, salvo más tiempo para la lectura y menos para el fanatismo… Un egoísmo kamikaze donde todo vale, donde lo mío es mío y lo vuestro también. Si se diera el caso de una hipotética independencia, es una evidencia que nada terminaría, querrían sumar a Aragón, a Valencia, a las Baleares, a parte de Francia… quizá al resto de España, ya puestos, para rizar el rizo… porque la idea es estar siempre contra algo o alguien, poder ser víctima para enfatizar un mensaje, porque hace tiempo que la historia no la escriben los vencedores, sino el que es capaz de aparecer como víctima del mayor atropello.

Eso fue lo que pretendieron hacer exactamente tras el 1 de octubre de 2017, en un plan tan previsible como preparado de antemano. Escenificar una falsa opresión, un falso victimismo lleno falsas agresiones, falsas fotos, falsos mensajes y falsos videos.

Mucha culpa de todo esto la tienen los medios de comunicación. Han callado tropelías, pero eso no ha sido lo peor. La manipulación y mezquindad generalizadas ha sido la norma. Al lavado de cerebro en Cataluña, que ha ido mucho más allá de la manipulación, hasta límites surrealista, no hay que obviar la manipulación interesada que se ha hecho en todo el territorio con la simple intención de incendiar y enfrentar, exagerando, diciendo medias verdades, enfatizando y colocando el foco en elementos marginales o mintiendo directamente. Un manejo que simplemente tiene la intención de sacar réditos de la fractura, creando dos bandos radicalizados a base de insuflar odio para recibir la audiencia de turno, enfrentarnos a todos, llevarnos al límite para luego, cínicamente, hablar de diálogo y tender puentes en el abismo que ellos mismos han diseñado como arquitectos de la destrucción. Y no es sólo cosa de los medios españoles, que viene de largo, se han sumado a la postmodernidad de la postverdad un buen número de medios europeos y mundiales.

No hay más que ver el ejemplo vasco, con la idea del independentismo bajo mínimos, desde que dejó de ponerse el foco en eso, desde que la propaganda ha cesado, desde que no se les da bombo y publicidad, desde que hay calma (a pesar del coste económico).

Invenciones a las que se suman las redes sociales, convirtiendo en virales auténticas aberraciones, de todos lados y de todas las ideologías, que sólo amontonan leña en el fuego de la crispación.

Se ha jugado y se juega con fuego y aunque, por supuesto, son otros tiempos y hay más experiencia, más conocimiento, más controles, no se debería despreciar ni subestimar la condición humana llevándola a esos extremos, porque, sencillamente, es temerario.





Es alarmante cuando lo evidente y diáfano se hace obtuso y oscuro para parte de la sociedad, así lo ha demostrado la historia. Tragando y regurgitando mentiras históricas y fábulas idealistas falsas, ajenos a los hechos. Las empresas largándose, Europa dando la espalda, la merma económica en todos los ámbitos, el totalitarismo subyacente y el explícito… y ellos en lo mismo… Cuando se celebra una guerra dinástica como reivindicación regional/nacional, cuando se identifica como héroes independentistas a gente que gritaba explícitamente que luchaba por España… Esa concepción totalitaria que pretende cambiar la carga de la prueba sistemáticamente, con ramalazos nazis (supremacistas, nacionalistas), comunistas (la CUP, Podemos…) donde el manejo de la propaganda lo es todo, siguiendo las directrices de Goebbels o Lenin.

Y es que el miedo toca la fibra sensible de la sociedad, pero el miedo, per se, no es positivo ni negativo. Yo puedo elegir o no elegir tener miedo por la más absurda de las chorradas, reales o imaginarias, como indica su definición, sin que se pueda deslegitimar a lo que lo produce.

Vivían con miedo porque se lanzaban proclamas apocalípticas, el discurso del miedo, decían, claro, donde sus anhelos serían un desastre para todos, como estamos viendo. Tienen que vender miedo, un miedo que no han sentido nunca. Para desarrollar el discurso del miedo deben recurrir a lo que les suena, o sea, al franquismo, abanderado en la calle por un alto porcentaje de gente que ni siquiera lo vivió. Esa gente o esa izquierda que busca a su Franco particular, y en ese vacío, donde se permiten fingir valentía, se ven obligados a revivir “al tío Paco”, que al fin y al cabo ya no está por aquí, haciendo gala de su enorme cobardía, afeando actitudes a quienes vivieron la dictadura en su osada ignorancia. Te tienes que reír cuando apelan al miedo, ese miedo con el que es tan duro vivir, como explicaba Roy Batty, gran filósofo de nuestro tiempo.

La hipocresía del miedo. Un miedo que no reconocen o al que niegan ante atentados terroristas, manejando el eslogan una vez más (“no tenemos miedo”), pero bajo el que se cobijan belicosa y confortablemente cuando sale la palabra España. Esa palabra que les hace saltar como a un gato el agua. No les dan miedo las cargas de los Mossos, a los que ahora aplauden (o no, según el grado de independentismo del asunto), ni las que ven por toda Europa (lo de Francia en estos tiempos es tremendo), América o los más potentes países democráticos, donde se dan verdaderos palos, porque son una mentira, su miedo es mentira, tan solo pretenden manejar su concepto, el concepto del miedo. Sólo tienen “miedo” a lo que viene de España, a la policía “españolista”, a la Guardia Civil, entonces el pavor les atenaza sus independentistas cuerpos, la opresión amedrentadora y terrorífica que les permite insultar al resto, a las instituciones, votar en libertad y manifestarse contra lo que estimen conveniente es lo único que les hace temer...

Que alguien sea víctima de la actualidad, la inmediatez y el prejuicio ideológico no la exime de la realidad.

Y nada de esto hubiera ocurrido de haber sido firmes, si los distintos gobiernos no se hubieran esmerado en demostrar sus complejos democráticos, donde ser más consentidor era entendido como la esencia misma de la democracia, donde el todo vale es confundido con la libertad… Esos gobiernos y la sociedad del “pero”, del ponerse de perfil y usar la adversativa para no mojarse o como guiño velado a lo que de verdad se siente pero no se reconoce. Un complejo que nunca se ha escenificado mejor que con este gobierno de Rajoy, preso de la luz y los taquígrafos, de la infinitud de medios de comunicación y redes sociales, donde cualquiera con un pequeño grupo de seguidores puede terminar creando una corriente de opinión en forma de hashtag. Complejo de inferioridad democrático, del cual el PP es adalid y, a la vez, principal víctima.

Un complejo que en el PP se acentúa con los múltiples casos de corrupción, tristes y patéticos, usados sistemáticamente contra ellos para intentar invalidar cualquier actuación, sea justa o se esté inevitablemente de acuerdo con ella. Es indiferente que otros hayan sido tan corruptos o más, con más casos y más dinero estafado. El complejo es el complejo y parece que en política es más poderoso que el deber, como lo son las encuestas… Un complejo, un miedo, que lleva al silencio, a veces cómplice, a tantos catalanes también. Aunque esto último, al menos, parece que se acabó.





Refulge en esto Ciudadanos, un partido que guste más a unos u otros, al menos no amenaza la integridad del conjunto, que es moderado, que no pretende derribar el sistema, que ha servido de escudo ante pujantes amenazas y que, básicamente, están limpios. Y es que algo bueno estamos sacando de todo esto, como que los antisistema, que pretenden derruir todo lo que tanto esfuerzo costó crear, (Podemos, La CUP y cía) han quedado retratados. Hemos asistido al bochorno del uso partidista y electoralista, una vez más, algo que por fortuna algunos están pagando, porque lo ocurrido y lo que ocurre trasciende a toda ideología, porque hay temas con los que no se juega, porque la mayoría, del lado que sea, no quiere ni admite que se juegue.

Voltear esta situación gestada durante décadas con el beneplácito interesado de todos no es fácil, sobre todo cuando se ha apelado a los sentimientos, a lo emocional de la gente, ante lo que rectificar se hace misión casi imposible. Es muy difícil reconocer que se está equivocado, especialmente si tratan de convencerte, si es otro el que discute y trata de hacerte ver una postura distinta a la que se ha convertido en creencia o manifestación de fe, por muchos argumentos que des o que te den. La única forma es que la realidad te dé de bruces, que tú mismo seas capaz del análisis que rebata lo que antes te movilizaba… Nada fácil.

Al final abochorna la falta de análisis de la sociedad, que decimos está más preparada… Han visto cómo han mentido, han reconocido que han mentido, han asumido al segundo siguiente que todo lo que habían escenificado no servía para nada, riéndose de la gente y del dinero de sus impuestos, corriendo al corral en cuanto Rajoy convocó elecciones al grito de “tonto el último”. Muchos volverán a votar la misma basura con orgullo. Al final Rajoy ha sido como esos padres en exceso permisivos y con poca autoridad ante sus hijos, que se muestran desobedientes y maleducados, casi como una rebelión o un reto a esa falta de autoridad, que cuando ven un atisbo de firmeza agachan el lomo y obedecen dócilmente. ¡Qué mayor incongruencia que sumarse a las elecciones convocadas por aquellos de los que dices haberte independizado! ¡Hasta los antisistema de la CUP!

Como optimista que es uno, espero que todo esto esté siendo para bien. Que se eliminen complejos democráticos con mala infancia, que los distintos partidos disciernan con claridad cuando toca remar juntos y para qué es esencial hacerlo, que no se vendan burras a los electores de cada uno escenificando cuando no toca que eres distinto al de enfrente, que sigues odiándolo y despreciándolo; que las cuatro o cinco cosas indispensables y esenciales no se toquen, no se juegue con ellas. Quizá esto sea para bien y a la fuerza se hayan roto los grilletes de ese complejo democrático.

Hemos vivido décadas en esto, con legislaturas enteras dedicadas al “ombliguismo” y la ocultación, donde partidos radicalmente distintos en todo se unían para seguir la senda del independentismo, obviando, como no podía ser de otra forma (es imposible con esa amalgama de centro derecha, izquierda y antisistemas), la gestión diaria, la gestión eficiente, el gobierno para el bienestar y las necesidades del pueblo.

Se abre un escenario ilusionante con las elecciones si cayera de una vez el independentismo, donde las raíces de esos atisbos positivos podrían agarrar para generar algo bueno de verdad, que se preocupe de lo que importa, de lo que no se ha hablado en estos años para ocultar la infinidad de chanchullos de un movimiento ideológico tan oscuro como pernicioso, donde las farmacias no tengan que rezar para tener medicamentos y las empresas no huyan despavoridas, para que la gran región catalana vuelva a ponerse al frente de un gran país.



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