martes, 27 de marzo de 2012

Crítica: LA DAMA DEL LAGO (1947)

ROBERT MONTGOMERY










Hay formas de valorar las adaptaciones, como tales o como películas procurando abstraerse de su categoría de adaptación. Algo parecido pasa con los remakes. Yo siempre elijo la segunda, analizar la película procurando no compararla con su modelo literario, en muchas ocasiones es fácil porque se desconoce tal modelo, no se ha leído, pero cuando se ha hecho resulta complicado a veces. Con todo es obligado el comentario en todos los sentidos, aunque la valoración como película es la más útil.


La novela homónima de Raymond Chandler es estupenda, si bien no es ni mucho menos la mejor de su obra. Como muchas de las novelas negras, y las de Chandler en particular, el narrador es en primera persona. Esto es llevado por Robert Montgomery hasta el máximo en su adaptación y recreación cinematográfica. Montgomery muestra toda la historia desde el punto de vista subjetivo del protagonista para que el espectador se identifique con él, robando los contraplanos de sus reacciones. Tan solo lo vemos en breves pausas donde el propio Montgomery, que es también el protagonista, nos habla directamente a nosotros o cuando se ve reflejado en algún espejo, algo que ocurre varias veces en la cinta.


El propósito era hacer un alarde de virtuosismo con una novela que se prestaba a ello. Esto fue meditado y planteado por muchos otros cineastas pero generalmente desechado (hay otro ejemplo en la película de Delmer DavesLa senda peligrosa” de 1947, donde en la primera mitad el personaje de Bogart nos lleva por la película en plano subjetivo).

Lo cierto es que sin esta peculiaridad, ciertamente interesante y curiosa, la película no habría pasado a la historia del cine, ya que desaprovecha mucho del extraordinario material de la obra original. Desde el punto de vista cinematográfico la película es fallida, demasiado esquemática y repetitiva en su puesta en escena, todo el riesgo se dejó en el planteamiento, ya que en el resto todo son interiores y personajes hablando en primer plano. El problema, que han mencionado directores como Hitchcock, que presenta el que no veamos los contraplanos del protagonista con sus reacciones es evidente.


Este problema radica en la confusión entre identificación con el personaje y conversión en dicho personaje. Un personaje en cualquier arte dramatúrgico busca la identificación, es decir, que el espectador encuentre afinidad y rasgos comunes en el personaje que ve, que comparta experiencias o sentimientos, pero no que se convierta en él. Esto es lógico porque el arte dramatúrgico, a día de hoy, no es interactivo y buscar la conversión del espectador en el personaje lleva al absurdo y la insatisfacción. Este absurdo y esta insatisfacción procede de que el espectador no tiene capacidad de elección, ni elige donde ir, ni elige qué hacer, ni elige qué decir, eso corre por cuenta del personaje, el espectador simplemente se identifica, o no, con los hechos o el carácter o las situaciones tanto de la trama como del personaje que ve, porque es a lo más que puede llegar. La conversión total, es decir, ir más allá de la identificación, convertirse en el personaje, se da en los videojuegos de primera persona, donde tú además de espectador, interactúas, decides y pasas a ser el personaje. Esto en cine no tiene sentido mientras no exista esta interactuación, el personaje que se ve en pantalla tiene rasgos personales y comunes que coincidirán en algunos casos con uno, varios, o ninguno, de los espectadores, pero no más allá. Este es el gran error de la elección de Robert Montgomery.


La narración en plano subjetivo consiste en que los personajes nos miran a nosotros, el espectador, ya que la cámara es nuestro punto de vista, por tanto los personajes se dirigen a la vez al protagonista, Philip Marlowe, que es la cámara, y a nosotros.

Hablando de las diferencias con la novela, en líneas generales la historia es la misma, hay diversos cambios, pero se eligen mal las escenas culminantes, se pierde en suspense y tensión, y muchas partes de la trama están contadas en vez de visualizadas, quizá por la dificultad que plantearían. Se pierden personajes estupendos por ese motivo en las tramas que no son mostradas sino tan solo contadas ligeramente (las tramas que se desarrollan en exteriores en la novela, la esencial trama del lago y la de los Almore). La historia de amor, que imagino sería obligada, no está en la obra original.

Otro de los problemas que presenta la cinta es la personalidad de Marlowe, algo desdibujada con respecto a la potencia del personaje de Chandler. Uno cree que Bogart o Mitchum son los que mejor captaron al personaje.

Algo que no puedo evitar mencionar es la lamentable versión doblada de la película. El tono de voz que le han puesto a Marlowe es penoso y nada tiene que ver con la dureza, el sarcasmo, la ironía, cinismo y romanticismo del personaje. Para colmo en la primera escena con el bueno de Robert Montgomery hablando a cámara se nos presenta como ¡Felipe Marlowe!... ¿qué más se puede decir? Por tanto, es recomendable verse en versión original donde gana mucho.

Es muy visible, una vez se conoce la historia, como se evitan determinadas situaciones, quizá por problemas de presupuesto. Con todo hay momentos brillantes, como la salida de la casa de los padres de la esposa del doctor que fue asesinada, o la entrada en la casa de Chris Lavery (Dick Simmons), el guaperas, donde Marlowe y nosotros nos encontramos con la señora Fallbrook.

La dama del lago”, la película, está dentro de los cánones del cine negro, y es una buena muestra de él. Lo contiene todo, detective duro, trama rocambolesca, mujeres fatales… pero está lejos de los grandes títulos del género. Es loable por otra parte la intención de Montgomery, ya que aunque sea fallida, el actor/director se lanza con decisión a su propuesta. La cinta tiene buen ritmo y unas aceptables interpretaciones, algo exageradas en algún caso como en el de la protagonista Audrey Totter, en el papel de la señorita Fromsett.

Virtuosismo formal, buena historia pero planteamiento fallido. Con respecto a la comparación con la novela remitirme a poco más de lo descrito. No se saca partido a todo el material, ni a muchos grandes momentos de la novela aunque la historia sea respetada en líneas generales, el tono no está del todo conseguido, ni la maestría que posee Chandler, y los grandes maestros de la novela negra, para el retrato de personajes, con esas características especiales y peculiares de las que los dotan.

Fallida como película, muy discreta como adaptación, esteticista, algo superficial y a pesar de todo recomendable.


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