lunes, 28 de mayo de 2012

Crítica: ARGEL (1938)

JOHN CROMWELL










El cine clásico es una fuente inagotable de joyas, siempre encontrarás sorpresas cuando ya creías que era imposible. "Argel" es, sin duda, una de ellas. John Cromwell, director también infravalorado, nos dejó esta joya de su filmografía, una de sus mejores películas que con títulos como "El prisionero de Zenda" o "Callejón sin salida" ya es mucho decir. Gran artesano, en "Argel" da muestras de un virtuosismo increíble. La forma de filmar en la Casbah es algo alucinante y más teniendo en cuenta que la película está rodada nada más y nada menos que en 1938. Pocas veces se han visto esos decorados, esas multitudes abarrotando las calles casi sin espacio para pasar y esa cámara que se mueve con absoluta libertad en una época, repito 1938, donde ni las dollys, ni las steady cams, ni los avances en la profundidad de campo existían. El retrato de ese microcosmos, que acaba siendo un personaje más, un personaje que simboliza a la vez la libertad y la cárcel, es impresionante y Cromwell muestra una capacidad de recursos inmensa.


Un laberinto de calles pequeñas, tortuosas, llenas de recovecos y donde la cámara se mueve como un personaje cualquiera con asombrosa libertad. Cromwell demuestra toda su sabiduría cinematográfica, esa potencia visual que tenían los clásicos y más los que venían del mudo, con planos detalle que van definiendo personajes, planos generales donde la cámara se mueve con una libertad inusual, la creación del suspense con pequeños elementos, (la escena del primer intento de la policía por capturar a "Pepe le Moko", donde es la ciudad y todo lo que hay en ella quien le protege, es sublime), el uso de la arquitectura y como la mezcla en la trama, con picados y contrapicados, un auténtico derroche que nos sumerge en un mundo ajeno, distinto al nuestro, nos trasladamos a esa Casbah, un mundo totalmente real en el que nos hace pasar hora y media.



Cromwell está en estado de gracia, el primer encuentro entre la pareja protagonista es excepcional, usando planos detalle que muestran primero las joyas de la chica y por último su sonrisa define cosas de los dos personajes y a la vez muestra las prioridades de Pepe.



Pepe le Moko (Charles Boyer), es un ladrón francés que después de un importante robo se esconde en la Casbah argelina. Gaby (Hedy Lamarr), llega a Argel de turismo con un prometido al que no quiere salvo porque es rico. Joseph Calleia, el paciente policía que espera su oportunidad para que le Moko salga de la Casbah y atraparle, es el que maneja la psicología del resto de personajes. El último personaje importante es el de Sigrid Gurie, la enamorada de Pepe.



Tanto le Moko como Gaby son dos personajes atrapados, encerrados por sus propias debilidades y llenos de anhelos. En el caso de le Moko su afición por lo ajeno y su anhelo de París, que para él representa la libertad, lo ideal y ve en Gaby lo mismo, de hecho la identifica con París, la ve como su salida de escape, como lo que puede acercarle a su anhelo. En el caso de Gaby es su gusto por la riqueza lo que la tiene atrapada en un compromiso con un hombre al que no quiere y le Moko representa la rebeldía, lo visceral, lo prohibido que anhela. Todo eso y la sexualidad que desprende Lamarr hacen de la pareja algo explosivo.



La tensión creciente entre el triángulo amoroso y la amenaza constante a Pepe va creando una atmósfera enfermiza orquestada por ese policía sibilino. Todo el poder y la seguridad que tiene Pepe en la Casbah se torna vulnerabilidad cuando sale de ella, como si de un superhéroe se tratara, para Pepe le Moko salir de la Casbah supone poco menos que la muerte y esa es su desgracia. 



La evolución psicológica de los personajes es estupenda, el manejo de esa especie de Yago shakespeariano y cómo va manipulando a Pepe, lo va consumiendo en su desesperación por alcanzar la libertad y el deseo frenético que le provoca Gaby, está perfectamente narrado. La idea del amor que vemos en la película es bastante desoladora, son relaciones enfermizas, arrebatadas, más basadas en el deseo, la desesperación y la obsesión que en el sentimiento puro, todo muy en concordancia con el entorno de la historia.



 Es en este ambiente, retratado perfectamente por Cromwell, y en esa espiral enfermiza de sentimientos, donde acabamos encontrando el principal defecto de la película, que no es otro que esos momentos anticlimáticos, como por ejemplo la canción que se marca le Moko, que resulta ridícula, fuera de lugar, como si de otra película se tratara, (a pesar de que el travelling que hace Cromwell en la escena es memorable, un ejemplo de planificación y puesta en escena espléndido), quizá con la intención de rebajar la tensión, pero que en realidad acaban provocando una sensación de falta de cohesión, como si te sacara del hipnotismo en que te sume el resto de la película. Esto junto a la poca afinidad que acabamos sintiendo por los protagonistas (ninguno acaba de caer bien y con ninguno nos acabamos de sentir identificados, aunque si podemos hacerlo con sus sentimientos), son los únicos lastres reseñables de esta gran película.



Como he mencionado la dirección es excelente, pero también lo es el guión y los diálogos, no en balde James M. Cain es uno de sus encargados. Las interpretaciones son buenas, me gusta Joseph Calleia en ese Yago policía y la sensualidad de Lamarr, así como el resto del reparto. Boyer, sin estar mal, no me acaba de convencer del todo. Sin ser "Casablanca" (Michael Curtiz, 1942) es desde luego un film extraordinario y de visión obligada.

Remake de la también estupenda cinta francesa de un año antes dirigida por Julien Duvivier, “Pépé, le Moko






2 comentarios:

  1. Cuántísimo me queda por aprender y qué contenta estoy de poder hacerlo...

    Oh, sí, soy una pobre padawan con más ilusión que conocimiento(s), y no sabía nada de esta peli ni de la de Duvivier.

    El caso es que lo de Pepe le Moko lo había leído en comics, sin saber que tenía un referente cinematográfico. Qué cosas...

    Por supuesto sí sabía del dire (por El prisionero de Zenda, que está comentada aquí) y Charles Boyer y Hedy Lamarr (en mi casa, mis progenitores pronunciaba esos nombres CharlésBoyér y Lalamardeguapa)...

    Una peli que, viniendo con tu recomendación, va a la saca de los nombres de cintas que tengo que ver.

    Gracias sensei!

    beso,

    R

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  2. Jajaja gracias R, la pronunciación de tus progenitores es muy socorrida, la que oído bastante.

    Ya me contarás, si la ves, qué te parece.

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