viernes, 30 de noviembre de 2012

Crítica: MERCADO DE LADRONES (1949)

JULES DASSIN










La última película de Jules Dassin antes de que la Comisión de Actividades Antiamericanas, la llamada Caza de Brujas, le hiciera abandonar el país por considerarlo un comunista peligroso. Una magnífica obra hecha a toda prisa y casi sin previo aviso, improvisada, que si bien no es la mejor de la filmografía de Dassin deja patente su talento de forma muy contundente. 

Posteriormente volvería a América para rodar nuevos títulos.

Esa falta de preparación pudo provocar ciertas deficiencias que en realidad no se aprecian en gran medida, de igual manera que puede favorecer el dinamismo y la naturalidad, algo que sí se aprecia en la película. Un buen ejemplo lo tenemos en la primera escena.




La modulación, la naturalidad y la frescura de las interpretaciones, esa apariencia de espontaneidad e improvisación y el magistral cambio de tono que se produce al final, demuestran todo esto y hacen patente el gran talento de Dassin. Nuestro protagonista llega con multitud de regalos, un ex soldado que participó en la 2ª Guerra Mundial. Él es Nick Garcos, un acertado Richard Conte. Todo es felicidad en el reencuentro con su familia y su prometida (Barbara Lawrence), cuentan sus cosas, ríen y se reparten los mencionados regalos… hasta que llega el del padre (Morris Carnovsky), unas sencillas zapatillas que lo cambian todo. Una maravillosa forma de plantear la trama. El tullido de guerra no es el soldado, es su padre, y no por heridas en el frente precisamente.


El padre de Nick es transportista y sufrió las malas artes y engaños de un mayorista llamado Mike Figlia (Lee J. Cobb). Unas malas artes que lo dejaron sin piernas y sin dinero. Nick iniciará un viaje para ajustar cuentas, un viaje por el que pasará de todo.


Cuando Nick emprenda su viaje hasta Figlia, negociará con otro transportista, Ed Kinney (Millard Mitchell), se asociará con él en lo que creen un buen negocio para llegar hasta el mafioso mayorista. Dassin no tendrá problemas en detenerse en determinados momentos en personajes muy secundarios para que veamos qué piensan o sienten, un ejemplo lo tenemos en los dos transportistas con los que Ed se había asociado antes, pero de los que no se fiaba y prefirió sustituirlos por nuestro protagonista. Dos personajes que tendrán su importancia.




La escena donde Nick y Ed montan las cajas en su camión nos deja estampas del trabajo en el campo, de recolección, así como de la forma de cargar el producto. Estas escenas están rodadas con planos muy marcados, oblicuos, inclinados, al estilo Welles, con ello se marca ya desde el mismo inicio que lo que acontecerá tras este hecho, la recolección y carga de manzanas, no va a ser, ni mucho menos, sencillo. Planos oblicuos que sugieren tensión, violencia e inestabilidad.

Ya desde el inicio los conflictos no se hacen esperar, Ed tratará de timar y ahorrarse algo de dinero ante los recolectores, mientras que es Nick el que debe mantenerse honesto. Los dos transportistas que estaban asociados con Ed los seguirán, lo que anuncia nuevos problemas. Dassin consigue que siempre haya tensión, ya sea explícitamente o de forma soterrada, y que parezca a punto de estallar.

El plano donde vemos cruzar el camión de Nick ocultando el de Ed parece un mal presagio.

La mencionada tensión se sublima desde la dirección en un momento de aparente calma. El viaje nocturno de Nick con el camión, castigado por el sueño. Dassin recurrirá a un montaje de imágenes superpuestas, encadenadas, donde veremos a Nick, el cuentakilómetros, las ruedas… siempre con la sensación de amenaza, de que algo va a ocurrir, como así será.


La trama con los camiones, los tensos viajes y los transportistas, recuerdan a dos joyas del cine como son “La pasión ciega” (1940), una estupenda aunque irregular película de Raoul Walsh y “El salario del miedo” (1953) de H. G. Clouzot, una auténtica joya. De hecho “La pasión ciega” se basa en la misma novela de A. I. Bezzerides que se adapta aquí, “Mercado de ladrones”, y no sólo eso, Bezzerides es el guionista de la cinta que nos ocupa.
El viaje de Nick en la noche llega a su punto culminante con el reventón y cambio de rueda, un grandísimo suspense muy bien llevado y rodado. Uno de los grandes momentos del film.

Es cuestionable el manejo de los tiempos que se hace en la cinta, la velocidad con la que llega Ed al punto donde pinchó Nick. Ed salvará la vida de Nick, su confianza queda afianzada.
Una vez Nick llegue al mercado la cosa comenzará a complicarse. Para ello no se renuncia a pequeños trucos, como el momento en el que Nick se queda dormido al volante para que uno de los subordinados de Figlia suba al camión a despertarle y vea lo que transporta, todo con el fin de complicar la situación y poner en inferioridad al protagonista, algo muy legítimo, pero que resulta un poco forzado. Con todo, no chirrían demasiado.

Ed, que tardó muy poco en encontrarse con Nick cuando éste pinchó, tardará demasiado en llegar al mercado, si bien es cierto que nos muestran todas sus complicaciones con el camión como justificación.

Figlia, mafioso que se las sabe todas, empieza a maquinar como apoderarse de las manzanas. Mandará que pinchen la rueda a nuestro protagonista, un gran momento de puesta en escena cuando vemos a Figlia y Nick en primer plano y como en segundo el subordinado pasa con un hacha, no vemos nada de lo que hace, pero lo sabemos perfectamente. Las consecuencias se verán luego.


Este uso maestro del segundo plano es uno de los grandes detalles de estilo de Dassin en la película.

Nuestro protagonista sufriendo los envites del timador Figlia. Dassin volverá a detenerse en las reflexiones de los villanos, como ya mencioné antes, necesidades para una mejor evolución de la trama, mayor claridad.

Las escenas por el mercado y con los comerciantes son una maravilla, un magnífico retrato de todo ese mundo, el bullicio, la gente, los intercambios, los camiones, las mercancías que pasan de manos, que se cargan y descargan, la noche.. Una gozada, y hecha a toda prisa…


Rica (Valentina Cortese), hace su acto de presencia, tiene un objetivo claro, Nick. Una prostituta a sueldo de Figlia como sabremos después. Por otro lado tenemos a Ed y su viaje convertido en odisea. Los otros dos transportistas, viendo sus apuros, tratan de sacar partido y se ofrecen a ayudarle por una parte de su carga. Ed intentará aguantar todas estas dificultades hasta llegar a su destino. No lo logrará.


Nick se siente tentado por Rica, una tentación visualizada en la cama del apartamento de ésta. En la habitación de la prostituta Nick hará mención a la guerra, a la batalla de Anzio. Nick se dormirá allí y posibilitará que se consume el robo de sus manzanas. En la ejecución del robo tendremos otro momento de uso del segundo plano notable, mientras Figlia organiza la descarga de las manzanas del camión de Nick, Rica aparecerá en segundo plano, deteniéndose discretamente hasta ver solo al mafioso para hablarle. Tras ver esto y coger cariño al lastimado protagonista, Rica confesará toda la farsa en un beso. 


La escena de la negociación, donde Nick reivindica su dinero, es una de las más brillantes e intensas del film. Se masca la tensión en todo momento. Richard Conte estará en posición de superioridad con respecto a Lee J. Cobb en la escena. Figlia siempre estará sentado salvo en breves momentos donde se muestra más sincero. Al final Nick logrará sus propósitos, pero como es de suponer Figlia no dejarás las cosas así.

Hay cierta ingenuidad en el protagonista, un tipo aparentemente duro, al gritar a viva voz en un bar a su prometida por teléfono todo el dinero que ha conseguido. Parece que no ha tenido suficiente con ver lo que le ocurrió al padre y su propia experiencia para mostrarse algo más discreto. Además Nick tiene un rol extremadamente honesto, pero acaba resultando algo pendón e infiel. También le veremos algo violento y avergonzado al tener que confesar en alto sus sentimientos.

La venganza de Figlia tendrá lugar en una zona apartada, repleta de claroscuros en las vías de un tren, lugar de todo lo prohibido, lo sórdido, la amenaza y la atracción irrefrenable. Nick volverá a caer en la tentación de Rica, pero los mamporreros de Figlia le darán una paliza aprovechando su momento íntimo. Rica intentará proteger el dinero de Nick pero no le será posible. Sombras, violencia, seguimientos, persecución, captura… Gran utilización visual de la iluminación.

Toda la odisea de Nick parece un viaje hacia la fatalidad, hacia un destino poco agradable. Así Ed, el compañero en el negocio de Nick, tendrá un fatal accidente que le impedirá llegar con su parte de las manzanas. Los otros dos transportistas tendrán un conflicto moral donde cada uno se comportará de forma muy distinta. Las escenas con los camiones son realmente espectaculares, de una intensidad escalofriante, especialmente teniendo en cuenta el año de la película. ¡Qué bien hacían las cosas en el cine clásico!


Figlia tratará de sacar partido del accidente aprovechándose de los dos transportistas, uno de ellos se comportará dignamente, Slob (Jack Oakie), el otro, Pete (Joseph Pevney), no tendrá tantos escrúpulos e irá a por las manzanas del fallecido.

El conflicto amoroso tendrá otra soberbia escena repleta de tensión, el trío en el apartamento de la prostituta. Polly se destapará como una interesada y egoísta prometida y en cuanto se entera del robo del dinero dejará a Nick en la estacada. Este cambio en la personalidad del personaje queda algo flojo y gratuito, le falta elaboración, sobre todo teniendo en cuenta que esperó mucho tiempo la llegada de Nick.


Richard Conte está realmente bien en su rol, una mezcla de tipo duro y vulnerable a la vez. Él parece la inocencia personificada que tiene un choque radical al enfrentarse a la corrupción mafiosa. Sus deslices con la prostituta serán justificados de una manera algo forzada, por el brusco cambio de Polly y la redención de Rica, una luchadora que apostará por el buen camino finalmente. Valentina Cortese está soberbia en ese papel de prostituta redimida. El trío, por tanto, dará un giro radical en la decisión final de Nick de apostar por Rica.


El clímax con la venganza de Nick dando su merecido a Fligia es muy bueno, hasta el transportista Pete se redimirá de alguna manera.

Las manzanas son como el oro en la película, la mercancía más preciada, son la tentación. Cuando Nick decide llevar un cargamento de manzanas entra de lleno en el mundo de la tentación, del pecado. Un inocente viajando hacia la corrupción paulatinamente, nada de lo que le rodea parece limpio. Así como Adán caerá de su Paraíso, ese que vimos al inicio del film, y visitará un infierno. Un mundo de engaños (Figlia), tentaciones (Rica), violencia (los mamporreros)… hasta llegar a la redención y una vuelta al Paraíso nuevamente, con una prostituta que casi hace de María Magdalena. Tan sólo sus padres parecen honestos plenamente.




Dassin no oculta una visión “comunista” crítica con el capitalismo atroz y mafioso, aunque con muchos matices. He referenciado “La pasión ciega” (1940) y “El salario del miedo” (1953) como películas que pueden venir a la cabeza al ver esta cinta, también es posible que suceda con “La ley del silencio” (Elia Kazan, 1954), quedando constancia de que “El salario del miedo “ y “La ley del silencio” son posteriores a esta cinta de Dassin.

Gran título negro, no defraudará a quien apueste por él.



2 comentarios:

  1. Supongo que mamporrero quieres decir que da golpes, mamporros... pero ojo!

    mamporrero.
    (De mamporro).
    1. m. Hombre que dirige el miembro del caballo en el acto de la generación.

    les estás llamando sujeta penes de caballos y te estás quedando más ancho que largo :-p

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  2. JM jajajaja tienes toda la razón, venía de mamporro y puse mamporrero. Quizá descubrí una ocupación del personaje que se pasó por alto jajaja.

    Gracias por la puntualización. Un abrazo.

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