miércoles, 9 de octubre de 2013

Crítica: EL FUNERAL (1996) -Última Parte-

ABEL FERRARA










Hay una escena curiosa donde Ferrara desarrolla su tesis anticapitalista, además de exponer las enormes contradicciones de los personajes protagonistas. Una escena grotesca. Si en una escena anterior Ferrara pretendía vincular cultura y compromiso comunista, vinculará a través de sus personajes capitalismo con degradación moral y lo grotesco. Todo se ejemplificará en un objeto, el proyector, tecnología capitalista según uno de los personajes. Una orgía donde se proyectan películas pornográficas y donde todos los hermanos participan, infidelidades, relaciones grotescas, como cuando vemos a Johnny besando a una mujer mucho mayor que él o a Chez sometiendo a una jovencita... 





Chez tiene otro arranque violento, en este caso sexual, con una joven prostituta, como si la culpara de su propia infidelidad. Cuando regrese hablará sobre su locura con su mujer, un tema hasta ese momento sugerido en sus arranques rabiosos o en el comentario de los vigilantes al inicio de la cinta. Ese trastorno perturba a Chez, que en su creencia lo puede acabar considerando un castigo divino. Ferrara logra transmitir en muchas ocasiones lo que piensan los personajes, algo nada fácil, sin palabras. Un ejemplo lo tenemos en esta escena cuando Chez se da un baño, el plano de una navaja y la mirada de Penn lo dicen todo. Una pulsión suicida que va cobrando intensidad.


Otro funeral aparecerá en la película, el del padre de los hermanos Tempio. De vuelta de este breve flashback que se encadena con Ray, Ferrara hace lo mismo siempre que va a un flashback, nos lleva con un personaje y nos trae de vuelta con otro, tendremos una escena en la que se debate sobre la conveniencia de la venganza. Un plano en penumbra de la sala donde está el féretro nos lleva en un travelling a la cocina, algo más iluminada, vimos un movimiento similar, pero al contrario, al comienzo de la película, cuando una mujer llegaba de la cocina al féretro donde estaba Helen (Gretchen Mol), la novia de Johnny. Algunos de los allí presentes abogarán por no vengarse, en la creencia de que fue Gaspare el asesino, ya que éste tendría motivos al estar Johnny acostándose con su mujer. Ray desvela sin reservas su pensamiento obsesivo, completamente atrapado en una tradición sanguinaria, incapaz de entrar en razón o ir más allá de la pura violencia como contestación a un problema. Es su cárcel, que confirmará posteriormente. Es notable la idea visual en la que se encuadra a Walken, principalmente, envuelto en humo de forma continua, como un ser salido del averno.



Toda esta obsesión la confirmará en su conversación teológica con su mujer, que también le hablará del absurdo de su venganza, que viene acto seguido, en la que Ray se quedará en silencio. Justificándose a sí mismo.

La venganza.

El tema de la venganza, tan recurrente en el cine, y en el de gángsters mucho además, tendrá especial peso en la cinta. Ferrara logra desnudarlo de contenido, reducirlo al absurdo en el personaje de Ray (Christopher Walken). Ray cogerá por la fuerza a Gaspare, ya que ha decidido que él lo hizo porque tenía una razón, lo zarandeará, le enseñará un hacha… pero no logrará que el mafioso rival lo reconozca. De alguna forma Ray confunde libertad con hacer el gamberro, con hacer el mal, con ejecutar la posibilidad de matar que le da esa libertad.

“¿Sabes que es estupidez, codicia u orgullo lo que hace que nos matemos entre nosotros?”




La consciencia de esta estupidez por parte de Ray ejemplifica que no es libre, es esclavo de sus complejos, sus impulsos y sus mamadas costumbres. Además resulta escalofriante que siendo consciente sea incapaz de renunciar al absurdo.

Llevará al supuesto asesino de su hermano ante su féretro y nos contará otra tradición de los mafiosos, Ray siempre apegado a esas tradiciones. Los gángsters no van a los funerales de sus enemigos porque una tradición dice que las heridas del cadáver sangran cuando su asesino entra en la habitación… Como no sangran Ray respetará las formas y dejará a Gaspare libre… por poco tiempo. Ni siquiera saber que él efectivamente no fue, que fue un mecánico anónimo en un crimen pasional, hará rectificar a Ray sobre su decisión de matar a Gaspare, y es que hay que protegerse…

Ferrara no se preocupa por la narración en casi ningún momento, su interés está en explorar los sentimientos de esos personajes ante un suceso concreto, la muerte de uno de ellos. Es por ello que sin solución de continuidad se nos informa de que ya tienen a quien lo hizo, cuando Gaspare ni siquiera ha salido de la casa de los Tempio, pero no se molestan en explicar cómo lo han descubierto… eso es lo de menos.



El joven mecánico protagoniza otra gran escena, es el final del círculo del personaje de Ray. Mentirá en primera instancia para intentar librarse, pero en un gesto extraño acabará reconociendo la verdad, fue un crimen de orgullo, una venganza contra Johnny por una paliza que éste le dio ante sus amigos… Ray confesará que estaba dispuesto a perdonarle de ser cierta la historia de la violación de Johnny, aunque en Ray no se puede confiar, pero quedará enormemente satisfecho convenciéndose a sí mismo de que puede hacerlo porque el motivo le parece menor… Incluso le confesará que su mujer le pidió que no lo matara. Todo esto bañados por la luz de los focos del coche en la noche, una revelación.

Como en sus conversaciones con su mujer pondrá a Dios como escudo para justificarse él mismo. Ray no puede evitar mencionar a Dios o al infierno, siempre presentes, aunque sea consciente de lo que hace, es su manera de rebelarse. Lo bueno, lo malo, la justicia, son términos confusos para Ray, que los adapta a su conveniencia. Él decide que no tiene elección.





A partir de aquí tenemos una exhibición deslumbrante del uso del montaje. La muerte del mecánico a manos de Ray se enlaza con la muerte de Johnny, en flashback, a manos del mecánico. A estos dos crímenes le sucede el flashback de la iniciación de Ray donde se le da la bala con la que cometió el asesinato, enlazado con el gesto del propio Ray de guardarle dicha bala en el bolsillo al cadáver de su hermano en el presente. Cumplida la venganza. Esta mezcla de flashbacks, de saltar atrás y adelante en el tiempo, donde Ray venga a su hermano y le guarda la bala de su iniciación, vuelve a unir, vincular y casi fusionar, presente, pasado y futuro…


Las enseñanzas del pasado, los caracteres forjados, causas del presente y el futuro.

Aquí no acaba el gran trabajo de montaje. Retomamos a Chez en su bar, un nuevo flashback, ya comentado, lo lleva a un recuerdo agradable junto a sus hermanos. Se contrasta la soledad con el cariño y compañía de sus hermanos, transmitiendo así el dolor del personaje. No soporta ser consciente de que lo que ocurre en esos recuerdos no volverá a repetirse. De regreso del flashback se hilvana mediante panorámicas la mirada de Chez a una botella y el cuerpo recorrido del joven mecánico asesinado a punto de ser enterrado por él mismo. A través del montaje se vuelve a unir dos escenas, una panorámica que se dirige hacia el cielo mientras Chez entierra al mecánico y otra que baja del mismo cielo ya en la casa de la familia, que nos muestra la llegada del propio Chez. Un montaje que va siguiendo a Chez y la turbulencia interna que se va gestando en su interior para la catarsis final que está a punto de acontecer.



El contraste entre los personajes de Ray y Chez queda expuesto a la perfección en la escena donde Ray se está afeitando, purificándose de alguna forma, e informa a su hermano de que Johnny ha sido vengado. El loco Chez se mantiene inactivo, el cuerdo Ray es el activo y vengativo. Ray permanece como inconsciente, como si con la venganza todo volviera a su cauce, un cauce creado en su cabeza donde todo recobra un ficticio equilibrio, pero Chez sólo muestra resignación, sabe que eso no le devolverá a su hermano, no consolará su soledad, no soporta la pérdida. Él sí siente la ausencia de su hermano, no así Ray, por eso acabará estallando en una orgía violenta. Su catarsis y desahogo final.


La frase que dice Chez antes de suicidarse, “¿y vivir sin mis hermanos?” es la manifestación clara de su incapacidad para gestionar la pérdida de Johnny, la soledad que le produce esa pérdida, prefiere acabar con todo y huir. Es la expiación, la depuración, el castigo… de los que están tan necesitados los personajes de Ferrara. El sacrificio de un ángel exterminador. Una locura autodestructiva, quizá más cuerda de lo que parece.




El arraigado sentimiento de culpa necesitado de expiación.

Tres planos consecutivos de los hermanos muertos cierran el excelente último tercio donde el montaje es francamente brillante. El último de estos planos con el féretro cerrándose sobre el rostro de Johnny, aspecto ya comentado.

Gran dirección, gran guión con magníficos diálogos a cargo de Nicholas St. John, excelente montaje e interpretaciones inspiradísimas de todos cuantos componen el reparto, quizá con mención especial para un Chris Penn deslumbrante en su encarnación del esquizofrénico Chez, que además nos deleita con un tema cantado por él de forma espectacular, “Tonight will be the night”.





Hay un evidente simplismo y falta de desarrollo en muchas de las ideas que expone la película, así como una trama anecdótica que finalmente no lleva a nada, pero el análisis y estudio de los personajes, el verdadero interés de Ferrara, es realmente notable. 

Una excelente y original mirada al mundo de la mafia donde apenas existe la acción, pero sí la introspección y exploración a unos personajes atormentados y esclavos de tradiciones autodestructivas y una culpa perenne.


 


Dedicada a J. J. Jacobo, confiando que le haya gustado el análisis





5 comentarios:

  1. PINTAZA que tiene la película,Mr.Sambo.Anotada queda.
    Un abrazo,
    Patricia

    ResponderEliminar
  2. Gran final. Excelente análisis. Gracias Sambo!! :-))
    Bss!!

    ResponderEliminar
  3. Es buena película Patricia, notable, notable.

    Gracias Reina, la verdad que quedé contentillo con el resultado jaja. Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Me has convencido MrSambo, más que "me la suda quién haya sido" que escribí en el hilo inicial, es más lógico un "llegados a este punto, no hay marcha atrás". Tampoco me parece que cuadre con el personaje de Cristopher Walken la hipótesis de perdonar al mecánico si éste no hubiera confesado la verdad. Me parece más un intento por convencerse a sí mismo, como muy bien describes.

    Una película introspectiva e interesanet, concuerdo contigo otra vez, ¡sigue así máquina!

    un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy buenas Keyser, pues así es, hay ciertos matices y la verdad es que esa introspección y desarrollo de los personajes es realmente buena.

      Me alegra que coincidamos jejeje!

      Un abrazo fuerte.

      Eliminar