sábado, 4 de enero de 2014

Crítica: NINJA KIDS (1986) -Parte 1/2-

PABLO SANTIAGO












Encararse con este análisis no deja de ser complicado, extraño y divertido. La película es un completo desastre desde que empieza hasta que acaba, sin sentido ni coherencia, contradictoria, francamente increíble, tan absurda que se acaba por cogerle cariño, especialmente si la ves con mentalidad predispuesta.

Ninja Kids” procede de la exótica cinematografía filipina que homenajea y rinde tributo a su modo, con pasión, naturalidad y energía innegable, al cine juvenil americano tan en boga en los 80, de hecho esta película es de 1986.

Una grupo de amigos tiene un misterioso y fantástico encuentro con un maestro de artes marciales de increíbles poderes que les encomienda una misión, recuperar un poderoso sable ninja que en manos ajenas sería un peligro para todos.

El punto de partida, contada la sinopsis, puede parecer convencional, que irá por los parámetros habituales de este tipo de cintas de chavales, aventuras y fantasía, aquí dentro del género de las artes marciales… pero todo lo que imagines tendrá poco que ver con lo que te encontrarás. Un desastre narrativo, tan deslavazado e incoherente que acaba resultando tremendamente divertido. Es difícil que no te acabes riendo en algún momento con los desvaríos, los sucesos absolutamente ilógicos y contradictorios, las torpezas de guión y la desenfadada naturalidad de los chavales del grupo protagonista.


El sable ninja será el macguffin sobre el que girará y se vertebrará la película, así nos encontraremos con una violenta y despiadada villana que parece dispuesta a cualquier cosa con tal de apoderarse de él… cosa que acabará siendo relativa ya que la pobre es muy mala pero un poco cortica. Jamás en el cine se ha visto tanto poder desaprovechado. Los esbirros que mandó para apoderarse del mencionado sable se han confundido y han traído una falsificación, por lo que los ajusticiará sin piedad. Estos esbirros debieron confundir los planos en el robo, aunque no se nos explicará por qué se confundieron ni qué los llevó a esa confusión.





La dirección de Pablo Santiago tampoco es muy brillante que digamos, repleta de zooms de ida y vuelta sin mucho sentido en muchas ocasiones.





Así, tras comprobar la vileza y crueldad de la villana, Santiago nos deleitará con unas escenas de pelea de dos chicas junto a su padre, entrenando, que resulta que son los protectores del ansiado sable. No se les ve preocupados y las escenas de diálogo para situarnos son impostadas, casi desconectadas de la trama que se nos ha mostrado en los primeros dos minutos. El padre dirá a sus hijas, muy solemnemente, que jamás revelen el secreto que guardan, promesa que se pasarán por el forro en cuanto unos jóvenes desconocidos se lo pidan… Karatecas protectores que no volverán a aparecer hasta la parte final y que en realidad no tendrán importancia alguna en la cinta.


Acto seguido se nos presentará a los protagonistas de la función con una escena intrascendente repleta de los típicos tics del cine juvenil ochentero, sus imprescindibles bicis, sus vaciles, sus bromas, sus bravuconadas, sus rivalidades entre bandas, sus ligoteos… También veremos algunas particularidades curiosas de la cultura juvenil filipina, por ejemplo se ve que allí entre bandas rivales “dar un lección” es tirar un balón suavemente a las manos del chico que va a ser aleccionado… Una lección muy civilizada, no se puede negar.





Afortunadamente habrá pelea juvenil, tras bravuconadas varias, entre la banda del baloncesto y la de las bicis, que son nuestros protagonistas. Las peleas son universales...













La edad que permite conducir en Filipinas no parece muy clara o determinada, quizá no tengan, lo desconozco, pero aquí conducen chavales de todas las edades, cuanto más jóvenes mejor.


Un desbarre narrativo.

Hasta tres desviaciones de guión tendrá la película, algo casi inaudito, no una y voluntaria como “Psicosis” (Alfred Hitchcock, 1960), ni dos, hasta tres… Si la película empieza con la historia de una hechicera malvada que busca un poderoso sable poco después la cinta se dedicará a seguir durante media hora a los chicos protagonistas mientras siguen desesperadamente a las chicas por un campamento femenino.

Por si esto no fuera poco de la trama de lascivia juvenil pasamos sin solución de continuidad a otra de tintes fantásticos, donde nuestros amigos se pierden en un bosque y pasan a otra dimensión donde serán entrenados concienzudamente en las artes marciales por un misterioso maestro… en una tarde. Todo esto es literal.


Por si no tuviéramos poco este entrenamiento será destinado a recuperar el sable de la malvada villana ¡que todavía no ha robado siquiera!

Sobre las incongruencias y desfases argumentales ya iré hablando.

Gustosas y numerosas referencias.

Si algo no se puede negar a la película es su carácter lúdico y jovial, lo bien que se lo pasaron los chavales haciéndola y supongo que todos los responsables, especialmente porque parece una cinta amateur. Así podremos disfrutar de muchos guiños al cine, especialmente al juvenil norteamericano que es el que tenemos más cercano y el que marca siempre la tendencia.





Hay cierto toque al espíritu de Blancanieves o los cuentos de hadas, con esos siete enanitos karatecas, cada uno con su personalidad, donde hay un tontito, un gruñón, un comilón, otro que siempre pregunta por su madre, otro que siempre va con sus cascos oyendo música y hasta un dormilón… Además habrá referencias a príncipes, hechiceras y el contenido fantástico de la propia película es evidente (ninjas voladores, maestros ninjas con poderes, hechiceras semejantes a SuperWoman, gigantes, maleficios diabólicos, una hechicera/madrastra ninja…). Del mismo modo esa entrada en otra dimensión, una especie de mundo paralelo donde habita el maestro ninja, nos lleva a “Alicia en el país de las maravillas” y “A través del espejo” de Lewis Carroll.


Aparte de estos referentes literarios lo que más abundan son los guiños cinéfilos. Veremos al grupo de amigos travestirse de chicas para poder coquetear con ellas en el campamento donde los chicos tienen prohibido el paso, como en “Con faldas y a lo loco” (Billy Wilder, 1959). La actitud de estos chicos con las hormonas saliéndoles por las orejas, desesperados por el sexo y las chicas, casi nos recuerdan a “Porky’s” (Bob Clark, 1981), en una onda más infantil y con karatecas. El tema de los karatecas y los maestros nos recordará fácilmente a “Karate Kid” (John G. Avildsen, 1984). La pandilla de chicos con sus bicis y viviendo aventuras de todo tipo tiene en “E.T. El extraterrestre” (Steven Spielberg, 1982) y “Los Goonies” (Richard Donner, 1985) sus principales referentes. Incuso una escena tan aparentemente intrascendente como esa en la que Dodo (Herbert Bautista) se deja caer delante del coche para entrar en la casa de las chicas custodias del sable, ha recordado a Michael McFly atropellado y siendo llevado a la casa de su joven madre en “Regreso al futuro” (Robert Zemeckis, 1985)… La prueba a la que el maestro ninja somete a los jóvenes aprendices, donde tienen que recuperar un jarrón en una cueva oscura y con muchos esqueletos, puede recordar a “Indiana Jones y el Templo Maldito” (Steven Spielberg, 1984), “Los Goonies” o “El chico de oro” (Michael Ritchie, 1986), además se citará a “Rambo” y hasta a ¡Tears For Fears!



Como curiosidad para los más cinéfilos no está mal, para los más nostálgicos del cine juvenil ochentero.





El grupo de chicos dejará bien patente lo salidos que están, pequeños Chichos Terremotos filipinos, en el campamento femenino, con gags absurdos, sin sentido ni motivo narrativo, como el de la serpiente, artificiales e interpretados de aquella manera, pero donde la naturalidad de los chavales despierta la sonrisa entrañablemente. Por supuesto los acalorados chavales no podrán dar rienda suelta a su energía con las chicas, especialmente por una desagradable señora Rottenmeier que va poniendo las cosas difíciles. Así que como esa energía acumulada no puede desahogarse sexualmente, la tendrán que soltar repartiendo palizas a diestro y siniestro como ninjas.


Como he comentado los chavales no podrán seguir a las chicas porque la pérfida Rottenmeier les pincha las ruedas del coche y las bicicletas, así eran las monitoras filipinas en los 80, no se andaban con “chiquitas”, por lo que tendrán que vagar, desorientados, por un bosque “encantado”. Suponemos que está encantado cuando en la noche vemos un extraño ser subido a un árbol, ser que desaparece para no volver a aparecer nunca jamás… Supongo que es una pista del director en plan “este bosque, que todavía no habéis visto, está encantado”…




Tony es el líder del grupo, pero es Dodo, el marginado y graciosillo, el que roba todas las escenas cada vez que aparece.


El paso a ese otro mundo donde conocerán al maestro ninja será a la media hora de película, nada más y nada menos, hasta ese momento lo que hemos visto es cómo correteaban detrás de las niñas, básicamente. Estamos en otro bandazo narrativo.


Comenté que el guión es un desastre y la dirección flojísima y poco cuidada, pues bien, el montaje es directamente surrealista y sin sentido.

Esto está encantado”.

Los diálogos son igualmente surrealistas, pero muy divertidos en muchas ocasiones. Cuando los chavales se sueltan y se ponen a vacilar encontramos los momentos más descacharrantes, fuera de las asombrosas incoherencias, de la película.


Toda la fase en el mundo del maestro karateca es delirante. Entre menciones a Gucci y Christian Dior este extraño maestro con pinta de viejo verde, cebará a nuestros protagonistas y luego los someterá a un duro entrenamiento para convertirlos en ninjas… ¿Por qué? Pues para recuperar el sable aquel, ¿os acordáis?, el del comienzo. Este señor los someterá, como digo, a un duro entrenamiento de ¡una tarde! (sus amigas dirán que han estado desaparecidos una semana para compensar), tras el cual los verá listos para acometer una dura y definitiva prueba que les permita considerarse verdaderos ninjas.


 

El entrenamiento será tronchante, vaciles, bromas y ni una pregunta sobre por qué demonios están haciendo tanto ejercicio y siguen las órdenes de un desconocido extraño. El caso es que habrá pantallas partidas y música aorera, esto último un gran punto.

Es evidente que “Ninja Kids” es una película saltamontes, va saltando de un lado a otro sin ton ni son.


 


Dedicada a Karaoke, la hice con cariño, pero donde no hay mata... ya tú sabes




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