martes, 28 de octubre de 2014

Crítica: TRANSCENDENCE (2014) -Parte 1/2-

WALLY PFISTER












Esta película sirve de perfecto ejemplo para explicar lo que es una obra fallida. Ambiciosa, con grandes planteamientos a nivel conceptual, también visual, pero donde nada funciona. Todo el desarrollo conceptual es mediocre, torpe, aburrido, dramática y narrativamente es sorprendentemente incompetente, soporífera, tediosa. No hay conflicto dramático, tensión, suspense… se elige siempre la peor decisión, en una ineptitud cinematográfica desquiciante. Esto no sería problemático si fuera una cinta estúpida, sin nada, pero en su interior alberga interesantes propuestas y, sobre todo, preguntas, por eso resulta tan decepcionante y frustrante el resultado final. Interesantes propuestas y preguntas horrorosamente ejecutadas y desarrolladas, con conclusiones, cuando llega a alguna, tópicas, vulgares y simplistas. Todas las decisiones tomadas parecen las peores posibles.



Johnny Depp interpreta al doctor Will Caster, uno de los más brillantes expertos en el terreno de la inteligencia artificial, aspirante a lograr una máquina con emociones humanas y una inteligencia global, lo que le coloca en el objetivo de un grupo antisistema y antitecnológico. Este grupo atentará contra todos los científicos inmersos en ese campo de la inteligencia artificial, temerosos o conscientes del peligro que dicho desarrollo acarrearía. A partir de aquí Will se convertirá en su propia creación, expandiendo su inteligencia sin límites.




El director de fotografía de Christopher Nolan, Wally Pfister, demuestra que trabajar para un gran talento no te convierte en uno, por lo que visto el resultado debería plantearse seguir por la senda de la dirección de fotografía. De hecho es en el trabajo de fotografía, en encuadres cuidados y metafóricos, donde tenemos los momentos visuales más apreciables, pero desligado del conjunto, torpe desde todo punto de vista.


Así, los iniciales planos cortos de objetos o detalles, gotas de lluvia, luces, semáforos, objetos tecnológicos tirados, inservibles, marcan a la perfección el tono y funcionan como cebo que encontrará su explicación al final de la película. Así se explicita, mediante la voz over del personaje que interpreta Paul Bettany, el conflicto surgido entre la humanidad y la tecnología, una colisión radical con internet como nuestro peor enemigo.





Bettany interpreta a Max Water, otro brillante científico amigo de Will, pero con un sentido más moral en cuanto a las investigaciones. En esta presentación lo veremos en el jardín de Will observando tulipanes y gotas de agua, que también cobrarán sentido al final de la cinta. Un flashback nos llevará a los sucesos acontecidos 5 años antes y que han provocado esa situación casi apocalíptica. Ese jardín, 5 años antes, cobra sentido cuando vemos que es un santuario para Depp y su mujer, un pequeño lugar ajeno a cualquier interferencia, onda o señal tecnológica, sin wifis ni nada que se le parezca, un contraste curioso para un científico que pretende mejorar el mundo en base a la tecnología y la inteligencia artificial. La broma en la que su mujer le explica que con apagar el móvil recibiría muchas menos molestias define casi a toda nuestra sociedad actual, que se queja pero se muestra incapaz de desprenderse de sus aparatitos tecnológicos que les conectan con el mundo. Cierta hipocresía tecnológica en la sociedad.





Pfister dirige con mucha sobriedad, planos generales, sostenidos, que van a plano corto o al revés, de plano corto o detalle a general, como en la escena íntima de la pareja en su habitación. Ella, Evelyn Caster (Rebecca Hall), vestirá de rojo en este inicio y progresivamente irá utilizando colores más sobrios y oscuros.




Will Caster pretende crear un dios tecnológico, una superinteligencia perfecta y capaz de tener emociones humanas para una mayor comprensión de nuestra naturaleza en sus decisiones. La trascendencia.




Un recurso narrativo que ya en este inicio se hace patente, es el marcado uso de cebos, ya vimos los objetos inservibles del inicio y planos concretos que adquirirán sentido posteriormente, y al inicio del flashback veremos tartas de cumpleaños, envenenadas, para la presentación de Joseph Tagger (Morgan Freeman), otro científico amigo de Will contra el que se atentará. Del mismo modo la puesta en escena escindida de Pfister, con planos detalle y de objetos, como resalté al inicio, sirven también de cebos. Auriculares, teclados, un mundo tecnológico que será mortal para muchas personas. Serán el vehículo del que se sirvan los antisistema. Cuando veamos que Tagger no comió de la tarta encontraremos explicación a que fuera el único en no morir.






La tecnología lo inunda todo en la puesta en escena, llena de monitores, computadoras y sofisticados aparatos. Planos significativos al respecto son, por ejemplo, el que va de la pizarra, con fórmulas matemáticas, a la cabeza de Depp, cables mediante, o el de Evelyn (Rebecca Hall) y Max (Paul Betanny) ante pantallas o reflejados en las mismas. Un circuito en un cazador de sueños, la fugaz pregunta en la pantalla antes del apagado de la misma, que implicará el descubrimiento de que el plan funcionó, la resurrección informática… son más detalles visuales interesantes. Depp aparecerá digitalizado a partir de ese momento en su nuevo ser, una nueva forma. Su primera aparición será con el rostro de Evelyn reflejado en la pantalla, distorsionado.




Otro cebo, la líder del grupo antitecnológico entre el público de la conferencia de Will Caster, sin que sepamos quién es, y la posterior muerte en montaje paralelo de varios científicos a manos de su grupo. Extrañeza, explosiones, atentados contra investigadores que trabajan con la inteligencia artificial…



El único proyecto que aguantará el ataque conjunto del grupo antisistema será el de Depp, un proyecto potente y que acabará eternizando al protagonista. El disparo que alcanzó a Will (Johnny Depp) estaba envenenado y le llevará a una lenta agonía. Un mes de vida donde los espejos serán testigos de su deterioro físico, un retrato de Depp cada vez más distorsionado, incluso tras plásticos también, aunque su proyecto de inteligencia artificial le rescatará de la muerte. A Johnny Depp siempre le ha gustado jugar con su físico, aquí le veremos demacrado y rapado.



Duplicar la conciencia de Depp como solución para evitar que muera del todo. Tagger (Morgan Freeman) dedicará unas palabras a la muerte de Will, a su mente y a su alma… En principio el nuevo Will sólo querrá hacer el bien, en realidad lo querrá siempre, aunque su ilimitado poder acabe resultando problemático. Enriquecerá a su mujer y al mundo con un acceso ilimitado a la red que le permite maniobrar y llegar a todo. Un pueblo semiderruido y pobre será el lugar elegido por Will para que él y Evelyn comiencen una vida, construyan el inicio de un nuevo mundo, con toda una infraestructura cada vez más novedosa y moderna.






Adelantos tecnológicos desmesurados, curaciones milagrosas, en masa, optimización de las cualidades humanas, haciéndolas sobrehumanas, por ejemplo con el arquitecto, que tras recibir una paliza recibirá las atenciones de Will hasta convertirlo casi en un superhéroe. Él y todo el que pase por sus manos acabará conectado a Will, lo que casi podría suponer tener un ejército propio, un poder ajeno al resto del orden mundial. Will logrará una extraordinaria infraestructura, la evolución expandiéndose, su inteligencia gobernándolo casi todo. Creando una mente colectiva con todos sus súbditos…






Objetos.

Hemos hablado de los aparatos tecnológicos inservibles, que se utilizan para sujetar puertas o aparecen tirados por todos lados en el futuro. Habrá más a los que Pfister pretende dotar de significación, como el tocadiscos que vincula a la pareja. Objetos menos modernos que se identifican con lo auténtico, con los recuerdos, la nostalgia y el vínculo irrompible del amor de la pareja. El tocadiscos es un recuerdo de cuando se conocieron. Una vez establecidos en el pueblo veremos el tocadiscos sonando en una escena íntima, dos años después de la muerte de Will, reducto del pasado, esperanza de normalidad.



El anillo de Evelyn, como símbolo de la fidelidad y la traición a Will, también será un objeto representativo con importancia narrativa, especialmente en la parte final. Es un buen punto que no haya elementos románticos entre Evelyn (Rebecca Hall) y su amigo Max (Paul Betanny).



El secuestro a Max, el científico humanista que interpreta Paul Bettany, será a manos de Bree (Kate Mara), la líder de los antitecnológicos, ahora de rubia. Ella querrá que el científico, gracias a sus postulados más humanistas, cobre conciencia de lo que puede ocurrir si la expansión del Will digital no se frena. Es un punto interesante en la trama ese cambio de tercio, donde los aparentemente malvados, ese grupo antisistema, acaban apareciendo luego como salvadores o no tan malos, precisamente. Es buena la escena donde el encarcelado Max y Bree conversan y se sinceran, con planos cada vez más cortos en travellings de acercamiento para hacer más palpable el vínculo y la sinceridad. También recorremos el viaje opuesto, los aparentemente buenos acaban suponiendo la amenaza.




Pasados los años comprobaremos que Max sigue allí con los antisistema, perfectamente integrado y luchando contra su regenerado amigo Will. Se ve que Max no tenía vida…

No había vuelto a escribir desde que iba al colegio”. Pelín exagerada la cosa.




2 comentarios:

  1. Uffff....no la he visto....pero algo me dice que es otra totalmente prescindible.....uffff

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    1. Lo es, una decepción y una dirección y guión francamente mediocres.

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