viernes, 19 de diciembre de 2014

Crítica: APARTADO DE CORREOS 1001 (1950) -Última Parte-

JULIO SALVADOR













En la casa tendremos la primera escena de suspense con uso de sombras incluido, un supuesto espía que merodea por el exterior y que hará sacar las armas a los policías, pero será una falsa alarma al descubrirse que es el cartero. 

La investigación y el guión siguen su atractivo e interesante curso, con un gran ritmo, aunque es necesario indicar que la película carece de una atmósfera especial, la que tienen los clásicos, sobre todo en esa fusión de fondo y forma tan marcada en el género negro. Aquí todo es muy neutro y convencional, pero no disminuye el interés de la narración.





Una dirección falsa, una falsa empresa de productos químicos, será el lugar donde encontrarán el taxi asesino, en la calle Castillejos, como descubrieron en el anuncio que el difunto recortó de “La Vanguardia”. Allí encontrarán al taxista (Casimiro Hurtado) herido y serán espiados por alguien con unos llamativos zapatos… Ese hombre de los zapatos es, con casi toda seguridad, el que pasó de largo detrás de nuestros detectives al verlos intentar entrar en el recinto donde dejaron abandonado el taxi.



Los relojes tendrán gran presencia en la narración, marcan los progresos y el tiempo de la historia en la que se resuelve la investigación. Planos de ellos finalizarán varias escenas, a las 4, a las 12… Salvador gusta de terminar muchas escenas con objetos, no sólo relojes, lo veremos con teléfonos o grabadoras también, por ejemplo.


La única pista es un apartado de correos que encontraron en las notas del difunto, el 1001. La vigilancia llevará al conocimiento de un nuevo personaje, Carmen (Elena Espejo), además de para describir un poco más la ciudad. Un gran recurso para presentar al personaje. Elena Espejo tiene un toque a Scarlett Johansson.

 


Aquí hay un pequeño truco de guión con la oportuna llegada del sobre con las 200 pesetas que confirma su coartada, justo en el momento en el que están allí los policías tras haberla pillado in fraganti… Será detenida y dará sus explicaciones, que servirán para dar un paso más en la investigación y su retrato casi documental, llevándonos a la central de correos y a preparar una ingeniosa estratagema.








Se muestra a la perfección el camino de la investigación y el de la carta por correros hasta llegar al cartero involucrado en el caso, uno de la banda, que esperaba el sobre enviado por la chica, pero que la policía sustituyó oportunamente. Una descripción francamente bien expuesta, cristalina y tremendamente clarificadora, en una narración de ritmo impecable.





El agente Velasco (Manuel de Juan) usará la tecnología de la época para espiar al cartero sospechoso, con micrófonos poco disimulados por su dimensión en la habitación donde éste se hospeda. Es fascinante la escena, sin palabras, aunque le sobra la música ligera, en la que Velasco pone el micrófono y planea y plantea toda la situación para hacer las escuchas. De nuevo ese mimo y detalle casi documental, esa exposición precisa y clara.


La escena de la cerveza, cuando el cartero descubre que no hay dinero en el sobre que ha cogido en la central, es simpática.




La voluptuosa Elena Espejo, que interpreta a Carmen, se encontrará con el cartero en su casa. Miguel (Conrado San Martín) lo siguió hasta allí y tendrá una conversación con la muchacha ante un espejo, dudando de la veracidad de las afirmaciones de ella.


La escena del banco es uno de los puntos fuertes de la película, una magnífica escena muy clásica, hemos visto muchas de este tipo, y maravillosamente rodada. Juegos de miradas, suaves zooms, panorámicas, manejo de los puntos de vista con picados y contrapicados marcando la tensión... Relojes, confusión, supuesto error… todo lleno de coherencia y realismo. El juego con los interrogatorios en el banco es excelente, el disimulo de los detenidos, el truco del taxista, sobre todo teniendo en cuenta el giro final de la película. Nada hace sospechar que puedan mentir.






El posterior interrogatorio al cartero detenido, de bigote, será enmarcado por una ventana enrejada, símbolo perfecto para su situación. Esto se acentuará aún más con el subrayado del travelling de acercamiento en contrapicado a su rostro al oír la conversación que los agentes grabaron en su habitación. Estas revelaciones le obligarán a confesar, un flashback en el que se entrará a través de sus nerviosas manos, que no terminan de entrelazarse. Al regreso del flashback tendremos otra de las famosas panorámicas que adornan la obra, del techo a los personajes.

En el flashback se sigue el rigor del punto de vista policial comentado. Una lámpara ocultará sistemáticamente el rostro del jefe de la organización, algo obligado ya que los agentes no lo han visto, por tanto lo que vemos es el relato contado por el detenido pero bajo el prisma visual de los agentes. Lo mismo ocurrirá con el flashback recreando la historia que cuenta el taxista, no se verá el rostro del asesino porque los policías, que conocen lo mismo que nosotros, no lo han visto aún. La recreación de lo que cuentan los testigos filtrado por el punto de vista policial. La historia nos desvelará los momentos previos al asesinato de Rafael Quintana, que fue al despacho de los estafadores en busca de su dinero y que hubiera acabado muerto allí mismo si el propio cartero no hubiera intervenido evitando el asesinato a manos de su jefe. El cartero es un adicto, las drogas como tema de la película, en lo que es una interesante transgresión. Una cinta española de la época que toca el tema del consumo y tráfico de drogas sin ningún tipo de problemas.



Localizarán el lugar donde se oculta la banda a través de la agenda del cartero, lugar donde piensan encontrarán al jefe de la organización, Julián. Aquí tendremos una de las grandes sorpresas del film con la aparición del taxista que intentó inculpar a Miguel y que descubrimos golpeado en el taxi abandonado.


La cinta cobra una gran intensidad en esta parte final adquiriendo además mucha mayor sofisticación estética, avanzando y creando la atmósfera adecuada para un intenso clímax. La tensión aumenta, la estética se hace tenebrista, sombras, suspense, sugerentes panorámicas y movimientos de cámara, sorpresas, tensión… y todo siendo la película completamente diurna. Un tercio final francamente sabroso y sugerente. Del descubrimiento del taxista pasaremos al descubrimiento de un pasadizo secreto dentro de la casa. El momento donde vemos aparecer los zapatos del buscado Julián parándose en la ventanilla del sótano donde antes estuvieron los agentes rodeados de sombras es un detalle y un momento magnífico. Unos zapatos que personifican un mal abstracto.




El interrogatorio al taxista (Casimiro Hurtado) nos lleva a un nuevo flashback que nos mostrará cómo se gestó el asesinato, pero donde el rostro del asesino seguirá oculto, como corresponde a la idea de punto de vista policial ya reseñada. Un taxista al que nuestros protagonistas quitarán su cinismo de un plumazo. Habla de una lealtad extrema entre el cartero y Julián (Eugenio Testa), son hermanos.







La siniestra entrada de Julián en la casa, presentado por sus zapatos, que vimos merodear poco antes por el lugar, cambiará momentáneamente el punto de vista, por lo que veremos a los agentes interrogando al taxista desde su posición. El cuadro que deja ver la escena al oculto Julián será clave por ser una de las torpezas del asesino que permitirá su captura. Es decir, además de cambiar el punto de vista este plano tiene la intención de darnos el dato a nosotros antes que a los agentes.

El cuadro contiene una foto, se le encuadrará antes del asesinato para que lo veamos bien. La torpeza del asesino, que tiene más de truco de guión que de otra cosa, será no llevarse la foto entera, o el cuadro sin más, ya que en la parte que deja los agentes descubrirán dónde se realizó dicha foto, encauzando su búsqueda. Unos agentes que tardan en descubrir el cuadro y en entender la mirada agonizante del taxista, todo sea dicho. También es justo reconocer que el asesino será previsor y comprará el negativo al fotógrafo.




De alguna forma esto indica o parece pretender indicar, que cualquiera de nosotros podría haber descubierto el crimen por la facilidad y precisión con la que se deduce todo, sin genialidades sacadas de la manga por parte de los agentes, permitiendo que el espectador incluso vaya un poco por delante.

Toda esta tensión termina con el asesinato del taxista a manos del misterioso hombre de los zapatos, aunque no hará nada con los policías, que estaban igualmente a tiro… Esas cosas. Lo matará justo en el momento en el que iba a descubrir su identidad.

Tendremos otros zapatos, también peculiares, los del policía, que dan paseos de un lado a otro como le vimos hacer al inicio de la película manifestando su inquietud. Un pequeño eco que es buen ejemplo del cuidado guión y puesta en escena que tiene la cinta.


El clímax tendrá lugar en un frontón y en las Atracciones Apolo. Para ello se usará de cebo voluntario a la chica, Carmen (Elena Espejo), que es jugadora. Ahí es nada. Aquí descubriremos el rostro del asesino por fin, al mismo tiempo que Miguel, el agente. Primero veremos la asustada reacción de Carmen, los zapatos asesinos, resaltados con un travelling de acercamiento, su nuca, también resaltada de la misma manera, y por fin su rostro, en lo que supondrá la otra gran sorpresa del film, al descubrir que es el cliente del banco al que interrogaron, pidieron su firma, detuvieron y luego soltaron por considerarle inocente. Esta sorpresa replantea la escena del banco completamente, para satisfacción del espectador.




Así comenzará una extraordinaria persecución, de nuevo muy estética y visual, como clímax final, que recordará a esa joya dirigida por Orson Welles que es “La dama de Shanghái” (1947), con escena de espejos y disparos incluida. Intensidad, escenarios siniestros y tenebrosos, atracciones en un parque del terror… Todo acorde con el tono de la escena y el momento. Una secuencia excelente. Un romántico final feliz pone la rúbrica.




Los mayores defectos, aparte de algún truco de guión, están en la falta de definición de todos los personajes, arquetípicos o directamente sin dibujar siquiera. Gran dirección, magnífico guión de Julio Coll y Antonio Isasi-Isasmendi, este último montador y guionista de la cinta, un clásico de nuestro cine (director, guionista, productor…), y unas interpretaciones ajustadas aunque irregulares.










Con todo este tercio final y un clímax tan excelso la película se eleva a gran altura, lo que sumado a su claridad expositiva y narración de ritmo perfecto ya destacados, confirman a esta desconocida cinta de nuestro cine en una pequeña joya por descubrir que los más cinéfilos no deberían dejar pasar por alto. Una película difícil de encontrar, de la que casi no hay buenas copias, lo que es una desgracia para un título que debería ser referente de nuestro cine, pero que si conseguís ver apreciaréis enormemente.



 




5 comentarios:

  1. Y las teles venga a repetir las mismas películas o conciertos de Raphael y Manolo Escobar, como si no hubiera más cine español. A ver si encuentro cómo verla.
    ¿Qué te ha hecho Elena Espejo para compararla con Scarlett "Hinchazones" Johanson? Bueno, veo por qué te la recuerda; es la que Johanson podría ser si nunca hubiera intentado suicidarse con aquella pistola de aire comprimido en la boca. Espejo = bastante potable. Johanson = ¡Puágsch!

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    1. Merece la pena! Muy cierto, además sufrieron para lograr una copia potable, que tiene narices... Llegarán más pelis españolas que están bien.

      Jajajajajajajaja, está potente la Espejo!!!

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  2. Pues me ha gustado mucho!!
    Me resulta especialmente atractivo el q se incluyan detalles de la ciudad. Castillejos es una calle q conozco muy bien.
    Eh!! Planos picados!!! Los protas en la zona alta!! Porque son los buenos?
    Miradas y detalles buenísimos!! Gracias por el apoyo gráfico al texto, especialmente interesante al proporcionarnos el fotograma exacto q nos presenta ese detalke q resaltas. No me canso de decirlo. Me es utilísimo.
    Detalles, sombras…
    Una gran peli, q aunq no sea paradigmática en el género, sí creo q lo es en nuestro cine, del q muchos deberían aprender.
    Gran trabajo, sensei. Bravo!!
    Bss.

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    1. Muchas gracias, Reina. Merece mucho la pena y Barcelona sale muy bonita, es una peli muy luminosa aunque sera negra. Ese plano que citas puede entenderse así, en términos de bondad, pero es más funcional que otra cosa.

      Pues se agradece, porque el trabajo de edición, sobre todo con el tema de fotos, es para chinos!! Jajajaja

      Besos, espero que la puedas ver!

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  3. La pelicula de Elena Espejo "El pasado amenaza" no he logrado encontrarla. La rodaron en Reus, mi ciudad

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