viernes, 23 de enero de 2015

Crítica: EL ÚLTIMO BOY SCOUT (1991) -Última Parte-

TONY SCOTT













La trama cobrará nuevo impulso cuando todas las culpabilidades se dirijan hacia Hallenbeck, un testigo hará que las sospechas sobre la muerte del amante de su mujer se focalicen en él, y los villanos, poco después, querrán inculparle en la muerte del senador Baynard (Chelcie Ross) aprovechando su pasado y problemas con él.



En la mansión de Marcone (Noble Willingham), tendremos una de las escenas que mejor escenifica el ser de Hallenbeck, el heredero perfecto de los Bogart y Mitchum. Aquí no hay chascarrillos, aquí hay dureza y chulería que acaba vinculada al humor. Sus advertencias tras recibir puñetazos, su compostura, su comportamiento y sus reacciones, nos llevan al placer de los clásicos, a la época dorada del cine, a los 40 y los 50.



Se me ha caído el pitillo, ¿me das otro?

¿Me das fuego? Y si me tocas, te mato”. “Te lo advertí”.

¿Qué coño importa? Tú eres el malo, ¿verdad?”.


Repetirá la amenaza, “si me tocas te mato”, con el sibilino esbirro de Marcone, Milo (Taylor Negron), que, por supuesto, cumplirá, aunque tarde un poco más.









La conversación entre Hallenbeck (Bruce Willis) y Milo se inicia con los dos mirando a cámara, con el villano en segundo plano al fondo y desenfocado y Willis enfocado y en primer plano, un gran encuadre para retratar la apariencia de dominación y la incertidumbre, la inquietud y extrañeza por no entender por qué no le han matado. La explicación de guión a esto es convincente.



Investigación policial, interrogatorios a la mujer de Hallenbeck, Dix ejerciendo de detective por su cuenta y el villano desvelando sus chanchullos con los sobornos para legalizar las apuestas deportivas. El único senador que se resiste al soborno es Baynard (Chelcie Ross)… pero porque quiere más. Un mundo deportivo corrupto poco alentador. Es cierto que el villano podría ahorrarse las explicaciones de más con el protagonista, es tentador eso del egocentrismo y presumir de inteligencia con el bueno de la película, pero resulta un tópico excesivo, hay otras maneras de explicar los vericuetos de una trama.






Ya no hay héroes”. Quizá, pero si boy scouts.

Por eso te culparemos a ti de su muerte”.

La falsedad de Baynard es retratada visualmente mostrándole a través de un monitor en la escena siguiente, durante una entrevista.



Venga, vamos, Jimmy. Piensa, piensa, piensa. ¿Qué haría Joe ahora? ¿Se los cargaría y se fumaría un pitillo después?



La escena del intercambio del dinero con el senador resulta irregular, con momentos de gran ingenio y otros algo más deficientes, sobre todo desde la puesta en escena. Darian (Danielle Harris), la hija, tendrá un papel importante en esta escena, y se confirma como un ser insoportable. Su peluche, en un magnífico juego con los cebos y los ecos, que vimos en la escena de su presentación, será perfectamente usado por Scott.




El intercambio en sí se inicia con un picado general, algo socorrido en la película, y sigue con ingeniosos detalles de guión, como el truco del maletero que cambia el maletín con el dinero por otro con una bomba. Hallenbeck sigue mostrando su ironía y dureza mientras toma nota de todo, pero necesitará de la proverbial ayuda de sus amigos para salir de allí en una escena que resulta algo escapista en la parte de la evasión.

-Milo: Te crees más chulo que nadie, ¿verdad? Te crees el más chulo. Por una vez me gustaría oírte gritar… de dolor.

-Joe Hallenbeck: Pues ponme un rap.

Las amenazas de Milo a Hallenbeck, con navaja incluida, nos recuerdan a “Chinatown” (Roman Polanski, 1974), no en balde estamos en una cinta de cine negro moderno y actualizado.


Lo hace con todo el mundo, ¡a mí me llama Joseph!"

La evasión reitera la táctica de la distracción basada en el humor que ya le vimos en otras ocasiones a Hallenbeck, por ejemplo en el callejón con el matón que iba a ejecutarle. Un showman. En la huida, aparte de ver los imprescindibles naranjas en la parte superior del encuadre, en el cielo, tendremos una niña salvadora, un peluche pistola y un montaje acelerado y escapista. No me queda claro de dónde saca Willis su segunda pistola, salvo que los villanos cometieran la sensacional torpeza de no registrarle y quitarle el arma… Cámaras lentas para la acción y una elipsis que situará a los tres, Hallenbeck, su hija y Dix, ya en el coche y huyendo a toda prisa, en otro detalle algo escapista.




Resulta tronchante la pasmada tranquilidad con que el dueño de la piscina donde cae un coche al final de la persecución se toma la situación. Recuperarán el dinero e irán a por la bomba en una escena algo escapista con pasables persecuciones.








-Hallenbeck: Deme las llaves o mato a la niña.

-Dueño de la piscina: Bueno, vale, de acuerdo.

-Dix: Eres el tío más tonto del mundo, Joe.

-Hallenbeck: ¿Por qué?

-Dix: Porque intentas salvarle la vida al tío que arruinó tu carrera y vengar la muerte del tío que se tiraba a tu mujer…” 

Claro Dix, es un boy scout.

Se me olvidó decirte que “Bom” significa “que te jodan” en polaco”. “Te lo juro por Dios, si sobrevivo a este puto caso voy a ponerme a bailar”. “Voy a ponerme a bailar. Lo juro”.


Clímax, cebos y ecos.

El clímax seguirá el desenfreno que ha sido toda la película, como no podía ser de otra forma. Acción y humor. En el segundo punto Scott y su guionista, Shane Black, jugarán con los cebos y los ecos, pero con cebos y ecos intrascendentes, con chorradas. Por ejemplo, el peluche de la niña comentado antes, el jugador compañero de Dix al que rompió la nariz de un pelotazo al inicio de la película o el caballo que utiliza el propio Dix (Damon Wayans) para saltar al campo y que había anunciado como uno de sus sueños, montar. El más notable de todos lo tendremos cuando Willis cumpla su promesa y mate a Milo como anunció.




Te lo dije, si me tocas, te mato”.

Siempre he querido hacer eso”. A mí también me han entrado ganas de rayar coches a veces… Es muy oportuno que aparquen al lado del coche del villano… Otro cebo y otro eco.



Suerte en el partido”.

Una vez todos los personajes juntos, Milo con la hija de Hallenbeck, el detective y Dix amenazados a punta de pistola por los esbirros de Marcone… tendremos otra escena de aciertos ingeniosos y soluciones escapistas. Todo el mundo golpea a Hallenbeck, y Marcone no iba a ser menos.





Las licencias escapistas mencionadas son esas escopetas que caen oportunamente en las manos de los protagonistas para así poder matar villanos a pesar de tenerlo todo en contra tras el ingenioso recurso de Dix y la bala que hace estallar, y unos villanos torpes y lentos, utilizando planos cortos para que no se note mucho la cosa… Truco de experto artesano, ya que un plano general descubre los defectos de puesta en escena y movimientos de personajes si no se ha ensayado mucho y planificado bien la secuencia. Además Scott, como Peckinpah, volverá a usar las cámaras lentas, algo que hace en todas las escenas de acción.




Milo (Taylor Negron), que es un profesional, no se descentrará lo más mínimo ni siquiera ante excentricidades tan llamativas como ver a Dix recorrer el campo de fútbol en un caballo… Por eso extraña que luego pierda los papeles y los nervios. Su muerte, a manos de un helicóptero que pasaba por allí, es tan retorcida como truculenta. Hallenbeck, cumpliendo su palabra de boy scout, bailará una vez resuelto el caso, por supuesto.




¿Sabes? Para ser bailarín es un estupendo detective”.

¿Arriba o abajo?

 


La parte final es para la reconciliación y reunión familiar, con una de las declaraciones de amor más sensacionales del cine moderno. Declaración de amor y de perdón. Incluso veremos una lágrima en el rostro del duro Willis. Además, dicha declaración supone un nuevo eco del cebo plantado al inicio con la misma frase. Una maravilla. 






Un final de redenciones, reconciliaciones y asociaciones.

Me compraré un perro”.

Jódete, Sara. Eres una puta mentirosa. Si no estuviera la policía te escupiría”.




También es un hallazgo curioso que el villano reciba su merecido sin querer, por un error de él mismo al coger el maletín, dejando el del dinero y cogiendo el de la bomba, cuando se daba ese asunto un tanto por perdido.



-Darian: Papá, ¿puedo enseñar a Jimmy a mis amigos?

-Hallenbeck: No es un animalito, cariño.

El final confirma la alianza, incluso laboral, de esa pareja de detectives, el veterano y el novato, con un memorable diálogo que confirma el carácter de reflexión de género, metalingüística, que acaba suponiendo “El último boy scout”. La modernización del cine negro clásico desde sus postulados clásicos.

El último boy scout” debe ser considerado un clásico imprescindible del cine de los 90 y una modernización y evolución en las claves del cine negro clásico, y no dejarse llevar por el tópico y la proliferación de películas similares que en realidad quedan lejos de ella, sólo parecidas en apariencia. Una vez se escarba en sus claves, más allá del encanto de la historia, el carisma del protagonista, los giros del guión y la notable dirección, se aprecia la categoría de un film sensacional y de referencia. Véanla y disfruten, si les gusta el género lo harán y mucho.




 







4 comentarios:

  1. Pues me ha encantado el análisis!!! Desde luego, cinta q voy a buscar y ver.
    Me rechifla Willis!!!
    Gracias Sambo!!!
    Bss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A ver si la ves pronto!!! Seguro que te gustará, es más Willis que nunca!

      Gracias a ti, besos!

      Eliminar
  2. La escena del baña es una de mis favoritas.

    -Hay alguien en esta habitación.
    -¡Estás loco!
    -Hay vaho en las ventanas y tu pelo está seco.
    -Ahora abriremos la puerta del armario para demostrar que no hay nadie y que estás loco.
    -Sí... pero la puerta del armario sigue cerrada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una escena espectacular Álvaro, con sencillez nos describe el genio y talento del prota.

      Un saludo y gracias por el aporte.

      Eliminar