miércoles, 18 de marzo de 2015

Crítica: 50 SOMBRAS DE GREY (2015) -Parte 2/3-

SAM TAYLOR-JOHNSON












La coherencia de los personajes es fascinante, un grandioso ejemplo de todo lo comentado, las contradicciones y bandazos que dan, lo tenemos con Christian cuando le dice a Anastasia: “Ya te lo dije, yo no duermo con nadie”. ¿Adivináis que será lo primero que haga cuando se la lleve a casa? Lo primero, eh... después de zumbársela, se entiende.




Otro ejemplo, ahora con ella. Feliz como una perdiz cada vez que lo ve, aceptando el contrato, coqueteando a tiempo completo, disfrutando de los lujos de Grey, mirada iluminada cada vez que lo siente, radiante durante todo el metraje y, repentinamente, una noche, tras su graduación, llama a su madre, se pone a llorar, no sabemos por qué, y crea un conflicto donde antes no se había visto nada al ser preguntada por Christian… Descubrimos de pronto que no es feliz, o no del todo, o quizá sí, o que le llega la infelicidad cuando vuelve a su apartamento cutre tras salir del cochazo y mansión de Grey, no sé muy bien… Un artificioso conflicto con la madre como confidente que aparece por sorpresa y que tampoco se desarrollará. Comportamientos arbitrarios constantemente.


Sí mamá, la mayor parte del tiempo soy muy feliz, con mis coches y mi mansión, pero cuando me retuerce el clítoris con un alicate y me da collejas lo paso regular… Luego buscaré un psicólogo en internet navegando a toda leche con la fibra óptica que hay en la casa de Christian".

A ella el dinero no le importa, es un mal que debe soportar para lograr su objetivo, cambiar y curar a ese pobre chico torturado y depravado.

Su relación es surrealista y los diálogos para echarse a temblar. Observen:

No soy un hombre para ti, deberías alejarte de mi. Tengo que dejarte ir”. Aparte de reiterar la idea tres veces en una misma frase, es que ella no movió un dedo para verle salvo el día de la entrevista y por hacerle un favor a su amiga. Es él el que va a verla a su lugar de trabajo y fuerza una quedada… En serio, no es tan complicado fijarse en lo que sucede y escribir un diálogo, aunque sea convencional, para que encaje. No es difícil.




Es aquí cuando nos queda claro que el romanticismo al que se refieren es ir a cenar y al cine, cosas que no gustan a Christian

Si al final aceptas ser mi sumisa seré completamente tuyo”.



Se supone que Christian tiene una coraza para protegerse y para no dejar entrar a nadie, algo que, se supone también, debemos ver con Anastasia, pero esa coraza jamás se aprecia en la película, resquebrajada, rota o inexistente desde el mismo inicio. En unos días le confiesa a una desconocida que le gusta el sado, que fue sumiso durante 6 años, renuncia a todos sus principios y reglas que decía sostener, como no dormir con nadie, y es pura vulnerabilidad… Que me lo expliquen… Sabe más ella de él que él de ella… Incluso confesará su traumática infancia ante una dormida Anastasia, derritiendo a las féminas lectoras o espectadoras. Un ser perturbado al que curar.



Y es que es evidente que ella es presa fácil. Ingenua, virgen, sin experiencia y deslumbrada por un millonario macizo, sin recurrir al sado o la dominación ella podría acabar haciendo lo que él quisiera de forma natural…


El caso es que sólo se nos dice que este chico tiene una coraza y vive atormentado 10 minutos antes del final, que es cuando decimos, “ah, que lo está pasando mal el chico”. En esa escena él se resiste mucho a confesarle su tormento, sus “50 sombras”, como minuto y medio más o menos.



Jamie Dornan va con cara de indefinido estreñimiento durante todo el metraje, jamás resulta inquietante, amenazante, carismático o excitante. Su sonrisa es horrorosa, quizá por la falta de costumbre en la película, y sus andares de garrulo trajeado. Dakota Johnson da el pego como joven ingenua, pero donde no hay mata no hay patata.





La familia de Anastasia es algo dispersa, con una madre alejada de su hija que no irá a verla a su graduación porque le pilla mal y un padrastro que sólo aparece en una escena. Padre muerto, padrastro cariñoso y madre “romántica” casada en 4 ocasiones.

Se supone que Christian Grey es un tipo con clase, elegante y sofisticado, pero el trabajo de Jamie Dornan parece mostrar lo contrario, incómodo en sus trajes, da la impresión de que le aprietan, aparece rígido y sus andares merecen comentario aparte… Desde luego todo menos clase.

-Anastasia: ¿Es un obseso del control?

-Christian: Lo cierto es que lo controlo todo, señorita Steele.

Los diálogos son memorables, como podéis comprobar, pero nos queda claro que nuestro protagonista se siente cómodo en su papel de obseso controlador sin corazón en esta escena.

El primer tercio de la película apuesta decididamente por la comedia romántica, con lo que la película también está descompensada e inconexa a nivel dramático, dando tumbos de estilo sin sentido.

Su primer encuentro procura marcar esas diferencias citadas, la seguridad de él, al que veremos el rostro por primera vez cuando ella irrumpa en su despacho desastradamente, y la torpeza de ella, cayendo al suelo y descubriendo que ha olvidado su bolígrafo para tomar notas en su entrevista. Momentos de humor y supuesto morbo en una primera escena fría e insulsa donde la química y la atracción entre la pareja brilla por su ausencia.


La entrada de ella en la compañía nos recuerda a “Betty, la fea”, aquel culebrón, cuando vemos a nuestra desaliñada protagonista compartir plano con elegantes macizas, para acabar enamorando y atrayendo al sofisticado millonario.

Dos escenas.

Hay dos escenas donde aunque la película sea mediocre con una buena dirección e interpretación se podía haber logrado cierto morbo con ellas, y no son sexuales a nivel explícito, pero sí sensuales, jugando con otros elementos, escenas para crear morbo y desarrollar una tensión sexual que debería estallar en pasión en las escenas más explícitas. 

La primera de ellas es en el primer encuentro de la pareja, allí se debía sellar el vínculo y exponer una tensión sexual y un deseo mutuo que quedara sellado a fuego para hacer comprensible el futuro interés de ambos. Pues bien, la escena no puede ser más inane, más pendiente de los elementos de comedia que de posibles sutilezas. Ella se muerde el labio y juguetea en su boca con el lapicero que Grey le presta, como distraídos detalles morbosos que deben delatar cierto interés sexual de ella y llamarle la atención a él. Este gesto del lapicero en el labio tendrá un eco poco después en la intimidad de su casa con Anastasia rememorando su encuentro en lascivos pensamientos… espero que fueran lascivos al menos. Insertos de la mano de Grey en la mesa y un diálogo soporífero y absurdamente soso es lo que tenemos para lograr el objetivo mencionado. El espectador no entiende qué puede llamar la atención del semental y sólo aprecia que a ella le mola físicamente… Una dirección mediocre. Esta escena en manos de un director competente hubiera colocado este mismo título a muchas más revoluciones.




El caso es que la chica se lleva un calentón enorme tras esta conversación, que ni se aprecia ni entendemos, como digo, que sacia con el agua de lluvia que cae oportunamente a la salida de la entrevista. Otras lo saciarían de una forma más mundana, como es debido.

Con todo, ella parece captar las insinuaciones de él, incluida propuesta de trabajo y prácticas, y se pretende hacer patente que la chica se humedeció sin contemplaciones y que él se muestra interesado. ¿Por qué? Ni idea. El caso es que ella va cachonda perdida desde antes de empezar, es lo que tienen las hormonas y la virginidad.




La segunda es la escena donde Anastasia acude a negociar ciertos aspectos del contrato para firmarlo, de noche, en el despacho de Grey, ante una luz tenue y rojiza. Esta escena, separados por una amplia mesa, con miradas, insinuaciones, diálogos explícitos, tensión sexual y deseo contenido, podría haber resultado muy efectiva con alguien más competente en la dirección para sacarle partido… Aquí Anastasia pretende tomar cierto control matizando aspectos del contrato, intentando dominar al ver que él la desea.






Es de agradecer que las interminables referencias literarias de la novela que demuestran la inseguridad de su autora y que pretenden explicarnos que Anastasia es muy culta y romántica aquí queden matizadas y reducidas. Aún así tendremos menciones a Charlotte Brontë, Jane Austen o Thomas Hardy, de este último Grey regalará una primera edición de “Tess, la de los d’Urberville”. También habrá una referencia a William Faulkner y su libro “Mientras agonizo”, que vemos en la mesilla de Anastasia. Faulkner no es británico, pero vale igual.

Anastasia tiene un amigo fotógrafo que aparece en un par de escenas sin que sepamos muy bien por qué. Tendrá importancia en la trama con las futuras películas, pero aquí todos los secundarios son prescindibles, como si no existieran, y son más un bochornoso lastre que otra cosa. Sin secundarios sólo tenemos dos interminables horas de insufrible coqueteo de un tío que quiere llevarse a una chica a la cama para atarla y zurrarla un rato. Hay que tener ganas o un blog de cine para tragarse esto…



Así se sigue desarrollando este tercio de película que sigue la senda de la comedia romántica, con un humor blanco e infantil que quizá y paradójicamente sea de lo más apreciable de esta insustancial e insufrible película. Las torpezas de ella, sus inseguridades, la seriedad de él, como en la escena de las fotos, los cariñosos arranques controladores de Grey, sus indiscretas preguntas…




La escena de la discoteca es grotesca por absurda, toda, el planteamiento, los diálogos, los comportamientos, las reacciones… Ella bebe un poquito y decide eliminar a Grey como contacto, pero cambia de opinión y lo llama, cosas de la borrachera, no es reprochable, pero descubrimos que el chico que se iba a alejar sigue en el mismo hotel y no se ha marchado y deduce que está borracha por la ligereza de su conversación y, quizá, porque no pronunciaba del todo bien la “erre”. Ella dejará dos o tres bromas etílicas y Grey aparecerá en tiempo récord en el bar, gracias a un localizador de móvil o algo, justo para salvar a la desvalida dama de un beso de su amigo. Un caballero andante, un joven autoritario muy amable y oportuno, el Deus ex machina erótico.




También se hacen patentes otros contrastes, la formalidad de él con los vómitos de ella. Además descubrimos que también tiene un hermano “percutidor”, Eliot (Luke Grimes), que se zumba a la amiga de Anastasia. Aquí todos “arrebujados”.

Es cierto que los toques autoritarios son más sutiles aquí que en la novela, tanto que no se aprecian. “Come”, “no te muevas de ahí”, “vete a casa”, “cómeme", “bébeme”…

50 sombras de Grey” es una historia para niñas, típica además, vista en miles de series manga o anime que nos hemos tragado de pequeños en multitud de cadenas de televisión.

La necrofilia no es lo mío”. Será lo único Christian, será lo único.




El caso es que en este viaje por el mito de Pigmalión, Grey va preparando a Anastasia para un nuevo mundo, presumiendo de lujo y millones, de helicóptero, de mansión, de coches… sabedor de que un viajecito nocturno por los cielos de Seattle siempre es seductor. Un caramelito perfecto para picar el anzuelo y luego contarle cosas de su habitación roja, una vez la tiene babeando, claro. Evidente, es más fácil conquistar a una chica para que firme contratos de confidencialidad con semejante aparato... Me refiero al helicóptero, malpensados.


-Christian: Es detrás de esta puerta.

-Anastasia: ¿El qué?

-Christian: Mi cuarto de juegos

-Anastasia: ¿Dónde tienes la X-BOX y demás?





El caso es que ella entra en esa habitación, ve las bridas, los látigos, las fustas y se queda tan plancha, como si esperase ver entrar a un caballo para gritar: “¡Ah! ¡Es una cuadra!





Y es que Anastasia mira los látigos como una actriz porno miraría una buena… “¡Qué chula tu fusta! Tú pene tampoco está mal…”

Allí Christian le explicará que es un “Amo” y que quiere que se rinda a él completamente en sus juegos.  

-Anastasia: Pero, ¿y qué saco yo de todo esto?

-Christian: A mí.


Christian es pagado de sí mismo, pero la mayor parte de las cosas que dice no se corresponden con sus actos, con sus formas ni con nada. Hilarante, en serio.

Porque yo soy así”.

El momento donde exhibe coches, 5 nada menos, para llevarla a su casa es sublime. Christian no es de hablar mucho, sólo se los enseña en plan “¡mira lo que te pierdes si no te dejas azotar un poco, muchachuela!




 







6 comentarios:

  1. ¿Trilogía de esto?
    No, si ya lo veo venir. "Aprender a contar hasta diez, vídeos para niños de uno a tres años: la trilogía".
    La conversación de la XBOX hasta me creo que sea así en la peli.
    Bueno, merece la pena que la hicieran por la crítica, aunque no por hacerte tragar semejante bodrio que no tocaré ni con un palo de veinte metros.

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    1. Es que lo de la XBOX es cogido de la peli, ese no me lo inventé jajajajaja.

      Muchas gracias Rojo4, he aprendido a sacarle el placer a estos bodrios gracias al blog, si no...

      Y sí, trilogía... telita.

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    2. Si pudiera poner imágenes sería la de alguien con las manos en la cabeza haciendo un facedesk y pidiendo brainbleach o una pistola para aliviar el sufrimiento.

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    3. Jajaja no es para menos, sobre todo porque el sexo va a menos. Aunque con el rigo que tienen lo mismo lo mejoran o algo...

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  2. JAJAJAJAJAJA!!!
    ME PARTOOOOOOO!!!
    Es casi mejor q la primera parte!!!
    Me rechifla cdo puedes dejar q te gotee el colmillo a gusto!!
    Q desastre de peli!!!

    Gracias por la tortura de verla, para echarnos unas risas!!

    Besos!!

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    1. Jajajaja me encanta que así sea. La verdad es que me lo paso bien haciéndolo, debo reconocerlo jajaja.

      Besos.

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