sábado, 16 de mayo de 2015

Crítica: MONSTRUOSO (2008)

MATT REEVES











Bajo la producción de J. J. Abrams (Perdidos, Star Trek XI), “Monstrroso” es un mainstream en estado puro de apariencia indie, o una cinta de apariencia indie con medios de superproducción, lo que es una apuesta arriesgada y loable, distinta a este tipo de superproducciones de catástrofes y monstruos, pero sólo desde el punto de vista estético, es decir, engaña al ojo, pero no al cerebro. Distinción estética para contar lo mismo.



Un monstruo gigante aparece repentinamente en la ciudad de Nueva York, asistiremos a semejante acontecimiento desde el punto de vista subjetivo de la videocámara que portan unos amigos que ven interrumpida su fiesta de despedida a otro amigo por culpa este incómodo invitado.

Esta intención de querer dar una nueva perspectiva al género de catástrofes y criaturas monstruosas, hacerlo más realista, es elogiable desde todo punto, como he comentado, el problema radica en que dicha propuesta se queda en lo visual, sin nada más que echarse a la boca, una cuestión estética que pretende asemejarse a un testimonio periodístico en primera persona, como vemos tantos en la actualidad, de la mano de gente anónima que se enfrenta al hecho excepcional.

Esta idea de apariencia realista, concepción indie, pero medios de superproducción, de un mainstream en toda regla, presenta además problemas tanto en sus resultados y resoluciones como a nivel filosófico, de concepción.






El mayor problema de la propuesta estética, ese permanente uso del punto de vista subjetivo en formato “video casero” que pretende provocar mayor impacto y reproducir el hecho de forma más realista, es, de forma evidente, que resulta mareante, una cámara en mano que no para de moverse, hacer panorámicas radicales, encuadres poco definidos, saltar… que llega a cargar hasta la nausea. Es una concepción periodística, es como lo veríamos en un telediario producto de la inmediatez, de la grabación en el mismo “campo de batalla”, desde móviles o cámaras digitales, pero que estirado casi hora y media, aunque sea una cinta corta, satura al más pintado…


Además de esta evidente incomodidad visual, todo lo que vemos resulta artificioso. La idea de estar siempre pegado al móvil o la cámara digital puede ser buena, pero que en las situaciones más extremas ni uno de los “operadores amateurs” las suelten ni para salir a la carrera desesperadamente no se la cree nadie. En el momento que viéramos un monstruo de esos cerca todos sabemos dónde iba la cámara a parar, y en la mayoría de casos, una vez empieza lo bueno, la buscaríamos un lugar adecuado para tener las manos libres y estar más cómodos, pero se ve que a estos chicos se la pegaron con Super Glue y la mantienen permanentemente encendida y enfocando… Muy artificioso, muy forzado…


Estas ideas contrapuestas, look indie en un mainstream, aspecto de realismo que cae en la más absurda artificiosidad, es lo que acaba provocando que la película no sea satisfactoria finalmente, que haga zozobrar la propuesta desde su misma concepción filosófica.

La idea de video casero recuperado de una tragedia casi nos remite a la versión “Godzilla” de “El proyecto de la bruja de Blair” (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999). Escenas cotidianas de pareja, bromas intrascendentes, un conflicto de pareja… y la misma cámara en manos de distintos personajes para hacerlo aún más forzado en la presentación, justificado porque el dueño de la cámara quiere un recuerdo de no se sabe muy bien qué para su despedida... Si te pones a grabar, podrías grabar algo más interesante…

El protagonista se va a Japón, así el guiño a Godzilla queda más simpático. La puesta en escena deja buenos detalles de aparente naturalidad, el chico que lleva la ex novia del protagonista desconcertado buscándola con las copas en la mano, apariciones fugaces de otros personajes ante la cámara sólo con la intención de que vayamos teniéndolos presentes…

Pasado el cuarto de hora empezará la aventura, un posible terremoto, explosiones, caos, carreras, encierros claustrofóbicos, destrozos que adelantan el 11-S, La Estatua de la Libertad perdiendo la cabeza en plena fiesta, la fugaz aparición del monstruo, más terrorífico porque apenas lo vemos, en un buen detalle…




Otro de los problemas de la cinta es que aunque el impacto del suceso pueda ser eficaz en cierta medida, nuestra indiferencia por los personajes es total. Los 15 minutos donde se pretende hacernos cómplices de ellos, de sus motivaciones, su futuro y sus anhelos, no resultan efectivos, son meros muebles y el espectador nunca se implica emocionalmente con ellos, nos da igual lo que les ocurra, lo único que interesa es ver al monstruo y cómo terminarán con él, si es que lo hacen…

Una huida y un objetivo para crear suspense y generar algún tipo de interés dramático, que nuestro protagonista, Rob (Michael Stahl-David), llegue hasta su ex novia, Beth (Odette Annable), que se fue enfadada de su fiesta de despedida.


La confusa escena del puente, de grandes efectos especiales y donde vemos la cola del monstruo, es buen ejemplo del artificio, sólo oímos a una de las chicas gritar “Jasoooon” constantemente, por encima de la muchedumbre y de forma cansina, mientras se derrumba el puente y nuestro guía no suelta la cámara ni aunque le vaya, literalmente, la vida en ello…



Gracias a los noticiarios se amplía en cierta medida la mitología de la película, con esos pequeños monstruitos de gran movilidad que parecen salir del gigantesco monstruo y que irán cobrando protagonismo. Por ejemplo en las escenas en el metro, donde volverán a aparecer para acabar con alguno de los miembros del grupo protagonista y descubrirnos algo de su funcionamiento. Estas escenas en el metro son de gran poderío visual, con ese juego de luces intermitentes, oscuridad, tenebrismo y claustrofobia, un suspense creciente con las ratas y los ruidos hasta el ataque de los bicharracos, sin que se minimice el estilo visual, caótico y confuso. Magnífico el plano en el que pasamos a visión nocturna para descubrir a los monstruitos en el techo.




Por supuesto, nuestros protagonistas terminarán involucrados en los momentos más complicados, desde la mencionada destrucción de un puente a ver cara a cara al monstruo mientras el ejército lo bombardea con tanques con ellos en medio, pasando por el hospital de campaña… De nuevo el artificio camuflado de naturalidad.



Cuenta atrás para huir y misión de rescate en un edificio semiderruido que permite momentos de menos frenesí visual dentro del continuo balanceo de la cámara en mano. Una vez todos juntos sólo quedará huir en helicóptero de Manhattan antes de que lo destruyan.


Los impactos sobre el monstruo, casi moribundo, y su repentina resurrección para destrozar el helicóptero en el que se iban tres de nuestros protagonistas, uno de ellos el de la cámara, es el punto álgido de la película, aunque de nuevo profundamente artificial. Tras el accidente del helicóptero lo primero que harán nuestros protagonista será, efectivamente, coger esa cámara a prueba de bombas, para seguir grabando… El monstruo, además de brincar para cazar el helicóptero de los protagonistas, como si de algo personal entre él y ellos se tratara, aparecerá tras el accidente para observarlos, como si fueran su causa o misión última, algo que resulta un poco absurdo, aunque a nivel dramático tenga más impacto, claro… Eso sí, se comerá al portador de la cámara, casi entero, pero dejará el aparato para que la parejita de enamorados pueda seguir grabando.


La puesta en escena, los decorados, rodados en planos secuencias inestables, y los efectos especiales y de sonido, son muy notables, un trabajo y look de primera para una apariencia indie.

En el final, bajo un puente que no tardará en ser destruido, la parejita de enamorados quedará sepultada bajo unos escombros en romántica conclusión…



A pesar de todos estos problemas, hay que reconocer grandes virtudes en la cinta, su apuesta por no hacer exhibición gratuita de efectos especiales, muy buenos y adecuados por otra parte, además de lograr una gran tensión y momentos de magnífico suspense, sobre todo porque decide insinuar más que mostrar. Puntos muy a su favor en una cinta que no deja de respetar las convenciones del género ni renuncia a la espectacularidad en ningún momento.



He mencionado alguna referencia, desde la evidente “Godzilla” o cualquier título análogo a este, hasta “El proyecto de la bruja de Blair”, pero debo añadir que en esta película está el germen de “Chronicle” (Josh Tank, 2012), que apuesta por la misma idea, coger un género, en su caso el de superhéroes, y dotarlo de realismo y una estética indie, con la omnipresente cámara en mano.

Pros y contras en una cinta que tiene su punto reivindicable aunque no termine de convencer en absoluto. Es muy corta, no llega a la hora y media, lo que se agradece. Es poderosa en muchos momentos, aunque podría dar para más cosas, pero necesitaría un grado mayor de complejidad y depuración para hacerla creíble de verdad. Es exactamente lo mismo de siempre en el fondo, con una coartada estética que acaba por resultar irremediablemente contradictoria, como subterfugio para hacerla pasar por algo que en realidad no es, algo original. Entretenida.

Atentos al último plano de la cinta, clave para entender de donde sale el monstruo.





2 comentarios:

  1. En el puente la chica se pone a jugar ese petardo pretencioso camuflado de juego que se llama "Black rain" o algo por el estilo. No grita "Jasooooon" cansinamente, sino que presiona X constantemente mientras ese "juego" le resulta peor que el monstruo.

    Cortaron la escena del entierro del dueño de la cámara.

    - Hermanos, hemos venido a despedirnos de un compañero, un amigo, más que un amigo. Pudimos conocer su dedicación en los peores momentos del monstruo. Incluso entonces hizo todo para seguir su trabajo. Por eso podemos estar seguros de que el Señor lo recompensará. Sin duda, nos estará grabando desde el otro mundo. El cortocircuito de la batería la hizo inutilizable, pero nos quedan los vídeos grabados con ella.

    Y echan la tierra sobre el féretro que contiene los restos del móvil, mientras todos lloran. Mientras tanto y sin testigos, un camión de los de volquete lanza el cuerpo del dueño en una fosa sin nadie presente.

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    1. Jajaja sí, es descacharrante lo del tío con la cámara, pero claro, si no la peli se va a tomar por saco, su concepción. Estaba condenada desde ese punto...

      El juego no lo conozco, pero te creo jajaja

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