lunes, 28 de agosto de 2017

TEATRO: Ricardo III

TEATRO











Se trata de la obra del gran dramaturgo de Stratford Upon Avon, la última de la tetralogía sobre la historia de Inglaterra que escribió al principio de su carrera. La más larga tras Hamlet (dura casi 3 horas), y una de las más oscuras, retratando el lado negativo del alma humana. Relata la ascensión y final caída de Ricardo, noble de la realeza que aspira a la corona, un personaje tullido, resentido con esa realidad deforme. Un dolor clave en la obra, como el propio director, Xavier Alberti, explica en el prefacio del programa. En sus palabras: “Ricardo III es una obra sobre la cuota de dolor que nos toca asumir a lo largo de la vida a cada uno de nosotros. Y sobre el mal que este dolor puede llevarnos a infligir a los otros mientras no seamos capaces de asumirlo”. Ricardo, consumido por la envidia de ver la bonhomía de la que él carece, quiere conseguir el máximo poder a cualquier precio, aunque, una vez logrado, las acciones le llevan al abandono, la desesperación, el reproche al destino y la muerte. Es también una obra (como el resto de la tetralogía) en la que se aprecia el ciclo constante y repetitivo de la monarquía: Conspiraciones, traiciones, mentiras, asesinatos… los peores pecados que se repiten una y otra vez en la época medieval, convulsa, y que se vuelcan en este personaje, al que finalmente el autor condena a verse ahogado en una espiral provocada por su propia maldad.





Argumento

Ricardo envidia la suerte de su hermano, el rey Eduardo IV, un buen rey. Aspira a lograr la corona y conspira para que su hermano George, Duque de Clarence, sea encerrado en la Torre de Londres. Siguiendo con su plan de medrar, pretende a Lady Ana, viuda de Eduardo de Lancaster (tras haber asesinado a su marido y a su padre). Conspira con el Duque de Buckingham para acceder a la sucesión al trono, presentándose como un humilde noble sin aspiraciones, y es coronado como Ricardo III. Pero para garantizar esa posición asesina a cuanto estorbe en su propósito, incluidos sus antiguos aliados, lo que supone la paulatina pérdida de apoyos, enfrentándose en batalla al Duque de Richmond (que será luego coronado como Enrique VII), una batalla que empieza a favor de Ricardo pero que va torciéndose al encontrarse solo, momento en el cual implora “un caballo, mi reino por un caballo”. Muere en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con Richmond.





Valoración

Una gran producción, un gran elenco, lleno absoluto durante el periodo de representación. Se nota el “toque” TNC: el mismo programa que se entregaba al público está muy trabajado, con textos del director, bibliografía shakespeariana (fragmentos de los libros de Jay Knott, Andreu Jaume y Stephen Greenblatt, expertos en el genial dramaturgo), fragmentos del libro biográfico del gran actor Lluís Homar, un nombre propio en la escena española y, especialmente, la catalana, y con actividades en torno a la obra con referencias cinéfilas, conversaciones con el director del montaje, junto a otros profesionales invitados.

Y ese ”toque" TNC se nota en ese elenco de diez, con grandes nombres que acompañan a Homar en escena: Julieta Serrano (a quien es muy curioso oír en catalán), Carme Elías (con su bella y cadenciosa voz de clara dicción), Joel Joan (quien, lejos de sus roles más conocidos en comedia, ofrece una hondura encomiable en su papel)…




El montaje escénico es a la vez grandioso (estamos en la Sala Gran del TNC, una de las más amplias de la oferta de la ciudad) y austero. Con un aspecto muy “post-industrial”, asistimos a una estructura acristalada y metálica en dos niveles y que denota frialdad, desapego, en la que se desenvolverán los personajes. En el segundo nivel, en el que deambulan los personajes, se sitúa un piano, que también estará en la primera planta y servirá como soporte al cuerpo sin vida del rey Eduardo, con un músico que interpreta en directo. La zona superior, desnuda, sirve de pantalla para proyectar imágenes, infografías giratorias, de una corona (la que Ricardo pretende alcanzar), además de la cara del protagonista, que se desfigura en algunos momentos.

El vestuario es también muy “posmoderno”: ropajes oscuros, ajenos a la época que se narra, muy de principios del SXX, a excepción de los personajes femeninos, que lucen vestidos largos, más cercanos a su condición de damas de la corte, si bien austeros, tremendamente elegantes, especialmente el de la Reina Margarita (Carme Elías), un vestido sobrio, con un cinto que recuerda una serpiente de plata.

La caracterización de Ricardo como personaje deforme se “decora” con elementos ortopédicos: un collarín, un corsé, una férula en la pierna, apoyan la interpretación de Homar, que viste de llamativa purpurina cuando alcanza su condición real, ciñendo una corona minimalista, una mera cinta metálica, y que se sienta en un trono metálico, anguloso, muy “art déco”.




Un Homar pleno, maduro, con una interpretación llena de matices en los que se reflejan perfectamente los distintos estados de ánimo: la rabia, la ambición, el poder, la desesperación.
La obra se representa en dos largos actos en los que el primero es más lento, de planteamiento, y en el que se encuentran momentos excepcionales, especialmente en los monólogos de Homar, en sus interacciones con Buckingham (Joan, que está seguro, sólido, estupendo en ese registro), pero también en las insinuaciones a Lady Ana (Anna Sahun), además de la estupenda escena en que las tres actrices principales, Julieta Serrano, Carme Elías y Lina Lambert, llevan a sus personajes a acusarse y reprocharse actitudes para terminar comprendiéndose y apoyándose.




La obra es intensa y, pese a la duración, la adaptación hace que no se atraganten nombres ni escenas, con bellos momentos muy plásticos, como el grupo de ciudadanos que interpretan a capela varios fragmentos musicales.

Pero la obra pivota en Homar, que está espléndido en la segunda parte y glorioso en el monólogo final de la batalla de Bosworth, armado con espada frente a un micrófono, donde pide desesperadamente un caballo a cambio de su reino.

Una obra que deja huella.


FICHA TÉCNICA

Ricard III (Texto original de la tragedia The Life and Death of King Richard III de William Shakespeare)
Traducción: Joan Sellent
Adaptación: Lluïsa Cunillé
Dirección: Xavier Albertí
Intérpretes: Oriol Genís (Rey Eduardo IV, Obispo de Ely, Asesino 2, Escribiente), Julieta Serrano (Duquesa de York y madre de Eduardo IV), Robert González (Príncipe Eduardo e hijo del rey Eduardo IV, Ciudadano 2), Aina Sánchez (Ricardo, Duque de York e hijo del rey Eduardo IV, Mensajero 4, Criada), Jordi Collet (George, Duque de Clarence y hermano del rey Eduardo IV, Ciudadano 1, Mensajero 1), Lluís Homar (Ricardo, Duque de Gloster y hermano de Eduardo IV, después rey Ricardo III), Lina Lambert (Reina Elisabet y esposa del rey Eduardo IV), Antoni Comas (Lord Rivers y hermano de la reina Elisabet, Guardián de la torre, Alcalde de Londres, Mensajero 3 ), Carme Elias (Reina Margarita, viuda del rey Enrique VI), Anna Sahun (Lady Anna), Albert Prat (Lord Hastings y Lord Camarlengo, Ciudadano 3, Mensajero 2), Robert González (Lord Stanley), Joel Joan (Duque de Buckingham), Roger Casamajor (Sir William Catesby y Asesino 1), Oscar Valsecchi (Alguacil).
Escenografía: Lluc Castells, José Novoa
Iluminación: Ignasi Camprodon
Sonido: Jordi Bonet
Sala: Sala Gran Teatre Nacional de Catalunya-TNC, representada del 4 de mayo al 11 de julio de 2017

Producción: TNC 


Por @MENUDAREINA

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