jueves, 9 de octubre de 2014

Crítica: ATORMENTADA (1949) -Parte 1/2-

ALFRED HITCHCOCK











Exótica cinta del maestro Hitchcock que nos lleva al siglo XIX en Australia, concretamente al año 1835, para entregarnos un intenso drama que se aleja en cierta medida de sus inquietantes thrillers y cintas de suspense, centrándose en las desventuras de una familia que ha hecho fortuna allí. Esto no significa que no tengamos momentos donde el crimen y la tensión tengan cabida, pero el maestro se centra en esta ocasión en otros aspectos para darles predominancia.








Cuando Charles Adare (Michael Wilding) llega de Inglaterra a casa de su prima, Lady Henrietta (Ingrid Bergman), casada con un ex presidiario que ha hecho fortuna allí, Sam Flusky (Joseph Cotten), la descubre depresiva, alcohólica y debilitada, paranoica con respecto a su ama de llaves. Así se iniciará una relación de confianza entre ambos que llevarán a Charles a enamorarse de Henrietta.


Infravalorada históricamente y considerada como película menor o alejada del Hitchcock más auténtico, lo cierto es que "Atormentada" ha sido injustamente tratada. Rodada con una maestría incuestionable, está estructurada en base a extraordinarios y larguísimos planos secuencia, que nos remite al estilo del "tour de force" que supuso el rodaje de "La soga", su anterior film. La influencia de la propuesta de “La soga” (1948), rodada en un solo plano, salvo por los cortes obligados por la técnica, parece evidente en “Atormentada” por estar realizadas de forma consecutiva, un Hitchcock que cogió gusto a los planos secuencia del film del 48 protagonizado por James Stewart y que los mantiene como rasgo de estilo vertebrador en la que nos ocupa, de forma magistral además.

Hay otras cintas del maestro que vienen a la cabeza al ver “Atormentada”, aunque sea una película que en apariencia se aleja de los géneros habituales frecuentados por él, el thriller y la intriga. Aunque el tono sea distinto la película posee en su fondo muchas de las claves de Hitchcock, es una película cien por cien suya donde su estilo y constantes son distinguibles aunque el género sea distinto.

Atormentada” es una cinta muy luminosa, muy colorista y bastante exótica, lo que creó y crea cierto desconcierto al relacionarla con la filmografía del maestro, pero no es la primera vez que Hitchcock recurre a entornos exóticos, baste recordar a Charles Laughton en “Posada Jamaica” (1939). Aquí se mantienen las constantes del cine de Hitchcock y sus grandes temas, sólo que en esta ocasión el suspense, la intriga y los secretos de la trama ceden ante el drama, un tono más dramático, y se detiene más en los personajes que en sacar partido a los elementos de suspense, aunque la escena donde Bergman descubre a la sirvienta me pone los pelos de punta.





Tenemos una sirvienta maquiavélica, ambigüedades, trasfondo y trastornos psicológicos en los personajes, falsos culpables, intrigas, el pasado, la culpa... con lo que se hace difícil tachar al film de impersonal.



La presentación de Flusky (Joseph Cotten) es excelente, con un plano casi en picado, ligerísimo, al entrar por la puerta, parándose para contemplar al primo de su mujer. Un hombre hecho a sí mismo de pasado trágico y duro, que también vive atormentado. Una escena que casi se planifica como un duelo, donde Hitchcock se centrará en Flusky, encuadrándole en solitario con una aproximación, sin corte, cuando Charles mencione su lugar de nacimiento y su apellido, resaltando así su sospecha y creando inquietud.







La salida del banco será mostrada con un larguísimo y elegante travelling, habrá muchísimo recordando al gran Max Ophüls, donde disfrutaremos del excelente decorado mientras los dos hombres conversan. Flusky es un ex presidiario que no tiene problema en ayudar y contratar a otros ex presidiarios para que trabajen en sus negocios.



Artificios, alguien se acerca a Flusky para ofrecerle una cabeza reducida, se la muestra en silencio, pero cuando cae por el empujón del protagonista y la cabeza queda a la vista, vemos como una mano procura que se vea bien… Se nota demasiado…




Las apariencias, el clasismo, los prejuicios, la ironía sobre el comportamiento y la educación de los “grandes hombres de la sociedad”, serán ingredientes claves en las relaciones y el retrato de la sociedad que nos muestra Hitchcock. Lo interesante es que existe un gran respeto por la intimidad y por la reinserción.

He comentado que el plano secuencia es el principal y más reseñable rasgo de estilo de la película. Uno de los más deslumbrantes ejemplos, absolutamente espectacular, lo tenemos en la fiesta, al que antecede otro plano secuencia, más breve, con la llegada de Charles a la casa, presentada de forma majestuosa y a la vez inquietante, siguiendo al personaje por el exterior de la misma. Cuando el personaje se introduzca en la casa habrá un corte, los problemas técnicos que tiene no poseer una steadycam, allí la cámara seguirá al personaje, también al de Flusky, mientras le presentan al resto de comensales. Esta soberbia secuencia de unos 5 minutos termina con la deslumbrante y desconcertante aparición y presentación de Ingrid Bergman. No puede ser mejor, sólo por esta escena la película ya merece la pena.



Aquí también se nos presentará a la inquietante y firme ama de llaves, Milly (Margaret Leighton), una joven de mirada fría. La ausencia de mujeres en la cena va generando más incertidumbre, una suave intriga para un drama que es un guiño del gran maestro.


Ese estilo con grandes planos secuencia distancia el elemento de suspense que pueda tener el relato, pero esto en ningún caso es un defecto, al contrario, se aprecia un estilo depurado y muy elegante acorde con el tono del film.



Charles y Henrietta rememorarán recuerdos de infancia para comenzar a desarrollar su relación. La imagen desoladora de una Henrietta borracha da para muchas habladurías en la sociedad de Sidney. Otro plano secuencia, que sube y baja escaleras, creará el vínculo entre Charles y Henrietta, ya que él se mostrará comprensivo con la mujer, cubriendo sus visiones, producto del delirium tremens, suponemos.




Los planos secuencia también serán usados para conversaciones, aunque la cámara quede estática, como la que vemos en el porche entre Flusky y Charles, contando los inicios de la relación del matrimonio. Otra grúa subirá de la mencionada conversación a la ventana de Henrietta, para que veamos los cuidados de la pérfida Milly en otro plano deslumbrante, mientras se elogia a la sirvienta.




El triángulo amoroso se va desarrollando. Charles supone una nueva ilusión para Henrrietta, que la impulsa a querer salir de su estado, mientras que es fría y distante con su brusco marido, que parece no comprenderla, inconsciente de lo que ocurre, demasiado cerrado para penetrar en sus tormentos y para que penetren en él.


La puesta en escena hitchcockiana es deslumbrante en todas y cada una de sus cintas, aquí no para de dejar detalles de su extraordinario talento visual. El plano de una renacida Henrietta frente a un espejo y los cada vez más descarados acercamientos de Charles, que la colma de elogios ante la atenta mirada de Milly, la doncella. Todo en un solo plano que desvela el mundo aparente, la ilusión de mejoría en la que se encuentra Henrietta y que Milly viene a descubrir y perturbar. Inquietante.




Todos los planos secuencia son realmente complejos, con grandes grúas que suben y bajan por las escaleras y siguen a los personajes por distintos pisos, sincronizando las apariciones, las entradas y las salidas de forma deslumbrante, un tour de force espectacular y francamente virtuoso. Milly subiendo las escaleras, recopilando botellas escondidas y bajándolas para encontrarse en la cocina con el resto del servicio es un ejemplo más de lo comentado. En esta escena se inicia un duelo de poder, la reacción de Milly es inmediata tras ver la mejoría de su señora, con lo que ve peligrar su ascendente sobre el señor y su posición de poder. Es divertido ver que el chico pisa a Milly en su descenso por las escaleras, que tropieza, aunque disimula bien. Henrietta intenta reencontrar su sitio y recobrar su posición de señora de la casa. El impacto es tremendo, cruel, con la doncella humillando a la señora, mostrando las botellas recopiladas para satisfacción y regocijo del resto del servicio, mermando la titubeante y temerosa dignidad y fortaleza que iba recobrando Henrietta. Una manipulación psicológica perfectamente tramada.




Aquí podemos recordar los sufrimientos de la gran Ingrid Bergman en esa obra maestra de la tortura psicológica que es “Luz que agoniza” (George Cukor, 1944).











 



4 comentarios:

  1. Estupenda primera parte!!
    Ciertamente un Hichcock nada común, pero cuyas marcas de estilo nos explicas bien.
    Aprovecho para reivindicar de nuevo el diccionario cinemelódico!!! Q no sé q es una steadycam!!!

    Un beso, y gracias!!!

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    1. Sí, no parece de Hitchcock, hasta que ves como mueve la cámara y observas pinceladas, al final sabes que es enteramente personal.

      Una steadycam es un tipo de cámara de la que Kubrick fue pionero en su uso. En EL RESPLANDOR lo hizo por primera vez, si recuerdas esos travellings por todo el hotel, rodeando pasillos, subiendo y bajando... Es una cámara que lleva el operador y que le permite seguir a los personajes como si fuera uno más, pero con una estabilidad extrema para que no se note el vaivén típico de las cámaras al hombro.

      Gracias a ti siempre, un beso.

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  2. Gracias por la aclaración!!
    :-)))

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