domingo, 24 de mayo de 2015

Crítica: LAS AVENTURAS DE FORD FAIRLANE (1990) -Última Parte-

RENNY HARLIN













En la fiesta de ricos a la que Ford invita a Jazz, la sexy secretaria de look rockero recibirá un Cd de Colleen Sutton sin justificación y por las buenas. ¿Quién demonios lleva un Cd en una fiesta de la que se es anfitriona además?

Estúpido y gratuito también es que Grandel dé información oportuna sin formalidad alguna, sin matices y sin conocer a Ford, involucrado en el caso… No deja de ser una tontería de guión.



Ford hará sus reflexiones en la intimidad, junto a su koala, los batidos de sambuca que se prepara, las palomitas y los videos de Rock. Será ahí donde descubra la conexión entre Susú Pétalos y la muerte del rockero Bobby Black, participaba en un video suyo y era fan. Así que iremos camino de un surrealista entierro repleto de humor negro.

¿Cuál es la definición exacta de vagina? La caja en la que viene el pene”. “Hablar con Susú era como hacérselo con un rayador de queso, ligeramente divertido pero sobre todo doloroso”.

La escena donde se atenta contra Susú y Ford en el apartamento de éste último deja uno de los momentos más recordados de la película, la muerte del koala ahocado en el ventilador del techo… Me dio muchísima pena ver al koalilla que amanecía erecto así. Tele bomba, microondas bomba y unos segundos que casi se hacen minutos, ya que en los pocos que quedaban el bueno de Ford y la rockera chica se hacen más de 100 metros por la playa… y eso que se da a la mala vida… Por fortuna para él su Fender estará a salvo, al menos de momento, aunque no lo sepa. Coche bomba… Una sucesión sorprendente y tronchante de acontecimientos y bombas, hasta en esos puntos de guión resulta divertida la película. Es duro para Ford, aunque la interpretación del pobre Andrew Dice Clay no lo deje traslucir, perder tantos símbolos que lo definen de una tacada, su koala, su guitarra, su coche… El chico amigo suyo aparecerá herido, pero más bien parece bipolar, pasa de estar agonizante y cariñoso a enfadado y en plena forma en medio minuto… Una escena lamentable esta.








¡Salta, membrillo!"

Allí dejarán el turbante de Colleen, para que el agudo detective sospeche de ella, pero sería un tanto ridículo que ella dejara semejante cosa para descubrirse, evidentemente.

Estos golpes de efectos son muy de agradecer en la trama y van en consonancia con el carácter desenfadado y el tono paródico y sorprendente de la película, aunque la historia en sí sea convencional, especialmente según llegamos a la conclusión. Así veremos como la pobre Jazz es lanzada por una ventana sin el más mínimo reparo y entre risas… Para haberse matado… Era la última cosa que le faltaba a Ford por perder, su pobre secretaria. Una vez los asesinos descubran donde está Ford irán a por él, pero muy sutiles y silenciosos no son, con lo que nuestro hedonista detective, que correteaba por “El jardín de las delicias” junto a un nutrido grupo de jovencitas, podrá tomar medidas de precaución.



Digresiones hilarantes.

Buena parte del éxito de la cinta está en su desfasado humor, como he comentado, y este consiste en diálogos hilarantes y una voz over que parodia con alegría ese clásico recurso del cine negro clásico. Esto y la desfachatez y descaro con la que se maneja el bueno de Ford Fairlane hacen obligado recurrir a la digresión ocasional para sacar partido a todo ello, uno de los puntos fuertes de la película.

Así tendremos innumerables detalles tronchantes y divertidos, y monólogos en voz over sin sentido alguno y de un humor tan desfasado como eficaz, desternillante.

-Ver a Ford gritar de entusiasmo al pasar junto a dos sexys chicas que pasean alegremente o vacilar a un señor mayor bien vestido tras salir de su entrevista con Johnny Crunch (Gilbert Gottfried), son ejemplos de estas bromas que se insertan de forma natural y habitual durante la narración.


-Las digresiones en forma de monólogo interior son constantes.

-El asqueroso beso gastronómico que Ford le da a Jazz, traspasando el canapé, es tan repelente como divertido. El tiburón servido también resulta estrafalario. Al menos luego le dará uno algo más romántico a la pobre chica.


El personaje de Susú Pétalos, interpretado por Maddie Corman, es impagable. Su continuo mascar chicle, su frivolidad y entrañable estupidez, su superficialidad y simpleza, no pueden más que rendirte. No se sabe muy bien qué pinta en la trama, más allá de tener uno de los discos clave, única explicación posible, pero el caso es que se agradece su presencia.

Malas noticias, me he roto una uña”.



Es memorable la escena del “paraíso femenino” que visita Ford junto a Susú. Jóvenes limpias, lozanas y deportivas ligeras de ropa y dando saltos por todas parte por decenas, fascinadas con la presencia de un detective rockanrolero, que no detective pescador. La estancia estará presidida, en un guiño sencillamente magistral y sutil que demuestra que la cinta está más cuidada de lo que se piensa, por el cuadro de El Bosco de “El jardín de las delicias”, como ese que acoge a Ford. Además sonará un temazo de Billy Idol, “Cradle of love”.









En el coche que lanza Ford contra los villanos bombardeadores me parece intuir un conductor, cuando en teoría no hay nadie… cosas mías.


 “Entonces Springsteen le dice a Madonna, ¿follar con la que está cayendo?”. “Está bien, es muy moderno, ¿sabes? Es bailable”.



El clímax de la película nos lleva a la convencionalidad, aunque salvada por las salidas de nuestro amigo detective. Enfrentamiento con el villano Julian Grendel, el descubrimiento de que la fatal Colleen Sutton en realidad no era mala antes de morir, una tortura psicológica con la guitarra de Ford, que no había sido destruida, aquí no muere casi nadie, y una eficaz y surrealista escapada con chicle incluido.





Digo que no muere nadie porque si bien el villano Smiley resucita varias veces, el koala reaparecerá al final y la bella Jazz hará lo propio tras ser lanzada por una ventana, apareciendo en el club femenino en el que disfruta Ford tan pancha, algo magullada, pero pocos minutos después de que aparecieran los villanos bombardeadores con su motos. Una chica herida pero rápida… Las coherencias temporales tampoco son el fuerte de la película. Incluso el vicioso pelirrojo del inicio tendrá redención.



¡La madre que os parió, hijos de puta!”. “No juegues conmigo, Fair”. “Hay algo en ti que no encaja”. “Cualquier otro en la misma situación cagaría raquetas, pero yo tenía un plan. No es que sea un plan cojonudo pero ¡eh!, el viejo truco del chicle con el pendiente en el enchufe nunca me había fallado… porque nunca lo había probado”. “Mira bonita, que le den por culo al bolso”. “Venga, no te preocupes, si te caes yo me salvo”.

Esta parte de la película en lo alto del edificio tiene un toque a “Con la muerte en los talones”, la pareja perseguida por los esbirros en las alturas que aparecen cuando menos se lo esperan. Además hay planos divertidos, como un flipado con la guitarra que se ve de pasada en un plano general. Es aquí donde llegará el definitivo sacrificio de la guitarra de Jimi Hendrix por parte de Ford, al tiempo que descubrimos, por fin, quien es Art Mooney, pista recurrente que se refería a una estrella de la fama dedicada al famoso director de orquesta.

¡Mi guitarra! Está un poco rayada… No, está muy rayada, muy rayada…”. “¡Mi pelo!





El clímax será en un escenario, lugar adecuado, de una productora al escenario, el recorrido lógico musical, donde Ford mostrará su ingenio, Jazz su fuerza y Susú su colaboración indispensable. Nadie sabrá nunca cómo la limitada rubia rockera tuvo tiempo para ligarse a un tío allí y que le prometiera ir a Japón… Un clímax cachondo y ardiente con batido de sambuca.




-Julian: ¡Qué cabrón!

-Ford: Agárrame un cojón.

Con amigos como tú no necesito lavativas”.

Ligera depresión amorosa, asunción del enamoramiento de Ford por Jazz al ritmo de Richie Sambora, la definitiva muerte de Smiley riéndose de los tópicos, felicidad, yates, resurrección de koalas y familia disfuncional feliz con guiño metalingüístico.


 

Ey, no creeríais que matamos al jodido osito koala, ¿verdad?"

Así concluye una película de culto, tan estúpida como divertida y eficaz como parodia, tan mala como entrañable e hilarante, con muchísimas virtudes para pasar un gran rato y repetir.




Mal escrita y reguleramente dirigida, con actuaciones de andar por casa, sobre todo la de Andrew Dice Clay, que es puro carisma y hace de sí mismo de forma memorable, siempre que no pidamos excesos interpretativos. Él era un exitoso monologuista de la MTV, de la que se ríe en algún diálogo, y sus actuaciones eran tan polémicas, llenas de chistes machistas, homófobos y desfases extraordinarios, que acabó expulsado. El doblaje, que deja joyas imperecederas, es de Pablo Carbonell, que fue contratado debido a una huelga de dobladores que había en España. Fue un acierto, aunque se pierdan cosas.






Una banda sonora excelente donde podemos oír a Mötley Crüe, Billy Idol, Richie Sambora, Queensryche o Jimi Hendrix entre otros.

Si entras al juego, este antecedente de Torrente o El Nota de “El gran Lebowski” (Hermanos Coen, 1998), rockero, sofisticado y cachondo, te seducirá y volverás a quedar con él en futuras ocasiones. Miradla con flexibilidad y sin prejuicios.

Los personajes, especialmente el protagonista, están basados en unas historias publicadas por Rex Weiner.



 







4 comentarios:

  1. Sólo te ha faltado comentar que aparece el gran Tone Loc, el de "Funky Cold Medina.

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    1. Muchas gracias por el aporte, Anónimo, así queda esto aún más completo.

      Un saludo.

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  2. Bolsonxx: un aplauso por recuperar estas pelis, que no han sido exitazos pero han quedado en nuestra memoria. La madre que os parió, hijos de puta... La de veces que lo habré dicho sin acordarme ya de donde lo saqué, jajajaja.

    La veré con mi hijo que también se parte con esto. Con la de beavis y butthead recorren América se partia

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    1. Jajajajaja también la he dicho yo mucho, Bolsonxx. Y tampoco tenía claro de donde venía jajajajaja.

      Será una bonita experiencia, amigo mío. Un abrazo.

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