lunes, 27 de julio de 2015

Crítica: TRANSFORMERS 4: LA ERA DE LA EXTINCIÓN (2014) -Parte 1/2-

MICHAEL BAY











Michael Bay ha dicho que esta cinta dará impulso a una nueva trilogía, y yo le digo a Michael Bay: ¿Por qué? ¿Por qué nos quieres hacer esto?

Esto tiene pinta de no acabar jamás, una saga que promete eternizarse en la mediocridad, una saga a la que le he cogido cariño, irremediablemente, una saga en la que tengo ciertas esperanzas… No, no me he vuelto loco, mis esperanzas radican en el placer que esta saga me ha dado, un placer literario, de poder ensayar un estilo sarcástico que me permitiera destrozar todos y cada uno de sus episodios con humor, dejándome saciado, satisfecho y orgulloso, haciéndome pasar grandes ratos ante el ordenador y el folio en blanco.




Mi esperanza está en que logren un capítulo aún peor que los anteriores, el peor capítulo de la saga, y así poder recrearme en el placer malsano de la crítica sarcástica. Es complicado que se llegue a superar la segunda parte de la saga en mediocridad, pero estando Michael Bay a los mandos nunca se sabe.


Esta cuarta entrega, siendo tremendamente mala, no llega, por desgracia, a los niveles de la segunda, y es que, según dicen algunos y creo que con acierto, Michael Bay está madurando, si es que no ha madurado del todo… Ojito…




Es posible que Bay esté madurando por ciertos aspectos que se insinúan en sus últimos títulos y en su estilo, pero esto, lejos de ser positivo, se antoja el colmo del despropósito. Se le podía perdonar a Bay que toda esa parafernalia estilística y caos narrativo, se debiera a la plasmación hedonista y jubilosa de una mente juvenil e inmadura, pero ¿cómo justificar o hacer llevadero y mínimamente perdonable que lo que se plasma en pantalla sea obra de un adulto maduro? Pase si era obra de un inmaduro travieso y gamberro que gusta de recrearse en lo básico dentro del mainstream, llevando su excentricidad al exceso máximo sin complejo alguno, pero ¿un maduro gamberro haciendo lo mismo? Eso ya resulta demasiado imperdonable…





Es complicado diferenciar unas pelis de otras dentro de la saga, quizá acordarse de que en una sale un robot con bastón y en otra un robot con un puro como matices reseñables… La segunda entrega se recuerda, aparte de por ser la peor película de la historia, porque parte de ella ocurre en el desierto. Aquí también tenemos un pequeño detalle significativo. Como hablamos de “extinción”, Bay debió pensar: ¡Ya está! ¡Dinosaurios robots! ¡Me salgo del mapa!

No podéis negar que encaja a la perfección con el sencillo mecanismo mental del señor Bay, ¡no lo podéis negar!





La trama de “Transformers 4: La era de la extinción” no puede ser más surrealista desde su planteamiento, y dejaría patidifuso si no estuviéramos ya acostumbrados a las flipadas absurdas del señor Bay y esta saga. Los Autobots y los Decepticons parecen haber desaparecido de la faz de la Tierra, pero el gobierno está desarrollando la tecnología rescatada de la batalla en Chicago cinco años antes para hacer sus propios robots. Para ello cuentan con Joyce (Stanley Tucci). Por otro lado, Cade Yeager (Mark Wahlberg), un inventor algo desastrado, encuentra un camión hecho polvo en un cine, lo normal, y al intentar repararlo descubre que tras ese automóvil desvencijado se esconde el gran Optimus Prime, el líder de los Autobots, lo que desencadenará una batalla de poder, lo típico. La alianza con los robots ha terminado, está rota. “Un mundo cambiado”.

Descubriremos la causa de la extinción de los dinosaurios, nada que ver con todo lo teorizado hasta ahora... Una malvada nave extraterrestre a la que le daba por hacer estas cosas, sin mirar en lo que pensarían las asociaciones de animales ni Green Peace ni nada… Una tecnología avanzadísima y mal usada. El caso es que no se descubrirá hasta el presente, cosas de la investigación arqueológica.




La madura dirección de Bay.






Bay pretende una dirección y narración más mesurada, más medida, más pausada, dedicándoles tiempo a los nuevos personajes, a su presentación, su relación familiar, con algunos golpes de efecto, pero sin recurrir a la pirotecnia de entrada. Así veremos a Cage (Mark Walhberg) en su presentación, con su furgoneta, un nostálgico ante un cartel de “Remember Chicago”, recolectando piezas antiguas para reparar o inventar cosas nuevas con ellas. Este inicio, en una de las reflexiones más profundas que se le recuerdan a Bay, quizá la única, se plantea como una tesis del film, un homenaje a lo antiguo, a lo abandonado, a lo tradicional, a lo clásico, todo eso que no es Bay ni su cine. No sólo serán cacharros antiguos, Cade se plantea comprar cosas en un cine abandonado, en lo que supone un homenaje al cine clásico y a la tradición de ver cine en los recintos antiguos, un guiño  al cine clásico cariñoso y apreciable, así como a la mitología de “ir al cine” en esos lugares con encanto que todos conocemos y que aún hoy subsisten, aunque parecen condenados a desaparecer. Una bella reivindicación. Además Bay se ríe de sí mismo poniendo en boca de sus personajes cosas como: “Las películas de ahora, ese es el problema, segundas partes, nuevas versiones… Chorradas”. Lo curioso es que dice esto elogiando “El dorado” (Howard Hawks, 1966), que es una especie de remake o similar. Cade además defenderá al anciano ante su hijo, y su amor por ese cine y su pasado. Todo este juego con el pasado tiene un evidente paralelismo con la concepción arqueológica inicial, el cine y su mitología clásica como algo casi sepultado.





Así se va definiendo al protagonista, con esa vinculación a lo tradicional, así como se presentan al amigo torpe, Lucas (T. J. Miller), la hija maciza… y el camión Autobot. Veremos también obsoletos discman, siempre retazos de un pasado, incluso un pasado tecnológico.




Su estilo mantiene su frenesí y sinsentido visual, con ese balanceo constante de la cámara, pero es capaz de planos más estáticos y sostenidos. ¡Sorpresa!

Incluso el humor está algo mejorado, no resulta tan estúpido, sigue siéndolo, pero quizá no tanto, ni tan estresante, con gags algo más elaborados. Quizá todo tenga que ver con el tono desenfadado de Walhberg, su buen hacer en el rol cómico, más que otra cosa. Este tono de entusiasmo optimista aparece en un buen número de interpretaciones del actor, calcadas todas, especialmente si trabaja con Bay, recordemos “Dolor y dinero” (2013).



Los rasgos de estilo más reconocibles de Bay siguen presentes, ese esteticismo y estilo arbitrario, los reflejos lumínicos, algunos ocultando los rostros completamente, los naranjas y azules saturados, los contrapicados sobre los personajes, especialmente saliendo de coches, los cochazos, cuanto más espectaculares mejor, los choques, las carreras, las explosiones, los planos oblicuos, los diálogos histéricos y atropellados, las cámaras lentas… Bay nunca dejará de ser un niño asilvestrado y básico, por mucho que “madure”.





Se intuye también una especie de intención por generar suspense, por ejemplo cuando el gobierno localiza a Optimus mientras Cade lo está reparando y van hacia su casa. Una especie de intención, repito, ya que la acción no tarda en llegar… Bueno, a quién voy a engañar, suspense poco, explosiones muchas. Lo cierto es que Bay alarga ligeramente esos momentos anteriores a la acción, conteniéndose a regañadientes y nerviosamente antes de entregarse a la pirotecnia y la orgía de estallidos que tanto le gusta. La escena donde los malotes descubren a Optimus en la casa de Cade es un perfecto ejemplo, con multitud de contrapicados amenazantes. Aquí se nos presentará al novio de la hija de Cade, que aparece de la nada como si tal cosa.






La escena de acción que acontece en el laboratorio y después tiene todos los defectos y chorradas típicas de Bay, un sinsentido continuo y esmerado. Un montaje disperso, caótico, sin lógica alguna, de repente vemos al novio dentro, luego fuera, a Cade dentro, detenido, y a Shane (Jack Reynor), el novio de nuevo, junto a Optimus corriendo fuera hacia no se sabe dónde ni porqué… El uso de las elipsis es tan lamentable que te hace suplicar anuncios para ir al baño y no volver. Saltos y brincos sin sentido, con una resolución que deja al bueno de Stanley Tucci, sin más, a sus cosas... No puede ser más ridículo. Toda esta parte se la podían haber saltado casi al completo.






La semilla”.

Ojo, Bay deja un detalle virtuosísimo de montaje, los prismáticos, el novio comprándolos y en el plano siguiente Cade usándolos. Soberbio, ¿eh?




Es evidente que en ocasiones Bay parece encontrarse inseguro, quizá sospechando que no ofrece la pirotecnia esperada, así que se saca escenas estúpidas de efectos especiales sin sentido alguno, como cuando Tessa (Nicola Peltz) sale del coche en el que ha sido raptada dando patadas a unos pequeños robots…





Entre medias de todo tendremos escenas de acción, no se vayan a poner nerviosos los fans de Bay. El primer ejemplo lo tenemos con la demostración de cómo los humanos cazan robots, una cruel muerte robótica de un Autobot a manos de un robot Terminator al servicio de los humanos como arma básica.


El villano de la función es Harold Attinger, nuestro amigo Frasier, presentado en un reflejo y con gafas, así mismo Bay le dedicará cínicos planos patrióticos junto a la bandera. Es un radical contra los robots. Habrá un plano de contraste, el del desastrado Optimus ante otra bandera. Duelo de patriotismos. Harold Attinger (Kelsey Grammer) está aliado a otros robots, los creados por Joshua Joyce (Stanley Tucci), y sus motivaciones se descubren falsas, nada patrióticas, simplemente lucrativas.

Es evidente que a Optimus Prime le sentó mal la pausa entre la tercera y la cuarta película viendo su estado. La voz de Optimus es del habitual doblador de Russel Crowe, el magnífico Jordi Boixaderas. Él y su nuevo amigo Cade, junto a su familia, serán víctimas de una emboscada cuando localicen al robot al ponerse en marcha. Cade se dispondrá a hacer las oportunas reparaciones al camión deteriorado, a pesar de que sus resultados suelen ser chapuceros, pero ya se sabe, logrará lo justo para que la cosa funcione.



La película nos dedica un montón de chorradas y torpezas que resultan tan estúpidas como divertidas, tan cutres como disfrutables para zurrarlas en un análisis. Es encantador cuando padre, hija y novio de ésta huyen de los malos y sueltan frases como “¡nos tienen acorralados!”, para acto seguido, (cuando digo acto seguido hablo del plano siguiente) ya no estarlo… Choques, cámaras lentas, persecuciones, explosiones… lo de siempre.




Uno se pregunta, cosa que me saca de mis casillas en este tipo de cintas, por qué los villanos no utilizan con más asiduidad esas armas casi infalibles, esa tecnología insuperable, por ejemplo esas bombas que queman en el acto a todo lo que pillan cerca… Esa arma tan poderosa será usada un par de veces sin más, y la única víctima será el amigo surfero y algo corto de Cade… Teniendo en cuenta que con ella extinguieron a los dinosaurios, algo falla en su rendimiento…




Chorradas hay para aburrir, como esa escena donde Cade manipula un robot de última tecnología para probar una tarjeta, que digo yo que para probar una tarjeta tampoco hacía falta tanta parafernalia, con esconderse o largarse después... pero bueno, es la forma que tiene Bay de decirnos que nuestro protagonista no es tan torpe haciendo cosas con las manos… El caso es que Optimus reunirá a los pocos Autobots que quedan. Lo que a mí no me ha quedado claro es cómo se reproducen, sólo los veo machos y siempre en pequeños grupos de 6 o 7 en cada película. Para alguien tan lascivo como Bay que se le escapen estos interesantes aspectos narrativos, como la sexualidad de los robots, resulta lamentable. Las frases lapidarias de Optimus, ya coloreado, y compañía causan vergüenza ajena, pero siempre puedes ver la película sin sonido.





¡Por fin! un brillo de esperanza”. No se puede ser más cursi.


Cinco Autobots, con un pedante samurái de frases preciosistas, y el inmortal camaro, Bumblebee, entre ellos. Nuevos robots tendrán protagonismo, como Lockdown, un cazarecompensas contratado por los Decepticons.





4 comentarios:

  1. Jojojojo!!!
    Maaadremiaaaa!!!
    Estos análisis en plsn "anticine" me divierten!!!

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  2. Primero exterminan a los dinosaurios y luego se disfrazan de dinosaurios para integrarse. Bien decía aquel, "el problema de las novelas de alienígenas superinteligentes es que no pueden ser más inteligentes que el autor".
    Qué cruel eres, Sambo, si esto es lo bueno, no los muermos de Ford. :P Donde haya una peli loca donde no se entienda un carajo de qué hacen los personajes o por qué y con muchas explosiones, que se quite el Chacal de Fred Zinemann. (Si la segunda parte de esto es la peor película de la historia, el remake de Chacal es el peor crimen cometido por la humanidad).

    P.D. - En una entrada pasada hacía referencia, por la escena de Press X Jaaason a un falso videojuego muy pretencioso que en realidad es una mala película con ínfulas y trampas y la llamé Black Rain. El título correcto es Heavy Rain.

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    1. Uff el remake de Chacal, no sé por qué se hizo... se le desvirtúa completamente buscando sangre y acción. Es el signo de los tiempos, la falta de talento sustituida por pirotecnia...

      Me suena Heavy Rain, pero no la sitúo.

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