viernes, 27 de noviembre de 2015

Crítica: BEGIN AGAIN (2013) -Parte 2/3-

JOHN CARNEY












Tres momentos inolvidables.

Hay tres escenas por las que cualquier director pagaría por conseguir alguna vez en su obra. Tres momentos sencillamente sublimes que lo tienen todo. Sencillez, naturalidad, magia, emoción, belleza y sentimiento. Tres momentos que conmueven, maravillan y arrebatan.

-El primero de ellos es el más importante de la cinta. Culminante. Es cuando Dan escucha por primera vez a Gretta y se crea un vínculo irrompible entre ambos. La magia se hace palpable y tangible ante nuestros ojos viendo el talento de ese ser roto descubriendo esa gema entre la maraña. Esto sucede cuando vemos recreado visual y sonoramente lo que Dan escucha en la intimidad de su cabeza, los arreglos que pulen, mejoran, completan y hacen crecer el bello tema acústico de la chica que oímos al inicio por primera vez. Un diamante en bruto. Ver flotar y tocarse solos los instrumentos en la plasmación mental de la revelación de Dan es un auténtico milagro. Es ahí cuando entendemos la cara de loco y el entusiasmo que le vimos en la primera escena, cuando era difícil discernir si era un loco o un borracho al terminar aquel tema que parecía, efectivamente, soso o falto de algo. Todo gracias al tema “A Step You Can't Take Back".

“… y ahí es donde aparece la magia… Oigo cosas, oigo arreglos. Hay que estar borracho para que ocurra”.

Vale bonita. Algo auténtico… Dame el nombre de un artista que pase tu prueba de autenticidad. Venga”.

¡Ah mierda!… Tendrás que pagar tú las birras”.


-El segundo momento memorable, imprescindible, es la escena del paseo por la ciudad con los auriculares para compartir su música, aislados de todo, embriagados en su intimidad. Frank Sinatra, el “Times goes by” de Casablanca, Nueva York de noche, bailando la música de los auriculares dentro de una atronadora discoteca, ajenos a todos, solos entre la multitud, compartiendo la intimidad, el momento, un vínculo musical que crea una burbuja de afectos y sentimientos inaccesible e incomprensible para el resto, un material que define el amor.






Todo esto ha sido una perla”.


-Mi tercer momento favorito es la escena en la que Gretta y Violet se conocen. Es una de mis relaciones favoritas, la de estas dos chicas, la amiga y la hija de Dan. Su complicidad y comprensión es inmediata, la artista sabe como entrar a la chica para hacerla comprender su actitud, llevándola por el mismo camino que quiere su padre pero de otro modo. Deja algunos de mis momentos favoritos de la película, por ejemplo cuando hablan de amoríos, la satisfacción de Dan cuando Gretta comparte sus opiniones, el ofrecimiento de ella de hacer de Celestina y su Pigmalión a la chica, sus consejos amorosos y la reacción de Dan (Mark Ruffalo) largándose cuando Gretta habla de la forma de vestir de Violet. Gretta sabe como romper el hielo… Ruffalo está sublime en esta escena sin mediar palabra. Naturalidad extraordinaria.




Gretta (Keira Knightley) dotará a Violet de una confianza de la que carecía, así impulsará también la idea de que toque para el disco. Dan convencerá a su madre para que así lo haga. Aquí se intuyen ciertos celos de Miriam con respecto a Gretta, al verla en la vida de su ex…
Bueno, para empezar deja de vestirte como una facilona”.

Ciertamente surtirá su efecto, como veremos en la fiesta post grabación, ya que por allí veremos al chico que le gusta a Violet invitado.

Hay algo de “Jóvenes prodigiosos” (2000), la estupenda e infravalorada cinta de Curtis Hanson sobre un mentor en crisis y un alumno talentoso. También hay ciertas bromas en el inicio con “Jerry Maguire” (Cameron Crowe, 1996) como referencia. Otra broma con referencia cinéfila: la comparación que hace Dan de su hija con Jodie Foster en “Taxi driver” (Martin Scorsese, 1976), en la presentación de su mujer, Miriam, interpretada por Catherine Keener. “Doctor en Alaska” es otro referente citado en la cinta. Toda la idea de amor al arte, en este caso la música, y su vertiente amateur, callejera, nos recuerda en algo a “Rebobine, por favor” (Michel Gondry, 2008), con un humor menos surrealista, claro.



El estilo de la dirección tiene ese toque indie que ya observamos en otros títulos anteriores de Carney, con esa cámara inestable, al hombro, aunque sin que se note mucho, y donde el plano general es la base de todo.


Carney usa el travelling para los paseos y las panorámicas en plano general entregándose al movimiento en el interior del encuadre para dar fluidez al mismo, así como naturalidad.

Así Carney describe entornos con sencillez, recurriendo al plano general y la panorámica.

El uso del primer plano está muy medido, reservado para momentos íntimos, con planos y contraplanos en las conversaciones, evidentemente, y, sobre todo, para las actuaciones, que contienen mensajes importantes.

Tecnología, Apple y nostalgia.

La tecnología estará ligada al pasado y al recuerdo, en especial Apple. A través del ordenador y los móviles veremos en distintos flashbacks que salpican la narración el pasado de la pareja formada por Gretta y Dave. Ella recurrirá a estos instrumentos para recordar, para sumergirse en la nostalgia y el dolor pasado. Apple, vehículo de nostalgia. Un novio que tiene éxito con su música, que ella compone en parte, que ha participado en una película que también ha sido un éxito y parecen empezar una nueva vida. Todo adornado con una canción a juego. Otra canción como regalo nos presenta la Navidad en el pasado de la pareja, un temazo llamado “Lost Stars".




Es divertida la escena donde vemos al músico callejero amigo de Gretta darlo todo ante la indiferencia de un público invisible, un personaje que nos recuerda, parece un guiño de hecho, al protagonista de “Once”, como una autoreferencia simpática que incluye Carney.













Relaciones.

Todas las relaciones de la película son excelentes, no hay personajes puramente negativos. Aunque todos tienen defectos acaban por resultar entrañables, incluido el novio de Gretta, Dave, interpretado por Adam Levine, cantante de Maroon 5.


La relación de amistad entre Gretta y el músico callejero, Steve (James Corden), es francamente hermosa y deja momentos muy bellos, como ese precioso y sencillo momento en el que Steve la abraza al verla derrotada tras su ruptura, de nuevo tocando en la calle, en la boca del metro, lugar siempre simbólico. No se puede ser más encantador y cariñoso que Steve.


La relación de Dave y Gretta pasa por distintas fases. Una pareja inicialmente ingenua e idealista que va corrompiéndose con el paulatino éxito que él va logrando, hasta llegar a la ruptura. Posteriormente intentarán recomponer dicha relación, pero con sus diferencias y problemas. Ninguno de los personajes resulta despreciable o desagradable, incluso él, que se comporta mal con ella y tiene un proceder censurable, resulta simpático, cálido y afectuoso. Un tipo majo. Es la luminosa mirada de Carney.



Poco a poco ella irá contando menos en el mundo de él, que empezará a hacer viajes solo, dejándola fuera de todo paulatinamente. Los momentos de soledad de ella serán resaltados con buena música.

Yo me he convertido en la novia de Dave Kohl, y pienso: Antes éramos un equipo, ¿qué ha pasado?

Es interesante observar la evolución física de Dave, de barbilampiño en sus ingenuos inicios, a dejarse bigote para recoger un premio por su corruptor éxito y terminar con barba de talibán una vez consagrado y lejos de Gretta. Con barba parece un telepredicador, ciertamente.





Cuando Gretta le envíe una canción al móvil él intentará un acercamiento y una reconciliación. Eso sí, me resulta extraño que tenga a su novio con el apellido como contacto en el móvil… En la conversación del reencuentro el conflicto entre lo comercial y lo íntimo volverá a darse, siendo la clave que hace imposible dicha reconciliación. El toque comercial de él, basado en la idea de que la música, aunque íntima, es para ser compartida, contrasta con la de ella, especialmente con el tema que le regaló, que era algo de ellos y no necesitaba retoques… Aunque él dice que quiere respetar eso, Gretta entiende que ese tema ya no es íntimo ni de ellos, que ya es de todos y ha perdido su esencia, lo que vuelve a escenificar ese carácter simbólico que tiene la música en la película, completamente vinculada a las relaciones y emociones de los personajes.




La conversación será en plano-contraplano, cortos, para una difícil complicidad, de ahí la cámara inestable.


En el final, Dave volverá a aparecer sin barba, pero los caminos de la pareja son distintos, lo que queda simbolizado en la interpretación de la canción que Gretta le escribió y que él toca en un concierto.



La relación entre padre e hija, entre Dan y Violet (Hailee Steinfeld), se aleja completamente del tópico con una naturalidad y una autenticidad desbordantes. Ella es una adolescente desatendida por su padre, él es un inmaduro padre despreocupado, pero no se recurre al tópico de la relación distante, fría, borde, para acabar encontrando la reconciliación, sino que desde el principio se marcan sus diferencias y problemas, pero se tratan de tú a tú con cariño y complicidad, asumiendo sus defectos. Sus diálogos resultan francamente simpáticos. También es divertida la escena donde padre e hija se van sin pagar del bar… Por cierto, hasta el camarero resulta entrañable.


Cuando hay algún enfado es por las circunstancias que presenciamos, es decir, algo lógico, no por un rencor enquistado del pasado. Finalmente, y a través de la música, por supuesto, esta relación se recompondrá, simbolizada en la incursión de ella en el álbum grabado para Gretta. Pretensión de proyectos futuros, un padre conociendo el talento de su hija, retomando su labor…



Miriam (Catherine Keener), la mujer de Dan, ha llevado un camino similar al de Dave, traicionó a nuestro protagonista, en un juego de paralelismos entre los dos personajes principales, Dan y Gretta. El hecho es que aunque así es, las conclusiones serán distintas y ella también resulta entrañable y comprensiva. Es un buen punto que sea ella la culpable de la ruptura de la pareja.





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