martes, 17 de noviembre de 2015

Crítica: CENICIENTA (2015) -Parte 1/3-

KENNETH BRANAGH










Kenneth Branagh, uno de los mayores talentos cinematográficos de la actualidad, sigue con su periplo en el cine comercial de encargo ejecutando películas con una insultante solvencia y calidad técnica. Esta versión de “Cenicienta” para Disney es un completo éxito sin apenas salirse del guión tradicional de la historia.


Por supuesto, en esta etapa de mercenario del celuloide, Branagh ha dejado cintas de menor calidad que las que llevan su sello más personal, pero todas ellas han resultado satisfactorias y de un nivel de calidad alto, aunque en algún caso menospreciado. Es de esperar que con lo que vaya recaudando, mi admirado Branagh se embarque en proyectos más personales que vuelvan a deslumbrar a sus seguidores. Por ahora seguiremos disfrutando de estos trabajos de encargo artesanales, que no está mal.



El señor Branagh, alabado y admirado por sus adaptaciones teatrales y considerado un grande de las tablas, siempre ha destacado de forma deslumbrante por su poderío visual, su sentido cinematográfico y dominio del lenguaje del Séptimo Arte. Aquí adapta un clásico de la animación Disney pasándolo a imagen real, resultando tremendamente fiel al mismo, pero a la vez dotando al relato de una mayor coherencia, sentido y madurez. Un producto arrolladoramente encantador.

No tenía grandes esperanzas en este título, pero tras verlo quedé muy satisfecho. No sólo me satisfizo la película, sino comprobar que coincidía con la crítica extranjera, que ha valorado muy positivamente esta versión clasicista y madura de Branagh, y que no lo hacía con la crítica española, que la ha criticado con saña. Y es que la “Cenicienta” de Branagh no es ninguna obra maestra, pero sí pasa por ser la mejor versión del cuento popularizado por Perrault.

Una película que fusiona de alguna manera el relato clásico de Perrault con la adaptación animada de Disney, más acertados añadidos de guión. Los homenajes al clásico Disney son numerosos, pero los musicales destacan especialmente, sobre todo el “The Magic Song” (Bibbidi-Bobbidi-Boo) que menciona Helena Bonham Carter como Hada Madrina y que también oímos luego en los títulos de crédito.





Aquí Branagh nos deleita con un ritmo ágil, habitual en su cine, y multitud de recursos visuales: encadenados sin cortes, juegos de apariencias engañosas (esa nube del inicio)…




En las últimas producciones Disney se está optando por la transgresión o la revisión de sus mitos y los cuentos clásicos (“Maléfica” de Robert Stromberg en 2014, “Oz, un mundo de fantasía” de Sam Raimi en 2013 o “Encantada: La historia de Giselle" de Kevin Lima en 2007), tendencia que esta obra de Branagh contradice.

No se pretende, por tanto, una reinvención del mito, pero sí una clara intención de explicar, definir y desarrollar mejor aspectos y situaciones que parecían ilógicas: personajes y trama, lagunas inexplicables en la historia, buscando dar coherencia al relato, explicarlo mejor. Minimizando la magia, interpretable de forma lógica, aunque manteniendo sus rasgos más distintivos (hada madrina), y aportando cómo profundizar en todos los aspectos dramáticos y de la trama. Por eso, todos los posibles defectos de coherencia o lógica del relato no son achacables a la película, que intenta corregirlos en lo posible, sino a los textos y versiones originales.

Y es que uno de los grandes aciertos de esta “Cenicienta” de Kenneth Branagh es su ausencia de cinismo. Hay una extraña emotividad en esa falta de ironía y cinismo tan habitual en los títulos modernos y la revisión de clásicos. Esta “Cenicienta” rezuma autenticidad y se zambulle en sus conceptos clásicos con fe y determinación. Toda la propuesta carece de cinismo y resulta honesta, con mención especial a la escena del vestido, donde se apuesta por la magia decididamente, transformando el vestido materno.


Sí, “Cenicienta” plantea una concepción idílica, pura, inocente e ingenua del amor y las relaciones, que quizá la sociedad actual no se ve capaz de asumir, tristemente, pero indudablemente auténtica, ya que funciona y fascina aún como modelo aspiracional (fuera de interpretaciones machistas o feministas sesgadas).


En pequeñas pinceladas el guión y la dirección de Branagh definen y dibujan a la perfección los personajes. Una madre idealista y romántica, un padre amoroso y comerciante, ambos amantes de la fantasía, el arte y la representación… que tendrán un bofetón de realidad.



Tendremos una narradora en over que es ajena, en su mayor parte, al relato, ya que hasta que no nos lo desvele ella misma no sabremos que se trata del Hada Madrina. Este uso de la voz over posiblemente sea innecesario, pero pretende resaltar el carácter de cuento del relato.

Arte, representación, disfraces, apariencias. La creación, en suma.

Desde la puesta en escena se apuesta por la imaginación y la fantasía para retratar a los personajes protagonistas, a los más positivos. Se hace hincapié en ese carácter imaginativo de Ella (Lily James), de cómo adapta la supuesta realidad a su realidad… escenificado en esa nube que no lo es… Esta introducción sirve a la perfección para definir el funcionamiento de la mente de Ella, ya que también se hablará de las Hadas Madrinas, nuestras cuidadoras.


-Madre: Yo creo en todo.

-Ella: Entonces yo también creo en todo.

-Al final de la película, unas palabras volverán a definir el carácter de Cenicienta y apostar por la fantasía, además de confirmar esa búsqueda anunciada a lo largo del análisis, reducir los aspectos mágicos buscando dar coherencia y sentido al relato fuera de ellos.

Ella siguió sin ver el mundo tal como era, sino como podía ser cuando uno cree en la valentía, la generosidad y, de vez en cuando, un poquito, en la magia”.



-En la primera conversación que oímos a Ella junto a su madre, se menciona la idea de que los animales nos entiendan, creencia que la chica mantendrá toda su vida. Esta forma de plantearlo, como recuerdo materno añadido, da coherencia al hecho, guiñando al relato Disney, pero manteniendo dicha coherencia sin tener que recurrir a la magia.





-El padre regalará a su hija una falsa mariposa como recuerdo de uno de sus viajes, no es la única, ya que en la primera escena vemos otra revolotear junto a la familia con Ella de bebé. La mariposa y su simbolismo, con la idea de transformación, se hace evidente, de nuevo como idea previa a lo que acontecerá, dotando de un gran peso y brillantez a la planificación y puesta en escena, dando más enjundia al conjunto.



-Una lámpara con pajaritos representados, a los que se suma una mariposa, en sombras, vuelve a ser un guiño a ese mundo representativo, figurativo e imaginativo que rodea a Ella en su infancia.


-La felicidad queda truncada con la repentina muerte de la madre de Ella, pero dejará otro cebo, otra insinuación del futuro, con esos planos de la niña de puntillas, como añorando unos tacones, esos que le cambiarán la vida.


-El príncipe fingirá no ser quien es, mientras que Cenicienta usará un disfraz producto de la magia. Representaciones que buscan amor y aceptación.


-Esa misma búsqueda es la de la madrastra, y para ello también fingirá no ser quien es, pero sometiendo y eliminando el libre albedrío, la libertad individual de las personas para decidir, justo lo contrario que buscan las otras.

El poder de la bondad. La magia.

Desde el guión se pretende reducir el carácter mágico del relato, dándole un sentido más coherente, ambiguo, para fortalecer el mensaje que se pretende, que no es otro que el consejo que su madre le da a Ella antes de morir.

Sé generosa y ten valor”.


Es uno de los aspectos más conseguidos de la película, ya que este sencillo mensaje, que es puro Disney, en ningún momento está salpicado de cinismo, resulta auténtico, nada ambiguo ni matizado. Real y verdadero.







2 comentarios:

  1. Siendo Branagh uno d mis favoritos como actor de teatro y cine, y como director, no tenía ningún interés en ver esta peli. Pero tu análisis, hace q me lo pudiera replantear.
    Pones una mirada justa, pero cariñosa. Y no lo digo tanto por el análisis, q también, sino por lo q subyace; cuentos, ilusión, infancia, inocencia, fe…
    O quizá soy yo? Jajaja!!

    Gracias Sambo. Esperando las otras dos!
    Bss

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    1. Pues no, no eres tú, es tal cual jajaja. Has acertado de pleno.

      Gracias a ti, Reina

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