lunes, 1 de febrero de 2016

Crítica: EL PUENTE DE LOS ESPÍAS (2015) -Parte 2/4-

STEVEN SPIELBERG










La película se divide, en cierta medida, en dos historias que terminan confluyendo, incluso una tercera brevemente. La de Rudolf Abel y la del piloto americano al que capturarán. La tercera historia será un breve inciso en la trama para que veamos la detención del estudiante de económicas americano mientras se va formando el muro de Berlín.





El piloto americano será capturado porque en el último momento su determinación debió flaquear y no usó el dólar suicida, una moneda que contiene veneno para evitar que lo arresten y obliguen a informar.

El piloto es Francis Gary Powers (Austin Stowell), y protagonizará la única escena espectáculo de la película, cuando su avión es derribado. Una soberbia escena inteligentemente unida al momento donde Donovan defiende la inocencia de su cliente ante el tribunal supremo.




Metros, retrato social.

Donovan (Tom Hanks) pasa a ser un hombre en tierra de nadie, escenificado en varios viajes en metro. Veremos a nuestro héroe varias veces en metros o trenes y en ellos se nos contará de forma minimalista y sin palabras la evolución de su aventura y trabajo, tanto defendiendo a Abel como en sus gestiones espías…

-La primera vez que veamos a Donovan en un metro será una escena tensa, donde se percatará de cómo su labor defendiendo a Abel es recibida por sus conciudadanos con reticencias, desprecio y suspicacia, con desaprobación, incomprensión. Será además tras recibir ciertos reproches, en el ámbito doméstico, de su hijo (antes también vimos los de su mujer).






-En Berlín veremos a Donovan varias veces en metros. En la primera ocasión observa la construcción de la franja con el muro, un símbolo de la opresión y la falta de libertad. Estos viajes adquieren tintes simbólicos y redondean toda una reflexión e historia.


-Uno de los viajes en metro más significativos será en Berlín, cuando con el catarro por todo lo alto presencie como acribillan a balazos a unos pobres desvalidos que pretendían saltar el muro para escapar de la Alemania comunista hacia la occidental. Puro horror.




La escena final será en un metro. Allí comprobaremos cómo el héroe anónimo ha salido a la luz. De forma sutil recibirá el reconocimiento social, ya que las desaprobadoras y acusadoras miradas de antes tornan en sonrisas en esa pasajera que lee el periódico y comparte viaje con él.



En la mirada de Donovan al exterior desde el metro verá reafirmada su lucha cuando vea a unos chavales saltar verjas jugando, en contraste con el horror de aquellos que fueron acribillados al saltar el muro en Berlín. Reafirmando los valores y principios americanos, la lucha por la libertad, de una manera tan visual como sencilla y categórica. Sublime.



-No sólo veremos a Donovan en metros, la escena inicial será con Abel viajando en uno de camino al punto de contacto convenido para recibir un mensaje, por ejemplo, en una escena de seguimiento.

Del mismo modo, este equilibrio de tensiones burocráticas y diplomáticas, políticas, queda retratado de forma minimalista en el intercambio de los presos en el puente, en el clímax de la película.




Contagio.

La relación entre Rudolf Abel y James B. Donovan es verdaderamente entrañable y muy rica, llena de matices y reflexiones que se expanden más allá de ellos.


Entre ellos habrá un contagio paulatino conforme su relación se afiance, sus afectos crezcan, algo que queda simbolizado en el catarro que pasará de Abel a Donovan. Un contagio que es mutuo, ya que Abel no tardará en respetar y admirar a su defensor, incluso a ese modo de vida americano, beneficiándose de la legalidad estadounidense… y la lucha de un solo individuo. Idea opuesta al colectivismo que se defendía en la Unión Soviética. Donovan defiende ese estilo que se opone al soviético, aparte de al propio Abel.



El agente de la CIA, Hoffman, también acabará acatarrado, curiosamente… Quizá por el frío de Berlín, quizá por el contacto con Donovan



En una maravillosa ambientación grisácea y nevada en Berlín, veremos los primeros síntomas de catarro en Donovan, será en el coche que le lleva a su cuartucho, nada más llegar. Cuando se encuentre con una pequeña banda que le robará el abrigo, se rematará el asunto… Ese paseo ante un muro gris antes de chocar con esa pandilla, recuerda al plano final de “Doctor Zhivago” (David Lean, 1965).






Ya vimos la presentación de Abel, con ese juego del espejo y la doble iluminación, con focos exteriores en su zona de pintura e interiores en el lugar donde coge el teléfono, que suena de una forma concreta. La presentación de Tom Hanks está planificada de idéntica manera a la de Mark Rylance, de plano corto a plano general. Un agente de seguros que argumenta con decisión y seguridad que el caso de accidente del que se ocupa es sólo una causa, no cinco porque haya cinco víctimas. Si Abel aparecía reflejado en un espejo, Donovan lo hará en la chapa de su despacho, del que es socio, de manera muy distorsionada, evidentemente.





Abel es pura lógica y practicidad, estoicismo y resignación, un personaje magnífico y entrañable que asume su suerte con total normalidad.

Bueno, el jefe no siempre tiene razón, pero sigue siendo el jefe”.



James B. Donovan, como Lincoln, el gran protagonista del último cine clasicista de Spielberg, acomete una aventura casi imposible, actuando en los límites de la legalidad por un bien mayor. Una figura clásica en el cine de Spielberg, un individuo que se enfrenta a una difícil empresa donde todo se pone en su contra, donde se ponen a prueba los más afianzados valores y donde sólo alguien excepcional es capaz de mantenerse firme. Así es Schindler, el John Anderton de “Minority Report” (2002) o el mismo Elliot en “E. T. El extraterrestre” (1982)... Algo en apariencia ilógico, incómodo, que va en contra de buena parte de la sociedad o sus anquilosadas y reaccionarias ideas, pero con la única intención de afianzar esa legalidad, de afianzar la democracia… Lincoln iba en contra de la esclavitud, Donovan, más minimalista, se pondrá a todo su país en contra por defender a un espía ruso.




No es aquí donde terminan los paralelismos entre esta cinta y “Lincoln”, son dos películas casi hermanas. En la escena de la entrevista en el bar entre Donovan y el agente de la CIA que lo siguió en la lluvia, nuestro protagonista tendrá que dejarle claro determinados puntos sobre la democracia al agente. Spielberg, como John Ford, indagando en la esencia americana, reivindicando la libertad, la democracia, el individualismo, el capitalismo…



Yo soy irlandés, usted alemán… ¿Pero que nos hace a los dos americanos? Sólo una cosa. Sólo una. Las reglas. Las llamamos constitución. Y acordamos seguir esas reglas. Y eso es lo que nos hace americanos. Es lo único que nos hace americanos”.




Donovan recibirá la incomprensión, laboral, social e incluso familiar. Se necesita mucho valor, firmeza y valores para mantenerse firme contra todo y contra todos, incluyendo los que más queremos, en una necesaria reivindicación de la individualidad. Saber gestionar todo ello y hacer cosas que no serán comprendidas por el ciudadano medio ni nadie de nuestro entorno requiere un carácter especial. Un coste y desgaste personal difícil de manejar y soportar. Verdaderos héroes.





Y es que mantener los valores duele, por eso se suele renunciar a ellos con facilidad cuando vienen mal dadas o el miedo se hace con las riendas. Un héroe que no es anónimo, pero sí odiado por todos. Sólo unos pocos se enfrentan a ello, se hacen más firmes.

Mantener y defender las libertades puede ser aprovechado o interpretado como debilidad, de ahí que se necesite mucha mano izquierda, firmeza y claridad de pensamientos para ejecutar esa defensa.



Anónimos lo mirarán mal en el metro y otros atentarán contra su propia casa, tratando de atemorizarlo cuando logre que no condenen a Abel a la pena de muerte. Incluso se encarará con un policía. En su despacho, una vez el Tribunal Supremo mantenga la condena a Abel, Donovan será ignorado por su socio, Thomas Watters (Alan Alda), en una escena rodada con travellings que se pasean por la estancia.







Al final de la película, Rudolf Abel le dará un regalo a Donovan, un cuadro pintado por él con el retrato del abogado, que le vimos haciendo en la cárcel, aunque no sabíamos su contenido. Donovan se disculpará diciendo que no tiene regalo para él, a lo que el ruso opondrá que todo lo que ha hecho por su causa es su premio. Con esto, el vínculo y la lealtad entre ambos, sus firmes valores, se rubrica el contagio mutuo y los define como lo más alto de las sociedades que defienden. El momento en el que Abel decide esperar a ver si llega el otro hombre, aunque tenía libertad para irse, es de una honda emoción.



-Donovan: Perdone, yo no le he traído ningún regalo.


-Abel: Este es su regalo. Este es su regalo









4 comentarios:

  1. Determinación. Convicción. Valores. Entereza.
    Hanks. Spielberg.
    Me encanta este análisis, sensei!

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    1. Me encanta que relaciones a dos de mis paersonajes modernos de cine favorito.
      Efectivamente Licoln y Donovan son dos heroes. Pero lo que les une en este caso es su creencia en la dignidad humana, ya sea en personas de distinta raza o en personas que deberiamos considerar enemigos, no solo por su pais de origen, sino porque con sus acciones (ser un espia), le convierte efectivamente en enemigo de tu pais.
      Lincoln ver una realidad clara e intenta asegurarse de que se refleje en la ley, Donovan por su parte lucha porque la ley no se pervierta.
      Esta lucha contra corriente para mantener tus ideales implica un codigo etico ferreo. Implica ver algo tan claro que aunque toda la sociedad o tu familia te digan que te equivocas, o mas duro en el caso de Lincoln, saber que eres responsable de alargar una guerra, puedan hacer cambiar tu opinion sobre lo que esta bien y lo que esta mal.
      En esta epoca de moralidad relativa, en la que lo que ests bien o mal pasa a ser una cuestión de opinion muchas veces, Spilberg nos regala personajes de una entereza refrescante, que nos recuerdan que hay verdades absolutas, y que la defensa de la dignidad humana deberia ser una de ellas.

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    2. Esa es la clave, Blanca, la decadente y empobrecedora relatividad moral, que justifica cualquier cosa. Son personajes característicos de Spielberg, apegados a la historia y la concepción americana, a la democracia y la libertad, un calado de enjundia, por tanto.

      En referencia a lo que comentas sobre la dignidad humana, menciono en la primera parte la frase que Donovan usa como leit motiv. "Toda persona importa". Que quizá acabe contradiciendo su anterior idea de que el accidente que sufrieron los 5 atropellados sea solo una causa jejeje

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