martes, 21 de febrero de 2017

Crítica FENCES (2016) -Última Parte-

DENZEL WASHINGTON










Gabe, el hermano disminuido de Troy, es el ser puro de la película, al que se vinculará con Dios. Siempre hablará de las trompetas de San Pedro, al que dice haber visto. Será el introductor de las almas perdidas en el cielo. Deja algún hermoso momento, como ese espiritual final o cuando vemos a Troy dándole de comer en su internamiento. Él es el vehículo de redención.





Cory es el representante de una nueva generación. Más acomodada, más flexible en sus juicios, más esperanzada y tolerante. El racismo es para él una realidad, pero que se puede superar. Entiende, como su hermano Lyons, los argumentos del padre, pero del mismo modo que aquel no comprende esa búsqueda del sufrimiento. La conversación sobre la televisión y el techo, sobre el ocio y la responsabilidad, es un nuevo ejemplo de la disparidad de sus puntos de vista. Del idealismo al realismo. La presentación del personaje es con una sombra, que sólo puede implicar su decepción… La misma que Troy, la esperanza de ser una estrella del deporte que queda truncada, en este caso por su propio padre.



-Cory: Todo el mundo tiene una (televisión)… Earl, Barbra, Jesse

-Troy: No te pregunté quién tenía una. Dije que ¿para qué la quiero?

No puedo dar nada más”.

Lo mismo ocurre con Lyons. También ve la vida, como explica en un diálogo, como algo más que trabajar y comer. Un argumento válido contrastado al de su padre, que también lo es, encontrando un término medio de entendimiento. Será encarcelado por un tiempo, pero nunca dejará su pasión artística, como músico.

Ambos hijos anhelan el cariño y reconocimiento paterno, que nunca tendrán explícitamente. Cory quiere llegar a ser tan buen deportista como él, mejor incluso, seguir aquellos pasos, lo que crea un conflicto entre ellos, donde su hijo interpreta cierto miedo y envidia en su padre ante la posibilidad de que lo logre. Rose, su madre, le dirá que es igual a su padre al final del film. Cada hijo es de una madre distinta.



Por su parte, Lyons, pedirá encarecidamente a Troy que vaya a verlo al club donde toca para que compruebe su talento, algo a lo que se negará su padre obstinadamente…

Y todas estas confrontaciones no implican desapego, en absoluto, son producto, estén mejor o peor conducidas, del amor y el sentimiento de responsabilidad para con la familia.

Bono es su entrañable amigo. Lo veremos llegar a casa con él en un par de ocasiones. Su amistad es sincera. Será la voz de la conciencia de Troy. El nombre de Alberta irá saliendo durante la narración, siempre en boca de Bono. Troy quitará importancia a esa relación, pero su amigo es consciente de la realidad. La sorpresa saltará con la confesión de Troy tras una conversación con su amigo. Bono aconsejará y recriminará a Troy, en demostración de una amistad plenamente sincera. Bono es al único que Troy parece escuchar.



El cambio de los tiempos es otro tema importante en el film. Un cambio representado por los hijos, que ven la vida como algo disfrutable, no un camino de sufrimiento. Un cambio que Troy se niega a ver. Su hijo Cory le demostrará con nombre como los negros se van introduciendo en las Grandes Ligas, aspectos que trastocan los argumentos de Troy. Rose también expondrá la idea de que los tiempos están cambiando… Él mismo comprobará ese cambio cuando le hagan chófer, cuando en otro tiempo hubiera sido despedido… Troy va quedando fuera de lugar. Curiosamente, Troy terminará añorando el trabajo tras el camión, por la soledad que siente, en una conversación con su amigo Bono, del que se aleja en la parte final del film en un distante y algo frío encuentro. Cuando al final del film veamos las fotos de Martin Luther King y John Fitzgerald Kennedy en la casa, se insinúa que Troy, al final de los días, empezó a asumir que, efectivamente, algunas cosas estaban cambiando.


Lo cierto es que las relaciones familiares mostradas en esta primera parte resultan encantadoras, aunque sugieran el trasfondo tenso que pueda haber detrás. Lo cotidiano, el tiempo que pasa, está perfectamente insertado durante la historia.



El tema racial sólo es expuesto por Troy, al que achacará todos sus males, sin terminar de reconocer sus defectos. Incluso criticará, con razón, a los negros que pelotean a los blancos cuando les comienza a ir bien para mendigar su aceptación (la historia del dueño del restaurante).

La idea de vida y muerte se vinculan al ciclo eterno de la vida. Así la muerte de la amante de Troy, Alberta, viene unida al nacimiento de su hija. El cuidado de esa niña inocente, Rose lo vinculará a reflexiones anteriores, a ideas que ha ido exponiendo el propio Troy, en una bofetada sin manos a su marido, al que hace ver sus pecados y defectos con sus propios hijos, expresando la idea de que esos inocentes no deben cargar con las culpas adultas.

A partir de ahora esta niña tiene madre, pero tú no tienes mujer”.





Diálogos.

A parte de las interpretaciones, los diálogos nos dejan algunos de los momentos álgidos del film. Debo destacar varias escenas donde a través de dichos diálogos se realizan agudas reflexiones y exponen puntos de vista distintos que dan un vuelco al argumento que pretendía imponerse, dejan al espectador las ideas expuestas para que reflexione sobre ellas y elija.


Una de estas conversaciones la tenemos con Lyons y Troy, hijo y padre. Un hijo de 34 años que tuvo en su juventud, que se presenta como aprovechado, acudiendo a ver al padre casi exclusivamente los días de paga. Su padre lo vacilará y argumentará con coherencia sus ideas. Un hijo artista, músico, con problemas de dinero, demasiado orgulloso para trabajar de basurero, o simplemente porque eso no encaja con su concepción de la vida. Troy, con plena coherencia, expone que más allá de gustos y preferencias existen las obligaciones para conseguir el mínimo sustento, y si eso te lleva a sacrificios o al sufrimiento, simplemente debes acometerlo… Lyons acepta esta lógica, pero explica que no quiere vivir para trabajar, sino trabajar para vivir, y que aprovecha las circunstancias que le da la vida para hacerlo de algún modo, circunstancias que de no darse no podría aprovechar, pero que dándose sería sufrir voluntariamente si no lo hiciera… De aquí surgirán recriminaciones acerca de las responsabilidades, de dónde las tuvo cada uno, de qué se puede acusar o reprochar, donde Lyons contrapondrá a las acusaciones del padre acerca de su crianza, la ausencia que sufrió, el desconocimiento de un padre que en absoluto lo cuidó ni estuvo en su infancia como para dar lecciones en ese sentido. No vivir por obligación o instinto de supervivencia, sino para algo más, como humanos dignos de nuestra evolución. Interesante conflicto y diálogo.

Sé que tengo que comer, pero también tengo que vivir”. “Necesito algo que me ayude a salir de la cama por la mañana”.


Otra conversación con grandes diálogos versará sobre padres e hijos. Planificada con varios travellings circulares sobre los tres intervinientes (Troy, Lyons y Bono), con cortes, tratará sobre los padres que huyen y los que acaban ejerciendo su responsabilidad a pesar de todo, aunque fuera con crueldad y de mala manera. La evolución y la mochila que esos hijos se ven obligados a soportar y que luego serán padres… Como le ocurre a Troy… Sobre la facilidad que ahora tienen los hijos, los esfuerzos que tuvieron que soportar antes, sin acabar de entenderlo como una evolución a mejor… Una escena que concluye con Troy contando la historia de su vida, convertido en ladrón y preso tras matar a un hombre, su redención, en un plano que se va cerrando sobre su rostro.






La intensísima discusión del matrimonio tras la confesión de infidelidad y el futuro bebé de su amante que se avecina, es otro momento glorioso con dos actores portentosos. Una excelente escena dramática con una esplendorosa Viola Davis, que sólo por esta secuencia merecería el Oscar. Lógico conflicto, explicaciones, justificaciones, necesidades, estallidos ante la traición, egoísmo y orgullo al descubierto con esa estoica mujer y ese debilitado marido… El hijo, Cory (Jovan Adepo), acudirá a defender a su madre cuando su padre pierda los papeles.



El último momento que destacaré con respecto a las conversaciones y diálogos es en la última escena, entre madre, Rose, e hijo, Cory. Un hijo que no logra perdonar a su padre, que aunque acude a casa tras estar en la marina se niega a ir al funeral. Su digna madre le explicará que hacer eso es absurdo, que luego no se lo perdonará, que su padre tenía muchos defectos, pero que por encima de todo los quería, y lo que hacía siempre fue buscando lo mejor para ellos, aunque fuera complicado de entender. Que la vida son contrastes, y que se debe aceptar lo bueno y lo malo, como ella aceptó esa hija que ahora ama y que trajo la amante de su marido… Luchar contra lo malo, disfrutar lo bueno, aceptar… Una enseñanza que cambiará la visión de Cory y nos llevará a un hermoso final redentor.


 



Con todo, en ocasiones los diálogos resultan algo forzados para introducir determinados temas o informaciones adecuadas que se necesita que el espectador conozca, pero que los personajes saben de sobra, por ejemplo tras algunas de las elipsis, pero, como digo, es una sensación ocasional.



Hay muchos bellos momentos en la película. Los entrañables momentos en familia, la amistad de Bono y Troy, la aceptación de Rose de esa hija que no es suya, Troy dando de comer a su hermano, la conversación entre los dos hermanos al final del film… Todo hasta llegar a un emotivo final, espiritual y redentor, con Gabe y toda la familia reunida... y San Pedro abriendo las puertas del cielo. Heridas cicatrizando.



Esos hermanos, Cory y Raynell (Saniyya Sidney), de distintas madres, sentados en el escalón donde el padre impidió la entrada a su hijo, rememorando la canción que Troy enseñó a ambos sobre su perro, implica ese ciclo vital y esas raíces de las que no podemos desprendernos, que amamos a pesar de todo, en un contraste de emociones intenso y bello. El inevitable legado, la inmensa responsabilidad de la paternidad y el enorme beneficio de los errores. Ese último abrazo de verdaderos hermanos, cuando ni se conocían minutos antes, lo dice todo.





Es correcta, una película de actores que deja algunas de las mejores interpretaciones de la temporada y buenas reflexiones, pero que no es de lo más destacado del año ni para recomendar a todo el mundo.







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