viernes, 17 de octubre de 2014

Crírica: CON LA MUERTE EN LOS TALONES (1959) -Parte 5/7-

ALFRED HITCHCOCK













La avioneta de Kakfa.

Cuando leí a Kafka por primera vez, sus claves e ideas me llevaron casi de inmediato a Hitchcock, por el que ya sentía una pasión arrebatada. Dos de mis creadores favoritos vinculándose. Todo y todos confabulándose contra un individuo, hay mucho de Kafka en Hitchcock y sus seriales. El absurdo, lo ilógico, que perturba al individuo y lo somete a una espiral angustiosa que no entiende del universo kafkiano tenía su eco en el maestro británico, pero cada uno desde un prisma, visión y conclusiones distintas.



En “Con la muerte en los talones” el absurdo, el caos, lo aparentemente ilógico sobrevuela continuamente la narración, incluso comenté que la escena en la CIA, donde explican las claves que dan sentido a los sucesos, tiene sobre todo la intención de orientar al espectador, que podría estar completamente perdido o confuso, es decir, siendo víctima del caos y la ilógica kafkiana que está íntimamente ligada a esta obra maestra de Hitchcock.






Este absurdo, esta ilógica y este caos llegan a su clímax con la mítica escena de la avioneta. Lo kafkiano, la esencia kafkiana, fundido con lo hitchcockiano, adaptado al thriller, de la forma más espectacular y sublime. Curiosamente Hitchcock reivindicó ante Truffaut el absurdo y la gratuidad como una de las definiciones de su cine, especialmente de las películas de “peripecias”, poniendo esta escena como ejemplo de todo ello. Su filosofía e idea a la hora de plantear la escena era hacer exactamente lo opuesto de lo que haría cualquiera si citarán a alguien en un lugar para matarlo. Del tenebrismo en un lugar oscuro y claustrofóbico donde la amenaza se siente por todos lados, al desierto luminoso sin música ni aderezos… Bueno, lo que he ido explicando y seguiré haciendo, que Hitchcock y yo ya pensamos casi igual…



Kafka sumerge a sus protagonistas en un caos que no entienden, un entorno amenazante que los somete, los asfixia y presiona, como hace también Hitchcock, pero Kafka es cruel con ellos, acaban sepultados por ese entorno que a menudo no logran descifrar, pereciendo por él. Hitchcock, por el contrario, hace que sus héroes pongan orden, revolucionen ese entorno y acaben destruyéndolo, haciendo que el individuo se imponga a él. Esto no significa exactamente que se imponga el orden en el caos general, sino una victoria de la libertad individual, del individuo, sobre un entorno concreto, que bien puede ser aún más caótica que el entorno que pretendía someterlos… o no.


La escena de la avioneta es puro cine, vibrante, emocionante, trepidante, con un suspense modulado con tal perfección, una dirección tan deslumbrante, que la convierten en una de las mejores escenas de acción jamás realizadas. Estirada, alargada hasta el límite, sacando el máximo partido a todo, midiendo su tempo con absoluta precisión. Un tour de force del suspense que apenas tiene sentido narrativo con respecto al resto de la historia y que, desde luego, no tiene sentido en sí misma, que es lo que, paradójicamente, hace encajarla tan bien en la película, tener tanto sentido en la concepción kafkiana de la misma. Y esto es porque aunque nada tiene sentido, nadie se extraña de lo que ocurre, nadie se pregunta sobre el absurdo de la situación, simplemente se dejan llevar, se abstraen por completo, quedan hipnotizados por lo que ocurre en pantalla. Hitchcock ha vuelto a jugar con nosotros a conciencia, haciéndonos entender donde radica la verdadera emoción. Sencillamente deslumbrante.

Podría aceptarse, aunque resulta francamente difícil si se tiene en consideración el conjunto que iré analizando, que los villanos decidan no matar a Thornhill en el tren por el hecho de no complicarse la vida, no llamar la atención, evitar el riesgo de ser descubiertos… porque la realidad es que lo tienen a mano gracias al cebo que supone Eve. Pueden hacerlo tranquilamente casi en cualquier momento, pero sobre todo en el compartimento de Eve, entrando en él, envenenándolo de alguna forma, lanzándolo del tren… Podríamos pasar también la sorprendente coincidencia o previsión de los villanos para estar en el mismo tren que Thornhill… Podríamos pasar todo esto y ver en el plan de Vandamm calma, crueldad y paciencia para buscar el momento más adecuado, es decir, mandarlo a un lugar desértico para terminar con él sin mayores complicaciones y sin llamar la atención, que se supone es la causa por la que no se deshacen de él en el tren… Entonces cabe pensar, ¿es una avioneta con metralletas disparando a diestro y siniestro lo más sutil y discreto para matar a alguien?


Una vez que tienen a nuestro elegantísimo protagonista en un lugar semidesértico a su merced, solo, desprevenido, indefenso, en medio de la nada, cualquiera de nosotros pensaría que la cosa está fácil para acabar con él, si ese es el propósito. Se nos pueden ocurrir multitud de planes asesinos, un coche que llegue, lo acribille con una metralleta y se largue, o le pegue un tiro, o que deje bajar a un asesino para que lo mate de cerca y no se escape, como el señor que vemos bajar de un coche, incluso puede usar un cuchillo para no armar ruido, o llevarle a un lugar más oculto y allí matarle entre varios… Es decir, cualquier cosa que resulte más factible, lógica, verosímil, eficaz, realista, inteligente… En cambio, el plan que se les ocurre a los villanos es que una avioneta lejana que va fumigando por donde no hay nada que fumigar, se ponga a dar tiros indiscriminadamente… Alucinante la habilidad del maestro Hitchcock para manipularnos, plenamente consciente del absurdo, y que vivamos esta situación con tal pasión y expectación hasta hacerla mítica e inolvidable.

¿Por qué a Hitchcock se le ocurre una idea tan sumamente aparatosa como esta? Pues precisamente porque es lo opuesto a todo lo comentado anteriormente. Es lo más ilógico, irreal, absurdo, inverosímil, incoherente e ineficaz posible, por tanto, es lo último que se le ocurriría al espectador, que queda, irremediablemente, impactado y sorprendido. ¿A qué os pasó? 


El incomprensible mundo kafkiano y hitchcockiano, lleno de servicios secretos, espionajes y villanos zarandeando a un hombre de la calle, sencillo y normal… bueno casi, todo lo normal que se puede ser siendo el hombre más elegante que se ha visto en una pantalla de cine. El héroe perfecto.

El héroe de Hitchcock madura, el de Kafka no, como mucho es un periplo por un inferno, una condena. Las coincidencias están en el planteamiento  y el desarrollo, así como en los caóticos entornos donde se mueven los personajes.

Esta secuencia es una obra maestra en sí misma a nivel cinematográfico, que con todo su juego kafkiano mencionado con anterioridad directamente se sublima. Su modulación del tempo, su puesta en escena y su dirección son sencillamente magistrales, inmejorables, de obligado estudio en cualquier academia de cine que se precie.








-Empezamos con un picado soberbio y general que anuncia tensión y posibilidad de muerte, amenaza, como hemos ido viendo que Hitchcock planteaba en su puesta en escena en anteriores secuencias. Un autobús que llega, Cary Grant que baja y… espera. Un plano general que además nos describe y sitúa a la perfección todo el lugar, para que sepamos donde estamos en todo momento.  De esta sencilla forma, en medio de un paraje solitario, casi desierto, Hitchcock muestra la extrema vulnerabilidad del personaje en ese entorno, con un plano que además sostiene bastante.






-Acto seguido la planificación pasa a ser clásica, recurriendo al estilo de “La ventana indiscreta” (1954). Planos de Cary Grant mirando en distintas direcciones, contraplanos de los lugares a los que mira y su plano de reacción. De nuevo la mirada y el punto de vista. En uno de esos contraplanos, y sin el menor énfasis ni subrayado, podemos observar una avioneta fumigando a lo lejos. Ni siquiera será el último lugar de los que mira en el que veremos a la avioneta, para hacerla aún más insignificante, aunque esté presente. Se hace consciente de todo al espectador de la misma manera que se le despista.




Nada extraña en principio, salvo el lugar elegido. No hay música, no hay palabras en su espera, sólo el sonido, o el silencio, del ambiente.





-Un coche que pasa de largo ante la expectación de Grant, otro que hace lo mismo. Un camión pasa de largo. Hasta tres vehículos hace pasar Hitchcock ante los ojos de Cary Grant, jugando con el espectador, modulando el tiempo, el suspense. La perfección. Seguimos con el estilo de “La ventana indiscreta”, plano, contraplano y plano de reacción. Maravillosos contraplanos generales. Depuración máxima.







-La elegancia y naturalidad de Cary Grant, llevando el peso con su presencia y mirada, con sus gestos, esa forma de limpiarse el polvo, ese lenguaje corporal, poniéndose tenso ante la aparición de los coches, su decepción al verlos pasar, es puro talento. Otro coche aparecerá detrás del maizal para traer a un nuevo personaje que esperará frente a Grant. Cuatro minutos de escena en silencio hasta el inicio de la conversación entre los dos personajes. Un dubitativo Grant decide acercarse a esa persona que ha aparecido de repente allí, en ese paraje inhóspito. A estas alturas, cuatro minutos después, nadie recuerda ya la avioneta que se vio de pasada.





-Durante la conversación damos un segundo paso en la evolución del suspense y el elemento clave, la avioneta, que es mencionada por el disperso personaje que espera allí el autobús y que sospechamos podría haber sido enviado para matar a Grant. Segundo plano de la avioneta que es ignorada por Grant. De nuevo Hitchcock juega con nosotros a dos bandas, obligándonos a llevar nuestra mirada y sospechas hacia un lado, el hombre que espera, mientras lo que de verdad importa está en otro sitio, sugiriéndolo de forma juguetona con insertos cada vez más presentes… Una avioneta que está fumigando donde, en teoría, no hay nada… ¡Qué raro!






-Hay que deleitarse con la forma de modular los tempos de Hitchcock, tiempos muertos, seis minutos y no ha pasado nada, pero no puedes despegar los ojos de la pantalla, incluyendo poco a poco elementos en la secuencia para ir aumentando la tensión, el suspense, la expectación, porque no nos cabe duda de que algo va a ocurrir, la tensión va a estallar por algún lado. Esa idea tan imitada, pero pocas veces igualada. En el cine actual se la vemos mucho a Tarantino antes de un arranque de violencia, por ejemplo. Hitchcock nos distrae y salpica todo con referencias a un elemento que se va haciendo cada vez más amenazante, la avioneta.



-La grandeza de esta escena, aparte de todo lo mencionado, es que Hitchcock muestra la amenaza, al “monstruo” (la avioneta), desde el primer momento, no lo oculta, y aún así logra sorprender al espectador, lo coge desprevenido y con el pie cambiado, imprevisible… Es algo inaudito. Maravilloso.



-“Aquel avión está fumigando cosechas donde no las hay”. Esta frase resume la filosofía y esencia de la escena, lo gratuito y absurdo. Es la tercera mención, más seguida y de nuevo a cargo del hombre que espera, a la que sucede un nuevo plano de la avioneta, más cercano, la amenaza latente. Grant ahora la observará más atento, pero aún con indiferencia.



-Es en el cuarto plano sobre la avioneta, con Grant ahora situado frente a ella en una demostración de completa naturalidad en la puesta en escena, cuando la amenaza se haga repentinamente presente. La avioneta, que parecía esperar a que pasara el autobús, se lanza sin dilación sobre Cary Grant, que no da crédito a sus ojos, reaccionando cuando la tiene encima, tan sorprendido como el propio espectador. Es imposible no rendirse ante una maestría tan sublime como ilógica y kafkiana.



-El primer ataque de la avioneta es espectacular, se la ve llegar desde la lejanía para nuestra incredulidad y la de Cary Grant, pasándole por encima pero sin disparar. En la segunda pasada ya habrá disparos. La modulación creciente llevada en todos los aspectos y elementos.



-A partir de aquí se inicia una pequeña partida de ajedrez entre nuestro protagonista y la avioneta, en lo que es otro detalle maestro de guión, que demuestra que la ilógica y el absurdo es buscado y que la inteligencia lo sobrevuela todo en realidad. El héroe de serial debe tener un punto ingenuo y todo en contra para salir de los apuros con ingenio e inteligencia. 

-Así el primer movimiento de Cary Grant será intentar parar un coche para huir de allí, pero el conductor  le ignorará y pasará de largo. Primer plan fallido y tercera pasada del “monstruo”, con el legendario plano de Cary Grant corriendo y la avioneta detrás disparando en travelling de retroceso.





-Cuarta pasada de la avioneta y Cary Grant, usando el ingenio mencionado imprescindible en un gran héroe, hará jaque a la misma refugiándose de ella en el alto maizal para que no pueda verlo. Sensacional la sonrisa de satisfacción de Cary Grant al lograr este breve jaque. La avioneta, el mal abstracto, se rehará en la quinta pasada fumigando la zona para obligarlo a salir. Una excelsa partida de ajedrez donde además de la sublime dirección, como voy explicando, brilla con luz propia el guión y el planteamiento de toda la escena. Lo más seguro es que Steven Spielberg se basara en esta secuencia para su “El diablo sobre ruedas” (1971).





-La mirada, por supuesto, será clave de todo. Sin palabras iremos viendo como se sucede este juego repleto de acción. Cary Grant mirará al maizal y ya sabremos cuál será su idea y siguiente movimiento… sin necesidad de verbalizaciones. Los planos de las pasadas de la avioneta son excelsos. Puro cine.




-Ahora es Cary Grant el que está en jaque, sin resguardo aparente saldrá a la desesperada para parar un camión, que le pasa por encima. Es extraño que la avioneta impacte contra el camión que está encima de Cary Grant, en un recurso que parece escapista, por la torpeza del piloto, aunque la vimos volar bajo y haciendo eses en su último intento para acabar con nuestro protagonista, antes de que el camión parase. Cary Grant consigue así protegerse jugándoselo todo tan inteligente como temerariamente. Una resolución sensacional, incluso en su posible escapismo, para un duelo táctico y de ingenio. El serial, el folletín, en su máxima expresión.






-Tan solo habrá diálogos con el hombre que espera el autobús, que además mencionará, como presagio, que muchos pilotos fumigadores se matan. Un personaje accesorio que en su intrascendencia con respecto a la narración está magníficamente utilizado.

  


-El héroe es el bueno de la película, aunque ahora están de moda los antihéroes, y Cary Grant es un héroe de una pieza, pero será ligeramente malvado al robar una furgoneta de uno de los curiosos que pararon para observar morbosamente lo ocurrido. De nuevo la mirada, voyeur y morbosa, retratada y penada, en este caso, por Hitchcock… El héroe perfecto saliendo airoso de una situación límite, absurda, surrealista, de forma brillante, incluso creíble.

  


-Dirección perfecta, magistral uso de los planos generales, generalísimos; de los planos generales para crear tensión, como el que encuadra a los dos hombres esperando, frente a frente, o los que incluyen a Grant y la avioneta a su espalda; de los planos y contraplanos desde el punto de vista del protagonista; de los ajustados y precisos insertos de estudio al final de cada ataque de la avioneta; de los planos de reacción de Grant, como en el primer ataque de la avioneta, que van de la indiferencia y la curiosidad a la extrañeza, incredulidad y alarma según ésta se acerca… El uso de todos los elementos y su manejo cinematográfico donde no sobra un plano, en una depuración de estilo absoluta sólo al alcance de un genio, un maestro.






10 minutos de orgasmo en celuloide y sin casi palabras. Puro cine excelso.

Tras la intensa tarde huyendo de avionetas, Thornhill irá a buscar a Kaplan al hotel donde debería estar hospedado, pero a quien encontrará será a Eve Kendall, en un truco evidente de guión. Aquí será donde nuestro ingenuo protagonista se percate de la traición de la sensual rubia.









El travelling semicircular en el momento del abrazo, cálido por parte de ella, frío y sorprendido por parte de él, es un recurso estilístico muy usado por Hitchcock. Otro rasgo estilístico clásico de Hitchcock será muy destacado en esta secuencia, el plano sobre un objeto, en este caso la nota que Eve (Eva Marie Saint) guarda en su bolso, resaltándolo de forma especial. Eve, una rubia peligrosa con un intenso debate interior.


¿No sería bonito fusionar tus planes y mis problemas en una perfecta alianza?

Apuesto a que podrías llevar a un hombre a la muerte sin casi proponértelo… con que deja de proponértelo ¿eh?



La última parte de esta conversación entre Thornhill (Cary Grant) y Eve será ante un espejo, desenmascarándola. La relación entre Eve y Thornhill es una maravilla, así como su desarrollo, llena de mentiras, atracción irrefrenable y amor creciente. Él no se fía ya de ella y ella tiene que mentirle obligadamente. Thornhill silbará la melodía de “Cantando bajo la lluvia” (Stanley Donen, 1952) en la ducha. Es la tercera y última vez que veremos a Thornhill en un cuarto de baño.






Thornhill seguirá demostrando su ingenio, como el detective en que se ha convertido, pasando un lapicero por la hoja de debajo de la que arrancó Eve, para descubrir la dirección que allí apuntó.


 


Dedicada a todos aquellos que vieron esta secuencia casi en pie o aplaudiendo al final









8 comentarios:

  1. ABSOLUTAMENTE GENIAL.
    Estupenda explicación.
    Imágenes perfectamente escogidas. Has hecho q reviva la peli.
    Y me muero de ganas de volverla a ver. Esta vez con los ecos de toda tu exposición. Monográfico, tratado, estudio, análisis.
    Master class al más alto nivel.
    Muchas gracias.

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    1. Orgulloso de que la veas así Reina :)) Y satisfecho.

      Un beso y gracias.

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  2. Probablemente la mejor escena de toda la historia del cine contada y detallada de una manera sublime...querido amigo...estaba leyéndola sentada y he terminado de pie...me daban ganar de volver a aplaudir. La escena como digo la mejor del cine, aquella donde el genial Grant muerde el polvo y...hasta dónde se despeina su perfecto peinado...
    Hoy tras leer esta quinta parte...y después de las anteriores me he quedado sin palabras para expresar mi felicitación por la calidad y el gran trabajo que has hecho y, por supuesto mi ya eterna gratitud por haber tenido la infinita suerte de conocer tu blog, fuente inagotable de sabiduría.
    Un beso fuerte!!

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    1. Me abrumas Sara, pero me satisface que te haya transmitido la misma pasión que provoca la propia escena, trepidante, perfecta.

      Gracias a ti por tu cmplicidad, fidelidad y amabilidad. Es un orgullo para este blog que te pases por él.

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  3. Querido amigo MrSambo, esta mañana al despertar te he leído en el móvil, no podía esperar a que se iniciara el portátil. Estaba ansioso por la escena de la avioneta. Felicidades, me ha encantado, nos has metido en la escena de tal manera que mi pijama tenía polvo y restos de la fumigación. Por cierto, que bien le queda ese traje gris a Grant, aún con polvo. De los 1.321 planos que tiene la película, 133 pertenecen a la escena de la avioneta, así que estoy contigo en que se merecía un capítulo entero de tu análisis. La escena coincido plenamente contigo en que es una lección de cine, planos ,contraplanos, tensión y sobre todo una lección de lenguaje corporal. Para qué diálogos, no son necesarios, el silencio roto por el ruido de fondo que se oye de la avioneta fumigadora lo dice todo. Ese plano, uno frente al otro, en la carretera parece sacado de un western, un duelo al sol, mirándose uno al otro sin decir una sola palabra, y el espectador, con la boca abierta esperando el desenlace. Magistral. Es todo tan absurdo, la película entera es un absurdo. Como tu explicas, lo fácil hubiera sido, llegar, bajar de un coche y pegarle un tiro. Pero no, el maestro nos tenía preparada esta escena, su escena, la que quería que viésemos para dejarnos con la boca abierta. No hacía falta pegar tiros, Hitch recurre a su parte teatral, por eso en muchas de sus películas utiliza el recurso del cuchillo, como en la escena de la ONU. Es el recurso espectacular por encima de lo verosímil. De hecho, en toda la película solamente hay un tiro, al final. Ahora alguno estará pensando: "pero sí hay más tiros". Es verdad, hay dos tiros más, pero no son reales, son balas de fogueo y esas no cuentan, jejeje. Es otro recurso teatral, es mero "atrezzo", objeto engañoso de este teatro de ilusionismo que es la película. Como decía el propio Hitch: "Existe algo más importante que la lógica y es la imaginación".
    Gracias por hacernos imaginar la escena MrSambo. Insuperable.
    (nota: me voy a duchar para quitarme el polvo del desierto y el olor a maíz fumigado).

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    1. Grande Manu, he recopilado 93 o 94 planos de la escena, se dice pronto jajaja. Así es, bueno la avioneta también dispara, pero la maestría en todo, esa modulación, ese guiño al western que comentas, el sonido, que pasen los minutos y no pase nada, pero no puedas dejar de mirar... está al alcance de muy pocos.

      Muchísimas gracias por tus palabras, me deja muy contento que hayas vivido así esta parte. Un abrazo fuerte.

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  4. Supongo que conceras la famosa entrevista a Hitchcock en lo de "como evitar los cliches". Dice que "en todas las peliculas cuando van a matar a alguien es de noche, las calles estan desiertas esta lloviendo a cantaros, un gato negro se cruza ante la futura victima pero aqui no. Es de dia. Sabemos que van a intentar martarle pero no hay nadie y ningun lugar donde podria haber villanos escondidos. Como van a poder matarle? Y llega el coche. Un cocheque adeùas es negro y de un coche negro t en todas las peliculas cuadno disparan a alguien desde un coche est siempre es negro. Vemosa Cary Grant aprestandose a tirarse al suel:o. Pero nó el coche negro se limita a proseguir su camino. Y luego llega el trasto viejo y se baja un hombre. Sera el el asesino? Pero el hombre se queda mirando a Cary Grant, cruza la carretera, entabla la conversacion, habla de las avionetas fumigadoras y Que extranyo esa avioneta fumiga donde no hay cultivos. Llega su autobis y se va. Y Cary Grant se queda solo. En ese momento la avioneta llega y le dispara, Cary Grant se esconde en el maizal pero la avioneta fumigadora pus hace su trabajo. Fumiga. Asi es como se evitan los clichés"

    Y a Hitcghcock le queda una escena que nadie olvida. Cuantos miles de veces hemos visto calles lluviosas con gato negro? Cuantos cientos de veces disparos partir de un coche? Un coche negro pos supuesto que ese es el color reglamentario de las Fuerzas Armadas Villanas. Pero solo hay una pelicula en donde intentan matar al protagonista oin una avioneta y en un paisaje tan liso e "inofensivo". Y porque solo hay una recordamos esa escena mas que las mil de calle con gato negro juntas.

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    1. Exactamente JFM, esas son las claves y las da el mismo Hitchcock, llegando yo a la misma conclusión de manera natural. Releí la entrevista de Truffaut tras escribir el análisis y añadí citas concretas entusiasmado como estaba jajaja.

      Un saludo.

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