martes, 14 de octubre de 2014

Crítica: CON LA MUERTE EN LOS TALONES (1959) -Parte 2/7-

ALFRED HITCHCOCK













Centrándonos en el análisis concreto de la película, iniciaremos el viaje disfrutando de dos de los colaboradores más reconocidos e imprescindibles del maestro, el gran Saul Bass y sus títulos de crédito y la memorable partitura del indispensable Bernard Herrmann. Unos títulos de crédito sobre un edificio que refleja distorsionada y difusa la ciudad, como si la tuviera presa, casi simbolizando el juego de caza ajeno a ella al que vamos a asistir. La banda sonora de Herrmann es sencillamente memorable, ejemplo perfecto de integración entre imagen y música, que transmite exactamente el espíritu de la historia y la trama, vigor, energía aventurera, pero no exotismo, y modernidad urbana de puro thriller. Aventura, thriller y energía sucediéndose entre corcheas y semicorcheas.

El obligado cameo de Hitchcock lo tendremos cuando veamos al orondo director intentar coger un autobús que le cierra las puertas en las narices.

Multitudes saliendo de sus trabajos y travellings para presentar al protagonista, Roger O. Thornhill, junto a su secretaria, para ir entrando en acción.








El héroe. Roger O. Thornhill. Cary Grant.

Todo manual de guión expone la importancia de explicar la profesión de los personajes, es un aspecto importante en la definición de los mismos y la narración. No debe ser intrascendente, lo normal es que tenga importancia funcional, efectiva en la historia, pero si además sirve para dar más lecturas e ideas, hacer más comprensible las reacciones, comportamientos y personalidad del personaje, la cosa resulta perfecta. El guión de “Con la muerte en los talones” es sencillamente magnífico, escrito por Ernest Lehman, repleto de ingenio y recursos, usando incluso el absurdo hitchcockiano de aliento kafkiano de una forma magistral.



Es por ello, que detalles como la definición de personajes están cuidados al máximo, el mejor ejemplo lo tenemos con el protagonista, Roger O. Thornhill, del que todo lo que se cuenta resulta importante y perfectamente diseñado para definir su personalidad, con especial mención a su profesión, publicista.

Que el personaje interpretado por Cary Grant sea publicista no es en absoluto baladí, de hecho resulta esencial una vez le oímos sus reflexiones sobre la sociedad y la propia publicidad en la primera secuencia junto a su secretaria. Un publicista está acostumbrado a adornar la realidad, a exagerar, mentir o engañar para vender un producto, esa experiencia es importante, ya que es la que hace más entendible su facilidad para convertirse en un impostor, fingir ser quien no es, convencer a los demás para lograr sus propósitos, ingeniárselas para salir airoso de los problemas, para huir… Es un suplantador, un actor, alguien frívolo y superficial, inmaduro, con una personalidad vaga, indefinida, adaptable según lo requiera la circunstancia, con lo que asumir ese nuevo rol de espía y héroe llamado George Kaplan no le resultará en exceso problemático… es como vender un producto. Roger O. Thornhill, un publicista, casi como Hitchcock, que dominaba ese aspecto de una manera total y absoluta y, por tanto, con el que podría identificarse de pleno, así que podemos ver en este Cary Grant casi lo que le gustaría ser a Hitchcock, o quizá, como se veía a él mismo.



 En el mundo de la publicidad no existe la mentira, si acaso se llama exageración”.

La primera secuencia de “Con la muerte en los talones”, aparentemente intrascendente, define las claves del que será nuestro guía durante toda la narración y hará comprensible su desenvolvimiento durante la aventura. Una escena primorosa, de diálogos deslumbrantes, repleta de chispa, ingenio y agilidad. Perfecta y divertida.


Un ejemplo en esta primera secuencia de cómo ya se define al personaje y su desparpajo, su sensacional e infinita gama de recursos e ingenio, su caradura para el engaño y la mentira de la que hará gala durante la película, para hacerlo creíble, lo tenemos en el momento donde manipula a un pobre peatón para conseguir el taxi en el que se mete junto a su fiel secretaria, Maggie (Doreen Lang) sin el menor sentimiento de culpa.

No se preocupe, ahora se siente satisfecho de haber podido hacer de buen samaritano”.

Cary Grant es el mejor actor de todos los tiempos. Aunque siempre destacó de forma especial en la comedia. Considerado como el mejor actor del género, su registro dramático y gestual es infinito igualmente.



Aquí Grant nos deleita con todo su carisma, sex-appeal, encanto, atractivo, capacidad de seducción, toque canalla, cómico, frívolo, chispeante… del que solía dotar a sus papeles menos dramáticos, incluso en los thrillers, sublimado hasta límites insospechados. “Con la muerte en los talones” es muchas cosas, pero entre ellas es Cary Grant. Sin él nada sería lo mismo, ni de lejos.

La elegancia en los andares, en como mira su reloj a la entrada en el restaurante al inicio de la película, en la primera secuencia, en todo lo que hace, jamás ha sido superada ni lo será.

Siempre se ha dicho que, entre otras muchas cosas, lo que marcaba la diferencia entre Cary Grant y el resto de los mortales, era la elegancia y dignidad con la que salía completamente airoso de las situaciones más comprometidas o complicadas. Los guionistas parecían competir, como si de un reto se tratara, en crear las situaciones más violentas para Grant, mancharle, embarrarle, mojarle, hacerle caer, vestirle de mujer… quizá para ver si había forma de hacerle perder esa elegancia y la dignidad, pero no hubo forma, siempre lograba mantenerlas, una categoría y naturalidad que te dejaba, literalmente, con la boca abierta, se te abría sin que te percataras de ello, enamorando a las mujeres y seduciendo a los hombres, que querían ser como él.



En “Con la muerte en los talones” hay muchos ejemplos de esta cualidad única, pero uno de los que más me gustan, y siempre cito, es en el viaje con los matones hacia la mansión Townsend, al inicio de la película. Repentinamente, Thornhill se levantará e intentará abrir la puerta trasera del coche para lanzarse de él, puerta que está asegurada, con lo que su movimiento ha sido en vano y ridículo, ya que los matones ni se mueven.  La reacción de Cary Grant, volviendo a su sitio entre ambos vigilantes, su sonrisa y, sobre todo, su “cerrado” a uno de sus imperturbables compañeros de viaje, es un momento sencillamente excelso, sólo al alcance de Cary Grant.



Cerrado”.



Lo mismo ocurre con sus diálogos consigo mismo, otro de esos momentos de hilarante humor que tiene la cinta, al nivel de la más alta comedia.

¿Quién es Townsend? ¿De veras? ¡Qué interesante!"


Thornhill es un alto ejecutivo que parece tomarse la vida de forma lúdica y sin estrés, los virtuosos travellings lo mostrarán saliendo de su edificio de trabajo y luego por las abarrotadas calles a la hora de la comida, mientras se desgranan magníficos diálogos que lo definen a la perfección, superficial, frívolo y encantador, a la vez que vamos conociendo su rutina.












Ah, sí. Envíele una caja de bombones de 10 dólares, ya sabe usted, de los que van envueltos en papel dorado… Así se hará la ilusión de que come dinero”.

Estos bombones nunca serán tan dulces como tú, bombón”.

Ponga un letrero en mi despacho que ponga: NO ENGORDAR”.

Impagable el gesto de sorpresa de Maggie, la secretaria, ante la pregunta de su jefe Thornhill sobre estar engordando.

Del travelling saliendo del edificio y el que sigue a la pareja por las calle, pasamos a un “travelling” desde el interior del coche con transparencias para el exterior. Continuo movimiento. Serán pocos los momentos donde Thornhill se mantenga estático o parado si no es por obligación.

-Es interesante la paulatina conversión de Roger O. Thornhill, publicista, en detective, es decir, en George Kaplan, fundiendo su anterior personalidad en la nueva con total naturalidad y quedándole como un guante, casi como un esmoquin a Cary Grant. La falta de personalidad del personaje, adaptable, maleable, que lo define como un gran publicista, actor y detective, hace que este proceso sea sencillo. 



-Al ser Kaplan un hombre invisible, acaba siendo un traje a medida para nuestro protagonista. En el momento que Thornhill se pruebe una chaqueta del supuesto agente secreto en su supuesta habitación de hotel, el proceso habrá comenzado y pasará a comportarse cada vez más como un detective, hasta convertirse en uno, literalmente, por petición de la CIA. En la habitación del hotel todos confundirán a Thornhill con Kaplan, con lo que su conversión queda claramente iniciada.




-Tras abandonar la casa de los Townsend, Thornhill comenzará a actuar como un detective junto a su madre, indagando en el hotel-restaurante donde fue raptado, sobornando a su madre para que sea su cómplice y poder entrar en la habitación que Kaplan debería tener alquilada allí, ya que si le confundieron con él es porque debía estar alojado.


-Thornhill se corregirá en la habitación de Kaplan, primero dirá que es Thornhill por teléfono para rápidamente corregirse y decir que se llama Kaplan, lugar donde comienza su conversión, como expliqué. En la escena siguiente, en el edificio de las Naciones Unidas, ya se identificará como Kaplan directamente, asumiendo cada vez más decididamente su rol y conversión en detective.




La madre de Cary Grant.

-Jessie Royce Landis, interpreta a la madre de Cary Grant, Clara Thornhill, con una sorprendente edad para serlo de ese hijo, algo que explicaré en las curiosidades. Aunque el tono de la cinta es ligero, jovial, alegre, Clara es la clásica madre hitchcockiana. La relación madre e hijo es encantadora, puro Hitchcock tratado de forma sutil y en apariencia superficial, pero manteniendo todas las características que han definido a las famosas madres del director británico. Una madre posesiva, controladora, suspicaz, irreverente, cotilla, entrometida… que olfatea el aliento de su hijo para saber si ha bebido, como verbaliza Roger.



-Lo mismo ocurre con su hijo, Roger, que se muestra irónico, divertido, socarrón, pero dependiente y sumamente preocupado por su madre. De hecho, en la impagable primera secuencia observamos que Roger vive sin estrés, una vida lúdica, aparentemente despreocupado por todo, trabajo, vida social… pero cuando se da cuenta de que dio mal las señas a su secretaria para que se pusiera en contacto con su madre y que posiblemente no podrá localizarla para, simplemente, confirmar su cita de esa noche, cena y teatro, será el único momento donde veamos a nuestro protagonista verdaderamente preocupado, distraído, inquieto y desconcentrado. Así, será el momento en el que más desconcertado veremos a Cary Grant en toda la película, mucho más que en los momentos de verdadera tensión, donde siempre sacará a relucir su sentido del humor. Entiéndase que cuando ve peligrar su vida tendrá la reacción lógica que tendríamos cualquiera en una situación límite, pero fuera de ese acto casi reflejo, su comportamiento confirma esta idea. Un ejemplo del detallismo, la matización y de cómo Hitchcock lograba filtrar con una sutileza exquisita sus obsesiones y particular universo, los hijos dependientes y las madres controladoras.

-Tan importante es este momento para Hitchcock, esa inquietud que genera el no poder confirmar una cita ya fijada de antemano en Roger Thornhill, que será el que dé pie a la confusión que iniciará la trama. La escisión de su personalidad y la confusión con respecto a su identidad.



-En este mismo sentido tendremos otro ejemplo. La escena de la comisaría con Thornhill borracho. Nuestro protagonista recurrirá a su madre para que le cobije y rescate en un momento de apuro, será a ella a quien llame. La aventura que vivirá durante la película le llevará a salir de sus faldas, quedando sustituida por Eva Marie Saint. De hecho, cuando la rubia hitchcockiana aparezca la madre no lo hará más.

-Clara Thornhill, la madre de nuestro protagonista, será siempre suspicaz, desconfiada y escéptica con respecto a su hijo, la que menos le cree. Así lo demuestra en todas las escenas donde aparecen juntos, en el juicio y sus gestos y ruidos, en la casa de los Townsend o en la habitación del misterioso Kaplan, con sus comentarios irónicos. Lo mismo ocurre en la escena del ascensor con los matones presentes.

-La última vez que sepamos de la madre de Thornhill será en la estación, cuando su hijo la llame por teléfono, es decir, en la antesala de que conozca a la rubia hitchcockiana que la sustituirá.

Roger, paga la multa y calla”.





Oiremos el nombre de George Kaplan mientras la inquietud de Thornhill crece por no poder ponerse en contacto con su madre. En el momento que haga una seña al botones, que lleva un buen rato buscando a un tal Kaplan, en lo que es un magnífico juego con el sonido, al principio sin aparente importancia pero que terminará siendo determinante, disfrutaremos de uno de esos rasgos estilísticos de Hitchcock. Un pronunciado movimiento de cámara de los que tanto le gustaban, un acercamiento brusco en travelling hacia unos siniestros personajes que observan atentamente la escena, delatando la importancia que tendrán a continuación, confundiendo la petición de nuestro Roger O. Thornhill al botones para que le indique donde está el teléfono y poder desahogar su angustia comunicándose con su madre con la confirmación de que, efectivamente, es el misterioso George Kaplan.



Secuestrado por esos dos personajes, será “acusado” de ser agente secreto por los villanos liderados por Phillip Vandamm (James Mason).


La llegada a la casa y el momento de soledad de Thornhill (Cary Grant) en el despacho es el ejemplo perfecto del estilo hitchcockiano, miradas que van narrando visualmente la historia, describiendo los pensamientos de los personajes y dando detalles y pistas al espectador, sin palabras. Así, veremos un paquete para un tal Lester Townsend y observaremos desde la perspectiva del protagonista a través de una ventana la presentación de la mano derecha de James Mason, Leonard (Martin Landau).


Por mí no se apresure, hasta que lea todo esto…”.

El villano. Phillip Vandamm. James Mason.

Alfred Hitchcock siempre sostuvo que cuanto más conseguido y brillante fuera el retrato del villano más lograda sería la película. El villano tenía que estar a la altura del héroe o incluso superarle. El Phillip Vandamm que interpreta James Mason quizá es el mejor ejemplo de este postulado hitchcockiano en todo su cine. Un malvado sofisticado, elegante y distinguido de una altura excepcional. No tiene la chispa ni esa elegancia sin igual de Cary Grant, pero sin duda su excepcional distinción le hace estar a la altura sin desmerecer. Uno de los villanos más refinados y elegantes de la filmografía hitchcockiana, que es lo mismo que decir de la historia del cine. 


Su presentación es una maravilla, con esa amenazante puerta que se abre y esa amenazante presencia, sin que haga absolutamente nada, que entra en la estancia. El travelling semicircular tras el saludo de Mason a Grant, siguiendo a ambos por separado, como si de un duelo del oeste se tratara, con los dos cara a cara, remarca de forma sublime este enfrentamiento de gigantes.


En esta escena Hitchcock se preocupa estéticamente de manera especial del villano, dándole un carácter casi diabólico, por ejemplo cuando él mismo oscurece la habitación, intuyéndose que algo se está preparando para nuestro protagonista, y con los encuadres, en contrapicado para engrandecer su presencia e influencia en esa habitación con respecto a Cary Grant.

Mason aparece oscuro delante de la lámpara que enciende, un aura demoniaca, perfecto uso de la iluminación para su retrato visual. Mason se deshará en elogios ante Grant, su talento y su físico, y nuestro protagonista seguirá regalando joyas en forma de frases memorables.


No está mal un secuestro de vez en cuando, pero lo malo es que tengo entradas para ir al teatro esta noche”.

Estas referencias al teatro, tanto de Grant como de Mason, son otro guiño de planteamiento, ya que la actuación, el disfraz, el puro teatro, serán claves, recursos muy socorridos, durante toda la trama para alcanzar los objetivos y librarse de los peligros.




¡Caramba! Viste bien ¿eh?"



El extraordinario picado, encuadrando a los tres personajes, Thornhill, Vandamm y Leonard, será el plano elegido para que el villano interpretado por James Mason lance su sutil amenaza, recalcando la tensión del momento y la idea expuesta. Ese picado se hará más sutil centrándose en Cary Grant para ver su reacción, mientras Hitchcock usará ligeros contrapicados con los dos villanos. La intención al hacer contrapicados a los villanos y planos sin angulación sobre Grant en los contraplanos es la de escenificar la jerarquía, la situación de dominio de Vandamm y Leonard sobre Thornhill. Un momento muy significativo sobre este rasgo estilístico lo tenemos cuando Vandamm empieza a leer sus informaciones sobre el tal Kaplan y Thornhill se acerca hacia él, ese travelling que sigue a Grant pasará de estar a la altura del personaje a ir a un ligero contrapicado cuando aparezca Mason en el encuadre. De nuevo Hitchcock escenifica el dominio de uno sobre otro en la habitación. 




Las miradas del sofisticado Vandamm son órdenes para sus esbirros. Un buen lingotazo y un viaje hacia un acantilado buscando la muerte son los planes que se tienen para Thronhill/Kaplan.






 


Dedicada a todos los hitchcockianos








10 comentarios:

  1. como siempre viendo doscientas mil películas en una sola , simplemente leyéndote MR un genio!!
    (padawanisa)

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    1. Me alegra que disfrutes de mi visión caleidoscópica jejejeje. Un beso fuerte, Padawanisa.

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  2. Aprendiendo técnicas.
    Disfrutando cada fotograma.
    Relajarse y sonreír.
    Q bien, Sambo!!
    :-D
    Bss

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    1. Gracias Reina, muy contento de que así sea!! Es de las que me han dejado muy satisfecho, por dificultad y resultado.

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  3. Hablar de C. Grant es hablar del caballero del cine por excelencia, de un magnífico intérprete y, de un apuesto y gentil hombre que supo lucir los trajes como nadie y mantener su perfecto e impoluto peinado escena tras escena. Hablar del genial Cary es hablar de un actor que nunca pasa de moda, de uno de los guapos entre los guapos y de uno de los mejores actores que el cine ha dado.
    Era difícil superar la primera parte pero has logrado cautivarnos, como esa genial mirada de Grant, con tu impecable narración.
    Después de leer y releer esta segunda parte tengo claro que este no es un análisis cualquiera, este va a ser un magnífico ensayo de una de las mejores películas de todos los tiempos.
    Un inolvidable director, unos protagonistas únicos, una banda sonora irrepetible...una lección de cine sublime no podían sino tener un análisis de esta calidad.
    Un lujo que compartas con los humildes espectadores tanto y tan magno saber.
    Mi más sincera enhorabuena, una vez más.

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    1. Me emocionan tus palabras, Sara. Muchísimas gracias. Mi adoración por Cary Grant es total, más allá de gustos, me parece excelso en su trabajo, me entusiasmó desde pequeño y ahora eso se mantiene con más fuerza.

      La verdad es que casi son tratados o ensayos sobre las películas jajaja.

      Un beso muy fuerte y de nuevo gracias por tus palabras.

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  4. No se puede pedir más. Con La muerte en los Talones (mi peli favorita) y los comentarios del mejor blogero cinéfilo-melómano, MRsambo, impresionantes.

    Concuerdo en todo. Es una peli eterna, redonda, para todos los públicos en el mejor sentido de la expresión. El mejor director y el mejor actor juntos.

    Es algo así como un equipo entrenado por MOU y con CR7 de delantero...Oh wait!

    Un abrazo,

    Drow

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    1. Jajaja la comparación perfecta, Mou/CR7.

      Muchas gracias Drow, un placer verte por aquí y que además te vaya gustando el análisis de tu película preferida, que siempre es un reto!

      Un abrazo fuerte.

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    2. El placer es mío, señor bloguero (que no blogero). Ya solo falta que te animes con el "Ten" de Peral Jam, y te hago la ola (bueno el tsunami).

      Un abrazo

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    3. Señor bloguero entre otras cosas jajaja. Lo tengo en cartera, no tardaré mucho en darle al TEN.

      Un abrazo..

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