sábado, 14 de febrero de 2015

Crítica: WHIPLASH (2014) -Última Parte-

DAMIEN CHAZELLE













Sentidos. Mirada y oído.

Es curioso que siendo una película eminentemente musical, Chazelle haga tanto hincapié en la mirada. Andrew será un observador nato, es silencioso, del mismo modo que Fletcher a su manera, son grandes observadores y el director lo resalta de manera continua. De alguna forma vincula el arte de la observación al musical, donde lo uno acaba filtrado y expresado en lo otro. Lo que observamos, lo que vemos y lo que eso nos hace sentir, acaba expresado musicalmente, el arte del oído. “Whiplash” se descubre como una película especialmente sensitiva, de miradas que se hablan sin necesidad de verbalizar nada, como la música, como el Jazz.



-Así tenemos un extraño plano bastante significativo, ese inserto en el que Andrew observa atentamente a una pareja antes de empezar la clase, él pasando suavemente sus dedos por la oreja de ella apartándole el pelo. Así se sugiere ese anhelo de Andrew, que está atraído por la chica del cine pero no se atreve a decirle nada, algo que cambiará en esa misma escena cuando Fletcher le reclute, y que la caricia sea en el oído, sentido importante para el disfrute de la música, aunque genios como Beethoven demostrarán que no imprescindible, resalta el vínculo mencionado.




-Andrew es aficionado al cine, arte eminentemente visual, le veremos viendo películas en varias ocasiones con su padre. "Muriel" (1963) de Alain Resnais, es una referencia en cita a la relación de Andrew con Nicole. Es solitario, observará la diversión de sus vecinos con cierta timidez antes de recluirse en su casa; es un obseso de su pasión, la batería, y aprenderá de todo luchando por superarse, por ejemplo mirando cómo toca su compañero de clase… Siempre mirando.




-El segundo encuentro entre Andrew y Fletcher será, precisamente, visual, nuestro protagonista siguiendo instintivamente su destino y pasión, espiando la clase que da Fletcher, que también parece intuir ese destino y lo descubrirá en su secreto vigilar. Chazelle hará especial énfasis en esa idea con planos cortos de los ojos de Andrew, absorbiendo música visualmente.


-Hay momentos que me fascinan especialmente, que siempre me han fascinado de los músicos. Un ejemplo, ver a Fletcher “escuchar” música simplemente leyendo la partitura, sin que nadie la ejecute. De nuevo la mirada vinculándose con el arte musical.

-A través de los ojos de Andrew, casi siempre es a través de los suyos, desde su punto de vista, veremos el lado más humano de Fletcher, bromeando con un amigo y su hija pequeña. No es ser mal pensado si vemos en ese hecho otra artimaña para embaucar y confiar a Andrew.



-En la escena de la pizzería entre Andrew y Nicole (Melissa Benoist), las miradas y los silencios serán especialmente significativas también.



-Por supuesto la banda sonora y la música es extraordinaria, vibrarás te guste o no el Jazz, sólo por el clímax ya merece la pena toda la película, un clímax tan sencillo como espectacular. El mundo del Jazz y su libertad que llega a través de los oídos y también la mirada, con menciones y fotos a grandes del género, como Buddy Rich, uno de los músicos más mencionados en la película al ser uno de los baterías más virtuosos y rápidos de la historia. Joe Jones, Charlie Parker, el citado Buddy Rich, las baterías Ludwig, Louis Armstrong

Si no tienes habilidad el viento te llevará a tocar en una banda de Rock”.

-Caravan y Whiplash serán dos de los clásicos con más presencia en la cinta.

-La escena del día donde Andrew fracasa en un concurso por tener un accidente sugiere casi la recreación del Jazz en la vida, el Jazz vital, la orgía del caos apoderándose de todo y dirigiendo a nuestro protagonista hacia un destino imprevisible.

-Otra mirada significativa al final, la feliz y contenta al ver aparecer a su padre para verle en el concierto que le llevará a la gloria.



-En el clímax habrá otras miradas imprescindibles, la del admirado padre a su hijo cuando ejecuta el portentoso solo y la de Andrew y Fletcher que cierra la película, sellando una relación tan ambivalente como satisfactoria. La genialidad.


Antológico clímax.

Un fundido a negro dará paso al tercio final, la resurrección. Descubrimos a Andrew trabajando en un restaurante de comida rápida, intentando recomponer una vida lejos de su sueño, retomando su rutina, viendo películas con palomitas junto a su padre en su apartamento, incluso volverá la inseguridad cuando pretenda contactar de nuevo con Nicole, algo que tras mucho pensarlo hace para recibir otro jarro de agua fría, una esperanza truncada porque ella tiene nuevo novio…




Resulta muy brillante como sutileza de guión cómo la tentación, el destino, ese sueño sin apagar, va llamando a nuestro protagonista. El eco sutil, tangencial, de la vocación, primero un póster de un festival de Jazz pegado en una parada de autobús ante la que Andrew pasea la mirada, luego un músico callejero que toca la percusión en una excursión sin rumbo aparente, o al menos no del todo intencionado, para descubrir un recinto donde su profesor es uno de los músicos. Allí tendremos una de las mejores escenas de la película, sobre todo a nivel conceptual. La cámara se acercará de nuevo sutilmente a Andrew cuando Fletcher le haga la propuesta de tocar junto a él en su banda.






Abriendo la puerta a la batería de nuevo. El primer plano sostenido sobre Andrew tras su decepción amorosa con Nicole es magnífico, otro gran momento de Miles Teller, que se lo juega todo a una carta. Su decepción contrastando con su determinación musical.

En el clímax hay cierto truco, Andrew podría preguntar cuál va a ser el repertorio a cualquiera de los allí presentes y percatarse de la última jugarreta de Fletcher, pero se perdería dramatismo, evidentemente. Seguiremos una vez más la nuca de Andrew que nos llevará de las sombras a la luz. Puede resultar extraño que no veamos un batería suplente con la que Fletcher tenía preparada, pero quizá no se muestre sin más, no siendo reseñable a nivel narrativo.





¿Te crees que soy gilipollas? Sé que fuiste tú”.

Fletcher (J. K. Simmons) cambiará el repertorio e incluirá una canción que Andrew no conoce, machacando sin compasión y a pesar de que el resultado del conjunto sea mediocre. La sensación de fracaso será absoluta, pero su recomposición, gracias al discurso anterior de Fletcher, será rauda, porque Andrew toma nota de absolutamente todo. Llega a ser insoportable el sufrimiento de Andrew tocando a ciegas.



El montaje en el clímax es excelso, así como la dirección y los movimientos de cámara. Soberbio es el travelling que nos muestra a toda la banda en funcionamiento, maravilloso es el montaje en todas las actuaciones y las transiciones, fluido cuando toca, en las partes más melódicas con travellings y panorámicas, recurriendo al montaje sincopado en los arranques rítmicos y a los barridos en los duelos y desafíos instrumentales e incluso psicológicos… Panorámicas por la batería siguiendo el frenético ritmo del virtuoso Andrew, de los platos a la caja, de la caja al bombo, del bombo al Charlie, ese Charlie que define tan bien el sonido del Jazz…



Una orgía musical, Caravan, el caos del Jazz, su libertad excelsa y precisa, sexo instrumental que se reduce a un sencillo golpe de baqueta para subir de nuevo hasta el orgasmo… Si no te levantas y emociones con esa actuación final es que jamás has tenido sensibilidad musical. Ese éxtasis que se reduce a un simple golpe de baqueta para volver a subir, es el símbolo perfecto del transitar vital que hemos visto a Andrew en la película, su muerte y resurrección.






Una sonrisa sellando un vínculo, el duro vínculo de la genialidad. Un nuevo Charlie Parker. El reconocimiento al talento. Del intento de acabar con la carrera de Andrew a la complicidad máxima en comunión perfecta de ambos personajes elevándose al firmamento musical, la paulatina conversión hacia un mismo fin. Fascinante es el detalle de que se omita la ovación y reacción del público, es lo de menos, ha alcanzado la gloria y ambos personajes lo saben, no hace falta más, se han ganado el uno al otro.





Hay cierta concepción religiosa, él dispuesto a morir por trascender, hay una especie de muerte simbólica y una pasión, el día del accidente, donde llega a la batería hecho un Cristo… Allí morirá y acto seguido resucitará para llegar al cielo de la música. Fletcher tiene reminiscencias demoniacas, como el citado vestuario siempre de negro, es la tentación, un Mefistófeles despiadado. De hecho, el Jazz siempre ha sido considerada la música del infierno, y eso es lo que deberá pasar nuestro protagonista para llegar al paraíso.



Algunos han querido comparar la cinta con otras de militares chusqueros estilo “La chaqueta metálica” (Stanley Kubrick, 1987) u “Oficial  y caballero” (Taylor Hackford, 1982), pero resulta una comparativa bastante desafortunada porque ni la densidad y profundidad de las cuestiones, ni la complejidad de los personajes ni las intenciones y esencia tienen nada que ver. Vuelve a ser resultado de quedarse con ciertos aspectos formales, en este caso el profesor tiránico o rudo, perdiéndose los infinitos matices que aquí he intentado desarrollar. Lo que sí hay son algunos homenajes a "Austin Powers 2" (Jay Roach, 1999) o "Le llaman Bodhi" (Kathryn Bigelow, 1991).






La música, por supuesto, es extraordinaria, más allá de los valores resaltados de guión, dirección, montaje e interpretaciones, un lujo para los melómanos. Las bandas de Justin Hurwitz y Tim Simonec.

Estamos ante una joya, la mejor cinta del año, que trasciende lo musical y que te hará vibrar si te gusta la música, independientemente de que lo haga el Jazz. Las interpretaciones y el montaje son dignos de todo galardón, lo mejor del film, así como su exposición de ideas y valentía conceptual, radicalmente trasgresora. Hay mucho de Ayn Rand y "El manantial" en estos personajes. Y en realidad soy injusto, porque el conjunto es excepcional de cabo a rabo. Recomendada no, recomendadísima.



 






7 comentarios:

  1. Gran explosión final.
    Q intenso ha sido todo. Orgánico casi.
    Buscaré esa peli. La veré. La sentiré.
    Y me acordaré de ti.
    Muchas gracias. Gran trabajo. Lo son todos, y lo digo a menudo, pero ha habido dos o tres q se me han clavado hondo. Este es uno d ellos.
    Bravo.
    Besos.

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    1. Tanto te ha gustado este? Tenía muchas ganas y mucho interés en que quedara bien, porque las ideas que expone la película me encantan y las comparto. Muchas gracias a ti.

      Besos.

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  2. Excelente crítica.Completamente de acuerdo en que era la mejor película nominada.
    La interpretación de J.K.Simmons es soberbia
    Cuando empecé a leer la primera parte de tu crítica pensé en Ayn Rand,concretamente en su libro "La virtud del egoismo",me ha sorprendido ( gratamente) que al final la mencionaras.
    Enhorabuena por lo que haces.

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    1. Muchísimas gracias Alf. Tenía que mencionarla, era obligado jejeje. Gracias por concretar en el libro, magnífico por otra parte, de Ayn Rand y me alegra especialmente que alguien que la conoce valore así esta pequeña joya.

      Un abrazo y gracias de nuevo.

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  3. Hola Mister,

    Ayer cumplí mi promesa y vi Whiplash. Cuanta razón llevabas. Lo mejor de los últimos oscars, sin duda.
    Como buen fan de la música (y novicio en el gusto por el jazz) esta peli me llega desde el principio, porque si bien la orgía final es fantástica, yo me quedo con la introducción. Me encanta como se plantea la película, desde el cine mudo, hay pocas películas que necesiten de menos dialogo para mostrarnos a los personajes. Con cuatro frases ya conoces el carácter de profesor y alumno, todo se logra con un fantástico montaje de planos y contraplanos. Miradas y gestos. Espectacular.
    Es la peli que todo mourinhista querría ver, nos trae tantos recuerdos y podemos hacer tantos paralelismos...
    Como siempre, un placer leer la crítica, me ayuda a hurgar más y en casos como este, a disfrutar más aun si cabe.

    Un abrazo.

    PS.- Una curiosidad, me has hecho 2 recomendaciones, Nebraska y Whiplash. La primera, la vi el dia del padre y Whiplash en Viernes Santo, un día, también, mas que adecuado por aquello de la pasión, muerte y resurrección. Quedo intrigado como será la próxima...

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    1. Sííííííí! Qué bien descrito. Efectivamente, el inicio es impecable, como se van construyendo las personalidades y como va evolucionando la del chico. Mourinhismo puro. Muchas gracias por tus palabras. El tema de los sentidos, esas miradas y gestos, me fascina en una película tan auditiva.

      Recuerdo tu comentario sobre NEBRASKA, lo recuerdo porque me emocionó. Espero que la siguiente esté a la altura!

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  4. Sin duda esta película se merece todos los reconocimientos que tiene J.K Simmons, hace erizar la piel de cualquiera con la pasión que interpreta a su personaje, sin duda Whiplash es una película que vale la pena ver.

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