jueves, 1 de octubre de 2015

Crítica: ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO (1979) -Parte 4/5-

RIDLEY SCOTT










El monstruo y la serie B.

Uno de los aspectos que hacen de “Alien, el octavo pasajero” algo extraordinario y asombrosamente impredecible es el monstruo, su uso y su evolución.

Y es que no es un monstruo establecido ni que aparece repentinamente para sembrar el terror, sino que no existe al comienzo de la película y asistimos, para nuestro asombro, a su gestación, nacimiento, crecimiento y madurez, que es provocada por los propios protagonistas para su pasmo y desconcierto.

Su estética, creada por H. R. Giger, es puro ciberpunk.





-Primero será un huevo, suponemos que puesto por una Alien nodriza, una reina. El huevo atacará a un huésped para desarrollarse en él, estrangulándolo si hace falta al más mínimo intento de desligarlo de su presa, inoculando algo en su interior para pasar al siguiente estadio.

-Una vez inoculado el nuevo ser, nacerá del vientre del huésped convertido en otra cosa. Es un monstruo que va transformándose, evolucionando, de la reproducción ovípara a la vivípara. Un monstruo pequeño que irá creciendo, adquiriendo forma humanoide, como corresponde al huésped del que nace, y convirtiéndose en una máquina de matar perfecta. Huevo, criatura inoculadora, ser vivo nacido, pequeño aún, pero potencialmente amenazador que se desarrollará ampliando su carácter letal a medida que avanza la cinta…




-Otro de los grandes hallazgos y elementos imprescindibles en la mitología de “Alien, el octavo pasajero”. El ácido del organismo adherido a la cabeza de Kane (facehugger), lo que hace imposible separarlo de su huésped, a la vez que lo convierte en esa perfecta máquina de matar sin puntos débiles. Ácido como sangre. Un perfecto mecanismo de defensa. El momento en el que el ácido va traspasando las plantas de la nave, con el peligro para la integridad de la misma que esto supone, es sensacional.


-El nacimiento del monstruo es la escena más impactante de la película. Ya tenemos al verdadero monstruo funcional, pero aún no atemoriza, es pequeño, accesible, controlable, cazable…


Así, con cebos y pistas, se va creando la mitología del monstruo. Vimos a un alienígena con su vientre reventado al que recodaremos cuando le suceda lo mismo a Kane; veremos como el monstruo se reproduce, como busca huéspedes, como nace y crece, como se transforma a una velocidad de vértigo, mutando y mudando sus pieles constantemente... Una magistral forma de narrarlo y mostrarlo.

  • Monstruo. El Xenomorfo.

Uno de los aspectos que más se han destacado de “Alien, el octavo pasajero”, es el uso y tratamiento del monstruo, donde se prefiere sugerir a mostrar, idea clave en el mejor cine de terror. Scott logra esto de una manera deslumbrante, ya que lo dota de la facultad del camuflaje.

El Alien aparece 5 o 6 veces contadas, y a fogonazos, flashes, y pocas veces lo vemos de cuerpo entero. Era una necesidad, para que no se vieran las costuras, pero se convirtió, otra vez, en una de las grandes virtudes del film.

Un monstruo que a veces mata y en otras ocasiones secuestra… Esto no se aprecia en la cinta original, ya que Ridley Scott omitió una escena clave en la que Ripley descubre que Brett y Dallas han sido capturados y puestos en conserva por el monstruo. Dallas pedirá a la intrépida Ripley que lo mate… Scott incluyó esta escena posteriormente en su versión de 2003… Scott y sus decisiones… Esa escena y esa idea serán claves y esenciales en la mitología de Alien, que James Cameron recogerá como idea básica para ejecutar “Aliens: El regreso” (1986), por fortuna.

-El Alien es mitad orgánico, mitad metálico (estéticamente), con lo que se integra, fusiona y camufla a la perfección en la nave, haciéndose casi invisible. Sus ocasionales y fugaces apariciones impactan y estremecen sobremanera. Una vez el Alien ha adquirido su forma adulta, lo veremos por primera vez perfectamente integrado en su entorno, casi invisible a los ojos, tanto que si no estás atento no te percatas de su presencia, como ocurrirá en alguna otra ocasión. La primera vez que lo veamos será colgado de unas cadenas, expectante, vigilante, al paso del desventurado Brett que busca, inconsciente de su destino, a su gato. Si no estás atento ni siquiera te percatarás de la presencia del monstruo, que se balancea suavemente junto a las cadenas. Imposible que Brett lo reconociera, y más cuando no lo había visto nunca.




Si os fijáis, el encuadre de Scott no es preciso, sino que coge sólo una parte del monstruo, como si no lo reconociera, mientras se mece en las cadenas.

La presentación del monstruo es impactante, su gigantesco tamaño, su cabeza y aspecto fálico y metálico, su doble, o triple, boca… Escalofriante.

-La segunda aparición del Alien será con Dallas, de forma expresionista, cuando nuestro protagonista use su linterna y el monstruo parezca querer abrazarlo para cazarlo. Una nueva aparición fugaz, donde apenas se le aprecia. Fascinante desde el punto de vista visual.

-Las apariciones se van haciendo más constantes. Tendremos una primera, en sombras, en su ataque a Lambert y Parker. Volvemos a verlo escindido, sólo partes de su cuerpo, como esa morbosa cola que juega con la desgraciada mujer. Su cabeza, su avanzar artificioso, como si se tratara de “Nosferatu”, sus ataques…




-Más tarde lo volveremos a ver en un pasillo, cuando Ripley va a la nave auxiliar para escapar, con luces intermitentes que lo dejar ver a pequeños intervalos.



-La última aparición será en la nave auxiliar. El momento donde descubrimos su presencia es otro de esos momentos donde el respingo es inevitable, pero con un Ridley Scott tremendamente juguetón, ya que lo mostrará primero en plano general perfectamente camuflado con el entorno. Ripley comprueba elementos de la nave, ajena, como nosotros, a la presencia del Alien, que duerme plácidamente al lado de donde ella está, sin que nos percatemos de su presencia. Cuando mueve la mano el sobresalto está asegurado.



-Es justo antes de verle morir abrasado por los motores de la nave donde veremos a la bestia de cuerpo entero más claramente.





El momento donde su rostro aparece a un lado del casco de Ripley justo antes de que ésta abra la puerta de la nave, es terrorífico.




  • La excelencia en las películas de monstruos. La serie B y la ciencia ficción.

Alien, el octavo pasajero” es virtuosa heredera de la ciencia ficción de serie B de los 50. Ciencia ficción de serie B con monstruo, ya sea en el espacio, atacando a la tierra o adquiriendo distintas formas. De todo ello cogió Ridley Scott para sublimarlo y actualizarlo, aglutinándolo todo en una nave.


Una herencia clásica que se añade al expresionismo de los 40 y 50 del cine negro y el género de terror, que Scott también actualiza. Incluso del “Nosferatu” (1922) de Murnau.

Todo ello da como resultado una obra maestra de referencia, que es la evolución lógica y perfecta a todos los niveles. Una nueva concepción estética que revolucionaría el género y se extendería a otros.

Si bien en los 50 la ciencia ficción y el terror tenían habitualmente una concepción alegórica, metafórica y crítica, aquí esos conceptos se omiten, buscando la abstracción y la depuración del género sin más lecturas. Un ejercicio de estilo puro y duro.

Las películas de serie B de los 50 a las que “Alien” rinde tributo eran críticas o advertencias contra el peligro nuclear, el comunismo, la política o la sociedad. Así nos encontramos multitud de cintas con monstruos del espacio que atacan a los personajes o llegan a la tierra para amenazarla, del mismo modo que surgen monstruos generados por nuestros propios pecados que atemorizan a la humanidad. De todo ello, los viajes en el espacio, extraterrestres malvados, monstruos amenazadores… ha mamado “Alien, el octavo pasajero”.

Muchas de ellas eran auténticos bodrios, pero otras resultan joyas indiscutibles.

Películas con monstruo de las que “Alien” sigue la tradición con clásicos como “La humanidad en peligro” (Gordon Douglas, 1954), “La mujer y el monstruo” (Jack Arnold, 1954), “El monstruo del océano” (Wyott Ordung, 1954), “Surgió del fondo del mar” (Robert Gordon, 1955), “La criatura” (Edward L. Cahn, 1956), “El monstruo que desafió al mundo” (Arnold Laven, 1957), “El pantano diabólico” (Bernard L. Kowalski, 1959), “Escalofrío” (William Castle, 1959)… muchas como alerta de la amenaza nuclear.



Películas con extraterrestres amenazantes con las formas más diversas como la mítica “El enigma de otro mundo” (Christian Nyby, Howard Hawks, 1951); “Vinieron del espacio” (Jack Arnold, 1953); “El fantasma del espacio” (W. Lee Wilder, 1953); “Los invasores de otros mundos” (Sherman A. Rose, 1954); la estupenda “Planeta prohibido” (Fred M. Wilcox, 1956); “La bestia de otro planeta” (Nathan Juran, 1957); “La invasión de los hombres del espacio” (Edward L. Cahn, 1957), “El día 27 (William Asher, 1957), con mensaje antinuclear, pero sin monstruos, esta vez con extraterrestres; “La masa devoradora(Irvin S. Yeaworth Jr., 1958), con Steve McQueen; “El ataque de la mujer de 50 pies” (Nathan Juran, 1957); “La gran sorpresa” (Nathan Juran, 1964); “La semilla del espacio” (Steve Sekely, Freddie Francis, 1962); “Batalla más allá de las estrellas” (Kinji Fukasaku, 1968)…

Hay dos películas que suelen citarse como claras influencias para “Alien”, son “El terror del más allá” (Edward L. Cahn, 1958), de trama casi calcada a la de “Alien”, y “Terror en el espacio” (Mario Bava, 1965), muy parecida también. También “La bestia de la cueva maldita” (Monte Hellman, 1959), una cinta muy cutre, tiene ciertos aspectos en su trama que remiten de forma inequívoca a “Alien”.



Las películas influidas por “Alien” son incontables, imposibles de citar. Colocaré algún título donde hay monstruo y una concepción casi calcada a la obra maestra de Ridley Scott que tuvieron éxito o merecen la pena, como la magnífica “Depredador” (John McTiernan, 1987), una película que dio para una especie de spin off fusionándose con la saga que nos ocupa, lamentablemente, con las cintas de “Alien versus Predator”… La estupenda “Mimic” (Guillermo del Toro, 1997), una cinta que me gusta bastante; “The Relic” (Peter Hyams, 1997); la coreana “The Host” (Bong Joon-ho, 2006), “Monstruoso” (Matt Reeves, 2008); la muy apreciable “Pitch Black” (David Twohy, 2000); la alemana “Pandorum” (Christian Alvart, 2009)… La misma “Tiburón” (Steven Spielberg, 1975), anterior a la que nos ocupa, y su idea de monstruo que es necesario exterminar, también debe relacionarse…


Es obligado citar clásicos de la ciencia ficción con la invasión alienígena por suplantación, como crítica contra el comunismo, como en “La invasión de los ladrones de cuerpos” (Don Siegel, 1956), o sin otras lecturas, como “La cosa” (John Carpenter, 1982), el otro gran clásico de terror extraterrestre de la época…


No olvido otras muchas películas de monstruos, pero más centradas en la aventura y la acción que en el terror, por ejemplo las dedicadas al monstruo Gozdilla y en todo el mundo oriental…

Una estética revolucionaria. Claustrofóbica y asfixiante.

Si bien ya he hablado de las virtudes estéticas, las claves visuales y estilísticas que definen a una de las películas más revolucionarias e influyentes del cine moderno, es en el último tercio y el clímax final donde todo se sublima, integra y fusiona.

-La película tiene en la estructura de búsqueda, en distintos episodios, su esencia narrativa. Primero buscarán el origen de una señal desconocida; luego buscarán al organismo en la enfermería una vez liberó a Kane; más tarde al monstruo que se les ha perdido en la nave; Brett al gato, algo que también hará Ripley en la parte final…



La magistral progresión tanto dentro de todas las set pieces (estas secuencias con el monstruo), como de toda la parte final en general, aumentando la tensión y los elementos de suspense, dando cada vez más a todos los niveles, en las peripecias y elementos narrativos, así como en los aspectos estéticos  y climáticos para generar la atmósfera buscada, y la progresión general de la película, son de antología.

Entramos en una orgía estética, que no esteticista, donde fondo y forma se fusionan de tal forma que su impacto visual resulta imperecedero, fijando uno de los referentes estéticos más influyentes del cine moderno.



  1. La escena de la muerte de Brett. Todo comienza con el grupo formado por Brett, Parker y Ripley buscando al pequeño monstruito. La modulación es modélica, aunque quizá sea la set pieces que más se ha utilizado como cliché y tópico en el cine de terror, con ciertos comportamientos arriesgados que acaban facilitando muertes. En realidad es lo de menos, porque la potencia visual, el gusto estético y la atmósfera lograda son primorosas.



Resulta ilógico que tras ir todos juntos en la búsqueda del monstruo se deje solo a uno de ellos cuando el gato crea una confusión y se escapa. La advertencia era no separarse y no hacerse el valiente, pero a las primeras de cambio se deja a Brett solo a su suerte sin equipo para defenderse ni localizar a la criatura, para la exploración, como el que le vemos a Ripley cuando iban juntos. Es un cliché del cine de terror: dejar solo a un personaje para facilitar su muerte. Lo normal sería seguir juntos y buscarlo juntos, más que nada porque ese gato ha podido ir a cualquier sitio en la nave…




Como no me canso de repetir, en pocas películas llueve como en las cintas de Ridley Scott. La lluvia en sus películas es tremendamente bella y crean una atmósfera única. Aquí el director tenía difícil incluir la lluvia como elemento, pero se las apaña con un sucedáneo con esa lluvia que cae de la maquinaria y refrigeración de la nave mientras Brett busca al gato. Gotas de lluvia iluminadas a través de la luz en ese entorno lóbrego ¡Qué bien llueve en las películas de Ridley Scott!

El gato, que muchos han mencionado como el octavo pasajero, da un buen juego en esta segunda parte de la película, perfectamente utilizado para complicar las situaciones.

En la búsqueda de Brett, Scott recurrirá a primerísimos planos, creando una secuencia asfixiante, claustrofóbica, como lo es la película y, en especial, esta parte final. Cuando Brett se alivia con las gotas de agua que caen desde la maquinaria de arriba, casi nos refresca a nosotros también, completamente metidos en la película e identificados con la situación.



El gato escabulléndose; la luz filtrándose en la oscuridad general, convirtiendo en siluetas a los personajes; la voz de Brett llamándole; la piel mudada del Alien como elemento intrigante que nos va avisando de un trágico destino; los sonidos y ruidos de la nave, el sonido ambiente, la ventilación… sin banda sonora.




Las gotas cayendo y las cadenas meciéndose por el viento -es lo único que se oye al paso de Brett-, un Alien colgado en esas cadenas que se mueven suavemente, casi invisible, en lo alto, esperando a su víctima, fundido con el entorno y en picado amenazante… Scott ni siquiera muestra al monstruo por completo, solo en parte, como si no lo reconociera. Una escena modulada a la perfección, un suspense excelso, a pesar de la estereotipada situación, que en aquella época no lo era tanto. El gato que desaparece, la búsqueda, la piel del Alien

Es una maravilla cuando las gotas de lluvia pasan a ser gotas de sangre. Una imagen impactante y sugerente. La mirada de un animal ante la violencia es un recurso que le gusta a Scott, también lo apreciamos en “Blade Runner” (1982). Aquí el gato observará atento y atemorizado el ataque a Brett. Un monstruo que aparece en segundo plano para que intuyamos su tamaño y sobrecogernos con su amenazante figura.

  1. La escena de la muerte de Dallas. Un paso más en la progresión estética, en la atmósfera, en la claustrofobia… La misma idea y claves estéticas, tenebrismo, expresionismo, claroscuros, juegos lumínicos, luces atravesando sombras… pero ahora en túneles imposibles, húmedos y angostos, que hay que atravesar arrastrándose o de rodillas, aumentando la sensación claustrofóbica, la desorientación, la opresión y la asfixia.



Una viaje por los conductos de ventilación, que son los que usa la criatura. Alarmas, luces, compuertas que se cierran y abren al paso de Dallas por los conductos, los pitiditos de la máquina localizadora… Una nueva misión, una nueva búsqueda.


Desespera la incompetencia de Lambert para guiar a Dallas y decirle de forma clara por donde avanza el monstruo.



La escena es terrorífica y escalofriante y el impacto es tremendo, ya que se trata de un ataque al protagonista de la película hasta ese momento, del que suponemos la muerte, aunque en las escenas añadidas comprobaremos que no será así, que el Alien los captura para servirse de ellos y multiplicarse o alimentarse.

El fuego, un elemento clave en la lucha contra el Alien, dejará momentos expresionistas extraordinarios en un sentido estético con el lanzallamas de Dallas. La aparición del Alien cuando Dallas intentar ver qué le rodea con su linterna, es espeluznante. Un Alien que parece querer abrazarle y se aparece a la luz de la linterna repentina y fugazmente. Con fuego se terminará con Ash y también con el Alien.



El uso de la tecnología y los aparatos y sensores para ver posiciones y movimientos, serán un clásico en las dos primeras partes de la saga, recurso recogido de “El enigma de otro mundo” (Christian Nyby, Howard Hawks, 1951).



Una muerte, la de Dallas, que nos dejará la gélida mirada de Ash (Ian Holm) y la histeria en el grupo, especialmente en Lambert (Veronica Cartwright). Sólo quedan 4: El violento, la histérica, el pasivo y la cerebral.










Tras la muerte de Ash y las revelaciones acerca de la oculta misión, en la que la tripulación es prescindible y sólo importa que llegue la criatura, nos encaminamos al clímax.

  1. El clímax. Búsqueda de refrigerante y del dichoso gato –que llegado este punto me cae especialmente mal- para destruir la nave y huir en una auxiliar. Un clímax donde toda la estética se sublima.

Todos los elementos estéticos, visuales y sonoros, que hemos visto hasta ahora se dan cita en el clímax, añadiendo otros y sublimándolo todo.

-Las sombras amenazantes y mortales del Alien antes de atacar a Lambert, puro expresionismo que nos remite al “Nosferatu” de Murnau o al cine de Tourneur, por citar ejemplos clásicos del terror. Una sombra y una figura ante una atemorizada y empequeñecida Lambert. El desesperado intento de defensa de Parker



Por supuesto, ambos morirán, pero es interesante especialmente el ataque a Lambert y ese juego morboso con la cola del Alien, un elemento fálico y sugerente que casi remite al terror oriental y el manga.

Esto tendrá otro momento morboso en la secuencia final, el enfrentamiento entre la bella y su minúscula braguita, y la bestia de forma fálica.

-Planos largos y sostenidos para estirar la tensión, aumentar el suspense y potenciar la atmósfera enfermiza y terrorífica. Un ejemplo: La búsqueda del gato de Ripley en el cuadro de mandos.




-El juego con el sonido, que tendrá varios ejemplos y se plasmará de distintas formas, sacando partido a todo. Pura creatividad. Ejemplos: Los agonizantes chillidos y gritos de Lambert ante el ataque del Alien que se escuchan por los altavoces mientras Ripley recorre la nave para intentar ayudarla.



Ese aspecto, el uso del sonido, llega a su paroxismo y cénit de virtuosismo con la alarma atronadora y rítmica que avisa de la inminente explosión. Del mismo modo, los jadeos de Ripley. Es lo único que se oye en el clímax, sin apenas diálogos, más allá de alguna interjección de frustración e impotencia. El sonido y su juego son claves en esa atmósfera opresiva y asfixiante.







-Planos subjetivos de Ripley por los estrechos y oscuros pasillos con los gritos de Lambert envolviéndolo todo. Un momento escalofriante.



-Panorámicas y travellings generando suspense y creando atmósferas antes de los impactos, como en la citada búsqueda del gato por parte de Ripley en el cuadro de mandos.

-La cima del género se alcanza con las carreras de Ripley, con su rostro sudoroso y aterrorizado, por los angostos y tenebrosos corredores, unas en planos subjetivos y otras no. En ellas tendremos cámara al hombro para acentuar el frenesí y la tensión extrema del momento. Unos pasillos claustrofóbicos, asfixiantes, opresores, paupérrimamente iluminados, con luces intermitentes que ocultan el rostro de la protagonista, con un humo incesante y sofocante y una alarma aturdidora, atronadora y rítmica avisando de la próxima explosión.





El momento donde Ripley va a cruzar hacia la nave auxiliar y ve al Alien en el pasillo es pura excelencia cinematográfica, sin efectismos, con un maravilloso juego en la división del encuadre. Una aparición espeluznante con esas luces intermitentes, la ensordecedora alarma y su imponente presencia.



Estas escenas son las que más han influido en todo el cine del género de terror, el thriller y el fantástico moderno de forma especial. No se entenderían dichos géneros y el 90% de sus películas sin “Alien, el octavo pasajero” y estas secuencias.

Es imposible que no se crispen los nervios. Imagino lo que sentirían los que la vieron en su estreno, esa asfixia por esos pasillos, esa impotencia sin saber por donde salir, esa claustrofobia agobiante. Es espectacular. La sublimación de una estética sin igual y una atmósfera perfecta. Imágenes intermitentes y sonido rítmico que son el terror en estado puro.




-Dar un poco más. Aumentar las dificultades y las peripecias para aumentar con ellas la tensión y el suspense, retando al protagonista a superar la prueba más difícil, casi imposible. Una concepción que los grandes clásicos tenían clara y además rodaban a la perfección. Buscar al gato, intentar salvar a sus compañeros, activar la bomba que destruya la nave, ir a la nave auxiliar, volver para desactivar la bomba al tener el camino taponado por el Alien, olvidar al gato, la imposibilidad de desactivar la bomba y tener que jugárselo todo volviendo a intentar llegar a la nave auxiliar… y una vez logrado encontrarse con tu peor pesadilla en un cubículo minúsculo y sin posible escapatoria… Magistral.



Un primer clímax, las peripecias para llegar a la nave auxiliar, que no será el definitivo, ya que quedará el segundo clímax, en dicha nave y con el enfrentamiento entre la bella y la bestia… Estos aspectos, la sucesión de peripecias, el dar un poco más cada vez, y los sucesivos clímax, lo sublimaría James Cameron en la segunda parte de la saga, “Aliens: El regreso” (1986). ¿Por qué las naves auxiliares siempre tienen menos plazas de las necesarias?








La vulnerabilidad de Ripley en esta secuencia, cuando todo parece en paz, es total, especialmente cuando se desnuda y nos deja ver su minúscula braguita. Es la bella contra la bestia. Una extravagante sensualidad con esa Sigourney Weaver casi desnuda y empitonada y ese Alien de aspecto fálico bostezando con su babeante doble boca.



Es sorprendente la facilidad que tiene el Alien para dormirse en un momento con las alarmas sonando, una nave despegando y otra explotando, aparte del jaleo que monta Ripley a su alrededor. Un sueño profundo e inmediato, y tan pancho…

El momento del descubrimiento del monstruo, los movimientos sigilosos de Ripley vistiéndose y su último truco para intentar deshacerse de la bestia, son otra maravilla de pulso narrativo y atmósfera. Es ahí, cuando abra la puerta de la nave y el Alien salga despedido, estando bien sujeta a la silla, cuando Ripley dará la vuelta a las cosas, arponeando a la bestia en una muerte que también tiene connotaciones sexuales, e incinerándolo con los motores. Sensacional.



Ripley, una auténtica superviviente, aún mejor que el propio Alien. Su regreso a la cápsula de hibernación, junto a su gato, tiene algo de retorno al cobijo del vientre materno.

Todo esto logra un estado de angustia, ansia y desesperación que hace de la latente presencia del Alien, que casi nunca sabemos dónde está ni dónde va a aparecer, algo aterrador.










2 comentarios:

  1. Entonces, ¿el gato es el precursor mal entendido de los perros salvados de "Independence Day" y "El hombre de acero"? Oye, si muere hasta el apuntador pero salvamos al perro qué guay, la gente contenta tú, cuando en realidad se trataba de una manera de estropear los planes de seguridad sin que llame la atención por irracional. Tomando el que se separen sin incluir la necesidad de un motivo creíble para olvidar la seguridad.

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    1. En realidad el Alien pasa, literalmente, del gato, lo mira metido en una caja, lo observa y le mete un manotazo de desprecio a dicha caja jajajaj

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