martes, 4 de octubre de 2016

Crítica REGRESO AL FUTURO (1985) -Parte 2/7-

ROBERT ZEMECKIS











La familia.

La mirada a la familia por parte de Zemeckis es realmente interesante y nada complaciente, aunque siempre amable y positiva. Es un punto que bien podría ir en el apartado sobre Hitchcock que incluiré, pero merece atención aparte.


-Lo primero que hará Zemeckis es mostrar las similitudes entre Marty y su padre, George McFly (Crispin Glover).



Ya empiezo a hablar como mi padre”. Y es que Marty dirá “no sería capaz de soportar un fracaso como ese”, refiriéndose a su miedo a mandar una maqueta, la misma frase que pronunciará, efectivamente, su padre cuando Marty le dé la idea de pedirle a Lorraine ir con él al baile de “El Encantamiento Bajo el Mar”: “No sería capaz de soportar un fracaso como ese”.

El mismo Marty manifiesta que “ya habla como él”; el director de su colegio le describirá como vago y mal estudiante, como era su padre; y veremos a ambos hacer los mismos gestos (esa forma de atusarse el pelo).



Al mismo tiempo, Zemeckis marca a la perfección las diferencias entre padre e hijo. Teniendo cosas en común, Marty no es timorato ni tímido, no es pusilánime como su padre. Lo primero que veremos de George es cómo es ninguneado por el macarra de Biff Tannen (Thomas F. Wilson), el típico matón de instituto que además es su superior. Marty es ambicioso, tiene afán de protagonismo, es enérgico y activo, tiene ganas de gloria y fama, simbolizado en esa aspiración de ser estrella de Rock y tocar en público…



Diría que ella nunca hacía esas cosas de joven”.



-Los McFly son una familia típica… y hastiada. Como resignada. La presentación de la familia es magnífica, sobre todo porque contradice la planificación y el estilo general y clásico tanto de la película como de Zemeckis, pero lo hace intencionadamente. Conoceremos a todos los miembros de la familia McFly en la cena de esa noche, pero se evita el plano general en casi toda la escena, apostando mayoritariamente por los planos escindidos y cortos. Una presentación curiosa: En un principio sólo veremos a George y Marty sentados a la mesa, los dos miembros de la familia que ya conocíamos, no se nos mostrará al hermano hasta que lo oigamos intervenir en la conversación en off, en un contraplano. Luego Zemeckis se fijará en la madre, aislada, cuando sale y habla desde la cocina, y, por último, pero ya en plano general con todos en el encuadre, descubriremos que también está presente la hermana, a la que veremos el rostro cuando el padre se eche hacia atrás…



-La descripción de la madre también es excelsa. Una romántica empedernida que añora a aquella que fue en el pasado, en la juventud que descubriremos. Decepcionada con la vida que tiene, pero resignada, asumiendo lo que toca. Se insinúa que abusa del alcohol. Parece vivir más cómoda en ese pasado, que luego contemplaremos, que en su presente. Marty corregirá eso con su aventura.



Las interpelaciones de Lorraine a George, su marido, son ignoradas en la mayor parte de las ocasiones por éste, más pendiente de la televisión y de sus miedos y complejos pasados. El romanticismo de ella será roto por la estulticia de él, riéndose a mandíbula batiente del programa de la televisión, ignorándola. George era un pervertidillo que espiaba a una chica, quizá Lorraine, mientras se cambiaba. El gran giro vendrá cuando Marty ocupe por accidente el lugar de su padre en el atropello, cambiando aquel destino.

Es posible que Marty pervirtiera un tanto a Lorraine en su viaje al pasado, pero a ella se la ve predispuesta y mucho más lanzada que a él, como es lógico. Vamos, que le iba la marcha, como correspondía a su edad.

Lorraine Baines (Lea Thompson) simboliza el periplo americano que observa Zemeckis. En ella se personifica esa América que ha ido sumergiéndose en un hipócrita puritanismo desde la ingenua inocencia. Se nos presenta Lorraine como una puritana mojigata que no era así en absoluto en su juventud. De reaccionaria la veremos convertirse en una chica divertida y vivaracha en su época de estudiante. En su cambio de opinión con respecto a Jennifer, la novia de Marty, está el punto culminante de esta idea.

No me gusta, Marty. Cualquier chica que llama a un chico busca complicaciones”.



En 1985 se escandaliza de que una chica busque a un chico, pero en 1955 pedirá a Marty que vaya con ella al baile…

En cambio, en el 1985 alternativo dirá: “¡Oh, cómo me gusta, Marty! Es tan simpática. ¿No es esta la noche de la gran cita?” Y justo cuando le han dicho que Jennifer acaba de llamar.





-Cuando Marty sustituya a su padre comenzará una desesperada carrera por intentar que George logre el amor de su madre, Lorraine, que se ha fijado en él, su propio hijo, por estar en la misma situación en la que se encontró su padre en su día. Esta circunstancia es vital y uno de los grandes hallazgos de guión, de los más inteligentes, porque se expone el conformismo de la época, donde sus padres se casaron dejándose llevar, porque a ella le dio pena y a él se le abrieron los cielos, ya que siendo un friki marginado y voyeur una chica guapa se le cruzó en su destino.

Lo que ocurre a continuación relata la historia de un enamoramiento, de una verdadera conquista, una lucha, donde veremos a George, que era ajeno a romanticismos en 1985, comportándose como un galán, a su manera, y mostrándose lo más romántico posible, aspecto que encaja a la perfección con la sensibilidad de Lorraine, como vimos también en 1985, lo que afianzará esa unión con mucha más fuerza, con autenticidad, porque manifiesta el amor verdadero y romántico, ahora de ambos.


Sus padres se casaron sin conocerse, sin una pasión verdaderamente fundada, por convencionalismo. Esto queda brillantemente expuesto en el diálogo entre Doc y Marty en el instituto, mientras planean cómo hacer que sus padres se conozcan. Doc apelará al conocimiento de sus padres que debe tener Marty, sus cosas en común, pero él no sabe que responder.



-Doc: Pero son tus padres, debes conocerles… Qué cosas tienen en común, qué les gusta hacer juntos

-Marty: Nada

De manera divertida y en apariencia poco trascendente se hacen reflexiones de verdadero calado, bajo la frivolidad y la diversión existe una soterrada hondura reflexiva francamente reseñable. Nos dice Zemeckis que pasamos por la vida sin mirar a los que nos rodean, sin conocer a los nuestros, especialmente los hijos. Marty tendrá que empezar a conocer a su padre para lograr que se una con su madre, empezar a conocer a los dos para encontrar sus puntos en común, y se sorprenderá de lo mucho que ignoraba de ambos.

Marty descubrirá que George es un chico sensible, creativo, al que le gusta escribir historias de ciencia ficción, pero tremendamente inseguro y solitario.



Oh no, no, no, no. Nunca… nunca dejo que nadie lea mis historias”. “¿Y si no les gustan? ¿Y si me dicen que no son buenas? Creo que es algo difícil que lo entiendas…”. Las mismas frases que oímos a Marty acerca de su maqueta, Así que sí, lo entiende.

No puedo ir al baile, me perderé mi programa de televisión favorito. Teatro de ciencia ficción”.

Un viaje de madurez. Conocer a sus padres ayudará a Marty a conocerse mejor a sí mismo. La timidez de su padre desesperará a Marty, que dejará más perlas memorables en forma de diálogo.

George, es un milagro que yo haya nacido”. “Tú no vas a buscar pelea, papá… pa pa papagallo…”

Es muy divertida la reacción de George ante ese sobrevenido acosador, su hijo/amigo, que insiste en que se cite con una chica, persiguiéndole por todos lados.





Mira, no estoy preparado para llevar a Lorraine a ese baile, y ni tú ni nadie más en este planeta me hará cambiar de parecer”.





George es desastrado, nervioso, destartalado, incluso en muchos de sus looks, una especie de Woody Allen (comparte doblador, Miguel Ángel Valdivieso). Muchísima gente se identificaría con el joven George, el marginado y solitario de instituto, el poco popular muchacho al que se ignora o sirve de burlas. Su avergonzado tormento interior, su sufrimiento, su sensibilidad oculta, su carácter retraído, su desconocido interior, su titubeante romanticismo estimulado con un batido de chocolate… La escena de la petición para ir al baile de George a Lorraine es importante, porque es el primer contacto verdadero de la pareja, necesario para hacer factible y creíble la posterior relación. Es en apariencia intrascendente y poco elaborado dramáticamente, pero ese esfuerzo romántico, desconocido en el personaje en 1985, es un matiz que se añade a la personalidad de George y que contará finalmente para Lorraine, soterrada clave en el engranaje del film.




Es importante además, porque acto seguido Marty eclipsará esta esforzada acción y avance en la pareja dando una espectacular lección a Biff con su monopatín, para deleite nuestro y, sobre todo, de Lorraine.




-La sustitución de Marty por su padre no es sólo con el accidente. Su relación en 1955 se invierte, siendo el rol de Marty el de guía y padre y el de George el de alumno e hijo… En esa sensación se justifica su apego por Doc, también.

Marty será el paternal guía de su padre, su consejero, su mentor, mientras que George aparece completamente infantil, desorientado, perdido, necesitado de ese impulso que su hijo le dará. Marty incluso se convertirá en su Cyrano, dictando las notas que George deberá recitar a su amada Lorraine.

Marty a George: ¿Sabes? Si te lo propones, puedes conseguirlo todo.

¡Sí claro, maldita sea, George, suelta tacos!

Marty, proveniente de la puritana América de los 80, termina convertido no sólo en padre de su padre, sino también de su madre. En el baile tendrá un curso intensivo de aprendizaje acerca de su madre, descubriéndola también.

-Marty: ¿Te importa si… paramos… un rato?

-Lorraine: ¡Buena idea! ¡Me encanta parar un rato!

Marty, tengo casi 18 años, no es la primera vez que estoy parada en un coche”. “¡Marty, no seas tan anticuado! Todo el mundo que tenga clase, bebe”.

-Marty: ¡También fumas!

-Lorraine: Marty, empiezas a recordarme a mi madre.






Es hilarante el comentario de Doc al ver a George en el instituto: “Tal vez te adoptaron”. O este otro: “Es el síndrome de la compasión. En los hospitales las enfermeras acaban enamorándose de sus pacientes”.



-La cena en casa de sus abuelos, con todos esos rejuvenecidos familiares, incide en esa reflexión sobre la familia y el legado que también es “Regreso al futuro”. Allí Marty observa sus rutinas, su juventud, sus diferencias y sus similitudes, se sumerge en el pasado de su familia para entenderla y entenderse mucho mejor.

-Una de las reflexiones más interesantes la tenemos en la irónica descripción de esos vínculos invisibles que nos unen a nuestros familiares, el afecto. Vínculos que nos llevan a valorar lo mismo de forma distinta según proceda o no de la familia. El abuelo despreciará a su nieto porque no sabe que es él, de haberlo sabido su opinión sería distinta, es distinta, porque desde luego Lorraine tuvo a Marty y… no la desheredó. Magistral.

Es un idiota, y con mala educación. Es probable que sus padres sean idiotas también. Lorraine, si algún día tienes un hijo así, te desheredo”.

Marty acaba madurando tanto o más que sus padres, asumiendo y entendiendo la dificultad de la paternidad y su función educadora y como guía. Un gran punto en la despedida de sus jóvenes padres, un logro conseguido gracias a esa faceta que tuvo que sacar, guiándolos y conociéndolos más a fondo.

Impagable la ruborizada mirada y sonrisa de ambos pipiolos cuando Marty les habla de un futuro con hijos antes de irse.

Por supuesto, George se quedará con los consejos que le dio ese desconocido y Lorraine se quedará con el nombre para bautizar así a uno de sus hijos. También inspira su propio nombre…



Marty… Es un bonito nombre”.

Dos problemas o defectos. Es más que evidente que George y Lorraine deberían recordar a Marty en el futuro, es más, George promete no olvidar jamás los consejos que su hijo le dio, cosa que cumple, como comprobamos en el futuro. Y más siendo causa directa de que George y Lorraine estén juntos. Por tanto, y más teniendo en cuenta que Lorraine es una romántica que recuerda cada instante de aquella noche y aquella época, que recuerda a la perfección la versión anterior, deberían reconocer en su hijo a aquel misterioso desconocido que los unió cuando crezca. O al menos apreciar cierto parecido. No es muy creíble que no sea así.

El otro punto cuestionable sería el del nombre. Si Marty fuera el mayor no hay problema, pero no siendo así es dudoso que a él le correspondiera el nombre de Marty

Podríamos añadir que hay algo de complacencia en la ausencia de venganza en el rencoroso y asilvestrado Biff en el final de la película, en el baile.

El maquillaje para retocar los rostros se limita al presente, 1985, porque es donde menos tiempo pasamos en la narración. Esto permite contar con actores jóvenes en casi todos los papeles importantes.

Guión de anticipación… Los cebos y ecos.

En las escuelas de cine se estudia el guión de “Regreso al futuro”. No es para menos. Un ejemplo paradigmático de guión de anticipación escrito por Bob Gale y el propio Robert Zemeckis. Todo lo que ocurre en la fase de planteamiento sirve de cebo y base narrativa a todo lo que ocurrirá después, remitiéndonos constantemente al pasado en un diálogo ingenioso e inteligente perfectamente hilvanado e integrado con la concepción y temática del film. Todo lo que ocurra en el pasado, cuando viajemos a él, tendrá una incidencia directa en ese presente que vemos al inicio de la película, transformándolo, del mismo modo que todo lo que se mencione en este inicio que transcurre en 1985 tendrá su eco posterior en 1955. El diálogo pasado-futuro en un guión perfectamente elaborado y trenzado. Perfectamente trenzado, porque veremos como el futuro influye en el pasado y viceversa. Guiños continuos, constantes.



-La primera escena, que es una obra de arte en sí misma, ya comienza este juego de anticipaciones. Un reloj con un muñeco de Harold Lloyd como homenaje a “El hombre mosca” (Fred C. Newmeyer y Sam Taylor, 1923) sirve de cebo y guiño al que será el clímax de la película; la presencia del plutonio cobrará sentido después, cuando sepamos que es ingrediente indispensable para realizar los viajes en el tiempo; una guitarra rockera; la videocámara que se usará posteriormente; una radio que nos dice el año en el que estamos… Todo en la primera escena.




Unos nacionalistas libios buscarán su plutonio, robado por Doc, lo que obligará a Marty a viajar en el tiempo huyendo de ellos…





-Habrá un cebo y un eco divertidos a cuenta del plutonio. Marty dirá en 1985 a Doc: “Doc, no se puede entrar en una tienda y comprar plutonio”. Por su parte, en 1955, Doc le dirá a Marty: “¡Seguro que en 1985 se puede comprar plutonio en la farmacia de la esquina, pero en 1955 es un poco difícil!”.




-La escena de transición que sigue a la inicial, al ritmo de “The Power Of Love”, siguiendo a Marty en monopatín por las calles de Hill Valley, deja otro buen número de cebos que luego cobrarán sentido: Pósters de Goldie Wilson (Donald Fullilove), el alcalde, al que veremos de camarero en una cafetería con sus crecientes ínfulas políticas, que tendrá en el comentario de Marty el impulso definitivo para emprender esa carrera política…


-Conoceremos a Strickland (James Tolkan), el director del instituto, un obsesivo perro de presa que se dedica a limar la moral de todo estudiante. Él describirá a Marty y lo comparará con su padre, al que califica de vago y mal estudiante. Desaconsejará, además, su relación con Doc, pero el momento culminante será cuando Marty diga: “Sí, pero la historia va a cambiar”, en otro guiño en forma de cebo.






Al mismo tiempo conoceremos a Jennifer Parker (Claudia Wells), la novia de Marty, que nos servirá de enlace para otros cebos, por ejemplo sirviendo de apoyo a su novio en sus ansias por convertirse en estrella de Rock y con un objeto que será importante en el futuro, como es la octavilla donde se pide el mantenimiento de la torre del reloj, donde ella pondrá el número de teléfono de su abuela. En esta escena, Marty ve el 4x4 (Toyota, como los que destacaban en la radio al inicio) de sus sueños que al final veremos en su garaje, y la señora que reparte octavillas comentará de pasada que hacen una recolecta para salvar el reloj de la torre, al que le cayó un rayo hace 30 años… motivo por el cual la octavilla será importante en el plan de regresar a 1985, ya que marca el día y la hora concretas del suceso.



También se comentará el puritanismo de la madre de Marty, que pronto se verá contradicho.




-El rechazo a su banda, “The Pinheads”, para el concurso es otro cebo. Allí tocan también, sólo una parte instrumental, “The Power Of Love”, ante un jurado presidido, precisamente, por el propio Huey Lewis, el cantante de la banda que nos deleita con ese tema. El mismo Huey los rechazará porque son “demasiado ruidosos” en una fantástica broma. Esta frustración es otro cebo, ya que se compensará cuando Marty pueda ejecutar “Johnny B. Goode” en público en 1955, en el baile de “El encantamiento bajo el mar”, el baile en el que se conocieron sus padres.



No tendré oportunidad de tocar delante de nadie”.

¿Algo con mucha marcha?” Con esa frase cumplirá Marty su sueño en 1955.

Un jurado muy soso y anticuado con una broma irónica en el citado cameo. Eso sí, impagables los cardados de pelo en el resto de grupos participantes.





-La historia de la madre sobre cómo se conocieron ella y George es otro cebo. “Además, si el abuelo no lo hubiera atropellado ninguno de vosotros hubierais nacido”. “Sí, pero sigo sin entender lo que hacía papá en medio de la calle”. "¿Qué hacías, George, observar a los pájaros?” Nosotros asistiremos a ese momento, lo que me resulta profundamente fascinante y misterioso, y descubriremos la verdad.





Lo que George hacía era espiar a una chica mientras se desnudaba. O sea, un voyeur. La cara de George cuando Lorraine le pregunta por lo que hacía aquel día cuando fue atropellado es un hilarante poema.

También hablará de la terrible tormenta de esa noche, a la que asistiremos, por supuesto. Se cita también “El Baile del Encantamiento Bajo el Mar”, que es donde George besó a Lorraine por primera vez.



-El casete con sus temas que reivindica Jennifer tendrá un eco posterior cuando Marty utilice otro casete de Van Halen para aterrar a su padre en el pasado.



-En la televisión pondrán un programa que en 1985 es considerado un clásico, pero cuando lo veamos en 1955 será de estreno. El juego con la televisión y el cambio social que produjo es interesante. Es un programa de Jackie Gleason, “The Honeymooners”. Es cierto que es mucha coincidencia que se repita el mismo programa 30 años después, el mismo día para Marty, por muy clásico que fuera. El de 1985 sería una reposición en plan homenaje…




-Uno de los cebos más evidentes es el del reloj, que lleva 30 años roto debido a que le cayó un rayo, como presenciaremos en su momento. Lo irónico de la primera mención es que Marty donará 25 centavos para que se conserve así, roto.




-Los abusos de Biff a George McFly también funcionan como cebo. En su primera escena juntos, en 1985, veremos como Biff (Thomas F. Wilson) humilla a George (Crispin Glover), del que es superior, ninguneándole, destrozándole el coche y encima exigiéndole responsabilidades, incluidas laborales, que no le corresponden. Ahí se describe a otros dos personajes en una simple escena, el pusilánime padre y el chulo y abusón Biff, y cómo está la situación con respecto a ellos. El eco lo tendremos en 1955, ya que esa situación que presenciamos es un objetivo a cambiar.




-Se hablará de que el “tío Joey” está entre rejas, encarcelado. Cuando Marty viaje al pasado verá al tío Joey de bebé entre las rejas… de una cuna. En ese momento, Marty nos recodará el cebo diciendo: “Con que tú eres mi tío Joey, ¿eh? Será mejor que te acostumbres a estos barrotes”. Este detalle está única y exclusivamente para incidir en este juego de ecos y cebos, el diálogo entre presente, pasado y futuro. ¡Los diálogos referidos a Joey no tienen precio!





Sí, a Joey le encanta estar en su parque. Llora siempre que lo sacamos, así que lo dejamos ahí todo el día”. Ahí se gestó su afición carcelaria…

-Doc le pedirá a Marty que recoja su videocámara antes de reunirse con él, videocámara que, efectivamente, vimos en su casa, en la cama, y que tendrá protagonismo en la trama. El Doc de 1955 lo llamará “un estudio de televisión portátil”.



-El lugar donde Doc prueba la máquina del tiempo, el Delorean, es el centro comercial Twin Pines. Doc recordará el pasado del lugar, con pastos hasta donde alcanzaba la vista, un terreno propiedad del “viejo Peabody”, que “tenía la estúpida idea de plantar pinos”. Cuando Marty viaje al pasado se llevará por delante uno de los pinos, con lo que al regresar a su época, el centro comercial habrá pasado a llamarse “Lone Pine”. De los pinos gemelos al pino solitario. Una película repleta de detalles de este tipo.



¡No me podéis negar que es genial!

-La muerte de Doc es una genialidad de detalle que acentúa la increíble sensación de imprevisibilidad que tiene esta obra maestra. No te esperas semejante cosa.




-Los descubrimientos en forma de eco en el futuro serán resaltados con un efecto de sonido, similar al polvo de estrellas. Empezamos con un ejemplo nada más llegar al pasado: Me fascina que el cine permita viajar en el tiempo, recrear épocas pasadas y mostrar la nada donde ahora hay sitios y lugares emblemáticos que pensamos que siempre han estado ahí. Aquí la nada es un anuncio de una agencia inmobiliaria, Lyon, donde irá la futura casa de los McFly. Detrás del cartel esconderá el Delorean.



Cuando ocurre esto con edificios emblemáticos me pone los pelos de punta. En esta película no sucede, pero sí en otras, donde vemos la Casa Blanca a medio hacer, por poner un ejemplo.

-Nada más llegar a 1955 entramos en la plaza de Hill Valley y comprobamos los cambios, la mayor vivacidad e ingenuidad, la decoración de los 50, el mayor mimo y cuidado por las cosas, la mayor limpieza. Aquí comprobaremos que el reloj de la torre una vez funcionó perfectamente al oírle sonar en un contrapicado con Marty en primer plano…






Observen el mimo con el que atienden al coche en la gasolinera Texaco en 1955. Observen los toldos agujereados en 1985… Lo que no parece cambiar son los mensajes de los políticos (las furgonetas de propaganda), aunque en 1985 uno será negro.



Un delator periódico nos dirá la fecha concreta, que se corresponde, efectivamente, con la que marcaba el coche. 5 de noviembre de 1955.




-Vimos a Marty beber Pepsi Diet y pedirá en el bar de 1955 una Fanta o una Pepsi sin azúcar, nuestro protagonista ya le daba a la moda “sin”, para pasmo del camarero, que no ha oído hablar de nada parecido.




-Biff humillando a George también en 1955, exactamente igual a como lo hacía en 1985, con los mismos gestos (el toc toc golpeándole la cabeza), pidiéndole los deberes donde antes le vimos pedir unos informes. Incluso dirá las mismas frases: “...y tú no querrías eso, ¿verdad?


Biff, el clásico aprovechado, el clásico matón de instituto.

-Una vez Marty sustituye a su padre en el accidente, los ecos se multiplican. Asistimos al relatado accidente y a una historia de atracción donde Marty está usurpando involuntariamente el papel de su padre.


-Donaciones. Unas señoras pedirán dinero para mantener el reloj de la torre en 1985. Doc intentará adivinar los pensamientos de Marty observando su look en vez de por la utilidad de la máquina que ha inventado, pensando que quiere una donación para los jóvenes guardacostas… El inolvidable plumas sin mangas de Marty, que tanto desconcierta en 1955.


Doc, soy del futuro, he venido aquí en una máquina del tiempo que tú inventaste. Ahora necesito tu ayuda para regresar al año 1985”.

-La tirita que vemos en la cabeza de Doc en 1955 nos remite al accidente que nos contó en 1985, cuando le vino la inspiración para inventar la máquina del tiempo mientras colocaba un reloj en su baño y se golpeó. Marty contará la historia del chichón que oímos a Doc relatar en 1985, lo que convencerá al Doc de 1955.

Luego Doc mostrará su dibujo del “Condensador de  Fluzo”, que Marty le enseñará físicamente en el coche. Es una idea fascinante y un impacto sensacional el ver tu descubrimiento recién pensado plasmado y creado al instante ante tus ojos y ser tú mismo, sin saberlo, quien lo ha logrado… Es uno más de esos infinitos detalles e ideas profundas, sutiles e ingeniosas que hacen tan grande y eterna esta obra maestra. Esta escena será bajo la niebla, lo que dota al momento de un halo mágico.



-Doc: ¡Por fin he inventado algo que funciona!

-Marty: ¡Ya lo creo que funciona!

-Los cuadros de científicos que vimos en la primera escena volverán a aparecer en la casa de Doc en 1955.


-He explicado que el guión de “Regreso al futuro” es el paradigma perfecto del “guión de anticipación”. Hay un ejemplo sublime de anticipación que se regodea en su genialidad. Marty saca la octavilla sobre el reloj estropeado por el rayo para mostrar el “I love you” con el número que Jennifer escribió en la parte trasera de la misma, acto seguido Doc menciona que el rayo es lo único que podría generar esa energía necesaria para hacer funcionar la máquina… Magistral.



Un rayo que se sabe dónde y cuándo caerá. Perfecto. A las 22.04 del sábado.

El sábado por la noche te enviaremos de regreso al futuro”. El mismo gesto de Doc al decir esta frase que cuando envió a su perro Einstein de expedición.

-El instituto en 1985 estará bochornosamente sucio y lleno de grafitis, algo que no sucede en 1955, donde aparece casi impoluto. El que no cambiará será Strickland (James Tolkan).


¡Guau! ¡Cómo han limpiado todo! ¡Está como nuevo!” “¡Es Strickland! ¿Pero es que nunca ha tenido pelo?

-Cuando Doc se entera de que George le ha hecho frente a Biff y lo ha tumbado de un golpe, insinúa con sus gestos los posibles cambios que eso provocará en el futuro, imprevisibles. Esto se confirmará cuando regresemos a 1985 y asistamos a un radical cambio de comportamientos y relaciones, especialmente entre George y Biff.

-Hay un detalle que me encanta y me parece maestro. Aunque Doc rompe la carta que Marty le escribió avisándole de su muerte en 1985, vemos fugazmente como se vuelve a meter los trozos en el bolsillo, lo que explica que finalmente decidiera recomponerlos y así tomar precauciones, como volveremos a ver en 1985.


Estos continuos juegos de espejos, estos cebos y estos ecos, podrían sugerir anteriores viajes al pasado. Por ejemplo en el tema del alcalde Goldie Wilson, ya que vemos que Marty le inspira la idea, pero al inicio en 1985 comprobamos que, efectivamente, es alcalde, sin la intervención, supuestamente, de Marty. Lo mismo con Chuck Berry. Se sugiere que el sonido de Berry lo inspiraría Marty con su actuación en el baile, pero Marty lo conoce por haber sido creado por Chuck sin su intervención. Influencias inocentes, vacuas o poco reseñables, pero existentes. Las ricas paradojas temporales.











6 comentarios:

  1. Completísimo!!! Me entusiasma!!! Bravo Sambo!!!
    Bss

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  2. Muy buenas las dos primeras partes del análisis MrSambo, como siempre, estoy ansioso por leer la que le dediques a Zemeckis, uno de mis directores de cabecera.

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    1. Muchas gracias, Eddie! Pues hay varias desentrañándole. Mañana una primera donde le compra con Hitchcock! Jajaja

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  3. Siempre me han gustado esas expresiones de Doc, con la mirada perdida ,reflexionando sobre la paradoja temporal de cada momento.Es como si parase la película por un instante para pensar contigo.

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