miércoles, 5 de octubre de 2016

Crítica REGRESO AL FUTURO (1985) -Parte 3/7-

ROBERT ZEMECKIS









Zemeckis a lo Hitchcock.

Robert Zemeckis es uno de los mejores realizadores modernos. Un director que maneja el encuadre y la puesta en escena como pocos, que sabe colocar la cámara en el mejor sitio posible, algo que sólo logran los grandes talentos. Nunca ha buscado ser un autor, aunque tiene interesantes constantes en su obra, pero sí un artesano excelso.

Esa brillantez técnica lo entronca con el gran realizador de todos los tiempos, Alfred Hitchcock, al que homenajea cada vez que puede, aun sin ser un cineasta de género. Zemeckis se ha prodigado en muchos y variados géneros, desde la ciencia ficción al drama, pasando por el thriller o las aventuras… pero en todo momento se aprecia un gusto por el suspense y el punto de vista que nos remite al maestro inglés inequívocamente.

Son innumerables los detalles de puesta en escena, técnicos, que nos remiten a Hitchcock en la película (qué decir de la filmografía, donde en “Lo que la verdad esconde” (2000) rindió un sentido y notable homenaje al cine del maestro), pero no sólo se centran en el aspecto técnico sus homenajes hitchcockianos, también en sus ideas, sexualidad y humor soterrados, aunque mucho más ligeros y menos oscuros y perturbadores que los del genio inglés.



-El primer ejemplo hitchcockiano de puesta en escena que nos deja la película es la primera secuencia, una genialidad de plano inicial que nos recuerda al de “La ventana indiscreta" (Alfred Hitchcock, 1954), cuando el maestro hace pasear la cámara por la estancia de James Stewart, mostrándonos unas fotos y su estado, describiendo con ese sencillo recurso, en silencio, lo que le ha ocurrido al personaje, su profesión y rasgos de su carácter… Sencillamente magistral.




Zemeckis hace aquí lo mismo. Unos movimientos de cámara que vagan por la estancia, el laboratorio de Doc, y nos describen el recinto, la dedicación del propio Doc, su excentricidad, su trabajo e, incluso, insinúa sus investigaciones recientes con ese plutonio y esos relojes por todas partes; acto seguido nos describe al protagonista, Marty, entrando allí, sin mostrar su rostro, su carácter intrépido, travieso, juguetón y… rockero. Una maravilla.



-Es evidente que Zemeckis es un fan de “La ventana indiscreta” (Alfred Hitchcock, 1954), a la que homenajeó a conciencia en “Lo que la verdad esconde”, como he mencionado, pero aquí también se aprecia. Uno de los ejemplos más evidentes lo tenemos cuando Marty descubre a qué se dedicaba su padre antes de ser atropellado por el padre de Lorraine. Es un voyeur, personaje clásico del maestro Hitchcock y que tiene en el James Stewart de “La ventana indiscreta” a su figura paradigmática. Aquí, en cambio, es el personaje el que desde fuera mira a una ventana.



¡Es un voyeur!”. Sexo, hormonas y prismáticos.

-Un aspecto que entronca de manera inequívoca con Hitchcock es el morbo y sexo soterrado, mucho más infantil y menos oscuro que en el maestro británico, pero presente. Supone uno de los hallazgos y detalles maestros de la película.


Son muchos detalles, no ya por esa insinuada relación incestuosa entre madre e hijo, sino, por ejemplo, en esa lasciva mirada que Marty lanza al pelo de Jennifer cuando ésta le está poniendo el número de teléfono de la casa de su abuela en la octavilla que le acaban de dar. También esa mirada de nuestro protagonista a esas chicas que se cruzan con él nada más salir de su audición, vestidas con leggins y preparadas para el gimnasio, delante de su novia, que no se lo toma mal…




-Toda la historia de atracción sexual entre la joven madre y su hijo es absolutamente memorable. La lasciva mirada, deseosa de lanzarse a la boca de Marty, de Lorraine en cada escena juntos resulta tan transgresora como lúcida. Dejarle en calzoncillos, sentarse con él en su cama, meterle mano bajo la mesa y proponerle pasar la noche en su casa debido al accidente con oscuras intenciones… son detalles que no tienen precio. Es lo que hubiera hecho Hitchcock de haberla dirigido, seguro.





Mamá” “Pues ahora vuelves a estar a salvo en 1955”. “Si, pero estás…estás tan… tan… delgada”. “Levis Strauss. Seguro que te llaman Lev”.

Esto es más grave de lo que pensaba, creo que tu madre se siente amorosamente atraída por ti y no por tu padre”.





El primer encuentro madre e hijo en 1955 será con Lorraine actuando como madre, cuidando al accidentado Marty, por el cual comenzará a sentir una atracción irrefrenable, tanto que incluso le ha desnudado y dejado en calzoncillos.

Esta escena es algo tramposa en la versión doblada, ya que el tono de voz de Lorraine cambia a mitad de la misma, pasando del tono más grave y maternal con la luz apagada, insinuando que lo que vimos pudo ser una ensoñación, ya que Marty aparece durmiendo en varias ocasiones, para convertirse en más aguda una vez se hace la luz. Una simpática escena ambiguo-onírica.



El rápido enamoramiento de Lorraine es comprensible y está justificado por la época. Además hay que recordar que ella se enamoró de George en las mismas circunstancias, por tanto… Creíble.

Una Lorraine que ignorará al pobre George mientras va quedando cada vez más prendada de ese misterioso chico del futuro, que la defiende de matones como Biff y hace virguerías con el monopatín, que él mismo acaba de “inventar” allí mismo ante todos.



Marty no defiende a una chica cualquiera, está defendiendo a su madre, pero ella lo entiende, lógicamente, de otro modo. Es de reseñar que las palabras de Biff son tremendamente insultantes para Lorraine.

Lorraine valorará dos cosas algo contradictorias en Marty cuando se le declara, le pide ir con ella al baile. Una, el carácter vulnerable, que es lo que le atrajo en su momento de George y también del propio Marty en un principio. La segunda, la valentía para dar la cara, que le fascinó al verle enfrentarse a Biff.





Marty subestima a su madre, creerá que propasándose con ella provocará una reacción, pero será ella la que se abalance sobre él.

Pues porque las chicas decentes se enfadan con los tipos que se aprovechan de ellas”.




-La escena en el coche, aparcados antes de entrar en el baile, es una de las escenas de amor, ambigüedad moral, fetichismo y morbo adolescente y transgresor más brillantes del cine mainstream de todos los tiempos. Tan divertida como provocativa.

Las caras de perturbada sorpresa y estupor de Marty, absolutamente superado por la situación y las impactantes revelaciones, entendiendo que su madre también fue joven y tuvo las hormonas a todo tren, sus incontenibles miradas al escote de Lorraine (Lea Thompson), la lascivia incontrolada de ella abalanzándose sobre su hijo y besándolo… son momentos impagables.




Una secuencia con una puesta en escena de una sutileza y perversión tan fresca, natural y divertida, que se digiere como si nada, sin el menor atisbo de malicia. Ni ofende ni perturba, sólo divierte.

-Lorraine: Algo no va bien… Yo no sé que es, pero al besarte ha sido como si besara… a mi hermano. Supongo que no tiene sentido, ¿verdad?

-Marty: Créeme, tiene mucho sentido.


-En los aspectos técnicos, el uso del montaje y los segundos planos, de los encuadres, que analizo en los rasgos estilísticos, son profundamente hitchcockianos, pero habrá determinadas secuencias donde el uso del punto de vista entronca de lleno con el maestro inglés e incluso Brian De Palma.



La más significativa es al regreso de Marty, cuando presencia su propio viaje al pasado y la muerte de Doc, donde se ve a sí mismo impotente y sabedor de lo que ocurrirá. Esto es también un juego con el espectador que observa la misma escena con otros ojos, otro sentido y otros sentimientos (y otra perspectiva), como el propio Marty, acentuando el vínculo entre nuestro narrador y guía, el protagonista, y nosotros mismos.

Es de suponer que los libios mueren en el accidente con su furgoneta…




Humor.

El humor se vertebra básicamente, o tiene su fundamento más importante, en el conflicto y el impacto del futuro, representado por Marty, en el pasado, los años 50. Un tronchante impacto.

No sólo radica aquí la brillantez: El suspense cómico, la frescura de las peripecias, los diálogos y gags visuales… están igualmente inspirados, convirtiendo también a “Regreso al futuro” en una magistral comedia.

Es un humor tan moderno, tan clásico, tan conseguido y brillante, que provoca las mismas risas ahora que el día de su estreno y que seguirá provocándolas dentro de otros 30 años. Todas las bromas y todos los recursos funcionan.


-La relación y bromas sexuales entre madre e hijo, los diálogos, los gestos, las situaciones, son realmente encantadoras y muy divertidas. La primera escena entre ambos, en la habitación de Lorraine y con Marty en calzoncillos nada más recobrar la consciencia, es impagable. Una madre muy lasciva en su juventud.


-La apurada cara de George cuando se le pregunta por lo que hacía en medio de la calle el día que fue atropellado es tronchante.



-La escena de la cena familiar al inicio de la película, que retrata a la perfección y de forma paródica la incomunicación y pérdida o falta de romanticismo en esa pareja. Un momento duro y real donde el romanticismo de ella queda roto por el simplismo de él. Un humor magnífico y nada juvenil, muy adulto.

-Ese momento antes del viaje en el tiempo donde Marty se aleja instintivamente de Doc y de la trayectoria del coche antes de que este comience su carrera, recriminado sin palabras por la entusiasta mirada del científico… Son esos detalles que hacen de esta película una de las más frescas de la historia del cine. Lo que sí es cierto es que el riesgo es bastante absurdo, ponerse enfrente del coche que se acerca a 140 kilómetros por hora no era necesario.



-El trabajo físico de Michael J. Fox es sencillamente esplendoroso. Su postura al dormir, sus continuas caídas y golpes, que seguramente inspiraron a “Chicho Terremoto” y tantos otros (o al revés), sus gestos en los momentos de apuro, redondean una interpretación cómica de primer orden. Deja momentos de comedia de una hilaridad inolvidable.



Se tropezará por dos veces en el granero nada más llegar al pasado; la caída de la cama en la habitación de su madre es memorable, y luego se volverá a caer al intentar ponerse los pantalones; en la escena final tiene una de las caídas más divertidas, de la nada al ver a sus “nuevos” padres y su look… Calcado a los dibujos orientales…


-Un humor sublime que toca todos los puntos. Gags físicos, diálogos delirantes, sutilezas, ironías y surrealismo. No se me ocurre nada mejor que un grupo terrorista de nacionalistas libios buscando su plutonio para forzar la apresurada salida de Marty McFly hacia el pasado…


-El plano donde se ve aparecer a Marty desde el perfil de su padre en 1955, reconociéndolo, es realmente descacharrante.

¡Eh, papá!… ¡George!… ¡Eh, el de la bicicleta!



-La cena en casa de sus abuelos deja otros detalles de un humor sutil maravilloso. Esa anonadada mirada a todos los comensales, en silencio, esos familiares rejuvenecidos que hacen sentir a Marty como en un cuento de Kafka. Mención especial para cuando su abuela le dice lo familiar que le resulta, preguntándole si conoce a su madre…“Sí, es posible que sí”-responde, mirando de reojo a su joven madre.




Esto llega a su momento sublime cuando Lorraine mete mano a Marty bajo la mesa. Es magnífico. La reacción de Marty, casi entrando en pánico, al oír a su madre pedir a sus padres que se quede a dormir en su habitación es graciosísima. La enamorada mirada de Lorraine al marcharse su hijo lo dice todo.


Todos han sido fantásticos. Les veré más tarde… mucho más tarde”.



-El impacto del futuro en Doc también es sublime. Sus comentarios sobre la cámara de video donde Marty le enseña los resultados de su ensayo, el que presenciamos al inicio del film, son tronchantes:

¡Un estudio de televisión portátil! No me extraña que tu presidente sea un actor. Debe dar bien en televisión”.

-Tan hilarante o más resulta el momento en el que Doc escucha la cantidad de energía necesaria para hacer funcionar la máquina del tiempo… con los dos corriendo sin sentido por el garaje…

-Doc: ¡1, 21 gigovatios!

-Marty: ¿Qué demonios es un gigovatio?


-Doc disculpándose con Marty tras mostrarnos su impecable y asombrosa maqueta de la plaza donde caerá el rayo… por no haberla pintado… Todas las bromas son de un ingenio inusitado.

El laboratorio está impecablemente mostrado en plano general, como impecable es la descripción y explicación del plan que llevarán a cabo, con planos generales y planos detalle e insertos en los momentos necesarios… Es evidente que el coche de juguete no iba a viajar al futuro… lo digo porque quedan algo decepcionados…



-La elaboración de los gags con su juego de anticipaciones, rimas, ecos y cebos, es maravillosa. Otro ejemplo. Marvin Berry hiriéndose la mano con un destornillador al intentar abrir el maletero para sacar de allí a Marty. Esa lesión justificará que Marty pueda, por fin, tocar en público.




Llega el momento de viajar en el tiempo. Marty llegará puntual, a la 1 y 16 minutos, para presentarnos al resto de personajes, como el perro Einstein, que es en sí mismo un homenaje a la perra Laika, ya que será el primer viajero en el tiempo: “Buen viaje, Einstein”.



Pero sobre todo tendremos la presentación de “El Delorean” con sus puertas que se abren hacia arriba y su matrícula “OUTATIME”, que se ha convertido por derecho propio en la máquina del tiempo por antonomasia. Un megacoche teledirigido. “¿Tienes eso conectado al coche?



Por supuesto también tendremos la presentación de uno de los grandes personajes del cine de los 80. El doctor Emmett Brown, “Doc”. Él es el paradigma del científico loco. Mezcla de Albert Einstein y el director de orquesta Leopold Stokowski. Es su presentación visual, porque ya le oímos hablar por teléfono.

Estamos a 26 de octubre de 1985. Y son la 1:18 de la madrugada. A la 1:20 tendremos al primer viajero en el tiempo. Un perro.

Si mis cálculos son correctos, cuando esa belleza llegue a 140 kilómetros por hora… vas a ver algo acojonante”.



-Marty: Entonces, ¿dónde demonios están?

-Doc: La pregunta apropiada es: ¿cuándo demonios están?

Lo he enviado al futuro”.

-Marty: Un momento. Un momento, Doc. Oye, ¿me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo… con un Delorean?

-Doc: Yo creo que si vas a construir una máquina del tiempo en un coche ¡por qué no hacerlo con clase!

Un viaje en el tiempo de un minuto para un perro que resulta un éxito, como demostrará el cronómetro que llevaba Einstein, retrasado un minuto.




Doc nos explicará el funcionamiento del coche-máquina del tiempo. “Los circuitos de tiempo”, los visores que indican dónde vas, dónde estás y dónde has estado… Las múltiples posibilidades (ver la firma de la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 o el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre del año 0…). Incluso el 5 de noviembre de 1955, que introducirá Doc en el visor rememorando el día que inventó el viaje en el tiempo, un truco de guión magistral para insertar de forma natural la fecha -coincidencias aparte con todo lo que nos han estado contando-. Una idea que le surgió al golpearse con un lavabo mientras colocaba un reloj (brillante detalle de guión de nuevo) en el baño. Es ahí cuando se le ocurrió la idea del “Condensador de Fluzo”, que en realidad es de “Flujo”.

Ese fue el día que inventé el viaje en el tiempo”.

Ambos actores están sublimes en sus respectivos roles. Fijaos en un detalle en esta escena. El susto de ambos cuando cae la barra de plutonio en el interior del coche, recargándolo para un nuevo viaje. Ni siquiera se les ve los rostros, pero su reacción es natural.


La llegada de los terroristas obliga a Marty a huir, tras el impacto de ver morir a Doc (impacto remediable al tener una máquina del tiempo), y como la fecha señalada fue la que colocó Doc recordando el día que inventó el viaje en el tiempo… allí irá.



Los libios son un desastre y Marty será afortunado, ya que una ametralladora de uno de los terroristas se encasquillará cuando lo tenía a su merced. Eso sí, se nota el doble que conduce el coche por Marty.



El momento del viaje en el tiempo de Marty en cuestión es hilarante una vez más. Los libios sacando hasta un bazuca y Zemeckis recalcando en pequeños planos la fecha a la que va a viajar nuestro protagonista al acelerar. Queda claro además que no podrá volver inmediatamente porque ya no hay plutonio…




Posteriormente, en 1955, Doc marcará la regla esencial de comportamiento de Marty allí: No debe inmiscuirse en el pasado porque repercutiría en el futuro… Pero para su desgracia ya lo hizo… Si sus padres no se conocen, y Marty lo impidió al salvar a George de ser atropellado, ni él ni sus hermanos nacerán.











4 comentarios:

  1. Entusiasmada!!!! Como conozco bien la peli, q he visto tantas veces, saborearla minuciosamente está resultando un placer!!!
    Mil gracias!!
    Bss

    ResponderEliminar
  2. El detalle de que tiene que ser un De Lorean porque es de acero inoxidable y produjo la dispersión del fluzo ,simplemente convincente.

    ResponderEliminar